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Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas
Una Luz en el Corazón de las Tinieblas
Serie El Guardián del Corazón de Cristal. Libro 4
Author: Amy Blankenship, RK Melton
Translated by Guardian19
Copyright © 2010 Amy Blankenship
Edición en inglés Publicado por Amy Blankenship
Segunda Edición Publicado por TekTime
Todos los derechos reservados.
CapÃtulo 1
La Leyenda del Corazón del Tiempo
Los mundos pueden cambiar... pero las verdaderas leyendas nunca se desvanecen.
La obscuridad y la luz han estado constantemente en guerra desde el principio de los tiempos. Los mundos se forman y pulverizan bajo los pies de sus creadores, y sin embargo, en la actualidad, nunca ha sido cuestionada la necesidad de lo bueno y lo malo. Pero a veces se agrega un nuevo elemento a la mezcla... La única cosa que ambos lados quieren, pero que solo uno puede tener.
De naturaleza paradójica, el Guardián del Corazón de Cristal es la constante por la que ambos lados han luchado por obtener. La roca cristalina tiene el poder de crear y destruir el universo conocido, pero también puede acabar con todo el sufrimiento y los conflictos en el mismo soplo. Algunos dicen que el cristal tiene mente propia... otros dicen que los dioses están detrás de todo.
Cada vez que el Cristal ha aparecido, sus Guardianes han estado listos para defenderlo de quienes quieren usarlo con fines egoÃstas. Las identidades de los Guardianes permanecen invariables, y aman con la misma ferocidad sin importar el mundo o el tiempo.
Una chica está en medio de estos antiguos guardianes y es el objeto de su afecto. Ella tiene dentro de sà el poder mismo del Cristal, es su portadora y la fuente de su poder. Las lÃneas se difuminan con frecuencia y, al defender el Cristal, lentamente cambian para defender a la Sacerdotisa de los otros Guardianes.
Esta es la copa de la que bebe el corazón de la obscuridad. Es la oportunidad de debilitar a los Guardianes y hacerlos vulnerables para atacar. La obscuridad desea el poder del Cristal y a la chica de la misma forma que un hombre desea a una mujer.
Dentro de cada una de las dimensiones y realidades se puede encontrar un jardÃn secreto conocido como el Corazón del Tiempo. Allà se encuentra arrodillada la estatua de una joven Sacerdotisa humana rodeada de una magia milenaria que oculta y preserva muy bien su tesoro secreto. La doncella extiende sus manos como si esperara que le colocaran algo sumamente valioso en sus manos.
La leyenda dice que ella está esperando a que la poderosa piedra conocida como el Corazón de Cristal del Guardián vuelva a ella.
Solo los Guardianes conocen los verdaderos secretos detrás de la historia de la estatua y su origen. Antes de que los cinco hermanos existieran, sus ancestros, Tadamichi y su hermano gemelo, Hyakuhei, protegieron el Corazón del Tiempo durante el perÃodo más oscuro de su historia. Por siglos, los gemelos protegieron el Sello que evitaba que el reino demonÃaco se solapara con el mundo humano. Esta era una obligación sagrada, las vidas de tanto los humanos como de los demonios debÃan mantenerse a salvo y secreta unas de las otras.
Inesperadamente, durante su reinado, un pequeño grupo de humanos accidentalmente cruzó al mundo de los demonios debido al Cristal sagrado. Durante un tiempo de confusión, los poderes del Cristal causaron una fisura en el Sello que habÃa separado las dimensiones. El lÃder del grupo humano y Tadamichi rápidamente se volvieron aliados, haciendo un pacto para cerrar la fisura en el Sello y mantener ambos mundos separados por siempre.
Pero en ese tiempo, Hyakuhei y Tadamichi se habÃan enamorado de la hija del lÃder humano.
La fisura habÃa sido reparada por Tadamichi y el padre de la chica contra los deseos de Hyakuhei. La fuerza del Sello habÃa aumentado diez veces, separando el peligroso triángulo amoroso por siempre. El corazón de Hyakuhei estaba destrozado⦠incluso su hermano de sangre, Tadamichi, lo habÃa traicionado asegurándose de que él y la Sacerdotisa estuvieran separados por la eternidad.
El amor puede convertirse en la cosa más maligna una vez perdido. El corazón roto de Hyakuhei se volvió rencorosa y celosamente malicioso, causando una batalla entre los gemelos, terminando con la vida de Tadamichi y separando sus almas inmortales. Esos fragmentos de inmortalidad crearon cinco nuevos Guardianes para custodiar el Sello y protegerlo de Hyakuhei, quien se habÃa unido con los demonios en su reino.
Prisionero dentro de la obscuridad en la que se habÃa convertido, Hyakuhei desechó todo pensamiento de proteger el Corazón del Tiempo⦠en cambio, puso su energÃa en remover el Sello por completo. Sus largos encierros a medianoche, alcanzando más allá de sus rodillas y un rostro perteneciente únicamente al más seductor, ocultaba la verdadera maldad escondida en su apariencia angélica.
Mientras la guerra comienza entre las fuerzas de la luz y la obscuridad, la estatua santificada emite una intensa y cegadora luz azul como señal de que la joven Sacerdotisa ha renacido y que el Cristal ha resurgido en el otro lado.
La batalla entre el bien y el mal comienza realmente, y mientras los Guardianes son atraÃdos hacia la Sacerdotisa y se disponen a protegerla, asà como a la entrada hacia el otro mundo donde la obscuridad domina el mundo de la luz.
Ãsta es una de sus muchas aventuras épicasâ¦
*****
Por siglos la luna roja ha sido siempre sÃmbolo del portador de la muerte. Aquellos que veÃan ese sÃmbolo mortÃfero tenÃan miedo de perder sus vidas ante el arrullo del eterno sueño que prometÃa. En la distancia, un grito que congelaba las venas se escuchó a kilómetros mientras el peligroso sÃmbolo se asentaba en lo alto del cielo nocturno.
En un claro del bosque habÃan dos solitarias figuras de pie: una estaba herida, respirando con dificultad con una de sus dagas gemelas en su mano, la otra se erguÃa amenazante sobre ella, una sonrisa de suficiencia agraciaba su inhumanamente hermoso rostro. Unos depredadores ojos rubà observaban a su vÃctima bajo la luz de la luna esperando su siguiente movimiento. La piel antinaturalmente pálida de Hyakuhei parecÃa brillar en la noche, dándole la apariencia de un sicario angelical.
â ¡Nos has matado sin muerte! â gruñó Toya, enseñando sus alargados colmillos. Sus ojos de polvo de oro ardÃan en odio hacia el hombre de pie a su lado. Una vez fue su amigo⦠el hermano de su propio padre⦠ahora su enemigo mortal. â ¡Eres un bastardo!
â Dices eso ahora con convicción, pero yo te di vida eterna, te entrené y te cuidé. Te amé a ti y a tu hermano como si fueran mÃos â. Sus ojos escarlata brillaron con furia ante el insolente, era solo un niño delante de él.
â Tú llamas el convertirnos en monstruos⦠¿amor? ¡Te robaste nuestras vidas! ¡Me convertiste para intentar forzar a mi hermano a convertirse en uno de los tuyos! Nos mentiste, dijiste que podrÃas deshacer la maldición si nos unÃamos a ti â. Su aliento se acabó en un siseo furioso mientras continuaba.
â ¡Si no fuera por tu retorcida fascinación por mi hermano, serÃamos humanos normales, viviendo vidas normales como una familia, no como las criaturas de la noche, sedientas de sangre en las que nos convertiste! â de los ojos de Toya salieron lágrimas amargas de rabia y traición volviéndolas inquietantemente plateadas.
â ¡Eres un tonto por creer que alguna vez fueron normales! â la voz de Hyakuhei tenÃa el malicioso indicio de la amargura. â Tú y tu hermano lloran erróneamente por algo que nunca podrÃan obtener â. Su voz se suavizó por un momento mientras se tragaba los recuerdos de su hermano gemelo⦠de su padre. â No importa â. Sus ojos se encendieron mientras se enfocaba en Toya. â Eres como tu padre⦠egoÃsta.
â ¡La muerte de tu padre fue la que los dejó a mi cuidado! Tú y tu hermano me pertenecen y siempre tomo lo que es mÃo. Tendré su obediencia una vez que termine contigo â. La garra de Hyakuhei se flexionó en anticipación, ansiosa de sentir la sangre del joven caer por sus mortÃferas uñas. â ¡Eres tú quien ha traicionado a su propia carne y sangre!
Toya giró en cÃrculo escuchando a la odiada voz mientras Hyakuhei temblaba y desaparecÃa solo para reaparecer al otro lado de donde estaba. Ãl sabÃa que el vampiro estaba jugando con él, pero Toya ya no le tenÃa miedo. El miedo habÃa muerto con ellaâ¦
â ¿Por qué la asesinaste? â demandó Toya siseando con la voz llena de rabia y desesperación. â ¿Por qué pensaste que al matarla obtendrÃas el Cristal? ¡Nunca! Ella se negó a darte ese poder y te enfureció, ¿no, Hyakuhei? â le gritó mientras giraba, tratando de seguir a su enemigo mientras Hyakuhei lo rodeaba con intenciones mortales.
â No era un secreto de que la querÃas para ti â. La mano de Toya se apretó alrededor de su daga con furia recordando la mirada obsesiva⦠el acoso⦠la visión de su cuerpo sin vida.
â Cualquiera con ojos podÃa ver la forma en que la mirabas cuando pensabas que Kotaro o yo no prestábamos atención â. Se le acabó el aliento en un sollozo al voltearse por un momento sabiendo que Kotaro y él la habÃan amado⦠se habÃan peleado con Hyakuhei y entre ellos por ella. Nadie habÃa ganado. â Te vimos.
â ¡Kyoko era mÃa y siempre lo será! â gritó Toya, su furia al perder a quien habÃa amado más que a respirar⦠se habÃa ido. Ella habÃa sido la luz en las tinieblas en la que se habÃa convertido su mundo.
Ella era la razón por la que habÃa desafiado a Hyakuhei. Ahora su razón para resistirse se habÃa ido y Toya sintió el fuego de su alma elevarse a una temperatura alarmante. Ãl la habÃa encontrado acostada sin vida con una pequeña daga atravesando su corazón. En el fondo sabÃa⦠él y Kotaro sabÃan⦠que Hyakuhei la habÃa matado de alguna forma.
Los ojos negros de Hyakuhei se volvieron un tono más oscuros mientras miraba al hijo menor de su hermano con desprecio. â Ah, sÃ, el escurridizo Corazón de Cristal del Guardián⦠tal poder no le pertenece a un chiquillo tonto como tú. Los seres más poderosos han ido en busca del Corazón de Cristal del Guardián⦠¿pensaste que eras el único, querido muchacho? No solo los vampiros, sino también los inmortales y hechiceros, incluso los lobos comparten ese deseo de reunir tal poder.
â ¿No te das cuenta de qué sucederÃa si los Lycan la hubiesen reclamado primero? â los ojos de Hyakuhei se volvieron carmesà al pensar en Kotaro, lÃder de las tribus de los Lycan, obteniendo tal poder. Su rabia aumentó mientras recordaba el aroma de Lycans en la carne de ella esa misma noche. Ãl no esperarÃa y dejarÃa que sucediera algo tan peligroso.
â No, muchacho descuidado, ya me he hecho cargo de la Sacerdotisa que llevaba el Cristal dentro de ella â. Los ojos de Hyakuhei se endurecieron al pensamiento de la pequeña mentira.
En realidad⦠no habÃa matado a la chica. Ella se suicidó para evitar que el Cristal cayera en manos de Hyakuhei. La habÃa tenido en su poder listo para obtener el poder que llevaba dentro de ella. El poder del que hablaba la leyenda, si pudiera ser cierto⦠hubiese permitido a su obscuridad caminar en la luz⦠y alimentarse de ella.
Sus dedos aún se estremecÃan por el más breve toque de su piel. Hyakuhei se habÃa parado detrás de ella⦠sintiendo el calor de su cuerpo con su mano frÃa. Sus ojos color esmeralda se habÃan vuelto para enfrentarse a los suyos por tan solo un segundo para desafiarle. Ãl tan solo la habÃa querido probar, pero era muy tarde, él ya habÃa visto la daga en su mano mientras desaparecÃa rápidamente dentro de su pecho. Ãl hubiese podido convertirla y compartir todo con ella⦠pero ella ya habÃa rechazado su generosa oferta.
La valiente pero tonta mujer creyó que al suicidarse, custodiarÃa el poder del Cristal lejos de él por siempre. Pero por siempre era un tiempo muy largo para intentar esconderse de él.
â ¡Ella renacerá! â gritó Toya con angustia, sabiendo que habÃa fallado al protegerla de la ira de Hyakuhei. La culpa de no haber estado ahà para salvarla lo estaba comiendo desde adentro. Ella habÃa sabido que Toya era un vampiro, una criatura de la noche. Aun asÃ, ella no le habÃa dado la espalda; al contrario, se habÃa vuelto su amiga: Kyoko le habÃa confiado su propia vida.
Toya en su mente recordó el tiempo en el que la conoció⦠cayó de rodillas y agarró la tierra con sus puños mirando sus lágrimas caer. â ¡No fue suficiente tiempo! â negó gritando en silencio.
Ãl solo la habÃa conocido durante un perÃodo muy corto: seis ciclos lunares. Cuando la conoció por primera vez, él solo habÃa querido el Cristal⦠el Cristal que, al principio, ella ni siquiera era consciente de estar llevando dentro de ella. Pero él podÃa verlo brillar dentro de ella⦠llamándolo. Entonces, algo habÃa cambiado. Toya se encontró tratando de protegerla en vez de tratar de quitarle el Cristal.
Desde que ella se habÃa estrellado contra su mundo oscuro, Toya habÃa encontrado la verdad detrás de la leyenda del Corazón de Cristal del Guardián, cosas de las que ni Hyakuhei se habÃa dado cuenta. HabÃa querido decirle a su hermano los secretos, pero Hyakuhei le habÃa hecho imposible encontrar a Kyou a tiempo. Ahora era demasiado tarde.
â Nunca tendrás la luz del Cristal en la obscuridad⦠¡Encontraré a Kyoko de nuevo y mantendré el Cristal lejos de ti! â la voz de Toya era dura por su deseo de venganza. â Ella vivirá de nuevo y yo estaré esperándola â. Una inadvertida y solitaria lágrima plateada se deslizó por su mejilla mientras gritaba. â ¡Juntos! ¡Ella y yo encontraremos otra forma de liberar a Kyou de ti!
Hyakuhei caminó más cerca de Toya y una risa ahogada provenÃa de dentro de su pecho: â Oh, sÃ, mi querido Toya, ella vivirá de nuevo. El Cristal volverá a este mundo y yo seré, no solo el que reclamará su poder, sino a la chica también. En cuanto a mi precioso Kyou⦠estoy seguro de que puedo encontrar algo con lo que ocupar el tiempo de tu hermano hasta que ese dÃa llegue.
Toya gruñó gravemente en su garganta sabiendo que era una espada de doble filo. â Mantén tus intenciones enfermizas para ti mismo. Encontraré una forma de hacernos normales de nuevo. Y a ti⦠¡te daré muerte! â terminó con un grito mientras el viento comenzaba a aullar perversamente a través del claro.
La daga en su mano destelló en un arco de luz plateada apenas rozando la túnica oscura que embellecÃa a Hyakuhei. Toya no podÃa creer lo rápido que era su oponente pero tenÃa el ceño fruncido con determinación. Una segunda daga apareció en su otra mano y se abalanzó con ella, inmediatamente seguida por la primera.
Hyakuhei esquivó las hojas mortÃferas con la ayuda de los siglos de entrenamiento que habÃa soportado. Los humanos eran criaturas muy sencillas de derrotar y Toya, aunque convertido, era bastante humano en su manera de pensar⦠aún un chiquillo en los ojos de un vampiro.
Hyakuhei debÃa admitir que de alguna manera proteger a la Sacerdotisa habÃa envejecido el poder de Toya casi al nivel de un anciano. Llevar a la Sacerdotisa lejos de él habÃa servido para dos propósitos. Sin su razón para pelear, el poder de Toya se habÃa reducido enormemente.
La mano izquierda de Hyakuhei arremetió contra Toya atrapando sus muñecas en un agarre demoledor. Toya no tenÃa manera de defenderse cuando la garra derecha del vampiro cortó cruelmente su mejilla.
Los ojos plateados se estrellaron con los ojos carmesà por un momento suspendido en el tiempo, mientras Hyakuhei retraÃa sus garras. Sus labios insinuaron una sonrisa envenenada, mientras estiraba su mano para golpear gentilmente la herida que acababa de hacerle tan brutalmente. â Es una pena desperdiciar tanta perfección⦠tanta como la de tu hermano â. Lamió las gotas de sangre recién derramada de su dedo antes de añadir: â pero no puedo tener tu rebelde amor distrayendo a Kyou de mÃ.
Cuando sintió que sus muñecas se liberaban, Toya dio un paso hacia atrás y trató de bloquear el siguiente ataque que iba hacia su torso. Gruñó del dolor cuando la sangre se derramó de los tajos de su pecho. Presionando uno de sus brazos sobre sus heridas, sus ojos dorados se abrieron como platos mientras se tambaleaba hacia atrás, y esta vez, Hyakuhei lo dejó.
Toya podÃa sentir los huesos rotos de sus muñecas rechinando uno contra el otro y tenÃa que concentrarse solo para evitar que sus dagas cayeran al suelo. Mirando hacia el hombre que odiaba más que a la muerte, Toya trató de deshacerse del dolor sabiendo que no era un juego, que hasta los muertos vivientes pueden morir.
â Tú, niño tonto, ¿pensaste que podrÃas salvas a tu hermano matándome? Apenas puedes sostener tus cuchillas ahora, mucho menos podrás atentar contra mi vida â se burló Hyakuhei. Luego su rostro se volvió sereno, su enfado desapareció de repente. La brisa nocturna levantó las puntas de su largo cabello negro dando la impresión de estar vivo.
â Nunca tuviste alguna oportunidad, pequeño. Te ayudaré a descansar para que asà no vuelvas a sentir más dolor â murmuró Hyakuhei, suavizando sus ojos hacia el hombre herido como un padre regañando a un hijo caprichoso.
Los ojos plateados destellaron rojo de indignación por sus palabras. â Nunca tendrás a mi hermano, ¡tú hijo de perra! Mientras tenga vida en su cuerpo, ¡Kyou no te dejará ganar y tampoco yo! â gritó Toya atacando a la figura vestida de negro en un último intento por salvar su alma inmortal.
Hyakuhei desapareció en un parpadeo antes de que la daga de Toya pudiera penetrar en el frÃo corazón escondido dentro de su intemporal cuerpo. Penetrantes órbitas rojas relucieron, hambrientas de derramar sangre del joven que pensó en desafiarlo.
Su forma oscura levitaba muy arriba⦠se detuvo por un momento antes de descender para atacar a su presa.
Los sentidos de Toya estaban gritando peligro mientras sentÃa la amenaza inminente a su existencia, pero aún no era suficientemente habilidoso para detallar desde dónde venÃa su atacante. Buscó alrededor frenéticamente pero tenÃa sus sentidos ahora opacados por la pérdida de sangre de sus heridas⦠junto con la herida escondida dentro de su corazón, Toya sintió su miedo aumentando.
Le dolÃa el corazón por las palabras que su llamado âpadreâ le arrojó. â No puedo dejarte ganar, monstruo. La vida de mi hermano depende de ello â susurró Toya a través de su dificultosa respiración, haciendo que sus palabras tronaran en sus propios oÃdos.
Un frÃo agudo subió por su espinazo mientras miraba al cielo nocturno. Sus ojos se abrieron con mucho terror ante la visión de lo que sabÃa era el final dado⦠nunca la habÃa visto desde el receptor. âAsà que⦠asà es como es â se filtró el pensamiento por su mente atormentada.
Trató de moverse pero una fuerza desconocida lo incapacitó. Sus ojos se detuvieron en una mirada mortal. Los ojos rojos penetraron su misma alma y Toya supo que la muerte estaba cerca.
El grito atascado en su garganta fue reemplazado por un balbuceo. Sus ojos plateados se destiñeron a dorado de nuevo y se encontraron con los ojos carmesà de su asesino mientras el tiempo parecÃa detenerse. Su cuerpo comenzó a sentirse entumecido antes de mirar hacia abajo entre sus cuerpos.
Lágrimas cayeron de los ojos de Toya mientras el color dorado de sus ojos comenzaba a desvanecerse. â Te he fallado, por favor perdóname⦠Kyoko⦠Kyou â fue su último pensamiento mientras exhaló su último aliento.
PodÃa sentir el latido de su corazón alejarse lentamente llevándose el dolor consigo. Los misterios se desvelaron poco a poco con sus últimos latidos, y susurró con una pregunta inquieta: â Kyoko⦠¿cuánto tiempo has estado aquÃ?
Mirando con una enfermiza sensación de placer, la figura vestida de negro con los abrazadores ojos rojos sonrió con satisfacción. Lentamente los bajó a ambos a la dura y apisonada tierra. Su mano con garras estaba incrustada profundamente en el pecho del joven con ojos como el sol.
Hyakuhei arrancó agresivamente el corazón que habÃa dejado de latir.
Mirando a los ojos sin vida de Toya, susurró: â Siempre me pregunté cómo se verÃan los ojos de Kyou cuando lloraba⦠apuesto a que serán hermosos â. Se inclinó hacia abajo y besó a Toya en la frente antes de levantarse a voltearse para encarar al hombre que acababa de aterrizar a una corta distancia detrás de él.
Una sonrisa sádica apareció en sus labios mientras sostenÃa el corazón sangrante y esperó que Kyou cerrara la distancia entre ellos. â Para ti, mi mascota, ahora no hay nada que se interponga entre nosotros â. Se escuchó su voz en la brisa nocturna.
Sus ojos se estrecharon con disgusto mirando al corazón fresco que Hyakuhei sostenÃa hacia él. ¿Tanto tiempo habÃa pasado Hyakuhei como un muerto viviente que para él la muerte era un regalo?
Asqueado, Kyou se dio vuelta ante la perturbadora vista. HabÃa sentido la angustia de su hermano y habÃa venido a investigar. En su lugar, encontró a su llamado âpadreâ y ya no podÃa sentir el aura de su hermano.
Algo estaba terriblemente mal y Kyou podÃa sentir los nervios a flor de piel en señal de amenaza.
No podÃa ver al dueño del corazón que aún goteaba su vida de la mano del viejo vampiro desde que Hyakuhei le habÃa bloqueado la visión. Le molestaba que lo retuvieran mientras buscaba a su hermano menor. No habÃa puesto un ojo en su hermano en más de un año, excepto esa noche⦠sabÃa que Toya lo necesitaba. DebÃa ser importante para que Kyou hubiera sentido el llamado con tanta fuerza.
Percibiendo la anticipación en el hombre que estaba delante de él, los ojos dorados de Kyou se encontraron con los de Hyakuhei. â ¿El alma de quién robaste esta vez? â Preguntó con desprecio en su voz.
â ¿Por qué no vienes a ver, mi mascota? Estoy seguro de que estarás sumamente sorprendido. Es mi regalo para ti â. Una sonrisa cómplice alumbró sus rasgos ensombrecidos cuando Hyakuhei se hizo a un lado⦠dejando una clara vista de su vÃctima. Extendió su mano lentamente hacia Toya, Kyou se volteó para mirar hacia abajo al cuerpo en el suelo.
La mirada de Kyou siguió la de Hyakuhei mientras se acercaba lentamente, confundido ante la importancia de la identidad de esta vÃctima. Sus ojos dorados se abrieron como platos ante la forma desplomada en la tierra mientras una mala sensación de mal agüero subÃa por su espinazo. Su corazón comenzó a acelerarse cuando vio los reflejos plateados brillantes que resaltaban en el cabello negro como la noche que le resultaban familiares, ahora enmarañado y apelmazado con sangre y mugre que se extendÃa sobre el rostro del hombre como si intentara esconder su verdadera identidad.
Sintió todo su ser gritar con furia y negación del conocimiento de que ahora miraba a la silueta masacrada de su hermano perdido. â ¡NO! â rugió Kyou echando la cabeza hacia atrás. Lágrimas llenaron sus ojos mientras se volteaba para encarar al responsable. â ¿Qué has hecho? â gruñó y se lanzó hacia adelante deteniéndose apenas a pocos centÃmetros del asesino de su hermano. Sus ojos dorados como el sol sangraron rojo⦠él mostró largos colmillos como un perro rabioso. Flexionando su garra esperó la confesión con la ira apenas contenida.
â Solo lo que deberÃa haber hecho desde el inicio⦠quitar al que no te apreció como yo â. La expresión de Hyakuhei se suavizó por un breve momento mientras observaba a su hijo favorito.