Полная версия
Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas
Los ojos de Hyakuhei titilaron rojos al sentir que uno de sus hijos lo llamaba. No le gustaba ser perturbado durante la espera de un despertar, pero uno de sus favoritos lo habÃa solicitado. A sabiendas de que el subordinado nunca lo llamarÃa a menos que fuera importante, respondió a su solicitud.
Mirando una vez más al chico que habÃa convertido, el cuerpo de Hyakuhei brilló y desapareció, dejando a Tasuki solo dentro de los confines de la habitación cerrada.
*****
Yohji podÃa sentir los pinchazos de dolor forzándolo a la consciencia. Dios, todo le dolÃa. Lentamente recordó lo que habÃa pasado y por qué ahora se sentÃa tan mal. Se habÃa topado con Kyoko y habÃa decidido jugar con ella cuando el estúpido guardia de seguridad habÃa aparecido.
¿Cómo alguien puede ser tan fuerte? Cuando habÃa intentado pelear de vuelta, no habÃa tenido oportunidad alguna. Era como si hubiese intentado ir contra una manada de lobos y ahora estaba sufriendo severamente por sus esfuerzos.
Finalmente atreviéndose a abrir los ojos, se sorprendió de ver a un chico de pie ahÃ⦠mirándolo. ParecÃa tener más o menos 12 años y hubiese sido etiquetado como albino si sus ojos no hubiesen sido tan negros y vacÃos.
AtraÃdo por el olor de sangre fresca, Yuuhi apareció junto al chico herido. Mirándolo de cerca, estuvo de pie tan quieto como una estatua, tocándolo brevemente con su aura antes de asentir una vez. El chico tenÃa la corrupción de la maldad dentro de él, pero habÃa un aroma de pureza que colgaba de su energÃa negativa.
Los remanentes de energÃa pura parecÃan estar vivos con un poder que no morirÃa. âInesperadoâ¦â
Mientras los ojos del muchacho herido se abrÃan, Yuuhi susurró suavemente. â Padre, ha tocado a la pura⦠su energÃa aún está allÃ, atacando su⦠â los colmillos del niño resplandecieron en una sonrisa de burla. â ¿Nos lo quedamos?
Los ojos de Yohji se entrecerraron ante las palabras extrañas del chico, luego miró alrededor buscando a quien quiera que fuera con quien el niño hablaba, solo para ver un hombre siniestro cubierto de negro salir de las sombras a la luz borrosa del callejón. Era alto y emitÃa poder de su silueta como si fuera una deidad vengadora.
Los ojos llenos de miedo de Yohji se abrieron como platos, entrelazando con ojos que eran rojo sangre y esta vez definitivamente vio colmillos. Presionó su cuerpo abusado contra la pared. Nunca tendrÃa oportunidad si trataba de correr en el estado en el que estaba.
Hyakuhei miró abajo al joven que habÃa acosado a la chica y que ahora consideraba suyo. Este chico se atrevió a tocarla y ahora pagarÃa por su insolencia. Inhaló⦠oliendo restos del lobo que ya lo habÃa golpeado severamente y sus ojos de medianoche se entrecerraron en rajas. ¡Kotaro habÃa estado aquÃ!
¡Cómo se atrevÃa Kotaro a interferir en esto! ¿Era él la razón por la cual la chica habÃa desaparecido de repente sin dejar rastro? Hyakuhei gruñó al solo pensar en que el Lycan estuviera tan cerca del Corazón de Cristal del Guardián y la chica una vez más. Solo porque la chica lo habÃa escogido no la hacÃa realmente suya. Nunca habÃa sido decisión de la chica⦠¿es que no habÃa aprendido su lección en el pasado?
HabÃa pensado que habÃa matado a la vil creatura junto con Toya años atrás por atreverse a hacerle frente y tratar de proteger a la chica de su posesión. âNo importaâ, los pensamientos de Hyakuhei se volvieron melancólicos por un momento, âuna vez pusiste en mi contra a Toya y a la Sacerdotisa, Kotaro⦠y mira lo que me haces hacerâ.
Una sombra de pena cruzó su expresión al pensar en el pasado. Si Toya no hubiera intentado volverse un Guardián para la Sacerdotisa y alejar a Kyou de él⦠Toya no estarÃa en el inframundo ahora sino aquÃ, a su lado, junto con el hermoso Kyou. El culpable de alimentar a Toya con mentiras erróneas era Kotaro.
Kotaro también era quien habÃa advertido a la Sacerdotisa de su verdadera intención. Era extraño cómo el tiempo podÃa deformar las mentiras que se habÃan dicho.
â Asà que, Kotaro⦠â susurró ââ¦la has encontrado de nuevo.
Fue traÃdo al presente por el gimoteo que provino del chico agachado contra la pared. NecesitarÃa más de un nuevo recluta para encontrar a su Sacerdotisa perdida si Kotaro también estaba con ella. Hyakuhei la querÃa y la tendrÃa.
Planeaba reclamarla con la ayuda del imbécil que habÃa pensado contaminarla. La corrupción de tal creatura era destinada solo para él. TenÃa muchos planes para su Sacerdotisa, después de todo⦠mil años era un largo tiempo para preparar nuevas formas de torturar a alguien.
Volviendo a las sombras, sus ojos destellaron al suavemente asentirle a Yuuhi. â Hazlo doloroso. Tortura su carne, pero no lo mates â. Ãl querÃa que el chico sufriera un poco más por sus acciones asà entenderÃa nunca desafiar a su nuevo maestro y nunca volver a tocar a la chica.
Yohji volteó la cabeza de golpe de nuevo hacia el niño y sus ojos se abrieron como platos con verdadero miedo. El chiquillo le estaba sonriendo, pero no era una buena sonrisa, era mortÃfera. En los bordes de sus labios pálidos, el chico tenÃa colmillos largos y afilados y sus ojos ya no eran negros, sino de un rojo oscuro.
Esos ojos vacÃos hacÃan un inquietante contraste con su cabello y piel de alabastro. Se veÃa como un niño, pero era un demonio roba almas disfrazado y Yohji estaba realmente asustado.
Miró con horror mientras sus pies dejaban el suelo, y el chico saltó hacia él, arrastrando un grito aterrado de su ya reseca garganta. Nunca supo qué le golpeó en tanto dientes y garras destrozaban su carne, causándole un dolor que nunca habÃa imaginado.
*****
Toya miró a la chica desplomada en el asiento del pasajero a su lado. â ¡Carajo, Kyoko, nunca más me asustes de esa manera de nuevo! â Ãl sabÃa que ella no podÃa escucharlo, pero eso no detenÃa su aliviada vociferación. â ¡Tú, pequeña idiota, podrÃan haberte matado o peor! â Cruzó hacia el edificio donde se encontraba su apartamento.
Aunque el ceño fruncido permanecÃa en su lugar, la levantó como si ella fuera la gema más preciosa sobre la tierra y la llevó escaleras arriba. Encontrando su puerta cerrada, maldijo, empujando el picaporte, esperando no hacer mucho daño en tanto crujÃa y luego abrÃa.
â Bueno, ella necesitaba una mejor cerradura de todas formas con un asesino suelto â. Toya usó esa excusa, guardándola para cuando despertara y le gritara por romper su puerta. â Al menos aún está sobre sus bisagras â, se quejó entrando al apartamento tenuemente iluminado.
De pie, quieto en medio de su sala de estar, miró a Kyoko y levantó una ceja al oler alcohol mezclado con su aroma natural.
â Ah, ya veo cómo eres. â Susurró. â No es justo⦠ni siquiera me llevaste a tomar contigo. ¿En qué estabas pensando?
*****
Kyou luchó para mantenerse sereno, lo que parecÃa que sucedÃa mucho esta noche. Incapaz de mantenerlo contenido, su mano empuñada se elevó hacia adelante y golpeó la pared de ladrillo con tal fuerza que las piezas de mamposterÃa se fueron volando en todas direcciones. Gruñó con rabia y sus ojos se tiñeron de rosado en tanto olÃa el aire.
Nadie tomarÃa lo que le pertenecÃa sin pagar por su interferencia.
Inmediatamente tomó el aroma de Kyoko mezclado con otro que se sentÃa raramente familiar y masculino. Kyou dejó salir un rugido, haciendo el sentimiento a un lado mientras levitaba del callejón y siguió el aroma que se habÃa incrustado en su ser.
Su silueta solitaria desapareció dentro de las sombras mientras salÃa a cazar a su presa. La encontrarÃa y la tomarÃa de vuelta del ladrón que la habÃa robado. Los músculos de la mandÃbula de Kyou se flexionaron con furia. ¿Cómo se atrevÃa ella decir el nombre de su hermano como si intentara confundirlo⦠como si lo hubiese conocido?
De alguna forma, la mujer-niña le habÃa lanzado un hechizo, estaba seguro de ello. PodÃa sentir su presencia que permanecÃa en la punta de sus dedos y sintió el deseo de volver a tocar su piel. Necesitaba saber cómo es que es tan pura y qué era la luz que su cuerpo emitÃa.
¿Era lo que Toya habÃa estado buscando? Si era asÃ, entonces, ¿la culpa por la muerte de Toya era de esta chica? ¿Qué significaba todo esto? Deseaba respuestas. Esa luz lo habÃa atraÃdo como una polilla a una llama, y ahora descubrió que no podÃa simplemente dejarla ir. Era como si ella, sin saberlo, lo hubiese llamado y no tuviera más opción que responder.
Kyou gruñó en la parte baja de su garganta mientras sus ojos brillaron rojos con sangre. Esta chica era peligrosa. Ãl no era alguien que necesitara o quisiera solo tener venganza por siglos. Ella tenÃa que ser tratada con cuidado. No confiaba en sà mismo alrededor de ella. Ella lo habÃa capturado de alguna forma y le enfurecÃa inmensamente que esta chica, de alguna forma, lo hiciera débil.
*****
Balbuceando algo sobre reuniones de Alcohólicos Anónimos, Toya llevó a Kyoko a su habitación y gentilmente la extendió en su cama. Moviéndose de vuelta rápidamente a través del apartamento a la puerta principal, la cerró usando el cerrojo de seguridad ya que habÃa roto la cerradura regular.
â Qué bueno que ella solo habÃa cerrado el picaporte â, se encogió de hombros y miró alrededor a la soledad del apartamento. Era muy diferente del rugido ensordecedor que estaba en el club. Era casi demasiado silencioso. Quitándose los zapatos, suspiró. â ¡Qué nochecita! â, dejó a sus hombros relajarse por primera vez en todo el dÃa mientras se acolchaba de vuelta donde su Kyoko estaba extendida.
La luz de la luna se derramaba en la ventana lanzando un brillo etéreo sobre su cuerpo. El rostro de Toya se suavizó al detener su vista en el rostro de ella. Su cuerpo flexible se extendÃa en la cama con sus manos medio relajadas en cada lado de su cabeza. Se veÃa como un ángel, tan en paz y tan ajena al peligro en el que podrÃa estar, su mano se volvió un puño al corregir su pensamiento: casi lo estuvo. TenÃa en mente sacudirla hasta despertarla y provocarle algo de lógica⦠pero no lo harÃa.
El ceño fruncido se grabó en su rostro tratando de pensar cómo ella habÃa terminado en el callejón, sola, desmayada pero ilesa. Sin alguien para mirarle el colmillo al caballo regalado, decidió agradecer a los guardianes que cuidaban de ella⦠quienes fueran.
Por el resto de la noche, Kyoko estarÃa con él y a salvo. Eso era todo lo que importaba.
Un destello travieso brilló en sus ojos mientras le quitaba los zapatos y haló las sábanas sobre la duermevela silueta. Ella posiblemente lo matarÃa mañana pero⦠Toya se montó en la cama y tiró del cuerpo ruborizado de ella contra el suyo.
Generalmente, ligeros pensamientos sucios llenarÃan su mente como lo habÃa hecho tantas veces cuando estaba en casa solo. Sin embargo, por alguna razón esos pensamientos se sentÃan mal en el momento. HabÃa algo sobre estar acostado aquà con ella que parecÃa⦠¿inocente? Sacudió su cabeza suavemente y se ubicó cómodamente contra ella.
Sosteniéndola con fuerza, agradeció a cualquier dios afuera porque ella estaba sana y salva donde pertenecÃa. Se sentÃa tan bien tenerla en sus brazos y lo disfrutarÃa por ahora. En la mañana podrÃa probar atentar contra su vida, pero si él iba a morir, al menos morirÃa feliz.
Kyoko suspiró con alegrÃa, acurrucándose al calor protector que rodeaba su cuerpo.
Una sonrisa agració los suaves labios de Toya mientras besaba su sien y la siguió en una dichosa alegrÃa en un sueño ligero.
*****
El cuerpo de Kyou levitó hacia la ventana en la que se dio cuenta de que el aroma era más fuerte. Unas esferas de oro fundido se abrieron sorpresivamente ante la escena frente a sus ojos. AhÃ⦠en la habitación donde Kyoko yacÃa, un joven con ojos dorados y largo cabello medianoche plagado de mechas plata que hacÃan juego con las suyas entró.
Sintió como si el aire hubiese sido sacado de golpe de sus pulmones al tiempo que veÃa el reflejo de la imagen del asesino de su hermano de pie en la cabecera de la cama, mirando hacia la chica adormilada que habÃa secuestrado.
Su máscara helada se desvaneció completamente ante la visión de este chico que se parecÃa a su querido hermano de hace tanto tiempo. â¿Cómo es esto posible?â Al recordar la primera palabra que ella le habÃa dicho, hizo que su pecho le doliera. Lo habÃa llamado Toya por error, y ahora⦠¿aquà en su habitación estaba la imagen de Toya?
Kyou vacilantemente buscó con el olfato un aroma, tratando de comprobar lo que le decÃan sus ojos, pero su mente no podÃa comprender. El aroma de su hermano estaba ligeramente mezclado con el aroma de este chico; sin embargo, antes de que pudiera contemplarlo más, el chico trepó en la cama y envolvió sus brazos posesivamente alrededor de ella.
Celos iracundos se dispararon por el cuerpo de Kyou mientras la chica confiadamente se acurrucaba en el abrazo del joven. Un gruñido grave de advertencia vibró dentro de su pecho al tiempo que sus ojos brillaban rojos brevemente. Hermano o no⦠no lo permitirÃa.
Alargó su brazo hacia la ventana justo cuando una cascada de brillo ondeó a través de ella haciéndolo quitar de golpe su mano. Viendo el polvo arcoÃris asentarse en el alféizar de la ventana como si la protegiera, gruñó de nuevo. La chica parecÃa estar rodeada de todo lo sobrenatural, y el inmortal estaba enrejado en su ira.
Sus ojos se entrecerraron preguntándose si solo era el hechizo de un mago lo que le permitÃa ver a su hermano. ¿Ella habÃa lanzado el hechizo cuando le habÃa susurrado el nombre de su difunto hermano?
Su atención se apartó de golpe de la ventana para mirar hacia el suelo debajo⦠el lobo estaba llegando. Envió otra mirada asesina dentro de la habitación antes de levitar rápidamente al techo.
Toya se acababa de dormir cuando escuchó un gruñido animal que parecÃa provenir de la ventana de Kyoko. âEso no está bien⦠ella está en el segundo pisoâ. Los ojos de Toya se abrieron de golpe cuando escuchó el sonido de nuevo.
Levantando su cabeza levemente para no molestar a Kyoko, miró hacia la ventana de donde venÃa el sonido. Cada instinto de su cuerpo le dijo que alguien o algo estaba ahÃ⦠vigilándolos.
Su mirada se enlazó con la sombra de lo que parecÃa ser un hombre. ParecÃa que estaba mirando fijamente a su ventana⦠¿en el segundo piso? El contorno plateado se inflaba a su alrededor y casi lo hacÃa ver fantasmal. Toya habÃa visto esta aparición antes⦠en pesadillas.
Unos ojos dorados como el sol estaban enfocados en el suelo, pero Toya pudo verlos brillar rojo por solo un momento y podrÃa jurar que vio un centelleo de colmillos también. La imagen brilló como si copos metálicos de polvo multicolor llovieran contra la ventana bloqueando su visión.
Toya sacudió su cabeza y parpadeó rápidamente antes de mirar hacia la ventana una vez más, solo para ahora encontrarla vacÃa. â ¿Qué demonios fue eso?
Sintiéndose un poco más que perturbado, salió de la cama y reptó hacia la ventana. Mirando hacia afuera, lo recibió nada más que sombras y obscuridad. Inhalando profundamente, frunció el ceño notando un aroma inusual rondando cerca de la cornisa que no reconoció.
Un grave gruñido irritado se escapó de sus labios tratando de identificarlo. Decidiendo que quizá era solo su imaginación reaccionando excesivamente por los eventos de esa tarde, revisó de nuevo para asegurarse de que no era nada.
Temporalmente satisfecho de que al menos se estaba debilitando, trepó de nuevo en la cama con Kyoko, manteniendo un ojo abierto por un rato⦠por si acaso.
*****
Kotaro estuvo de pie junto a la ventana de Kyoko sintiendo la presencia del vampiro que se habÃa encontrado en el callejón junto al club. Aunque nunca habÃa obtenido una buena vista del caminante nocturno, estaba seguro de que era Kyou. PodÃa sentir el poder frÃo y silencioso de Kyou y eso era algo que no querÃa en ningún lugar cerca de Kyoko. Kyou era un enigma y no era de confianza.
Con un rugido, su velocidad sin rival lo tuvo en el segundo piso afuera de la puerta de Kyoko en un pestañeo.
Olfateando, se calmó cuando sintió el aroma de Kyoko, fuerte y reciente. Confirmó que âno hay chupasangres dentro de sus paredesâ, pero un gruñido de enfado se escapó de sus labios cuando olió el aroma de Toya, tan fresco como el de Kyoko. Toya habÃa entrado al apartamento también, pero no habÃa salido. Poniendo su mano en la perilla, Kotaro la volteó para descubrir que estaba rota.
Rota pero completamente cerrada. â ¿Pero quéâ¦? â gruñó furioso a la entrada forzada que ahora era obvia.
Kotaro sostuvo su mano frente a él, mirando cómo sus garras se extendÃan y se afilaban en las puntas. Nunca hubo una cerradura que no pudiera forzar y la cerradura de Kyoko era menos que adecuada. Kotaro sonrió arrogante mientras ponÃa su garra en la cerradura. Moviéndola ligeramente, escuchó un clic satisfactorio.
Con el sigilo de una sombra, entró al apartamento⦠cerrando la puerta suavemente detrás de él.
Escuchando nada más que silencio, siguió el camino que le habÃa dejado el aroma de Kyoko. Un momento después, se encontró a si mismo de pie en la puerta de su habitación. Sus abrasadores ojos azules afilados como una espada se enfocaron en el sentimiento incómodo que se disparó a través de su cuerpo.
Sin saber lo que se iba a encontrar al otro lado, abrió lentamente la puerta.
*****
Kamui decidió mantenerse invisible mirando a Kotaro entrar en el apartamento de Kyoko. No era como si se estuviera escondiendo de su amigo⦠no, no era eso para nada. Pero sabiendo quién estaba en la cama de Kyoko en el momento, bueno⦠pensó que era mejor mantenerse invisible en vez de convertirse en un objetivo una vez que se armara el peo.
HabÃa hecho lo posible para mantener a salvo a Kyoko toda la tarde, pero tan pronto como Toya fue⦠en esta oportunidad, el Guardián de plata estaba por su cuenta. Kamui silenciosamente se agachó mientras Kotaro abrÃa la puerta de la habitación.
La visión que recibió a Kotaro era casi más de lo que podÃa comprender. ¡A su lado en la cama estaba ese perro sucio, Toya! Sosteniéndola como si le perteneciera a él y solo a él⦠sus brazos estaban fuertemente alrededor de su cuerpo inconsciente y una inclinación satisfactoria estaba en sus labios.
Un gruñido se le escapó a Kotaro mientras avanzaba sobre la pareja perdida dentro de sus propios sueños.
âTú, ladrón sinvergüenza,â los pensamientos de Kotaro rugieron en su mente mientras sus ojos comenzaban a sangrar con furia. Su control apenas existÃa cuando agarró y tiró a su rival fuera de la puerta de la habitación sin despertar a Kyoko.
Toya no sabÃa qué pensar cuando lo levantaron de la cama por el cuello de su camisa y, literalmente, lo echaron fuera de la puerta de la habitación para aterrizar bien en la sala de estar. Antes de que tuviera tiempo de recuperar sus sentidos adormilados, levantaron a Toya una vez más por el cuello.
Esta vez, sabÃa a quién se enfrentaba. Los ojos dorados furiosos se entrelazaron con unos azules como el hielo cuando arrastraron su cuerpo casi sin esfuerzo de nuevo por el aire.
Aún invisible, Kamui se habÃa dispersado del sofá al ver a Toya dispararse sobre él. Ahora se acomodó en la encimera de la cocina para mirar la diversión. Mirando la puerta de Kyoko, movió una mano en esa dirección⦠poniendo un escudo ahà para evitar que el sonido la despertara.
Volvió su atención a sus dos amigos quienes estaban casi listos para arrancarse las cabezas mutuamente. âComo en los viejos tiemposâ, Kamui sonrió en secreto deseando haber traÃdo algunas palomitas para el espectáculo. âTodo lo que ahora necesito es una máquina de apuestas y dineroâ. Silenciosamente levantó una ceja preguntándose por quién apostarÃa.
Kotaro gruñó gravemente en su garganta, tratando de evitar que la lujuria de su sangre se filtrara en sus ojos azul cobalto. â ¿Pero qué demonios creÃas que estabas haciendo en la cama de Kyoko? â Su voz sostuvo un indicio de muerte como si la respuesta de Toya decidiera si luego se le encontrarÃa vivo o no. La forma de Kotaro prometÃa retribución si la respuesta probaba ser una que no pensara que fuera aceptable.
â ¡Carajo, idiota! ¡Déjame ir! â Toya engarzó los dedos fuertemente apretados alrededor de su cuello con una mano y con la otra, atacó con un golpe que debió estremecer el cráneo de Kotaro.
Aunque Kotaro apenas se movió del puñetazo, Toya ganó su liberación y rápidamente se cuadró en caso de que el patán no hubiese terminado.
Toya podÃa sentir la furia intensa que venÃa de la forma silenciosa frente a él. Su propia furia aumentó cuando se dio cuenta de que Kotaro lo habÃa podido atacar. â ¿Pero qué carajo pensabas que hacÃas en el cuarto de Kyoko, maldito sátiro? â respondió con una pregunta propia.
Kotaro se dio cuenta que se iba a poner ruidoso cuando la voz de Toya comenzó a elevarse. Dio una ojeada hacia la habitación de Kyoko y viendo que la puerta aún estaba entreabierta, movió con brusquedad su cabeza hacia la puerta principal gruñendo las palabras: â Llevemos esto afuera antes de despertarla.
Cuando parecÃa que Toya se iba a oponer a la idea, Kotaro lo tentó sabiendo que funcionarÃa. â A menos que tengas miedo de enfrentarme â. Sonrió con suficiencia y lo miró con furia a la vez, pues sabÃa que Toya morderÃa el anzuelo.
â Seguro, los idiotas primero â. Toya esperó a que Kotaro hiciera el primer movimiento e incluso deseaba que lo hiciera. Ya su ánimo estaba bastante caldeado como para acabar con un vecindario completo. Necesitaba a alguien con quien desahogar toda su frustración, y además habÃa buscado una razón para intercambiar golpes con Kotaro desde hacÃa ya un largo tiempo.
Ambos parecÃan difuminarse y en un par de rápidos latidos ambos estaban en el patio vacÃo en frente de los departamentos donde vivÃa Kyoko. Justo cuando Kotaro se volteaba para encararlo, Toya le dio un golpe que estaba seguro dejarÃa al idiota fuera de combate.
Gruñó con rabia cuando Kotaro derrapó hacia atrás en la grama pero no cayó. No era realmente que no le cayera bien Kotaro⦠le caÃa bien en varios aspectos. Pero al mismo tiempo, Toya siempre sentÃa la necesidad de golpearle con fuerza. Era como tener a un enemigo como amigo.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.