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Las Inmortalidades
Guido Pagliarino
Las Inmortalidades
Novela coral
Copyright © 2017 Guido Pagliarino
http://www.pagliarino.com - http://www.pagliarino.net
Publicado en e-book y en libro fÃsico por Tektime
Traducción del italiano al español de Mariano Bas
TÃtulo de la obra original en italiano Le Immortalità , copyright © 2017 Guido Pagliarino, publicada en e-book y libro fÃsico por Tektime
Las cubiertas, tanto de la obra original como de la traducción, han sido diseñadas electrónicamente por Guido Pagliarino
Los personajes, nombres personales y colectivos, hechos, situaciones corales o individuales del pasado y del presente son imaginarios. Cualquier referencia a personas vivas o fallecidas es involuntaria.
ÃNDICE
CapÃtulo 1
CapÃtulo 2
CapÃtulo 3
CapÃtulo 4
CapÃtulo 5
CapÃtulo 6
CapÃtulo 7
CapÃtulo 8
CapÃtulo 9
CapÃtulo 10
CapÃtulo 11
CapÃtulo 12
CapÃtulo 13
CapÃtulo 14
CapÃtulo 1
Como siempre, el profesor Denisi, historiador de la época contemporánea, habÃa entrado en el aula sin saludar, se habÃa colocado en su sitio y, sin preámbulos, habÃa empezado:
âEl otro dÃa llegamos hasta el 2117, un año verdaderamente crucial para el mundo como ya os habÃa anticipado. Hoy veremos por qué: Ya hacÃa más de un trienio que los investigadores del laboratorio celular de neurobiologÃa del Instituto Privado Bertrand Russell de Londres desarrollaban experimentos sobre la mosca de la fruta. Objetivo de la experimentación: la prolongación de la vida humana. Como probablemente sabréis, al menos a grandes rasgos, las drosófilas son insectos de vida breve, de cerca de ocho semanas, que presentan una estructura biológica ejemplar, cuya genética resulta fácil de manipular. En una primera fase de las investigaciones, esos cientÃficos habÃan llegado ya a un resultado importante, realizando la llamada amplificación autofágica dentro del sistema nervioso de las moscas. Hay que tener en cuenta que la supervivencia de una célula depende de la idoneidad de la misma para reducirse y reciclarse de acuerdo con cierto mecanismo, llamado precisamente autofagia, que la renueva eliminando los componentes dañinos para la vida y recicla las partÃculas elementales indispensables para la reconstrucción de la propia célula: en resumen, la protege. Pues bien, los factores nocivos habÃan disminuido mucho en el curso de la vida de las drosófilas tratadas, aunque la vida de las mismas no se habÃa prolongado de manera significativa, no mucho más de las ocho semanas naturales. Sin embargo en una segunda fase de investigación, una vez ajustado el sistema, esos estudiosos habÃan conseguido impedir por un plazo más largo la referida acumulación del daño celular, que depende de la edad, y asà la longevidad de esos insectos habÃa llegado a los tres meses de existencia, un poco como si el ser humano hubiese alcanzado los ciento cincuenta años. El resultado habÃa sido bastante satisfactorio. Sin embargo el laboratorio habÃa iniciado una tercera fase de experimentos con las drosófilas, con el objetivo de prolongar todavÃa más la supervivencia y buscando una vida humana de al menos doscientos años. Fue en este tercer estadio cuando se llegó a un resultado extraordinario, más bien más que extraordinario, fantástico, por no decir increÃble: ¡se habÃa obtenido, con casi absoluta certeza, la inmortalidad de aquellas moscas! Se trataba de algo que, hasta entonces, se habÃa considerado imposible, ya que una cosa es aplazar el momento de la muerte gracias a la ciencia y otra evitarlo del todo. Y sin embargo no se podÃa considerar que el Ãndice de probabilidad de que las drosófilas sometidas al experimento hubieran llegado a la inmortalidad fuera del cien por cien. De hecho habÃan pasado muchos meses y luego un año y después otro durante los cuales habÃan continuado viviendo tranquilamente sin envejecer ni perder vigor: un periodo de vida, comparado con las ocho semanas naturales de las moscas, que se correspondÃa proporcionalmente con milenios de existencia humana. En resumen, se podÃa pensar de una manera no superficial en una especie de inmortalidad, aunque no se podÃa saber qué traerÃa el futuro. Asà que el Instituto Privado Bertrand Russell, que estaba dirigido por un hombre de negocios joven y muy rico y financiado por él mismo y un socio minoritario, que estaban comprometidos con la empresa no solo con fines personales de salud y longevidad, sino también para conseguir un espléndido beneficio económico, a la vista de esto, el 10 de junio de 2217 habÃa anunciado al mundo la puesta en el mercado del producto denominado oficialmente Suero Bloqueador del Deterioro y de Regeneración y Reagregación de Células, luego conocido popularmente como «el suero Vida Eterna». Sobre esto, yo creo, y muchos están de acuerdo en esto, que se trató no tanto de un éxito cientÃfico, sino de la intervención de algo ultrapotente y extraño, tal vez perteneciente a un universo paralelo desde el cual se hubiera abierto una puerta sobre nuestro cosmos, tal vez la propia esencia panteÃsta de nuestro universo. No se nos oculta que esos primeros investigadores eran conscientes de haber llegado a un resultado muy superior al objetivo prefijado y habÃan aceptado entre ellos, como se supo después, que debÃa haber actuado también algún factor externo desconocido. Por otro lado, es necesario recordar que otros exponentes del mundo intelectual no piensan que existan universos cronofÃsicos paralelos o una esencia pensante de nuestro universo, concordando asà con la idea de de algo extraño que todos indicamos con la expresión, tomada del teatro antiguo, «deus ex machina»: piensan en un ente completamente externo no solo a nuestro universo sino a cualquier universo inmanente, conciben⦠algo trascendente: ¡Dios! Entre ellos se encuentra el ilustrÃsimo teólogo y filósofo profesor Eugenio Serra, quien ha aceptado cordialmente intervenir hoy en esta lección, en imagen holográfica y que enseguida nos dará directamente su respetable parecer. Pero entretanto volvamos al año 2117. Ya sabéis que en el siglo XXII la humanidad era en su gran mayorÃa atea, resultado de un proceso que habÃa afectado al mundo durante siglos, primero a los paÃses occidentales y luego también de todos los demás. Y después de la invención del procedimiento Vida Eterna los ya pocos creyentes se habÃan reducido a nada menos que unos pocos centenares de miles en el mundo: casi toda la humanidad estaba entonces segura de que no existÃa ninguna divinidad y, si acaso, que la especie humana deberÃa ser la que estuviera expuesta sobre los altares. Asà se aprobó una ley internacional que proclamó el año de la invención del procedimiento Vida Eterna como el primero de una nueva era y el año 2117 después de Cristo se convirtió en el año 1 de la Era del Hombre. La norma fue votada por el Parlamento Mundial, simbólicamente, el 25 de diciembre de 2117, dÃa que fue proclamado fiesta del Nacimiento del Genio Humano Libre. Se habÃa iniciado en ese dÃa un periodo terrible de cuatro siglos, cerrado oficialmente solo el 1 de enero de hace cuarenta años cuando, por una nueva norma, se volvió a la cuenta de los años siguiendo el antiguo calendario plurimilenario. Hoy en dÃa, tanto los creyentes, cuyo número ha crecido, como los siempre numerosos incrédulos definen esos cuatrocientos años como la Era Antihumana. Veamos por qué. Las peleas empezaron ya en el año 2, después de algunos meses de entusiasmo general, se habÃan producido enseguida graves acontecimientos en el curso de los cuales también habÃa corrido la sangre. El proceso Visa Eterna era lento y complejo y se habÃa puesto a disposición del público, por decisión de los dos multimillonarios financiadores, exclusivamente dentro de los laboratorios Bertrand Russell: formalmente los dos magnates eran directores administrativos del Instituto, pero esencialmente eran los propietarios, gracias a ciertos cruces societarios, y podÃan tomar las decisiones que les resultaran más convenientes. Obviamente, ambos habÃan disfrutados los primeros del proceso Vida Eterna e inmediatamente después de ellos sus respectivos familiares. Luego se habÃan beneficiado los investigadores y sus familias, salvo un biólogo creyente y practicante que habÃa preferido renunciar, teniendo una fe muy firme en la vida eterna trascendente. Sin embargo el hecho era que el procedimiento era tan lento y complejo que solo una parte de aquellos que estaban en la lista de espera podÃan aprovecharlo antes de que les llegase la muerte y además la lista iba aumentando. Por otro lado, el proceso Vida Eterna era tan costoso que quedaban fuera casi todos y los excluidos no podÃan sino estar contrariados o algo peor, salvo los entonces rarÃsimos creyentes en Dios que aceptaban otra vida y a los que no les atraÃa la idea de existir para siempre en este mundo material. HabÃan aumentando constantemente los hurtos y robos a multimillonarios, frecuentemente realizados por bandas de varias decenas de personas que se enzarzaban en tiroteos y arrollaban a los guardias de sus vÃctimas y casi siempre, inmediatamente después de cometer el delito, se mataban entre sà por el botÃn, generalmente insuficiente para pagar la eternidad para todos los miembros del grupo. Además se perpetraban homicidios contra los magnates en la lista de espera, ayudados por sicarios contratados por otros multimillonarios también en la lista, con el fin evidente de reducir el número de los concurrentes. Añadamos a esto que se habÃan producido otros asesinatos entre los polÃticos, por parte de terroristas. Estos en algunos casos habÃan actuado aisladamente, pero la gran mayorÃa eran miembros de una organización paramilitar revolucionaria que se autocalificaba Grupos Armados para la Vida del Pueblo. Todos ellos habÃan atentado no solo contra la existencia de los multimillonarios a la espera de intervención, sino también contra la de los herederos de estos, tanto parientes hasta el tercer grado como terceros beneficiarios de los testamentos: pretendÃan en realidad conseguir que los patrimonios de los multimillonarios asesinados, ya sin sucesores, acabaran legalmente en herencia para el estado y que, bajo amenaza de atentados a los hombres públicos, se instituyera una loterÃa pública de la Vida Eterna con esos capitales como premio, a fin de que todos pudiesen tener al menos una mÃnima esperanza de eternidad. Aún asÃ, además de los terroristas, que habÃan logrado la simpatÃa popular, también muchos ciudadanos comunes, con manifestaciones en las plazas, pedÃan esa rifa pública y eran manifestaciones que degeneraban en tumultos. La solicitud no se habÃa concedido, los terroristas fueron capturados meticulosamente uno por uno, arrestados y condenados de por vida en los campos de trabajo de Titán, el satélite más grande de Saturno. Hay que advertir además que, mientras que los apuntados que no se habÃan sometido al procedimiento podÃan todavÃa, como es obvio, ser asesinados, los otros ya no. No os sorprendáis. He aludido a resultados del procedimiento muy superiores a la consecución de la eternidad natural de la vida. Bien, aquellos que ya habÃan superado el proceso Vida Eterna no solo se habÃan convertido en inmortales en el sentido de que ya no envejecÃan y por tanto no fallecÃan, sino que no podÃan morir ni siquiera en caso de heridas de naturaleza mortal. Parece imposible, ¿verdad? Y sin embargo era asÃ. Por cierto que esto corrobora la idea de la invención no era solo un resultado humano sino fruto de la interferencia de una causa externa ignota de gran poder. El primer caso que habÃa demostrado ese increÃble fenómeno habÃa acaecido en febrero del año 2, un accidente que debÃa haber sido absolutamente mortal, al caer el sujeto desde un despeñadero de varios centenares de metros de desnivel. Por el contrario, aunque fuera con grandes dolores, como habÃa explicado luego a los medios, se habÃa recuperado perfectamente, como si se hubiera curado naturalmente. Al principio la opinión pública se habÃa mostrado escéptica, la mayorÃa habÃa pensado que habÃa sido un caso muy afortunado, por ejemplo, una caÃda sobre un montón de nieve blanda. Pero se habÃa cambiado de opinión con el tiempo al verificarse otros casos de traumatismo potencialmente mortales que sin embargo no tenÃan consecuencias luctuosas. Y quedó claro para todos que ninguno de quienes habÃa recibido el tratamiento Vida Eterna podÃa ya morir. Tampoco, por otro lado, podÃa suicidarse: de ninguna manera. También de esto hablará, en un momento, el teólogo profesor Serra. Durante los primeros tres siglos de los cuatrocientos años de la nueva y terrible era el mundo se habÃa visto ensangrentado a causa del procedimiento Vida Eterna. Sin embargo, poco a poco, esa violencia iba disminuyendo, hasta desaparecer del todo. ¿Por qué? Porque los eternos, con el paso del tiempo, cada vez parecÃan menos personas privilegiadas, ya que los mortales comunes, en el curso de sus generaciones, les habÃan visto entristecerse cada vez más, casi hasta la desesperación. Los últimos casos de violencia, realizados solo por ignorantes, se produjeron hace unos ciencuenta años, episodios que vuestros abuelos sin duda recordarán. ¡Señores estudiantes, meditad sobre esos horrores! Considerad cuánta soberbia puede ejercerse en la investigación cientÃfica, cuando falta en ella el espÃritu humanista: ese humanismo que no debe ser solo filosófico, sino también cientÃfico y que debe dirigir a la ciencia y la tecnologÃa hacia el bien de todos los seres humanos y no solo de unos pocos privilegiados. Oh⦠veo que el profesor Eugenio Serra está apareciendo ahora mismo a mi lado en forma holográfica: os pido un aplauso y que a continuación le escuchéis en perfecto silencio.
âSeñoras y señores âcomenzó a decir el teólogo y filósofo después de haber rogado a los estudiantes que interrumpieran su largo aplausoâ, iré directo al grano porque desgraciadamente, a causa del gran número de los usuarios de las transmisiones holográficas interagentes, la sociedad gestora no concede mucho tiempo a cada uno. Os planteo un par de preguntas retóricas: ¿Por qué disminuyó y luego cesó la lucha por conseguir ser admitido en el proceso Vida Eterna? ¿Por qué, por otro lado, los instrumentos, las sustancias quÃmicas y el resto de materiales necesarios para el procedimiento acabaron siendo destruidos por sus propios guardianes, sin ni siquiera atender las órdenes de la autoridad? Bueno, sencillamente porque en un cierto momento era evidente para todos el sufrimiento que padecÃan los eternos, ese sufrimiento al que luego se llamó su aburrimiento mortal o sencillamente el aburrimiento: no en el sentido habitual del tedio, sino en el clásico de tormento, incluso de infierno. Quede sin embargo claro que esta afirmación mÃa se dirige solo a los que sean creyentes, porque me refiero al infierno en sentido teológico. Por tanto, si alguno de los presentes es ateo, es muy libre de extrañarse al respecto. Como decÃa, con el paso de los siglos los eternos habÃan sido presos de una aversión cada vez insoportable por la vita. Esta en realidad no les ahorraba ni los sufrimientos psÃquicos ni los fÃsicos. Por ejemplo, si un eterno sufrÃa un revés de la fortuna podÃa pasarse el resto de la eternidad como un vagabundo. Si perdÃa una mano en un accidente, le crecÃa otra, pero con dolores atroces. O si sufrÃa una migraña congénita, que parece completamente incurable, esta se reproducÃa una y otra vez por siempre. Por otro lado, si es también verdad que no debÃan soportar ya la angustia de la muerte, esta después de una larga experiencia de dolor era sustituida, y más gravemente, por la angustia de una eternidad de sufrimiento. Os recuerdo que el procedimiento Vida Eterna era algo casi absurdo, al ser tan contrario a las leyes naturales. En definitiva, su mecanismo resultaba un misterio para sus propios inventores, que sencillamente habÃan tratado de alargar la duración de la existencia, no de eliminar la muerte. Sin embargo su invención, si se puede decir que era suya, la habÃa abolido. Exactamente asÃ: un hecho no realmente cientÃfico, es decir, no derivado, en realidad, de su investigación. Por tanto afirmo que algo, o mejor Alguien, con mayúscula, habÃa intervenido de manera sobrenatural para que funcionase el proceso imposible. ¡Si alguno de vosotros tiene otra explicación me gustarÃa que la expusiera! Bueno⦠bien, visto que nadie levanta la mano, hagamos ahora una consideración elemental teológico-bÃblica. ¿Qué es esencialmente el pecado original? Preciso, para quien se equivoque, que comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal no significa la condena divina de la investigación cientÃfica o filosófica. Hay que saber que en el lenguaje simbólico antiguo judÃo la locución bien y mal significa todo lo existente creado por Dios, mientras que conocer significa poseer, en todos los sentidos y no solo en el conocido sentido sexual. Por tanto el pecado original consiste en querer poseer el mundo creado haciéndose Dios y sustituyendo al Creador, poniendo en lugar de la ley moral objetiva divina la idea propia subjetiva, para uso y consumo propio, y consiste en ultrajar la naturaleza creada por Dios. Es el pecado que no solo los mÃticos padres Adán y Eva, sino muchÃsimos seres humanos han cometido y cometen, un pecado del que si no nos arrepentimos a tiempo nos conduce al Infierno. Bueno, una vez precisado esto, ¡prestad atención! podemos finalmente llegar a la conclusión. ¿Quién fue más soberbio y ateo que los eternos? ¿Quién fue más contra la naturaleza? Creo que nadie. En segundo lugar, consideremos que eran absolutamente indestructibles y esto no puede realmente parecer un hecho cientÃfico, humano. Algunos de ellos, ¡que nadie se rÃa aunque parezca ridÃculo!, hasta cierto punto, llenos de angustia buscaron cualquier vÃa para morir, primero bajo anestesia y luego, pensando que tal vez fuera esta la causa de su fracaso, renunciando a ella: cortarse la cabeza, explosión de bomba, hambre y sed, ahogamiento, encerramiento en una habitación sin aire⦠¿Os reÃs? Bueno, os perdono, es comprensible humanamente, pero ahora, por favor⦠Gracias. Estaba a punto de decir que, al no obtener finalmente nada, estos eternos aspirantes a suicidas se pusieron de acuerdo y trataron de aniquilarse todos juntos con una bomba ultranuclear⦠¡Vale, por favor! Dejad de reÃros, por favor: es un hecho trágico. Gracias. DecÃa: parece absurdo, pero incluso en ese caso extremo, después de quedar reducidos a menos que átomos, se recompusieron, completamente incólumes. Al haberse demostrado por tanto su absoluta indestructibilidad hasta el extremo, es correcto deducir que, incluso cuando el Sol llegue a colapsar, cuando la Tierra esté muerta, incluso cuando todo el universo, por la inversión del Big Bang vuelva otra vez a la nada, estos condenados eternos continuarÃan existiendo, en el interminable infierno de esa misma nada. ¿Un infierno sin haber muerto antes?, me preguntaréis. No. También sabéis que el procedimiento Vida Eterna, que serÃa mejor que lo llamáramos Muerte Eterna, contemplaba, como paso necesario, también la muerte: solo por un momento, pero una muerte real, también cerebral. Solo después se producÃa la llamada a la vida, a la Vida Eterna. Añadiré ahora un concepto, una gran confirmación de mi tesis y luego me despediré porque la conexión está a punto de acabar. ¿Dónde se podrÃa situar el estado infernal si no es fuera de Dios, es decir, fuera del Ser, que es como decir de Felicidad Trascendente Eterna Infinita? Por tanto ese estado no puede encontrarse más que en lo inmanente que continuará, por decirlo asÃ, existiendo también para los condenados cuando el resto del universo sea simplemente la nada. Oh⦠veo que nuestra conexión está terminando. Adiós a todos.
Entre aplausos la imagen del catedrático se desvaneció.
Sin embargo esta vez no todos los estudiantes habÃan aplaudido: ni los cuatro ateos, ni dos descendientes de los aburridÃsimos eternos, ni una joven conocida por todos por su espiritualidad y a la que además se le habÃa oÃdo decir a la vecina:
âSin embargo, también creo que al final de los tiempos también esos desgraciados⦠PodrÃa tratarse de una especie de purgatorio en la tierra, ¿no? Está escrito: «No juzguéis si no queréis ser juzgados» y si bien es verdad que en cierta ciencia puede haber mucha soberbia, ¡cuánta puede encontrarse también en cierta teologÃa!
CapÃtulo 2
Lo primero que generó la aversión general contra los eternos fue la envidia, por el deseo de los mortales comunes de ser como ellos, unos celos disfrazados no obstante de deseo de justicia, como sucede casi siempre. Posteriormente, cuando se apreció de manera generalizada el aburrimiento existencial de los inmortales, no desapareció la hostilidad contra ellos, sino que para alimentarla se habÃa añadido una especie de desprecio por la condición que sufrÃan, ese desprecio que aparece lamentablemente, en los espÃritus menos nobles, hacia aquellos que consideran, por cualquier razón, como distintos. El desprecio se expresaba a veces en forma de sarcasmo burlón, con observaciones como estas: «¡Les está bien empleado a esos prepotentes que querÃan ser superiores a nosotros y se daban tantas Ãnfulas!», «¡FÃjate en esos millonarios! Se han gastado una fortuna para alcanzar el aburrimiento, esas cabezas de chorlito», o como esta otra, más dura: «¡Sus caras alegres se han convertido en rostros pálidos como el culo!». En la última fase se generó en muchos mortales, no en todos, ya que seguÃan existiendo algunos no despiadados, un odio puro por los eternos. La mecha la habÃa encendido un caso, llamado por los medios «La carnicerÃa de ParÃs», cuya noticia habÃa dado la vuelta al mundo de inmediato con gran escándalo. El hecho se habÃa producido después de la vuelta a viejo calendario, exactamente en el año 2509, habiéndose ya destruido las instalaciones Vida Eterna, por lo que el número de los inmortales, todos censados por obligación legal, se mantenÃa entonces en 1003 personas, también porque la eternidad originada por el procedimiento Vida Eterna no era transmisible, ya que el proceso hacÃa estériles a quienes se habÃan sometido a él. Algunos inmortales sà tenÃan hijos y nietos, pero todos fruto de concepciones precedentes. Para llegar al apogeo del odio entre la conciencia colectiva se llegó al convencimiento, que ya estaba en lo más profundo de las mentes antes de la carnicerÃa de ParÃs, de que de no le habrÃa sido posible de ninguna manera a un mortal reaccionar con éxito a un ataque violento de un mortal que hubiera decidido herirle o matarle, debido a la tristemente famosa facultad de los eternos de regenerarse poco después de haber sido ellos mismos heridos o aparentemente muertos. Por tanto, en caso de agresión, la única posibilidad de defensa, que solo habrÃa podido ejercerse si enfrente del inmortal violento se encontraran muchas personas, habrÃa sido sujetarlo con cuerdas o cadenas, impidiendo asà sus movimientos. Seguramente ya se habÃan producido agresiones por parte de un eterno contra un mortal antes de la carnicerÃa de ParÃs y además, en cuatro siglos, debÃan haber sido muchas, pero solo después de esta matanza se habÃa extendido por todas partes una airada obsesión colectiva contra los eternos. Lo que habÃa pasado era que uno de los inmortales, un hombre fornido que aparentaba tener unos treinta años o con más de cuatrocientos años de edad real, Louis Villon, célebre por haber sido uno de los dos magnates que habÃan financiado la investigación del Instituto Privado Bertrand Russell que desembocó en el procedimiento Vida Eterna y que al principio no habÃan dado fruto, una tarde en el campo en los alrededores de ParÃs, al entrar andando en su propia villa después de un paseo para hacer la digestión, fue atacado por tres perros doberman instigados contra él por cuatro jóvenes mortales pertenecientes, como luego pudo averiguar Villon, a una banda de una decena de vándalos racistas que tenÃa como primer objetivo enfrentarse a los odiados eternos. Louis Villon habÃa sido literalmente despedazado por los perros y luego sus amos se habÃan alejado psicológicamente saciados de sangre junto con sus animales. Villon renació entre grandes sufrimientos, lleno de rabia contra esos miserables y realizó indagaciones al dÃa siguiente mediante investigaciones privadas para descubrir su identidad. Una vez supo lo que necesitaba sobre esos malhechores, en lugar de denunciarlos, el multimillonario habÃa querido llevar a cabo una venganza personal y, por la noche, cuando su club estaba vacÃo de gente, lo habÃa incendiado. La banda ocupaba una chabola de madera en el campo en los alrededores de ParÃs, no lejos de la villa del eterno. Sin embargo uno de los bandidos, que vivÃa en un caserÃo cercano al club, apenas a unos ochenta metros, habÃa visto huir al incendiario y la noche siguiente se lo habÃa contado a los demás miembros. No mucho después, tras echar abajo la puerta de entrada a la villa de Villon, los diez juntos habÃan invadido la morada con sus tres perros, empuñando antorchas, con la más que verosÃmil intención de responder dando fuego a la construcción. El propietario y sus dos sirvientes, mortales comunes de mediana edad, marido y mujer, habÃan acudido ante el estruendo del derribo de la puerta, se habÃan reunido en la entrada, habÃan visto a los invasores, habÃan tratado de enfrentarse valientemente a ellos y habÃan sido agredidos por los perros, incitados por sus amos. Los tres habÃan sido despedazados horriblemente, pero mientras que los sirvientes estaban irremediablemente muertos, Villon se reconstituyó poco a poco hasta reaparecer incólume. Entretanto los delincuentes, con sus animales, habÃan empezado a explorar las demás habitaciones de la casa, con la probable intención de robar en ella. El propietario, armado con dos escopetas y dos pistolas que guardaba en un armario junto a la entrada, preso de una ira como no habÃa sentido en toda su larguÃsima existencia, mató en primer lugar a los tres dobermann que, habiendo advertido su olor, habÃan dejado a sus amos y corrÃan gruñendo hacia él para atacarle. Luego, ya ciego de rabia, llegando hasta los agresores, Villon habÃa asesinado a cuatro, uno tras otro. Los otros seis decidieron huir después de esto. Al reconocer el juez instructor la legÃtima defensa, Villon no habÃa sido condenado, mientras que los delincuentes sobrevivientes habÃan sido arrestados, juzgados y condenados. Sin embargo la impresión general ya era muy hostil a los inmortales. Asà que los medios, recogiendo y exprimiendo esa profunda aversión, habÃan presentado el episodio arrojando sospechas sobre Villon. Bajo una fuerte presión popular, apoyada por los propios medios, los lÃderes estatales habÃan decidido por fin la promulgación de una ley que autorizaba la concentración de todos los eternos en un lugar aislado. Esta norma, promulgada con un decreto del gobierno aprobado casi inmediatamente por el Parlamento, se habÃa aplicado de inmediato. Los eternos, al ser todos conocidos por la autoridad gracias al censo anterior, habÃan sido capturados uno a uno por fuerzas de la policÃa de paisano, que se les habÃan acercado individualmente con diversos pretextos o estratagemas: los policÃas les habÃan esposado firmemente y llevado a la cárcel, donde habÃan permanecido recluidos encadenados. Cuando fueron capturados los 1003 inmortales, sin que faltara ninguno, fueron transportados todos juntos, en realidad con todo el respeto posible y aprovechando las comodidades de abordo, sobre un gran hidroplano transoceánico y habÃan sido desembarcados y recluidos para siempre sobre el atolón coralino de Rapa Nui, más conocido como la Isla de Pascua, situado en el centro del PacÃfico, muy lejos de cualquier otra tierra, a más de 3.600 kilómetros al oeste de la costa de Chile y a 2.075 al este de las cuatro islas volcánicas del archipiélago Pitcairn, situado en el PacÃfico meridional. Sin embargo se habÃa concedido a los exiliados constituir sobre la isla su propio estado independiente. La comunidad serÃa completamente autosuficiente gracias a los nuevos recursos de esa isla, antes poco hospitalaria, que habÃa sido preparados por adelantado por el Estado mundial con los métodos fertilizantes más modernos y además debido a los aparatos y cyborgs para el cultivo y la producción industrial que la misma autoridad habÃa proporcionado a los exiliados. La supervivencia de los eternos también estaba garantizada por su número limitado y por el hecho de que eran estériles. En cuando a los poquÃsimos exponentes de la población nativa de Rapa Nui, no se les habÃa consentido permanecer allà y se les habÃa obligado a mudarse a la mayor de las islas Pitcairn, deshabitada desde hacÃa tiempo, también con altas indemnizaciones, pagadas en especie, que les habÃa asignado el Estado. Inmediatamente después del desembarco de los exiliados se habÃa colocado en torno y por encima de toda la isla un campo de fuerza, impenetrable materialmente, que impedÃa tanto a los eternos abandonar la isla como a los mortales acceder a ella. En particular, los ya difundidos aparatos del sistema Radiotransporte Instantáneo de Seres Vivientes, inventado una decena de años antes por los ingenieros Green y Berusci, capaz de radiotransportar seres humanos, animales y cosas, no se podÃa utilizar ni para entrar ni para salir, sin contar que, evidentemente, no se le habÃa proporcionado a los deportados, igual que no se les habÃa proporcionado embarcaciones ni medios aéreos.