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El pequeño doctor
La dieta, por supuesto, también tiene su importancia. Debido a que hay que renunciar totalmente a las proteínas de la leche se hacen imprescindibles las proteínas vegetales. En estos casos ha resultado muy eficaz la proteína de soja y la de las almendras (puré de almendras). También es importante que estos niños sigan una dieta pobre en sal, a pesar de que no se hablara de este tema en los debates del congreso.
En relación con la cuestión de la alimentación hay un hecho, comentado por los médicos, que confirma lo apuntado anteriormente. Con cierta frecuencia aparecen eczemas infantiles en muchas familias ricas de Nigeria que se alimentan al estilo europeo, mientras que estos aparecen rarísimamente o no llegan a producirse en los niños que siguen las mismas costumbres alimentarias que sus antepasados. Así pues, la alimentación y el estilo de vida de nuestra civilización son una concausa de la aparición de eczemas en la infancia.
La afirmación de que los eczemas infantiles deben considerarse como una enfermedad alérgica carece de fundamento. La búsqueda de un factor perjudicial o de anticuerpos específicos no suele dar resultado alguno. ¿Por qué no recurrir a procedimientos naturistas que se han mostrado inocuos y sencillos en el tratamiento de los eczemas infantiles, considerando, además, que con ellos no se consigue una ayuda transitoria, sino que en muchos casos se obtiene una verdadera curación?
Enfermedades infantiles
Hay que admitir que las enfermedades típicas de la infancia pueden ser incluso beneficiosas si la fiebre ocasionada «quema» o aniquila lo que tarde o temprano podría suponer un perjuicio para la salud, lo que no quiere decir que haya que provocarlas. Algunas se presentan a edades muy tempranas, pero lo cierto es que cuanto mayor y más fuerte sea el niño, mejor las superará. Si tratamos correctamente las enfermedades infantiles, es decir, apoyando las reacciones que se presentan en el niño mediante procedimientos naturales, conseguiremos una beneficiosa «limpieza» de su organismo. La fiebre facilita la «quema» o aniquilación de sustancias tóxicas y nocivas del organismo que, en este caso, pueden provenir de la madre y pueden haberse formado durante el periodo de desarrollo embrionario del niño. Muchos médicos perspicaces se han dado cuenta de que aquellas personas que durante su infancia no padecieron enfermedades febriles tienen mayor propensión a enfermar cuando se hacen mayores y alcanzan una edad avanzada, lo que nos muestra la poderosa fuerza curativa de la fiebre. En realidad, la mayoría de los niños que fallecieron por una enfermedad de la infancia fue porque se les practicó un tratamiento erróneo. El peor fallo es suprimir con medicamentos las manifestaciones normales de la enfermedad, entre las que destacan, en primer lugar, la fiebre y, en segundo lugar, las erupciones cutáneas. La fiebre constituye una defensa interna del cuerpo que «quema» toxinas, tanto las que ya existen depositadas en su interior como las provenientes del exterior. Las erupciones cutáneas se deben, a menudo, a una derivación natural hacia la piel o hacia el exterior a través de los poros cutáneos. De la misma manera que no hay que reprimir la fiebre, no conviene inhibir las reacciones externas del organismo, ya que entonces pueden verse afectados órganos internos como el corazón, el sistema nervioso o los pulmones, lo que puede dar lugar a trastornos mucho más graves.
Es posible que alguna cuidadora o enfermera inquieta pueda protestar y afirmar que «de todos modos, tampoco hay que dejar que la fiebre ascienda hasta el punto de poner en peligro la vida del niño, sin hacer nada». Por supuesto que no, pero entre una supresión de la fiebre y un apoyo de este «fuego interno» hay una gran diferencia. Apoyamos la fiebre en el sentido de procurar que todas las vías de tiraje (de este «fuego interno») estén abiertas y en el «horno interno» de nuestro cuerpo se produzca una buena «combustión». Cuanto más rápidamente se quemen o aniquilen los agentes nocivos, tanto más deprisa podremos deshacernos de ellos y conseguir una nueva depuración o «limpieza» del organismo. Mediante un sencillo remedio, como el Ferrum phosphoricum D12, procuramos una gran ayuda a estos niños. Para mejorar la derivación hacia la piel, daremos un bien conocido y probado remedio, como el Aconitum D4.
Cuando sucede que todavía no sabemos dónde radica la enfermedad infecciosa, lo más apropiado es darle al niño Aconitum D4 en alternancia con Belladonna D4. En primer lugar, es importante vaciar el intestino, lo que mayormente se consigue poniendo un enema de manzanilla o cola de caballo7 al niño. El segundo punto importante que hay que considerar en toda enfermedad infecciosa es la función renal, que podremos activar con un poco de tisana de cola de caballo o gotas para los riñones. El tercer punto importante es la derivación hacia la piel. Para ello, seguiremos lo prescrito por Kneipp, Priessnitz y otros hidroterapeutas («doctores del agua»). En estos casos resultan especialmente indicadas las envolturas, unas veces calientes y otras frías, según cada caso en particular. Con las aplicaciones calientes raramente se procede de forma incorrecta, mientras que el empleo de envolturas frías requiere una cierta práctica, conocimientos y rigurosidad para aplicarlas correctamente. Para mayor tranquilidad de quien las vaya a poner, cabe decir que en un cuerpo con fiebre alta no se produce con rapidez una refrigeración excesiva al aplicar una envoltura fría. Lo cierto es que la aplicación de estas dan lugar a una beneficiosa derivación del excesivo calor interno hacia el exterior.
Ante todo, hay que tener siempre presente no actuar nunca contra natura, por lo que el procedimiento que adoptemos será siempre para apoyar los mecanismos defensivos naturales.
Los niños y los adultos padecen enfermedades infecciosas con mayor facilidad cuanto peor e inadecuada sea su alimentación. La existencia de estados carenciales, aunque se trate solo de una ligera avitaminosis, favorecen la aparición de enfermedades infecciosas. Muchos padres tienen miedo a los aumentos rápidos y elevados de la fiebre en sus hijos pequeños. No obstante, deberían saber que esto resulta beneficioso para «quemar» a fondo y de forma rápida. Por otra parte, el pequeño corazón del niño es mucho más fuerte de lo que se podría creer. En relación con el tamaño de su cuerpo, el corazón infantil resulta mucho más resistente que el de un adulto.
Sarampión
Solemos considerar el sarampión como una enfermedad infecciosa infantil más bien banal. En cambio, puede llegar a ser mortal, por ejemplo, para los niños indios de regiones donde esta enfermedad es desconocida. El agente causal es un virus, uno de los agentes patógenos más pequeños que existen, muy por debajo de las dimensiones de las bacterias, por lo que fue desconocido durante mucho tiempo. No es visible en el microscopio normal, como las bacterias teñidas, por lo que solo puede estudiarse debidamente mediante el microscopio electrónico. De todos modos, siempre se ha considerado el sarampión como una enfermedad infecciosa, por el curso de la enfermedad y por la facilidad de contagio entre los niños. La mayoría de las madres suelen reconocerlo por las amplias erupciones cutáneas que se producen junto con la fiebre. Al principio no es fácil saber si se trata de esta enfermedad, a no ser que se aprecien las llamadas «manchas de Koplik». Se trata de unas manchas de dos a tres milímetros de diámetro, de color rojo claro, con puntitos blancos que se localizan en la mucosa bucal, cerca de los molares. Aparecen uno o dos días antes de que surja la erupción (exantema) típica de la enfermedad.
Una vez contagiado, el periodo de incubación dura unos catorce días, tras el cual irrumpe la enfermedad, por lo que no es de extrañar que después de diez o doce días se produzca un nuevo caso en la familia o en el vecindario.
Los primeros síntomas de la enfermedad no son siempre los mismos. Muchas veces se inicia con un aparente resfriado con estornudos, hemorragias nasales, catarro de las vías respiratorias y enrojecimiento de la conjuntiva ocular con fotofobia, sensación de ardor y lagrimeo.
Pronto se presenta la fiebre, que llega a subir hasta los 39 °C; luego hacia el cuarto día desciende y vuelve a subir hasta los 40,5 °C. La fiebre no suele descender hasta que hace irrupción la típica erupción cutánea del sarampión. Si la fiebre se mantiene más de tres o cuatro días después de aparecer la erupción, hay que proceder de forma más enérgica para evitar posibles complicaciones. Para evitar que se produzca una complicación de tipo séptica daremos al niño, lo antes posible, Lachesis D10 y aplicaremos compresas muy calientes (de serpol) sobre la piel. Para favorecer el curso de la enfermedad y que irrumpa mejor y de forma más intensa, se practicarán envolturas muy calientes en estos niños. Mientras dure la fiebre no se les dará otra cosa que zumos de fruta, especialmente de naranja, uva o zanahoria. Este último, además, tiene un efecto favorable sobre el hígado. Si no disponemos de fruta, siempre podemos recurrir a darle al niño una tisana suave endulzada con miel. Como en todas las enfermedades infecciosas, es importante también practicar ciertos cuidados bucales. En niños pequeños, pasaremos por las encías, mucosa bucal y lengua (casi siempre suele estar «sucia») un dedo envuelto en un paño limpio que habremos sumergido en suero láctico concentrado algo diluido. En niños mayores, podemos realizar esta operación con un cepillo de dientes pequeño.
Los remedios que emplear serán los siguientes:
Aconitum D4: cinco gotas cada media hora. En cuanto comience la aliviadora sudoración y la fiebre haya descendido se darán estas dosis de forma mucho más espaciada.
Ferrum phosphoricum D6 (en niños muy pequeños: D12): una tableta cada hora.
Belladonna D4: en caso de congestión sanguínea en la cabeza, tos perruna, conjuntivitis y complicaciones en los oídos. Se darán cinco gotas cada hora.
Antimonium sulf. aureum D4 o D6: este remedio se administra después de la bajada de la fiebre y si no aparece ninguna complicación suele ser suficiente para conseguir la curación. En un principio se tomará una tableta cada dos horas y, después de unos tres días, dos tabletas tres veces al día.
Para eliminar mejor las toxinas por los riñones, se pondrán cinco gotas para los riñones en cada una de las bebidas (zumos de fruta) que tome el niño.
Cuprum aceticum D4 y Antimonium sulf. D4: se darán de forma alterna cuando se sospeche que puede surgir una tos ferina en el niño
Coccus cacti D4: actúa también de forma rápida contra la tos ferina, siempre que se administre lo más pronto posible, es decir, cuando tras un sarampión aparezcan los primeros síntomas de tos ferina. Con este remedio muchas veces se consigue cortar totalmente una tos ferina sin daño alguno para el paciente.
En niños débiles con tendencia a la tuberculosis por causas hereditarias y que presentan a menudo ganglios linfáticos hinchados daremos, de forma preventiva:
Calcium phosphoricum D4, alternándolo con D6, a razón de dos tabletas, tres veces al día.
El preparado de ortiga y calcio resulta todavía más potente, y tomado durante meses puede producir resultados sorprendentes.
El Arsenicum jodatum D4 se da en niños delgados que crecen de prisa alternándolo durante meses con un preparado de calcio y ortigas.
El Kalium phosphoricum D6 se dará en caso de complicaciones que afecten a bronquios y pulmones.
El Sulfur D4 se administrará cuando la erupción cutánea no termina de manifestarse, aunque se hayan empleado envolturas para provocar su aparición.
Una vez superado el curso normal de la enfermedad y que haya desaparecido, no dejaremos que estos niños entren inmediatamente en contacto con el aire frío. En invierno se dejará al niño unos ocho días todavía en la cama o, por lo menos, en una habitación caliente, pero bien ventilada. Estas recomendaciones deben ser especialmente atendidas en niños débiles para evitar que pudieran surgir complicaciones más tarde.
Parotiditis (paperas)
La parotiditis, llamada también paperas, es una enfermedad infantil bastante frecuente, pero inocua la mayoría de las veces. Afecta a las parótidas, es decir, las glándulas salivares situadas debajo de las orejas. A veces puede afectar también a los testículos de los niños. Si quien resulta afectado de paperas es un joven adulto, esta complicación puede tener serias consecuencias ocasionadas por la destrucción de los tejidos testiculares y puede dar lugar a esterilidad.
Contra las paperas utilizaremos remedios como Mercurius solubilis D10, a razón de dos a tres gotas, o una tableta cada dos o tres horas. Posteriormente se administrarán de dos a tres gotas de Aconitum D4 y Belladonna D4, alternativamente, cada media hora. También resultan muy efectivas las envolturas derivativas colocadas en las pantorrillas, humedecidas con suero láctico concentrado, siempre que se tengan los pies calientes. Así mismo, resultan muy eficaces los baños de asiento de temperatura creciente de 36 a 44 °C seguidos de una envoltura seca. Si el intestino no evacua con regularidad, recurriremos a poner un enema o lavativa. Para aliviar los dolores en estos niños, aplicaremos compresas húmedas muy calientes, a las que habremos añadido unas gotas de extracto de árnica o de caléndula. Conviene que estos niños hagan gárgaras con suero láctico diluido. Las aplicaciones de aceite de hipérico caliente son un viejo remedio que siempre suele dar buenos resultados. Se unta un pequeño paño con él o, todavía mejor, preparamos una masa de arcilla de este aceite y le colocamos encima una bolsa de agua bien caliente, con lo que se alivia el dolor y se ejerce, a la vez, un efecto curativo. Mientras tanto, daremos una tableta de Silicea D12, tres veces al día, hasta conseguir la curación completa.
Tos ferina
Muchas veces se trata esta enfermedad como si fuera un trastorno secundario, sin concederle una gran importancia a la tos perruna y profunda que afecta a estos niños. Es necesario prestar una mayor atención a la tos ferina, ya que si no se trata correctamente pueden producirse graves efectos secundarios y lesiones duraderas. Para combatir esta enfermedad, disponemos de remedios fitoterápicos y homeopáticos sencillos. Los padres de los niños afectados de tos ferina deben poner todo su empeño en aplicarles un tratamiento natural. No se puede cortar de golpe y acabar totalmente con ella con un remedio, pero sí podemos frenar en parte sus fuertes ataques y hacer que sean menos duraderos, siempre que nos preocupemos de eliminar las toxinas producidas en el curso de las enfermedades infecciosas, como sucede también con el sarampión, la escarlatina, la gripe y otras. Podemos combatir la propensión, debilidad o tendencia de ciertas personas a padecer enfermedades infecciosas con facilidad o repetidamente. Suele suceder que tras la tos ferina se presenta otra enfermedad, por lo que resulta muy importante tomar medidas de prevención para así tener un buen estado de salud. Hay casos en los que los ataques de tos desaparecen totalmente al cabo de pocos días. A veces todavía es necesario dar un preparado biológico de calcio a estos niños. Así mismo, hay que activar los riñones para favorecer la eliminación de los nocivos residuos metabólicos. Los preparados homeopáticos Ipecacuanha D4 y Coccus cacti D4 han dado buenos resultados. Una vez que hayan desaparecido los ataques de tos podremos ir dejándolos poco a poco. En cambio, deberemos persistir un poco más con el jarabe de yemas de abeto, si bien luego también lo iremos dejando progresivamente. No hay que prescindir nunca de las envolturas de pecho en el tratamiento de estos pacientes. Podemos preparar una sencilla envoltura de pecho, humedeciéndola con una decocción de heno o, en casos más graves, recurriremos a una envoltura con cebolla. Las envolturas con rábano rusticano actúan de forma todavía más intensa, al igual que las envolturas de mostaza. Una envoltura de mostaza bien puesta o un baño con mostaza ha sido, a menudo, la única salvación posible en casos muy graves de la temida bronquiolitis del lactante (inflamación y obturación progresiva de las vías respiratorias más finas de los pulmones), cuando se iba poniendo azul y trataba desesperadamente de respirar. Cuando utilicemos la mostaza (harina de mostaza), deberemos procurar que la piel no esté demasiado tiempo en contacto con ella. Lo adecuado es que se produzca un buen enrojecimiento de la piel, pero sin que se lleguen a formar jamás ampollas. Si efectuamos el tratamiento aquí expuesto podremos preservar a estos niños de graves trastornos o lesiones.
Equinácea (Echinacea purpurea)
Consuelda (Symphytum officinale)
Enfermedad de Herter (celiaquía)
Esta enfermedad recibe también el nombre de celiaquía14 o infantilismo intestinal. Se trata de un padecimiento que exige mucha dedicación y ocasiona muchas preocupaciones, por lo que para muchas madres será un verdadero alivio saber de qué manera han de actuar en estos casos. Como a todos los catarros intestinales y diarreas en lactantes y en niños pequeños la trataremos de la manera siguiente:
El remedio por excelencia son gotas para la diarrea a partir de la tormentilla, que se dará en dosis de dos a cinco gotas, de tres a cinco veces al día, según la edad y la sensibilidad de cada uno de los pequeños pacientes. La dosis puede aumentarse progresivamente hasta que las deposiciones fecales tengan una consistencia normal. Como medida de apoyo, utilizaremos los baños de asiento calientes, que se tomarán a menudo, o bien se aplicarán envolturas calientes en el vientre humedecidas con una infusión de manzanilla o de cola de caballo.
En cuanto a lo referente a la alimentación se seguirá, ante todo, una dieta a base de arroz integral. Para preparar la crema de arroz no se empleará nunca arroz blanco, sino únicamente arroz natural (integral). A la crema o mucílago producido se le añadirá un poco de zumo de zanahoria, aunque también puede ser sustituido por media cucharadita o menos de concentrado de zanahorias.
Mientras dure la enfermedad, tanto los niños como los adultos deberán seguir una dieta carente de gluten. Por ello, el mejor cereal para esta enfermedad es el arroz. A estos enfermos no hay que darles productos hechos con harina o sémola blanca. En cambio, pueden comer patatas cocinadas con la piel y preparadas en forma de puré, al que se le añadirá zumo de zanahoria fresco. Respecto a las verduras, se empezará poco a poco con un poco de puerro al vapor, y no se recomienda tomar otras verduras hasta que la diarrea no haya desaparecido del todo.
En cuanto a las frutas, pueden tomarse manzanas ralladas, que podremos mezclar con un poco de plátano crudo. También las bayas de arándano resultan recomendables en estos casos. Una vez pasadas las manifestaciones agudas podemos dar también un poco de zumo de pomelo15.
La cantidad de los alimentos será bastante restringida. Se irá aumentando lentamente a medida que se vaya normalizando la digestión, es decir, hasta que las deposiciones tengan la consistencia y el color adecuados. Lo que está muy claro es que, si se toma una gran cantidad de alimentos, los resultados son mucho peores que comiendo una cantidad moderada. Si alguno de los alimentos mencionados produjera algún tipo de trastorno en estos niños, deberíamos adaptarnos a su particular sensibilidad y elegir aquellos alimentos que no les causen problema alguno. Una vez que las deposiciones vuelven a estar en orden, iremos dejando los remedios paulatinamente e iremos introduciendo progresivamente una dieta normal. Si se produjera algún tipo de recaída, aunque fuera pequeña, habrá que volver a ser más severos con la dieta. En algunos casos, también la leche de almendras ha dado buenos resultados. Si nos atenemos a las recomendaciones aquí expuestas y nos ajustamos a la sensibilidad individual de cada niño conseguiremos con paciencia y constancia la curación total.
Parálisis infantil (poliomielitis)
Desde que se administra la vacuna de la polio, por vía oral, la incidencia de esta enfermedad es muy escasa entre la población infantil. Su agente causal es muy activo y produce potentes toxinas que llegan a destruir las células nerviosas y pueden dar lugar a parálisis. La enfermedad, como tal, dura de catorce días a tres semanas aproximadamente. Lo que se presenta después son las consecuencias de la enfermedad, las temidas parálisis. Por ello, es muy importante actuar a fondo y lo más pronto posible. Es del todo improcedente esperar a ver qué pasa. Con cierta frecuencia me llegan relatos o informes que me hacen ver lo necesario que resulta escribir nuevamente sobre este tema, para que tanto profanos como profesionales no pierdan de vista las reglas básicas que les evitarán las temibles consecuencias de esta enfermedad.
No hace mucho, un padre de familia de la Suiza central me informaba de que su hijo fue internado en un hospital para controlar y observar mejor la enfermedad. El médico dejó pasar días y días sin hacer nada hasta que comenzaron a presentarse las primeras parálisis, que llegaron a afectar a los pulmones del chico. No hubo más remedio que colocarlo en un pulmón de acero y, a pesar de que era fuerte y robusto, murió al cabo de pocas semanas. Con los tratamientos actuales no se hubiera dado un caso como este. Muchos fisioterapeutas famosos, entre los que se encuentra la conocida enfermera Kenny16, han mostrado que, en estos casos, una rápida actuación es importante para poder salvar la vida de estos enfermos. Si solo se procede a esperar, se da tiempo al agente causal de la enfermedad a que destruya las células nerviosas con sus toxinas. A poco que se presenten los primeros síntomas de la enfermedad conviene hacer sudar al paciente, sea en una «caja sudorífica», con un baño sudorífico, sea en la sauna, mediante un baño hipertérmico (baño de Schlenz) o, sencillamente, con una envoltura sudorífica de larga duración. El método empleado no importa; lo realmente importante es producir una rápida y abundante sudoración en estos niños. De este modo, podemos impedir que aparezcan las temibles secuelas de esta enfermedad, parálisis incluidas. Si en el caso antes citado se hubiera procedido según el método de la enfermera Kenny, seguramente el joven muchacho no hubiera perdido la vida. Ante enfermedades peligrosas como esta no deberían pasarse por alto los buenos resultados conseguidos por estos terapeutas, aunque uno tenga una mentalidad conservadora a la hora de actuar terapéuticamente. Hay que actuar rápidamente ante la aparición de los primeros síntomas; los comienzos de esta enfermedad semejan a los de una gripe, con gran sensación de cansancio, dolor de cabeza, pesadez en brazos y piernas, vómitos, inapetencia y otros síntomas. Poco importa si se ha establecido ya el diagnóstico de polio o todavía no. Los síntomas son determinantes y exigen una actuación inmediata, a saber: provocar la sudoración. Con ello beneficiamos al paciente, se trate de una posible poliomielitis o de otra enfermedad. No hay que preocuparse de si se ha hecho un diagnóstico erróneo, ya que la actuación inmediata no es perjudicial y puede impedir la progresión de tan grave enfermedad.16
Otra buena ayuda es emplear remedios de apoyo, como el Gelsemium D6, así como preparados de ortiga y calcio, ya que en estos casos siempre resulta conveniente un aporte de calcio. Podemos emplear Nux vomica D4 para combatir la sensación de malestar. Todos estos remedios constituyen unas buenas medidas de apoyo. Para no sobrecargar los órganos del paciente, podemos recurrir a una dieta a base de zumos. De todos modos, lo más importante es la eliminación en forma de sudoración mantenida, a la vez que se procura que exista una buena actividad renal e intestinal. Los buenos resultados conseguidos con este proceder hace que no debamos prescindir de él, aunque utilicemos también otras buenas terapias.