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Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas
Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas

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Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas

Язык: es
Год издания: 2019
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Kyou hizo algo que no había hecho en siglos… sonrió, sabiendo que ahora su secreto estaría a salvo del mal que acababa de entrar al club nocturno. Quizás ocultar el aura de ese tipo de inocencia inimaginable de la hermosa chica no era tan malo después de todo.

Kyou retrocedió a la obscuridad mientras su enemigo salía de ella.

*****

Hyakuhei caminó a través de la puerta sin darse por advertido de los secuaces que lo seguían en su sombra. Podían buscar su propio entretenimiento para la noche. Ellos solo entorpecerían sus planes para la tarde, en caso de que les permitiera unírsele. Sus ojos carmesí escanearon la exhibición de carne caliente delante de él con interés.

Había sentido vida aquí, escondida en alguna parte entre los humanos. Lo había llamado como a un amante ansiaba su caricia, pero ahora la sensación de caricias casi se había desvanecido, como si se hubiese apagado.

Se había alimentado bien la noche anterior y no sentía la necesidad de alimentarse de nuevo tan pronto. No… esta noche tenía algo más en mente.

Esta ciudad guardaba el poder del legendario Corazón de Cristal del Guardián, estaba seguro de eso. Todos los caminos que había tomado, buscando la luz escondida, lo habían llevado a este lugar. Incluso ahora, podía sentir la escurridiza luz escondida bajo la obscuridad mientras se apoyaba contra la pared, mirando a los humanos.

Varios de los mortales ignorantes ya lo habían notado y supo que vendrían por él, erróneamente ofreciendo sus almas.

La simple atracción de alto, oscuro y bien parecido siempre le había facilitado capturar a su presa. Su largo y oscuro cabello fluía a su alrededor en ondas como el fondo por su buena y sin igual apariencia. Podía sentir la lujuria emanando de los humanos, pero esta noche no le prestó atención.

Esta noche, buscaría a quién podría poner bajo su control. A veces convertía un alma ignorante simplemente para matarle la noche siguiente. Solo otorgaba el regalo de la vida eterna cuando le era apropiado y eso era menos de una vez cada siglo. Pero esta noche, buscaría a alguien que lo asistiría en su misión de determinar quién resguardaba el Corazón de Cristal del Guardián.

Los ojos de Hyakuhei se oscurecieron con sus pensamientos. La última vez había estado muy cerca del misterioso Cristal de la leyenda, la chica que llevaba el poderoso Cristal había percibido su intención. Antes de que pudiera detenerla, se había suicidado… llevando el Cristal con ella y más allá del alcance de Hyakuhei una vez más.

Su mente se dejó llevar por la nostalgia. Había sido tal desperdicio… por ser la chica incomparable en belleza y de pureza incontaminada. Su cuerpo delgado no hacía movimiento mientras buscaba sin prisa entre la multitud con ojos de medianoche.

El Cristal únicamente resurgía cada cien años de acuerdo con los pergaminos antiguos que había tomado del brujo Shinbe antes de quitarle la vida. Sus labios dieron un indicio de sonrisa cruel recordando ese asesinato en particular, ciertamente bastante delicioso.

Contando los años desde ese momento, la doncella elegida que ahora llevaba el Cristal cerca de su corazón ahora tendría veinte años, posiblemente un poco más joven. Hyakuhei lo había sentido entre las inmediaciones de la universidad y ahora aquí entre la multitud de estudiantes universitarios en el club.

El hecho de que esta ciudad estaba construida en el mismo suelo donde el Cristal se había desvanecido solo confirmaba que sería el mismo lugar para su reencarnación.

Si él no podía encontrar a la portadora del Corazón de Cristal del Guardián, entonces reclutaría a uno que fuera aceptado entre ellos y pudiera ayudar con su búsqueda. Un no humano, una creatura de la noche, por encima de todos podría detectar el poder que él quería y deseaba para sí.

Una sonrisa maliciosa agració sus labios perfectos con anticipación de la emoción de la caza. Habiendo llamado a sus hijos preferidos para unírsele, esta vez tendría lo que deseaba. Había estado en la obscuridad por demasiado tiempo e incluso las cosas más placenteras comenzaron a aburrirle.

Hyakuhei quería algo nuevo y un reto era justo lo que necesitaba para despertarlo de su larga vida de sueño. Vagamente, pudo sentir un alboroto en el aire y sonrió intencionadamente. No había prisa… porque qué era el tiempo… para un vampiro.

*****

Tasuki miraba asombrado mientras Kyoko se bajaba lo último de su té helado Long Island. Sus ojos ahora suaves miraron de vuelta al suyo que seguía lleno, una mirada preocupada en su rostro. – Eh, Kyoko, si tienes sed podría buscar té de verdad del bar, si quisieras –. Sonrió viendo a Kyoko sonrojarse al darse cuenta de lo que acababa de hacer.

Suki levantó una ceja notando el vaso vacío de Kyoko e internamente se encogió sabiendo que Kyoko la mataría felizmente mañana por la resaca. Se encogió de hombros mentalmente convenciéndose de que esta noche estaban celebrando y que Kyoko la perdonaría… eventualmente.

Mirando a Tasuki con su mejor expresión de “por favor ayúdame, estoy en problemas”, Suki accedió. – Pienso que esa puede ser una buena idea –. Le guiñó el ojo en apoyo y con picardía traviesa por debajo.

Siempre le había gustado Tasuki y frecuentemente deseaba que Kyoko saliera con él más a menudo, en vez de Toya, quien le gustaba, pero no siempre trataba a Kyoko tan bien como debería. Estaba contenta de que Kyoko pudiera dar tan bien como recibiera y no dejara que Toya le pasara por encima.

Luego estaba Kotaro, quien se llevaría a Kyoko y se casaría con ella si tuviera la oportunidad. Él era agradable y la trataba como a una diosa, pero Suki tampoco estaba cómoda con la idea de perder a su mejor amiga.

Los ojos de Suki se iluminaron al pensar en presionar a Tasuki y Kyoko para que estén juntos, especialmente después de la forma en que bailaron justo ahora. Ella había aprendido a que no la atraparan haciéndolo, porque Kyoko podía ser aterradora cuando estaba furiosa. Una chica tendría que tener valor para salir con los dos impulsivos con los que ella estaba saliendo. La sonrisa de Suki se suavizó pensando en su propio novio, aunque nunca admitiría tal título.

Shinbe estaba tan loco como cualquiera de los dos con los que salía Kyoko, si no más.

Volviendo sus pensamientos al presente, Suki se levantó con una sonrisa traviesa. – Trataré de convencer al DJ de que ponga mi canción favorita, ¡ya vuelvo! – Con eso dejó a los dos solos a expensas de sus propios recursos. Secretamente, esperó que el tiempo juntos a solas iniciara una pequeña llama ardiente entre esos dos.

Kyoko miró de vuelta a Tasuki sintiéndose aturdida y sonrió de manera culpable. – Me encantaría algo de té… o quizás café sería incluso mejor. Aunque a veces el mareo de la cafeína es casi tan malo –. Se rio de su propia broma, – si no te molesta buscarlo mientras voy al baño de damas –. Tomó la mano extendida de Tasuki y le dejó ayudarla a levantarse.

Kyoko parpadeó rápidamente en cuanto las cosas comenzaron a verse borrosas y luego rio. – ¡Ya vuelvo! – Escaneó las paredes buscando la dirección del baño de damas. Viéndolo cerca de la puerta principal, se fue esperando que no se viera tan tambaleante como se sentía. Quizás si salpicara algo de agua fría en su rostro y no tomara más alcohol esta noche, estaría bien.

El cuerpo de Kyou se tensó mirando a la chica caminar directamente hacia el último lugar al que quería que fuera, la entrada… y al enemigo. Sus acechantes ojos dorados se tiñeron de rosado y con un gruñido irritado, su silueta se desvaneció como si nunca hubiese estado ahí.

La mente abrumada de Kyoko se preguntó por qué habían puesto los baños tan cerca del frente de la puerta mientras miraba una horda de gente que aún llegaba al club. Algunos de los recién llegados parecían ya estar bien en el ambiente fiestero y el ruido dentro del salón de baile se amplificó.

Yohji, uno de los chicos del campus, vino tambaleándose, sin ver por dónde iba. Su hermano ya lo había convencido de ir a un par de bares por el camino más temprano y acababan de irse del último para probar este. Volviéndose para llamar a su hermano, Hitomi, chocó contra un cuerpo suave y caliente.

Escuchando un grito femenino, Yohji instantáneamente extendió los brazos y la atrapó con ambos brazos. Mientras sus ojos se iluminaban ante la cara de la que sostenía, una sonrisa salvaje se extendió por sus labios. – ¿Kyoko?

Una vez que la habitación decidió dejar de dar vueltas y estuvo derecha de nuevo, Kyoko miró hacia arriba al chico que le había cortado el paso, luego jugando al héroe todo en una caída. – Yohji… hola… – Kyoko se sonrojó cuando la sostuvo más cerca de él e inmediatamente empezó a sacudir su salida.

“¡No es bueno! No es bueno.” Cantó alguna parte dentro de su cabeza… podía escuchar la advertencia fuerte y clara.

Se había encontrado varias veces con Yohji en la escuela y aunque fuera un gran jugador con las chicas, extremadamente bien parecido y uno de los tipos populares deportistas, ella siempre trató de evadirlo. Era demasiado agresivo para su gusto y escogió estar lejos de él y del grupo con el que salía.

– Estoy bien ahora Yohji, ahora me puedes soltar –, sonrió, escondiendo su ansiedad, tratando de mantenerse serena y no empezar una escena.

Yohji no aflojó su agarre en ella y le dio una sonrisa perversa ante su inquietud. – ¿Por qué te dejaría ir ahora que finalmente te tengo en mis brazos, Kyoko?

Sus ojos ya estaban llenos de lujuria cuando su rostro tomó la apariencia de un depredador. Había estado detrás de ella por un largo tiempo y ella nunca le daba la hora. Bueno, ahora que ninguno de sus guardaespaldas estaba cerca para detenerlo, ella no se iba a escapar tan fácilmente.

Hyakuhei miraba la escena sucediendo a pocos pasos de él con interés. Podía ver al chico perfectamente, pero solo podía ver la espalda de la mujer. “Esa chica…” sus ojos tomaron un brillo espeluznante mirándola. Podía oler su nerviosismo y pureza tanto que estaba abrumando sus sentidos.

En cuando al chico que la sostenía, su lujuria llenaba tanto el aire que se podía saborear. Los ojos de Hyakuhei se entrecerraron mientras la necesidad de matar al punk comenzó a arder dentro de sus venas. Caminó hacia el frente solo para encontrar un escudo de polvo de arcoíris bloqueando su camino. El brillo reconfortante se instaló en tanto se apoyaba contra la pared una vez más entrecerrando los ojos con recelo. ¿Era protegida por el inmortal?

Extendió el brazo para tocar lo que quedaba de la barrera y dejó que el sentimiento relajante lo bañara. Un efecto tan tranquilizante no suprimiría sus malas intenciones por mucho. – Niños pequeños y sus juegos –, sonrió mientras sus ojos de medianoche volvían a la chica.

Su aura lo había agarrado con la guardia baja. Su mirada vagó por su encantador cuerpo y su piel brillaba como el rocío en una flor antes de la primera luz del amanecer. La necesidad de tocarla abrumaba sus sentidos tomando otro paso desconocido hacia ella… esta vez ignorando el molesto escudo inmortal de brillo protector.

Justo cuando estuvo a punto de tomar a la chica entre sus brazos, otra ola de egoísmo lo golpeó como un puñetazo físico. El aura familiar acarició sus sentidos, una que no había sentido en décadas. Dando una última mirada a la chica que había mentalmente asegurado, sus ojos oscuros se suavizaron brevemente mientras tomaba su decisión. Él la tendría… pronto.

Una sonrisa inclinó sus labios maliciosos a la nueva aura retrocediendo hacia la obscuridad fuera de la vista. – Así que mi obstinado Kyou ha decidido unirse al juego… vamos a ver cuáles son sus verdaderas intenciones.

******

Toya estalló dentro del apartamento que compartía con Shinbe, pero cuando no vio a su amigo comenzó instantáneamente a gritar. – ¿Shinbe, dónde diablos estás? – Tenía mucha rabia y por obvias razones tenía un mal presentimiento sobre la seguridad de Kyoko, especialmente después de que Kotaro le informara sobre las otras chicas perdidas… eran muchas.

Ya sus nervios se dispararon y si no posaba sus ojos en Kyoko pronto, iba a romper algo. De nuevo, cuando pusiera sus ojos en ella tendría suerte si dejaba que se le perdiera de vista de nuevo… nunca. Si se salía con la suya, la esposaría permanentemente a él para custodiarla.

Shinbe salió del baño abotonando su camisa azul hielo y viéndose como si fuera a salir por la ciudad. – Estoy aquí, ¿dónde está el fuego? – Se sentó en el sofá y comenzó a ponerse los zapatos como si nada le importara en el mundo.

Kotaro estaba de pie detrás de Toya esperando a ver si Shinbe tenía alguna información sobre el paradero de Kyoko. Apoyándose contra la encimera de la cocina, miró a Toya alzarse por encima de Shinbe.

Si Toya recordara lo que Shinbe había hecho en el pasado por él, posiblemente le mostraría más respeto al chico. Kotaro inclinó su cabeza en un ángulo divertido repensando eso. “No, no lo haría”, se corrigió. Mirando el temperamento del chico alzarse hubiese sido divertido si Kyoko no estuviese desaparecida.

– ¡Perdí a Kyoko y ahora no puedo encontrar a Suki tampoco! – Toya se retorció cuando Shinbe ni lo miró.

La sonrisa petulante de Shinbe estaba poniendo a Toya sobre su límite. Si Shinbe no estuviera ya con el cerebro medio muerto porque Suki siempre le estaba pegando en la cabeza, Toya le hubiese agregado también al daño cerebral. Pero ahora quería a su amigo consciente y contestando sus preguntas.

Shinbe terminó de atarse los zapatos sabiendo que Suki lo odiaría por esto pero no le importaba. Se lo recompensaría. Siempre se divertían cuando se reconciliaban de una pelea… sus ojos se pusieron vidriosos ante el agradable pensamiento. Reconciliarse sería divertido…

Escuchando un gruñido peligroso Shinbe rápidamente puso su atención de nuevo en su amigo levantando una ceja con calma. – ¿Qué?

– Shinbe, ¡maldita sea! ¡No te estoy jodiendo! ¿Dónde diablos están Suki y Kyoko? – gritó Toya, sus ojos dorados atravesando a su amigo como un cuchillo. Si Shinbe no le respondía pronto, sabía que iba a explotar.

Shinbe frunció el ceño con confusión cuando notó que Kotaro se apoyó en el bar. Toya y el guardia de seguridad ni siquiera se gustaban, mucho menos salían juntos. Su pecho se ajustó. – No lo sé seguro, pero Suki me plantó esta noche diciendo que iba a salir con una amiga aunque no dijo quién.

Cuando Toya comenzó a despotricar de nuevo, Shinbe se levantó. – Espera, no he terminado, así que mantén los pantalones puestos. Cuando estuve en su apartamento más temprano, vi un volante en su encimera sobre el Club Medianoche y la fecha de hoy tenía un círculo –. Sonrió lascivamente. – Estaba alistándome para ir y ver si me la encontraba.

Kotaro suspiró cuando Toya comenzó a volverse loco por las chicas estúpidas. Sin querer malgastar su tiempo se volvió a la puerta. – Gracias, Shinbe –, lanzó por encima de su hombro mientras se iba ahora más preocupado que nunca. Solo esperaba que Kamui estuviera con ella… protegiéndola de alguna forma.

Shinbe movió la cabeza hacia un lado mirando sobre el hombro de Toya mientras Kotaro se iba y luego enderezó su espalda para fruncirle el ceño a Toya. – ¿Qué está sucediendo y qué hacía Kotaro aquí? – Le brilló la preocupación en sus ojos amatista. Siempre le cayó bien Kotaro, pero no podía confesárselo a Toya sin ser etiquetado de traidor.

Toya agarró las llaves del bar respondiendo. – Te diré en el camino.

Se dio la vuelta y caminó hacia la puerta, sin molestarse si quiera en asegurarse de que Shinbe estaba detrás de él. Odiaba estar sin Kyoko. Siempre lo hacía sentir que vagaba confundido. Ya era tiempo de encontrarla y ponerla en su lugar… a su lado.

Capítulo 5

A Kyoko no le gustaba la forma en que Yohji la sostenía sonrojada contra él y sintió que su resentimiento comenzaba a colapsarse. Empujándolo lo más fuerte que pudo colocando sus manos en su pecho, sus ojos dispararon chispas de ira tratando de hacerlo que la soltara. – Mira, ¡necesito que me dejes ir en este momento Yohji! Estoy aquí con alguien –. Sus ojos se abrieron cuando él simplemente le dio una mirada petulante y la presionó de vuelta a su antigua posición. – ¡Carajo! – Kyoko echó humo pisando fuerte tratando de que cayera en el dedo de Yohji.

Al otro lado del sitio, Tasuki había traído té regular de vuelta a la mesa y lo colocó ahí. Mirando hacia la puerta a ver si podía encontrar a Kyoko, sus ojos se oscurecieron cuando notó a Yohji acosándola. La mayoría de las personas que lo conocían creían que Tasuki era el dulce chico Americano de al lado y el más popular en la escuela… pero sí tenía un temperamento escondido.

Yohji estaba al borde de presenciarlo desatado si no quitaba sus manos de encima de Kyoko.

La ira de Tasuki se reflejaba en su rostro mientras cruzaba la habitación para rescatar a su dulce Kyoko. Sabía por escuchar a otros hablando en los pasillos de la universidad que Yohji y su hermano eran agresivos con las chicas, e incluso habían sido acusados de violación más de una vez.

Al acercárseles, vio al hermano de Yohji, Hitomi, de pie a su lado, pero no dejó que eso lo detuviera. Esos dos chicos eran veneno y lo sabía. Los ojos de Tasuki tomaron un matiz amatista iluminado al moverse hacia adelante. Su adrenalina estaba alta y apretó sus dientes viendo a Kyoko luchando para liberarse.

A la ceja de Kyoko le dio un tic mientras la mano de Yohji viajaba hacia debajo de su espalda y la ahuecaba agarrando sus nalgas firmemente, forzándola a arquearse hacia él. Ella podía sentir su lujuria mientras sonreía con suficiencia malvada hacia ella.

– ¡Ya está! – Levantó su mano tan rápidamente que Yohji no la había visto venir hasta que escuchó el chasquido haciendo eco en su oído.

El hermano de Yohji, Hitomi, escuchó el sonido y se volvió para mirar la mejilla roja de su hermano. Sonrió a sabiendas, pero luego mirando más allá de él, observó al chico llamado Tasuki caminando directamente hacia su hermano con una expresión lívida en su rostro.

Sabiendo que su hermano podría ocuparse de la chica reacia él mismo, Hitomi caminó alrededor de ellos y directamente por el camino de Tasuki. – ¿Justamente hacia dónde pensabas que estabas yendo, niño?

Tasuki miró más allá de Hitomi, sus ojos chocaron instantáneamente con los de Yohji. Podía ver la mano de Yohji acariciando la de Kyoko… sin pensarlo, lanzó todo su peso en el puño aterrizando justo en el estómago de Hitomi. Para su gran sorpresa, el otro chico apenas se movió.

Siendo mucho más grande que el chico de colegio, con un puño, Hitomi lanzó a Tasuki tumbándolo hacia la lejana pared del pasillo. Se encogió de hombros, asumiendo que el chico no se volvería a levantar y se volvió para mirar a su hermano jugar con su nuevo juguete.

Ver a la chica pelear para liberarse trajo una sonrisa a los labios de Hyakuhei. “Así que esta chica no será manejada tan fácilmente. Tendré placer al quebrarla.” Mirando al joven que había venido a defender el honor de la chica, Hyakuhei decidió a quién quería como su más nuevo recluta.

Rápidamente atrapó al chico llamado Tasuki antes de que se estrellara contra la pared.

Sus sentidos le dijeron que el chico aún era puro… virgen… qué extraño. Cubriéndolos rápidamente en obscuridad para evitar que otros los vieran, Hyakuhei bajó la mirada hacia él. Lo había visto interactuar con esta chica y varios otros. Sería una buena elección.

– Bienvenido a la obscuridad hijo mío… – Susurró clavando sus colmillos en la vena de Tasuki. Los ojos de Hyakuhei se abrieron al sabor de la sangre del chico. ¿Poder escondido? Sabía a amatista. Agarró al chico con más fuerza deseando más.

Tasuki se había tomado el golpe en la cara de un trancazo ya que le corría mucha adrenalina por sus venas. Planeaba levantarse de inmediato, pero con brazos envolviéndolo por detrás todo se volvió negro y se sintió paralizado con un miedo instantáneo. Una suave y casi seductora voz le dio la bienvenida a la obscuridad.

Jadeó sintiendo dientes afilados hundirse en la piel de su cuello. Mientras la vida le era drenada, sus pensamientos fueron sobre Kyoko y lo mucho que necesitaba llegar a ella. Estaba extendiendo su mano en un último intento de llegar a ella cuando el olvido llegó reclamando su último aliento.

*****

La mano de Kyoko aún ardía del impacto contra la mejilla de Yohji. Se quería encoger ahora que podía sentir muchos ojos interesados en ella. No había ayudado el que la bofetada hubiese sonado como un disparo.

– ¡Maldita sea todo! – Esto era lo que ella estaba tratando de evitar, pero no, Yohji tenía que ir y ser un imbécil. Hablando de imbéciles, él aún tenía que quitar sus manos de encima de ella. Lentamente subió su mirada a él. Por la mirada iracunda en sus ojos, ella no pensó que él planeara dejarla ir en lo absoluto.

Devolvió la mirada furiosa y fulminante, esperando a ver si él se la cobraría o la dejaría ir. Si ella fuera del tipo de apostar… apostaría por la primera opción.

Kyou podía decir que la brizna de chica no era oponente para la lujuria que venía del chico que la sostenía con tanta fuerza. Mentalmente hizo trizas al lujurioso por atreverse a tocar lo que pretendía reclamar como su posesión. Repentinamente no le importaba si Hyakuhei lo detectaba o no mientras tomaba su decisión. Justo cuando Kyou se movía para salir de las sombras, intentando llevársela lejos del acosador, escuchó un gruñido profundo.

Aturdido momentáneamente, Kyou supo que ese tipo de gruñido solo era conocido de provenir de un Lycan. Sus ojos dorados siguieron el sonido a su fuente mientras continuaba vibrando desde la entrada a solo unos metros de la chica. La furia del lobo inundó el pasillo lleno de gente.

Los ojos de Kyou se entrecerraron ante la escena, preguntándose si podía confiar en que semejante fuerza intemporal llegara tan cerca de la chica. No había visto un Lycan desde que lo habían convertido y, luego, solo había observado en la distancia. Recordaba una vez haberle dicho a Toya que los vampiros y los hombres lobo no se mezclaban. Toya le había preguntado por qué y no le había respondido, porque solo estaba repitiendo las palabras que le había dicho Hyakuhei sin saber la razón de ello.

Kotaro dio una mirada a Yohji toqueteando a “su mujer” y perdió la cabeza. En un abrir y cerrar de ojos, Yohji se estrelló contra la pared con la mano de Kotaro alrededor de su garganta, levantándolo varios centímetros del suelo. Había lidiado con los lujuriosos hermanos anteriormente, y donde estaba uno… el otro seguramente le seguía.

Sus sentidos estaban en extremo alerta oliendo el hedor de Hitomi y supo que venía desde atrás. Con una patada bien situada, Kotaro envió a Hitomi volando a través del aire, aterrizando en una pila en el suelo pasillo abajo. Las personas se dispersaron y el pasillo rápidamente se despejó.

Kyoko se sentó donde había caído en el suelo con los ojos abiertos… casi perdiéndose lo que acababa de suceder, ya que había sucedido muy rápido. Su mirada fue de la silueta desplomada de Hitomi hasta la furiosa silueta de Kotaro, quien sostenía el cuello de un Yohji que lentamente se volvía azul.

A sabiendas de que debía detener a Kotaro antes de que realmente hiriera a alguien, Kyoko jadeó y comenzó a levantarse. Presionando sus manos contra el suelo, se tropezó detrás de Kotaro poniendo una mano en su hombro tratando de calmarlo.

– Gracias Kotaro, pero ya estoy bien, puedes dejar ir a Yohji. ¿Sí? – Su voz era suave, pero su pánico incrementó cuando los dedos de Kotaro se apretaron alrededor de la garganta de Yohji. Kotaro volteó su rosto a Kyoko y ella dio un sorprendido paso hacia atrás viendo el tinte rojo alrededor de sus ojos azul hielo.

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