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Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas
Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas

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Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas

Язык: es
Год издания: 2019
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– ¡Vi dónde estaba su mano Kyoko y creo que es hora de sacar la basura! – gruñó Kotaro volteando hacia Yohji y escuchó con mórbida fascinación al chico, mientras hacía sonidos de gorgoteo y tomaba un tono de azul escalofriante.

El temperamento de Kotaro quedó complacido por el color más oscuro dándole suficiente control para darse cuenta de que Kyoko lo miraba conmocionada. Necesitando borrar su miedo, agarró a Yohji por el cuello de su camisa y caminó hacia la puerta para enseñarle modales al bastardo. Ella no necesitaba ver el resto.

Kyoko parpadeó mientras la puerta se cerraba de golpe detrás de Kotaro. Perpleja, aún estaba sorprendida y aturdida. Guau, Kotaro podía ser realmente aterrador cuando se enojaba. Incluso sintió pena por Yohji en ese momento.

Mirando por encima de su hombro, vio a Hitomi, el hermano de Yohji aún en el suelo donde lo había dejado Kotaro. Por primera vez, no le molestaba que Kotaro fuera tan protector con ella. Tembló y trató de no pensar en qué podría haber pasado si Kotaro no hubiese aparecido cuando lo hizo.

Kyou la vio mordisquear su labio inferior como si no estuviera segura de qué hacer. La mirada de Kyoko viajó de nuevo hacia la puerta y él reflexionó. Así que ella tiene la protección del Lycan. Se preguntó qué otros misterios rodeaban a la chica. Este no era un lobo normal, el que ella había llamado Kotaro, podía sentir que era tan viejo como él mismo.

Kyoko caminó más cerca de las puertas de vidrio mirando hacia afuera al oscuro estacionamiento, preguntándose a dónde se había ido Kotaro. Poniendo su mano en el picaporte, comenzó a abrir la puerta, pero un chico joven caminó en frente de ella, bloqueando su camino. Ella se detuvo inmóvil por un momento mientras el chico pequeño trababa sus ojos en ella. Era el sentimiento más escalofriante que haya experimentado.

El chico tenía cabello blanco sólido y un tono de piel que casi le hacía juego. Pero esa no era la peor parte: sus ojos eran tan negros que parecían no terminar nunca, y le daban a Kyoko la sensación de que caía dentro de ellos. El chico sonrió suavemente, apenas mostrando sus colmillos inhumanos y por un momento, Kyoko realmente creyó que los había visto.

Una mano llegó de la nada y agarró el hombro de Kyoko haciendo que un grito aterrado se atascara en su garganta volviéndose para ver a quién le pertenecía la mano.

*****

Kyou caminó fuera de la obscuridad cuando vio al secuaz de Hyakuhei al otro lado del vidrio. Sabía del chico engañoso, el más joven que parecía tan inocente, era a menudo el más mortífero.

Deslizándose detrás de Kyoko, sus ojos sangraron y sus colmillos se alargaron haciendo saber al chico fantasma que no mordería a esta chica sin perder su propia vida inmortal.

La mano de Kyoko se quedó quieta en la puerta sin estar completamente segura de si quería abrirla. Algo sobre el chico la estaba asustando. Justo cuando comenzaba a dar un paso hacia atrás, una mano pesada vino de la nada y agarró su hombro. Un grito de terror se atascó en su garganta al volverse a ver quién era.

Kyoko olvidó respirar al mirar arriba a los ojos devastadoramente dorados. Largo cabello blanco enmarcaba su rostro y hombros. Él era un par de años mayor y su cabello se perdía en la obscuridad detrás de los reflejos plata, pero casi se veía como…

– ¿Toya? – susurró con vacilación, sabiendo que estaba equivocada, pero más importante… ¿por qué la habitación daba vueltas?

Tan pronto como sus ojos se encontraron, Kyou se sintió atraído a ellos. Ella lo miraba como si lo conociera. Pero eso no era ni de cerca tan perturbador como cuando susurró el nombre de su difunto hermano. Sus brazos se deslizaron alrededor de ella, viéndola balancearse por el líquido contaminado que había consumido antes.

Mientras sus manos se deslizaban a través de su piel descubierta donde su camisa era muy corta para cubrirla, sintió una excitación en su sangre de vampiro que le susurraba que se quedara con ella.

La visión de Kyoko decidió que ella no era suficientemente buena para eso por el momento. Parecía desafiar su voluntad a la vez que el hombre se volvía borroso mientras lo miraba con curiosidad. Aunque no podía ver bien, aún podía sentir el cuerpo que la sostenía.

Levantando sus dedos para tocar su mejilla preguntó: – Tú no eres Toya… ¿Quién eres? – Antes de que pudiera obtener una respuesta, Buda o cualquier dios que siguiera jugando con ella, apagó las luces al ella caer inconsciente.

Kyou la sujetó contra él con fuerza cuando su cuerpo se desplomó en sus brazos. Se había desmayado, pero al menos no se había desmayado en los brazos de un enemigo. Su cabeza cayó hacia atrás exponiendo la suave pálida columna de su garganta y Kyou peleó contra sus instintos. Silenciosamente se preguntó si ella no estaba en los brazos del enemigo después de todo. Sus colmillos comenzaron a alargarse y él gobernó la sensación en su interior… esta era muy pura para tal obscuridad.

Sintió su furia desatarse contra la chica ingenua. Si él no hubiese estado ahí para protegerla, ¿qué le hubiese pasado? Convenientemente olvidó sus propias urgencias momentos atrás. Si el lobo hubiese sido un protector adecuado, no la hubiese dejado. Miró a su alrededor dándose cuenta de que los amigos que la habían acompañado antes también la habían abandonado.

Al amoldar sus sentidos, Kyou aún podía sentir a su némesis, Hyakuhei, dentro de los confines del edificio. Sintiendo la maldad viniendo de arriba de él, supo que Hyakuhei estaba en algún lugar arriba en las habitaciones del segundo piso.

*****

Shinbe saltó fuera del auto antes de que siquiera dejara de moverse. Una cosa lo incentivó hacia adelante y lo tuvo caminando derecho hacia la entrada principal del club en una carrera mortal. No podía sacarse de su cabeza el pensamiento de Suki y Kyoko volviéndose una de esas chicas perdidas y eso lo estaba aterrorizando.

Toya lo había puesto al corriente con lo que Kotaro le había dicho y una vez que pusiera las manos sobre Suki, él bien que las mantendría ahí. En qué parte de su cuerpo no lo podía decir, pero tenía que encontrarla primero.

Shinbe se detuvo de golpe cuando entró por las puertas frontales del Club Medianoche.

Justo en medio del pasillo había un hombre sosteniendo a Kyoko y ella no se veía muy bien. No se movía y estaba demasiado pálida. Y si vamos al caso, el hombre no se veía nada normal tampoco. Pálido sería un eufemismo para él, lo que hizo que Shinbe se detuviera nervioso cuando se dio cuenta de que el hombre le recordaba a su mejor amigo.

El cabello plateado y los ojos dorados… el cabello de Toya era oscuro como la noche, pero en él tenía las mismas mechas que el hombre frente a él. Esas eran características poco comunes y solo sabía de Toya que tuviera ese tipo de combinaciones inusuales.

Dándose cuenta de que el hombre se movía para irse con ella, Shinbe hizo a un lado el molesto sentimiento. Toya lo mataría si no detenía el secuestro de Kyoko.

– ¿Qué demonios estás haciendo con Kyoko? – Los ojos amatista brillaron al grito de Shinbe, sintiendo sus pies moverse de nuevo sin pensarlo. Ella podía no ser su novia, pero era muy preciada para él… más preciada de lo que admitiría y, además, era la mejor amiga de Suki. De ninguna manera este chico se iría con Kyoko en sus garras.

Kyou deslizó su brazo debajo de las rodillas de Kyoko y la levantó sin esfuerzo. La acunó como a un bebé, descansando su cabeza contra su hombro con cuidado de no molestarla. El momento en que su cabeza tocó su hombro, se acurrucó en su abrazo suspirando suavemente.


Podía sentir la confianza y alegría emitida de su aura mientras se asentaba en sus brazos. La mujer-niña le afectaba enormemente y mientras más la observaba dormir, más la quería esconder de todo el mundo. Él sabía que podía… si realmente quería y la tentación era verdaderamente grande. Nunca había convertido a nadie en lo que era… pero si quisiera… podría hacerlo.

Su protección hacia la chica, así como la necesidad posesiva de quedársela lo sorprendía y Kyou gruñó suavemente a sus acciones. ¿Cómo podía esta chica afectarle de esta forma? Arrancando su mirada de su rostro angélico, miró hacia arriba al tiempo que un joven le gritaba. Parecía que el hombre que la quería seguía metido en el camino.

Los ojos dorados se entrelazaron con los ojos color amatista y sintió una extraña familiaridad. – Esto no es decisión tuya mago –, le advirtió Kyou con un tono grave y mortífero.

En ese momento supo que Hyakuhei en persona no se la podría llevar de su lado, ella era suya. Sus brazos se ciñeron a su alrededor sin gustarle el amor que podía sentir elevándose del poderoso aura que se irradiaba del otro hombre por la chica.

Armándose de valor contra sus pensamientos descarriados, Kyou gruñó de nuevo suavemente. No dejaría que la chica llegara a él, pero… no estaba listo para dejarla ir aún. Tenía muchas preguntas y ella las respondería, le gustara o no.

Una vez que se tuvo a sí mismo de nuevo bajo control, Kyou decidió que era hora de partir.

Shinbe estaba de camino hacia Kyoko cuando el hombre se movió. ¿Movió? Esa posiblemente no era la palabra correcta. Más bien, brilló y desapareció, luego reapareció de la nada en frente de él.

– Pero qué… – Shinbe derrapó hasta detenerse mirando al rostro que tenía muerte escrito por todas partes.

Sus ojos se abrieron como platos con sorpresa, se sintió como si su corazón acabara de detenerse. Tan cerca de él… podía ver claramente que el hombre tenía piel prácticamente blanca como porcelana y se veía demasiado similar a Toya para que fuera una broma. Pestañeando, podría jurar que veía colmillos sobresalir de la boca del hombre y un gruñido de advertencia retumbando a su alrededor.

Shinbe se plantó de pie ante el hombre que extendía un dedo y lo empujó contra su pecho. Lo siguiente que supo Shinbe, era que estaba sentado sobre sus nalgas en medio del suelo. Pestañeando de nuevo, se sentó confundido mientras el hombre de cabello plata vestido de negro simplemente caminó por encima de él, luego desapareció de repente.

Suki llegó al pasillo justo a tiempo para ver a Shinbe golpearse contra el suelo nada gentilmente y un hombre alto de cabello plata desapareciendo con Kyoko. Parpadeó una vez y se habían ido… allí un segundo e idos al siguiente.

Shinbe, quien parecía que estaba en la dimensión desconocida, se sentó ahí por otro momento parpadeando confuso. – ¿Qué demonios?

Corriendo hacia Shinbe, las manos de Suki temblaban al intentar ayudarlo a levantarse. – ¿Quién era ese hombre que desapareció con Kyoko? – Miró a Shinbe preocupada mientras ambos se volvían y corrían por la puerta para buscarlos. “¿Realmente acababa de desaparecer?”

Salieron del edificio y miraron alrededor frenéticamente solo para no encontrar rastro del hombre ni de Kyoko por ninguna parte.

Volteando hacia Shinbe, los ojos de Suki brillaron. Sentía que estaba al borde de las lágrimas. – ¿A dónde se fueron? ¡Ese hombre secuestró a Kyoko! – Estaba temblando de miedo. Lo que había comenzado como una divertida noche de chicas se había convertido en una pesadilla.

– Cálmate Suki. La encontraremos. Toya también está aquí –. Shinbe miró alrededor ansiosamente buscando a su amigo perdido. – ¡Pensé que estaba detrás de mí!

La preocupación rápidamente se volvió ira ahora que se había sumergido en que Suki estaba a salvo y a su lado. Una sombra de pena cruzó sus obsesivos ojos mientras pensaba en el pasado. – ¿Y en qué demonios estabas pensando? ¡Algo pudo haberte pasado y pude no saber dónde estabas! – La agarró con fuerza por los brazos mientras sus ojos amatista se oscurecían posesivamente.

Los labios de Suki se estrecharon ante su ira. ¿Cuál era su problema? No era como si nunca hubiese salido con sus amigas. Su mirada entrelazada con la suya mientras su ira comenzaba a alzarse. – Quién crees que mmm – sus palabras fueron detenidas al Shinbe chocar sus labios con los de Suki en un vertiginoso y ardiente beso.

Shinbe había estado tan preocupado por ella que no podía detener los sentimientos que se habían precipitado. Quería asegurarse de que ella sintiera cada emoción que pasaba por sus venas justo en ese momento y en ese lugar. La abrazó con fuerza, jurándose que ella no volvería a salir de su vista.

Suki gimió suavemente ante la intensidad del beso de Shinbe. Era como si estuviera mostrando cada cruda emoción dentro de su alma. Ella prácticamente podía sentirlas con sus dedos mientras agarraba sus hombros. A sabiendas de que si se soltaba no podría mantenerse de pie, notando que sus piernas se habían vuelto de gelatina se aferró a la preciada vida.

Su mente se puso en blanco por un momento y se olvidó de que estaba molesta con él o que Kyoko se acababa de desvanecer. Todo lo que podía sentir era a Shinbe y un amor que sin duda duraría más que ellos.

Gentilmente, Shinbe relajó su agarre terminando su beso rozando su nariz con la de ella. Sus ojos se llenaron de alivio, pero aún estaban oscuros de deseo. Sacudiendo su cabeza un poco, trató de enfocarse en la situación en sus manos y, por una vez, su lujuriosa mente no vagabundeó ante la sensación del cuerpo de Suki en sus brazos… después de todo, ella había estado ahí durante muchas vidas.

– Han sucedido algunas cosas y necesitas saber. No era seguro para ti o Kyoko que salieran solas esta noche. Te explicaré mientras buscamos a Toya. Creo que Kotaro también está por aquí –. Shinbe envolvió un brazo protector alrededor de Suki al dirigirse en dirección al estacionamiento para encontrar a Toya.

Suki estaba muy aturdida por el momento para hacer algo más que asentir.

*****

Toya corrió por el estacionamiento maldiciendo a Shinbe por adelantársele. Tenía que salir de su auto en el asiento del pasajero una vez que se dio cuenta de que no podía salir de su lado. En su apuro de llegar a Kyoko, se había estacionado muy cerca de una pared de ladrillo. Desafortunadamente, también se había dado cuenta cuando intentó abrir su puerta y se golpeó contra la pared abollando el lado de su bebé.

Sin embargo, eso no era lo que realmente lo había retrasado. Cuando salió corriendo por el estacionamiento a una velocidad vertiginosa, un chico había salido de la nada y chocó contra él. El impacto había sido tan repentino que lo había arrojado por los aires. Cuando se había enderezado lo suficiente para levantarse de nuevo, rápidamente le ofreció al chico su mano para ayudarle a levantarse.

– Eh, chico… ¿estás bien? – Toya jaló su mano con brusquedad cuando el chico le siseó y se fue en la dirección opuesta como si Satán en persona lo persiguiera.

Toya se sacudió la sensación inquietante que le había dejado el chico al mirar al club de las dos historias. La sensación escalofriante regresó multiplicada por diez cuando se dio cuenta de la sombra de un hombre llevando a alguien a través de una de las ventanas del último piso. Había tantas cosas que estaban mal con esa pequeña escena.

Sus ojos brillaron plata… sus sentidos sabían cosas que él aún no comprendía. Le había dejado con la sensación de que alguien acababa de caminar sobre su tumba.

Acercándose al club, Toya gruñó con molestia cuando se dio cuenta de que habían dos entradas. Una parecía ser la entrada principal y la otra estaba igual de abarrotada de gente.

“Más le vale estar bien… cuando la consiga, la voy a esposar a mi le guste o no…” manchas de plateado comenzaron a fortalecerse dentro del oro de sus ojos mientras buscaba a Kyoko.

*****

Kyou se fue calle abajo con Kyoko fuertemente abrazada en sus brazos. Su mente estaba lista y llevaría a la chica a su hogar temporal para que se recuperara. Miró hacia arriba al pent-house justo al otro lado de la calle principal del club. Ella estaría a salvo con él… pero tendría que ser cuidadoso. Podía sentir al secuaz de Hyakuhei dentro de la obscuridad que rodeaba al club.

Apretó su mandíbula al escuchar un grito distante y supo que había encontrado otra víctima. Mirando hacia la chica dormida, sus ojos dorados se suavizaron. Por ahora… ella era su secreto. Se sentía tan ligera como una pluma y parecía tan frágil.

No podía comprender cómo esta pequeña chica tenía un espíritu tan intenso, y aun así tenía un alma tan pura. Y “Toya”, ella había dicho el nombre de su difunto hermano como si lo conociera. ¿Cómo podía ser eso posible?

Sus pensamientos se detuvieron al sentir una poderosa creatura de la noche adelante al mismo tiempo que un olor a sangre golpeaba su nariz. Tensándose, reconoció el aura del Lycan que había protegido antes a Kyoko del punk que la acosaba solo para luego abandonarla… dejándola en peligro.

Sin querer que la chica saliera lastimada en caso de que él debiera pelear, Kyou la puso en el suelo del callejón gentilmente y siguió el olor a sangre que estaba justo a la vuelta de la esquina. Si el lobo había masacrado a un humano, la chica podría no estar segura cerca de él. Se sabía que algunos hombres lobo se perdieran a sí mismos una vez que la ira entraba en su sangre, y no permitiría que la chica fuera protegida por una creatura tan peligrosa.

Al voltear en la esquina con pisadas silenciosas, sus ojos contemplaron una escena que no había presenciado en siglos. El lobo, aún en forma humana, estaba de pie gruñendo, sus colmillos al aire. Sus duros ojos azules se colocaron mientras gruñía agresivamente a lo que parecía ser un cuerpo entre sus manos.

*****

Toya se detuvo al acercarse a la puerta. Olfateando, se volvió rápidamente y caminó en la dirección opuesta de la entrada. Podía olerla… aunque en el fondo de su mente no podía entender cómo o por qué podía. Salió corriendo con rapidez hacia el callejón a la izquierda del edificio, su corazón golpeaba violentamente en su pecho mientras pensamientos mórbidos cruzaban su mente.

Chicas desaparecidas y lugares oscuros… más le valía a Kyoko no tener ni un solo cabello fuera de lugar u otra cosa…

Al entrar en las sombras, Toya derrapó hasta detenerse al tiempo que el miedo ahogaba su respiración en sus pulmones. Ahí, yaciendo desplomada contra la sucia pared de ladrillo… estaba Kyoko. El mismo terror que lo había enraizado en su lugar, lo incentivó a moverse. Con su siguiente aliento, estaba a su lado.

Arrodillándose, la tocó, comprobando la vida que le permitiría a su corazón comenzar a latir de nuevo.

Tan pronto como su dedo tocó su cuello, su propio corazón pateó al tiempo del de ella y respiró. Gracias a Dios… ella estaba viva. Un momento de déjà vu se reflejó en un recuerdo indeseado y lo alejó rápidamente, asustado de repente. Sintiendo a otros cerca, no desperdició tiempo en levantarla y llevarla a un lugar seguro. Sosteniéndola cerca de él, Toya usó su velocidad antinatural para llevarlos fuera de la obscuridad.

*****

Kotaro sostuvo a Yohji contra la pared de ladrillo al tiempo que dispuso la lujuria de su sangre a enfriarse. Ya no tenía sentido continuar castigándolo considerando que el chico se había desmayado de nuevo. Lo soltó sin mucho cuidado al suelo y sintió un disturbio en la energía a su alrededor.

Movió de golpe su cabeza hacia un lado, sus ojos azul hielo se entrecerraron.

Kyou miró al lobo dejar caer al chico de nuevo al suelo sin matarlo. Inmediatamente reconoció al humano que había acosado a Kyoko. Cambiando su opinión de momentos atrás, sus labios se curvaron en un ligero gruñido. Si hubiese sido él sosteniendo al chico del cuello, el chico no seguiría en una pieza.

Como si lo percibiera, el Lycan volteó su cabeza y trabó su mirada mortífera en él. Kyou podía sentir el inmenso poder emanando del lobo. Lo estaba mostrando en advertencia.

En el pasado, lobos y vampiros siempre se habían evitado. Ninguno se preocupaba por el otro, escogieron dejarse en paz. Ambos estaban muy cerca de emparejar fuerza y a ninguno le importaba dominar sobre el otro. Ellos solo existían juntos en el mismo mundo, manteniendo la mayor parte para sí y vivían sus propias interminables vidas.

Todos los instintos de Kotaro cobraron vida viendo al vampiro de pie en las sombras… mirándolo. No podía verlo con suficiente claridad para notar algún rasgo característico, pero su instinto le dijo que el chupasangre era una amenaza. Aún necesitaba soltar la lujuria de su sangre y se sonó los nudillos pensando que podía ser uno de los subordinados de Hyakuhei.

Justo cuando decidió volverse y atacar, la imagen se volvió fuerte, luego titubeó y desapareció. – ¿Ojos dorados? – Kotaro se incorporó por completo de y se dio cuenta de que casi había atacado a Kyou. – ¿Qué está haciendo aquí?

– ¡Carajo! – siseó Kotaro y salió corriendo temiendo que Kyoko no estaría donde él la había dejado. Tenía que llegar a ella rápido… había chupasangres afuera esta noche y ella no sería una de sus víctimas. Y con Kyou cerca… no había forma de decir qué tan peligrosas se podían volver las cosas.

Kyou reapareció de frente a la misma pared de ladrillo donde había dejado a la chica. Viendo que ya no estaba ahí, sus ojos sangraron carmesí y un gruñido enfurecido y desgarrador se escuchó por el callejón vacío, haciendo eco en las calles de alrededor.

*****

Suki y Shinbe se encontraron con Kotaro en la puerta del club. Sujetando a Shinbe por el hombro, Kotaro preguntó con urgencia: – ¿Kyoko aún está adentro? – Sus sentidos inhumanos se pusieron en su máxima potencia y sus instintos le decían que ella no estaba en ningún lugar cercano.

Suki se adelantó hacia Kotaro tomándolo de su camisa y confirmó sus sospechas. – ¡Un hombre se la llevó hace unos diez minutos, tienes que encontrarla! – Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras le hablaba. – ¡No podemos encontrarla por ninguna parte!

Aún sin estar listo para devolverle a Suki su libertad, Shinbe la jaló de su mano estrellándola contra su pecho. Envolvió sus brazos alrededor de ella como si fuera un tambor metálico de Trinidad y Tobago. Mirando a Kotaro añadió: – Alguna “cosa” se la llevó de aquí.

Shinbe miró a la silueta temblorosa de Suki y trató de tranquilizarla. Ella nunca le dejaría hacer lo que él quería hacer sin discutir. – Te prometo que la encontraremos –, con su promesa hecha, miró hacia arriba de nuevo para hablar con Kotaro una vez más, pero el guardia de seguridad ya se había ido.

– ¿A… a dónde se fue? – tartamudeó Shinbe mirando alrededor sin encontrar rastro del guardia de seguridad. Sacudió su cabeza y suspiró. Había visto suficiente mierda extraña por una noche.

Saliendo de su perdido estado de desesperanza, Suki resopló molesta. – Más le vale encontrar a Kyoko… o tendré pinchos de Kotaro para la cena… – Arrastrando a Shinbe detrás de ella como si de repente hubiesen intercambiado roles añadió: – Mi auto, ahora, ¡vamos!

Shinbe miró alrededor del estacionamiento como si recordara algo importante de repente. – Hablando de autos… falta el de Toya.

Capítulo 6

Hyakuhei recostó al joven que había escogido para que se convirtiera en uno de sus hijos en una habitación oscura encima de los sonidos del club. Quitando el suave cabello marrón de sus ojos cerrados, aún podía oler el aroma de la chica que permanecía en la piel del chico. “Tasuki”, había escuchado a los otros llamarle.

– Bueno, Tasuki, cuando despiertes, tendrás un regalo más valioso de mi parte… el regalo de la vida eterna –. Dio una sonrisa comprensiva como si le hablara a un niño. – Pero entenderás que… esa vida es mía.

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