Полная версия
Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas
â ¡Vi dónde estaba su mano Kyoko y creo que es hora de sacar la basura! â gruñó Kotaro volteando hacia Yohji y escuchó con mórbida fascinación al chico, mientras hacÃa sonidos de gorgoteo y tomaba un tono de azul escalofriante.
El temperamento de Kotaro quedó complacido por el color más oscuro dándole suficiente control para darse cuenta de que Kyoko lo miraba conmocionada. Necesitando borrar su miedo, agarró a Yohji por el cuello de su camisa y caminó hacia la puerta para enseñarle modales al bastardo. Ella no necesitaba ver el resto.
Kyoko parpadeó mientras la puerta se cerraba de golpe detrás de Kotaro. Perpleja, aún estaba sorprendida y aturdida. Guau, Kotaro podÃa ser realmente aterrador cuando se enojaba. Incluso sintió pena por Yohji en ese momento.
Mirando por encima de su hombro, vio a Hitomi, el hermano de Yohji aún en el suelo donde lo habÃa dejado Kotaro. Por primera vez, no le molestaba que Kotaro fuera tan protector con ella. Tembló y trató de no pensar en qué podrÃa haber pasado si Kotaro no hubiese aparecido cuando lo hizo.
Kyou la vio mordisquear su labio inferior como si no estuviera segura de qué hacer. La mirada de Kyoko viajó de nuevo hacia la puerta y él reflexionó. Asà que ella tiene la protección del Lycan. Se preguntó qué otros misterios rodeaban a la chica. Este no era un lobo normal, el que ella habÃa llamado Kotaro, podÃa sentir que era tan viejo como él mismo.
Kyoko caminó más cerca de las puertas de vidrio mirando hacia afuera al oscuro estacionamiento, preguntándose a dónde se habÃa ido Kotaro. Poniendo su mano en el picaporte, comenzó a abrir la puerta, pero un chico joven caminó en frente de ella, bloqueando su camino. Ella se detuvo inmóvil por un momento mientras el chico pequeño trababa sus ojos en ella. Era el sentimiento más escalofriante que haya experimentado.
El chico tenÃa cabello blanco sólido y un tono de piel que casi le hacÃa juego. Pero esa no era la peor parte: sus ojos eran tan negros que parecÃan no terminar nunca, y le daban a Kyoko la sensación de que caÃa dentro de ellos. El chico sonrió suavemente, apenas mostrando sus colmillos inhumanos y por un momento, Kyoko realmente creyó que los habÃa visto.
Una mano llegó de la nada y agarró el hombro de Kyoko haciendo que un grito aterrado se atascara en su garganta volviéndose para ver a quién le pertenecÃa la mano.
*****
Kyou caminó fuera de la obscuridad cuando vio al secuaz de Hyakuhei al otro lado del vidrio. SabÃa del chico engañoso, el más joven que parecÃa tan inocente, era a menudo el más mortÃfero.
Deslizándose detrás de Kyoko, sus ojos sangraron y sus colmillos se alargaron haciendo saber al chico fantasma que no morderÃa a esta chica sin perder su propia vida inmortal.
La mano de Kyoko se quedó quieta en la puerta sin estar completamente segura de si querÃa abrirla. Algo sobre el chico la estaba asustando. Justo cuando comenzaba a dar un paso hacia atrás, una mano pesada vino de la nada y agarró su hombro. Un grito de terror se atascó en su garganta al volverse a ver quién era.
Kyoko olvidó respirar al mirar arriba a los ojos devastadoramente dorados. Largo cabello blanco enmarcaba su rostro y hombros. Ãl era un par de años mayor y su cabello se perdÃa en la obscuridad detrás de los reflejos plata, pero casi se veÃa comoâ¦
â ¿Toya? â susurró con vacilación, sabiendo que estaba equivocada, pero más importante⦠¿por qué la habitación daba vueltas?
Tan pronto como sus ojos se encontraron, Kyou se sintió atraÃdo a ellos. Ella lo miraba como si lo conociera. Pero eso no era ni de cerca tan perturbador como cuando susurró el nombre de su difunto hermano. Sus brazos se deslizaron alrededor de ella, viéndola balancearse por el lÃquido contaminado que habÃa consumido antes.
Mientras sus manos se deslizaban a través de su piel descubierta donde su camisa era muy corta para cubrirla, sintió una excitación en su sangre de vampiro que le susurraba que se quedara con ella.
La visión de Kyoko decidió que ella no era suficientemente buena para eso por el momento. ParecÃa desafiar su voluntad a la vez que el hombre se volvÃa borroso mientras lo miraba con curiosidad. Aunque no podÃa ver bien, aún podÃa sentir el cuerpo que la sostenÃa.
Levantando sus dedos para tocar su mejilla preguntó: â Tú no eres Toya⦠¿Quién eres? â Antes de que pudiera obtener una respuesta, Buda o cualquier dios que siguiera jugando con ella, apagó las luces al ella caer inconsciente.
Kyou la sujetó contra él con fuerza cuando su cuerpo se desplomó en sus brazos. Se habÃa desmayado, pero al menos no se habÃa desmayado en los brazos de un enemigo. Su cabeza cayó hacia atrás exponiendo la suave pálida columna de su garganta y Kyou peleó contra sus instintos. Silenciosamente se preguntó si ella no estaba en los brazos del enemigo después de todo. Sus colmillos comenzaron a alargarse y él gobernó la sensación en su interior⦠esta era muy pura para tal obscuridad.
Sintió su furia desatarse contra la chica ingenua. Si él no hubiese estado ahà para protegerla, ¿qué le hubiese pasado? Convenientemente olvidó sus propias urgencias momentos atrás. Si el lobo hubiese sido un protector adecuado, no la hubiese dejado. Miró a su alrededor dándose cuenta de que los amigos que la habÃan acompañado antes también la habÃan abandonado.
Al amoldar sus sentidos, Kyou aún podÃa sentir a su némesis, Hyakuhei, dentro de los confines del edificio. Sintiendo la maldad viniendo de arriba de él, supo que Hyakuhei estaba en algún lugar arriba en las habitaciones del segundo piso.
*****
Shinbe saltó fuera del auto antes de que siquiera dejara de moverse. Una cosa lo incentivó hacia adelante y lo tuvo caminando derecho hacia la entrada principal del club en una carrera mortal. No podÃa sacarse de su cabeza el pensamiento de Suki y Kyoko volviéndose una de esas chicas perdidas y eso lo estaba aterrorizando.
Toya lo habÃa puesto al corriente con lo que Kotaro le habÃa dicho y una vez que pusiera las manos sobre Suki, él bien que las mantendrÃa ahÃ. En qué parte de su cuerpo no lo podÃa decir, pero tenÃa que encontrarla primero.
Shinbe se detuvo de golpe cuando entró por las puertas frontales del Club Medianoche.
Justo en medio del pasillo habÃa un hombre sosteniendo a Kyoko y ella no se veÃa muy bien. No se movÃa y estaba demasiado pálida. Y si vamos al caso, el hombre no se veÃa nada normal tampoco. Pálido serÃa un eufemismo para él, lo que hizo que Shinbe se detuviera nervioso cuando se dio cuenta de que el hombre le recordaba a su mejor amigo.
El cabello plateado y los ojos dorados⦠el cabello de Toya era oscuro como la noche, pero en él tenÃa las mismas mechas que el hombre frente a él. Esas eran caracterÃsticas poco comunes y solo sabÃa de Toya que tuviera ese tipo de combinaciones inusuales.
Dándose cuenta de que el hombre se movÃa para irse con ella, Shinbe hizo a un lado el molesto sentimiento. Toya lo matarÃa si no detenÃa el secuestro de Kyoko.
â ¿Qué demonios estás haciendo con Kyoko? â Los ojos amatista brillaron al grito de Shinbe, sintiendo sus pies moverse de nuevo sin pensarlo. Ella podÃa no ser su novia, pero era muy preciada para él⦠más preciada de lo que admitirÃa y, además, era la mejor amiga de Suki. De ninguna manera este chico se irÃa con Kyoko en sus garras.
Kyou deslizó su brazo debajo de las rodillas de Kyoko y la levantó sin esfuerzo. La acunó como a un bebé, descansando su cabeza contra su hombro con cuidado de no molestarla. El momento en que su cabeza tocó su hombro, se acurrucó en su abrazo suspirando suavemente.
PodÃa sentir la confianza y alegrÃa emitida de su aura mientras se asentaba en sus brazos. La mujer-niña le afectaba enormemente y mientras más la observaba dormir, más la querÃa esconder de todo el mundo. Ãl sabÃa que podÃa⦠si realmente querÃa y la tentación era verdaderamente grande. Nunca habÃa convertido a nadie en lo que era⦠pero si quisiera⦠podrÃa hacerlo.
Su protección hacia la chica, asà como la necesidad posesiva de quedársela lo sorprendÃa y Kyou gruñó suavemente a sus acciones. ¿Cómo podÃa esta chica afectarle de esta forma? Arrancando su mirada de su rostro angélico, miró hacia arriba al tiempo que un joven le gritaba. ParecÃa que el hombre que la querÃa seguÃa metido en el camino.
Los ojos dorados se entrelazaron con los ojos color amatista y sintió una extraña familiaridad. â Esto no es decisión tuya mago â, le advirtió Kyou con un tono grave y mortÃfero.
En ese momento supo que Hyakuhei en persona no se la podrÃa llevar de su lado, ella era suya. Sus brazos se ciñeron a su alrededor sin gustarle el amor que podÃa sentir elevándose del poderoso aura que se irradiaba del otro hombre por la chica.
Armándose de valor contra sus pensamientos descarriados, Kyou gruñó de nuevo suavemente. No dejarÃa que la chica llegara a él, pero⦠no estaba listo para dejarla ir aún. TenÃa muchas preguntas y ella las responderÃa, le gustara o no.
Una vez que se tuvo a sà mismo de nuevo bajo control, Kyou decidió que era hora de partir.
Shinbe estaba de camino hacia Kyoko cuando el hombre se movió. ¿Movió? Esa posiblemente no era la palabra correcta. Más bien, brilló y desapareció, luego reapareció de la nada en frente de él.
â Pero qué⦠â Shinbe derrapó hasta detenerse mirando al rostro que tenÃa muerte escrito por todas partes.
Sus ojos se abrieron como platos con sorpresa, se sintió como si su corazón acabara de detenerse. Tan cerca de él⦠podÃa ver claramente que el hombre tenÃa piel prácticamente blanca como porcelana y se veÃa demasiado similar a Toya para que fuera una broma. Pestañeando, podrÃa jurar que veÃa colmillos sobresalir de la boca del hombre y un gruñido de advertencia retumbando a su alrededor.
Shinbe se plantó de pie ante el hombre que extendÃa un dedo y lo empujó contra su pecho. Lo siguiente que supo Shinbe, era que estaba sentado sobre sus nalgas en medio del suelo. Pestañeando de nuevo, se sentó confundido mientras el hombre de cabello plata vestido de negro simplemente caminó por encima de él, luego desapareció de repente.
Suki llegó al pasillo justo a tiempo para ver a Shinbe golpearse contra el suelo nada gentilmente y un hombre alto de cabello plata desapareciendo con Kyoko. Parpadeó una vez y se habÃan ido⦠allà un segundo e idos al siguiente.
Shinbe, quien parecÃa que estaba en la dimensión desconocida, se sentó ahà por otro momento parpadeando confuso. â ¿Qué demonios?
Corriendo hacia Shinbe, las manos de Suki temblaban al intentar ayudarlo a levantarse. â ¿Quién era ese hombre que desapareció con Kyoko? â Miró a Shinbe preocupada mientras ambos se volvÃan y corrÃan por la puerta para buscarlos. â¿Realmente acababa de desaparecer?â
Salieron del edificio y miraron alrededor frenéticamente solo para no encontrar rastro del hombre ni de Kyoko por ninguna parte.
Volteando hacia Shinbe, los ojos de Suki brillaron. SentÃa que estaba al borde de las lágrimas. â ¿A dónde se fueron? ¡Ese hombre secuestró a Kyoko! â Estaba temblando de miedo. Lo que habÃa comenzado como una divertida noche de chicas se habÃa convertido en una pesadilla.
â Cálmate Suki. La encontraremos. Toya también está aquà â. Shinbe miró alrededor ansiosamente buscando a su amigo perdido. â ¡Pensé que estaba detrás de mÃ!
La preocupación rápidamente se volvió ira ahora que se habÃa sumergido en que Suki estaba a salvo y a su lado. Una sombra de pena cruzó sus obsesivos ojos mientras pensaba en el pasado. â ¿Y en qué demonios estabas pensando? ¡Algo pudo haberte pasado y pude no saber dónde estabas! â La agarró con fuerza por los brazos mientras sus ojos amatista se oscurecÃan posesivamente.
Los labios de Suki se estrecharon ante su ira. ¿Cuál era su problema? No era como si nunca hubiese salido con sus amigas. Su mirada entrelazada con la suya mientras su ira comenzaba a alzarse. â Quién crees que mmm â sus palabras fueron detenidas al Shinbe chocar sus labios con los de Suki en un vertiginoso y ardiente beso.
Shinbe habÃa estado tan preocupado por ella que no podÃa detener los sentimientos que se habÃan precipitado. QuerÃa asegurarse de que ella sintiera cada emoción que pasaba por sus venas justo en ese momento y en ese lugar. La abrazó con fuerza, jurándose que ella no volverÃa a salir de su vista.
Suki gimió suavemente ante la intensidad del beso de Shinbe. Era como si estuviera mostrando cada cruda emoción dentro de su alma. Ella prácticamente podÃa sentirlas con sus dedos mientras agarraba sus hombros. A sabiendas de que si se soltaba no podrÃa mantenerse de pie, notando que sus piernas se habÃan vuelto de gelatina se aferró a la preciada vida.
Su mente se puso en blanco por un momento y se olvidó de que estaba molesta con él o que Kyoko se acababa de desvanecer. Todo lo que podÃa sentir era a Shinbe y un amor que sin duda durarÃa más que ellos.
Gentilmente, Shinbe relajó su agarre terminando su beso rozando su nariz con la de ella. Sus ojos se llenaron de alivio, pero aún estaban oscuros de deseo. Sacudiendo su cabeza un poco, trató de enfocarse en la situación en sus manos y, por una vez, su lujuriosa mente no vagabundeó ante la sensación del cuerpo de Suki en sus brazos⦠después de todo, ella habÃa estado ahà durante muchas vidas.
â Han sucedido algunas cosas y necesitas saber. No era seguro para ti o Kyoko que salieran solas esta noche. Te explicaré mientras buscamos a Toya. Creo que Kotaro también está por aquà â. Shinbe envolvió un brazo protector alrededor de Suki al dirigirse en dirección al estacionamiento para encontrar a Toya.
Suki estaba muy aturdida por el momento para hacer algo más que asentir.
*****
Toya corrió por el estacionamiento maldiciendo a Shinbe por adelantársele. TenÃa que salir de su auto en el asiento del pasajero una vez que se dio cuenta de que no podÃa salir de su lado. En su apuro de llegar a Kyoko, se habÃa estacionado muy cerca de una pared de ladrillo. Desafortunadamente, también se habÃa dado cuenta cuando intentó abrir su puerta y se golpeó contra la pared abollando el lado de su bebé.
Sin embargo, eso no era lo que realmente lo habÃa retrasado. Cuando salió corriendo por el estacionamiento a una velocidad vertiginosa, un chico habÃa salido de la nada y chocó contra él. El impacto habÃa sido tan repentino que lo habÃa arrojado por los aires. Cuando se habÃa enderezado lo suficiente para levantarse de nuevo, rápidamente le ofreció al chico su mano para ayudarle a levantarse.
â Eh, chico⦠¿estás bien? â Toya jaló su mano con brusquedad cuando el chico le siseó y se fue en la dirección opuesta como si Satán en persona lo persiguiera.
Toya se sacudió la sensación inquietante que le habÃa dejado el chico al mirar al club de las dos historias. La sensación escalofriante regresó multiplicada por diez cuando se dio cuenta de la sombra de un hombre llevando a alguien a través de una de las ventanas del último piso. HabÃa tantas cosas que estaban mal con esa pequeña escena.
Sus ojos brillaron plata⦠sus sentidos sabÃan cosas que él aún no comprendÃa. Le habÃa dejado con la sensación de que alguien acababa de caminar sobre su tumba.
Acercándose al club, Toya gruñó con molestia cuando se dio cuenta de que habÃan dos entradas. Una parecÃa ser la entrada principal y la otra estaba igual de abarrotada de gente.
âMás le vale estar bien⦠cuando la consiga, la voy a esposar a mi le guste o noâ¦â manchas de plateado comenzaron a fortalecerse dentro del oro de sus ojos mientras buscaba a Kyoko.
*****
Kyou se fue calle abajo con Kyoko fuertemente abrazada en sus brazos. Su mente estaba lista y llevarÃa a la chica a su hogar temporal para que se recuperara. Miró hacia arriba al pent-house justo al otro lado de la calle principal del club. Ella estarÃa a salvo con él⦠pero tendrÃa que ser cuidadoso. PodÃa sentir al secuaz de Hyakuhei dentro de la obscuridad que rodeaba al club.
Apretó su mandÃbula al escuchar un grito distante y supo que habÃa encontrado otra vÃctima. Mirando hacia la chica dormida, sus ojos dorados se suavizaron. Por ahora⦠ella era su secreto. Se sentÃa tan ligera como una pluma y parecÃa tan frágil.
No podÃa comprender cómo esta pequeña chica tenÃa un espÃritu tan intenso, y aun asà tenÃa un alma tan pura. Y âToyaâ, ella habÃa dicho el nombre de su difunto hermano como si lo conociera. ¿Cómo podÃa ser eso posible?
Sus pensamientos se detuvieron al sentir una poderosa creatura de la noche adelante al mismo tiempo que un olor a sangre golpeaba su nariz. Tensándose, reconoció el aura del Lycan que habÃa protegido antes a Kyoko del punk que la acosaba solo para luego abandonarla⦠dejándola en peligro.
Sin querer que la chica saliera lastimada en caso de que él debiera pelear, Kyou la puso en el suelo del callejón gentilmente y siguió el olor a sangre que estaba justo a la vuelta de la esquina. Si el lobo habÃa masacrado a un humano, la chica podrÃa no estar segura cerca de él. Se sabÃa que algunos hombres lobo se perdieran a sà mismos una vez que la ira entraba en su sangre, y no permitirÃa que la chica fuera protegida por una creatura tan peligrosa.
Al voltear en la esquina con pisadas silenciosas, sus ojos contemplaron una escena que no habÃa presenciado en siglos. El lobo, aún en forma humana, estaba de pie gruñendo, sus colmillos al aire. Sus duros ojos azules se colocaron mientras gruñÃa agresivamente a lo que parecÃa ser un cuerpo entre sus manos.
*****
Toya se detuvo al acercarse a la puerta. Olfateando, se volvió rápidamente y caminó en la dirección opuesta de la entrada. PodÃa olerla⦠aunque en el fondo de su mente no podÃa entender cómo o por qué podÃa. Salió corriendo con rapidez hacia el callejón a la izquierda del edificio, su corazón golpeaba violentamente en su pecho mientras pensamientos mórbidos cruzaban su mente.
Chicas desaparecidas y lugares oscuros⦠más le valÃa a Kyoko no tener ni un solo cabello fuera de lugar u otra cosaâ¦
Al entrar en las sombras, Toya derrapó hasta detenerse al tiempo que el miedo ahogaba su respiración en sus pulmones. AhÃ, yaciendo desplomada contra la sucia pared de ladrillo⦠estaba Kyoko. El mismo terror que lo habÃa enraizado en su lugar, lo incentivó a moverse. Con su siguiente aliento, estaba a su lado.
Arrodillándose, la tocó, comprobando la vida que le permitirÃa a su corazón comenzar a latir de nuevo.
Tan pronto como su dedo tocó su cuello, su propio corazón pateó al tiempo del de ella y respiró. Gracias a Dios⦠ella estaba viva. Un momento de déjà vu se reflejó en un recuerdo indeseado y lo alejó rápidamente, asustado de repente. Sintiendo a otros cerca, no desperdició tiempo en levantarla y llevarla a un lugar seguro. Sosteniéndola cerca de él, Toya usó su velocidad antinatural para llevarlos fuera de la obscuridad.
*****
Kotaro sostuvo a Yohji contra la pared de ladrillo al tiempo que dispuso la lujuria de su sangre a enfriarse. Ya no tenÃa sentido continuar castigándolo considerando que el chico se habÃa desmayado de nuevo. Lo soltó sin mucho cuidado al suelo y sintió un disturbio en la energÃa a su alrededor.
Movió de golpe su cabeza hacia un lado, sus ojos azul hielo se entrecerraron.
Kyou miró al lobo dejar caer al chico de nuevo al suelo sin matarlo. Inmediatamente reconoció al humano que habÃa acosado a Kyoko. Cambiando su opinión de momentos atrás, sus labios se curvaron en un ligero gruñido. Si hubiese sido él sosteniendo al chico del cuello, el chico no seguirÃa en una pieza.
Como si lo percibiera, el Lycan volteó su cabeza y trabó su mirada mortÃfera en él. Kyou podÃa sentir el inmenso poder emanando del lobo. Lo estaba mostrando en advertencia.
En el pasado, lobos y vampiros siempre se habÃan evitado. Ninguno se preocupaba por el otro, escogieron dejarse en paz. Ambos estaban muy cerca de emparejar fuerza y a ninguno le importaba dominar sobre el otro. Ellos solo existÃan juntos en el mismo mundo, manteniendo la mayor parte para sà y vivÃan sus propias interminables vidas.
Todos los instintos de Kotaro cobraron vida viendo al vampiro de pie en las sombras⦠mirándolo. No podÃa verlo con suficiente claridad para notar algún rasgo caracterÃstico, pero su instinto le dijo que el chupasangre era una amenaza. Aún necesitaba soltar la lujuria de su sangre y se sonó los nudillos pensando que podÃa ser uno de los subordinados de Hyakuhei.
Justo cuando decidió volverse y atacar, la imagen se volvió fuerte, luego titubeó y desapareció. â ¿Ojos dorados? â Kotaro se incorporó por completo de y se dio cuenta de que casi habÃa atacado a Kyou. â ¿Qué está haciendo aquÃ?
â ¡Carajo! â siseó Kotaro y salió corriendo temiendo que Kyoko no estarÃa donde él la habÃa dejado. TenÃa que llegar a ella rápido⦠habÃa chupasangres afuera esta noche y ella no serÃa una de sus vÃctimas. Y con Kyou cerca⦠no habÃa forma de decir qué tan peligrosas se podÃan volver las cosas.
Kyou reapareció de frente a la misma pared de ladrillo donde habÃa dejado a la chica. Viendo que ya no estaba ahÃ, sus ojos sangraron carmesà y un gruñido enfurecido y desgarrador se escuchó por el callejón vacÃo, haciendo eco en las calles de alrededor.
*****
Suki y Shinbe se encontraron con Kotaro en la puerta del club. Sujetando a Shinbe por el hombro, Kotaro preguntó con urgencia: â ¿Kyoko aún está adentro? â Sus sentidos inhumanos se pusieron en su máxima potencia y sus instintos le decÃan que ella no estaba en ningún lugar cercano.
Suki se adelantó hacia Kotaro tomándolo de su camisa y confirmó sus sospechas. â ¡Un hombre se la llevó hace unos diez minutos, tienes que encontrarla! â Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras le hablaba. â ¡No podemos encontrarla por ninguna parte!
Aún sin estar listo para devolverle a Suki su libertad, Shinbe la jaló de su mano estrellándola contra su pecho. Envolvió sus brazos alrededor de ella como si fuera un tambor metálico de Trinidad y Tobago. Mirando a Kotaro añadió: â Alguna âcosaâ se la llevó de aquÃ.
Shinbe miró a la silueta temblorosa de Suki y trató de tranquilizarla. Ella nunca le dejarÃa hacer lo que él querÃa hacer sin discutir. â Te prometo que la encontraremos â, con su promesa hecha, miró hacia arriba de nuevo para hablar con Kotaro una vez más, pero el guardia de seguridad ya se habÃa ido.
â ¿A⦠a dónde se fue? â tartamudeó Shinbe mirando alrededor sin encontrar rastro del guardia de seguridad. Sacudió su cabeza y suspiró. HabÃa visto suficiente mierda extraña por una noche.
Saliendo de su perdido estado de desesperanza, Suki resopló molesta. â Más le vale encontrar a Kyoko⦠o tendré pinchos de Kotaro para la cena⦠â Arrastrando a Shinbe detrás de ella como si de repente hubiesen intercambiado roles añadió: â Mi auto, ahora, ¡vamos!
Shinbe miró alrededor del estacionamiento como si recordara algo importante de repente. â Hablando de autos⦠falta el de Toya.
CapÃtulo 6
Hyakuhei recostó al joven que habÃa escogido para que se convirtiera en uno de sus hijos en una habitación oscura encima de los sonidos del club. Quitando el suave cabello marrón de sus ojos cerrados, aún podÃa oler el aroma de la chica que permanecÃa en la piel del chico. âTasukiâ, habÃa escuchado a los otros llamarle.
â Bueno, Tasuki, cuando despiertes, tendrás un regalo más valioso de mi parte⦠el regalo de la vida eterna â. Dio una sonrisa comprensiva como si le hablara a un niño. â Pero entenderás que⦠esa vida es mÃa.