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El Baile De La Luna: Libro Uno Dela Serie ”Lazos De Sangre”
Devon se puso de pie y luchó contra la idea de agarrarla de la silla y sentarla en el escritorio delante de él. Sea como fuere, él ya estaba pasando los dedos por su pelo sedoso a la altura del respaldo de la silla.
Permaneció en silencio mientras ella rellenaba el formulario y pudo leerlo todo por encima de su hombro, memorizando cada una de las palabras. Envy Sexton, y las discotecas de pumas y vampiros no aparecían por ningún lado en su extensa lista de experiencia profesional en discotecas. Sabía que con un par de llamadas podría despejar su horario diciéndole a las otras discotecas que no le dieran trabajo. No tenía ganas de compartir aquella fierecilla.
Envy terminó el formulario y empezó a levantarse, pero Devon puso la mano en su hombro para que se quedara quieta. Con rapidez, cogió el papel de sus manos y se acercó a la puerta.
–Quédate aquí. Vuelvo en seguida con una respuesta –Devon alcanzó el pomo de la puerta, pero se detuvo cuando ella habló.
–¿Cómo te llamas? –preguntó Envy, dudando por si le acababa de dar el papel al mismo dueño del local. Tal vez podía saltarse la entrevista.
–Devon Santos –contestó él. Después desapareció por la puerta antes de que ella pudiera pararle.
Él ya sabía que Nick le esperaba al otro lado de la puerta porque podía olerlo. Dándole el formulario a Nick, Devon le informó:
–Tenemos nueva camarera.
Esperó a que Nick revisara el papel sabiendo que estaba buscando lo mismo que él ya había comprobado.
Nick acababa de echar a dos fanáticos de los vampiros y a un vampiro que se habían colado allí y aquello le había fastidiado para el resto de la noche. Odiaba a los vampiros y a cualquier humano estúpido capaz de salir por ahí con ellos. No vio ningún indicio de que esa chica estuviera asociada con ellos y, oliendo la excitación que le había causado a su hermano, Nick decidió dejar que Devon se encargara de sus asuntos.
Le devolvió el formulario.
–Pero dile que se deje la pistola paralizante en casa –Nick observó a su hermano un momento y añadió–: Kat dice que el tío al que le ha dado la descarga era su novio y que el que le puso las esposas era su hermano.
–Ese novio suyo tenía una pistola. Pude olerlo –Devon se encogió de hombros y sus ojos se estrecharon–: Tal vez no era tan buen novio.
–Tal vez quieras andar con cuidado... –Nick agitó la cabeza, y vio como aquello despertaba más interés en su hermano–. Si la quieres, a lo mejor deberías encargarte de controlarla mientras esté aquí –Nick apretó los dientes al notar olor a vampiro. Sin mediar palabra, se fue por donde había venido.
Envy miró a un lado y a otro con nervios y vio un ascensor que no había visto antes. Levantó una ceja al ver que tenía un teclado en lugar del típico botón. Empezó a dar golpecitos con el bolígrafo preguntándose cuánto tiempo estaría allí esperando. Todavía tenía que enterarse de si Chad había arrestado a Trevor o simplemente lo había obligado a abandonar la discoteca.
Observó el escritorio para intentar alejar su mente de allí por un momento. Ella era una investigadora nata, como su hermano, aunque Chad intentaba no darle importancia. La verdad es que Chad podría llegar a ser un gran detective. Él le decía a todo el mundo que era un simple policía de patrulla, pero no podía ser menos cierto. Era el líder de los SWAT.
Al final, ella echó un vistazo al papel que había cogido despreocupadamente de la mesa. Era la factura de un proveedor. Escaneó con la mirada la información de facturación y vio un nombre en la parte inferior. Con un golpe volvió a poner el papel sobre la mesa. Devon Santos… mierda. Él era uno de los raritos dueños y le había dejado creer a ella que solo era un bailarín.
En ese momento, la puerta volvió a abrirse y Devon entró.
–¿Cuándo quieres empezar?
*****
Nick se apresuró hacia la pista de baile escaleras arriba y hacia la entrada. Empujó la puerta con más fuerza de la necesaria y observó al hombre que intentaba pasar por el control de seguridad. Como todos los seguratas eran cambiantes, podían oler a un vampiro incluso cuando no había señales aparentes de que lo fuera.
El sentido de la moda de un vampiro normal en la ciudad parecía haber sido sacado de la tribu Gótica. En los últimos meses, sin embargo, unos diez vampiros habían intentado entrar con traje y corbata o simplemente con ropa normal de fiesta. Por eso, ahora se fiaban más de los aromas que de las apariencias. Regla número uno... No pasa ningún vampiro sin el permiso del dueño.
–¿Qué estás haciendo aquí? –preguntó Nick tratando de parecer profesional delante de su clientela humana. El hombre inclinó la cabeza hacia un lado y sonrió malvadamente, algo que hizo que el estómago de Nick se revolviera.
–Me gustaría pasar –dijo Raven mientras sus pupilas se agrandaban intentado usar sus poderes para cautivar a cualquiera que fuera capaz de caer rendido bajo un hechizo de sumisión de un vampiro.
Nick lo miró de arriba a abajo. El tipo llevaba el pelo negro con mechas de un rosa neón en las puertas que le colgaban por la parte baja de la cara. Era joven; probablemente no llegaba a los veinticinco, con la piel muy pálida y maquillado con línea de ojos bastante fuerte. Llevaba los labios maquillados de negro, incluso las uñas las llevaba negras.
–Lo siento, señor…
Nick permanecía quieto observando todos y cada uno de los movimientos del vampiro. Daba igual el tamaño o la edad, los vampiros siempre eran peligrosos y no debían ser subestimados.
–Raven, llámame Raven –contestó el hombre preguntándose cuánto podría presionar a un jaguar.
–Lo siento, Raven, estamos llenos –le explicó Nick mientras apretaba los dedos alrededor de su revólver Derringer de dos disparos que llevaba escondida en el bolsillo de su chaqueta. La llevaba cargada con balas de plata llenas con agua bendita. Esbozó una sonrisa sádica con la comisura de los labios, mientras notaba la hoja de madera de la daga con mango de hueso que llevaba en el antebrazo.
–Entonces ¿por qué está toda esa gente esperando en la cola? –preguntó Raven viendo como el matiz dorado empezaba a recorrer los ojos del jaguar.
Nick sonrió, pero sintió como le rechinaban los dientes. –Tienen reserva.
Los ojos de Raven brillaron en la tenue luz por un momento como si brillaran de manera inquietante con algún tipo de fuego interior. Nick bajó los tres escalones que le separaban del nivel de la calle y se puso entre Raven y la multitud de humanos, entonces se acercó al oído de Raven.
–Vete, vampiro –le susurró con una calma fría mientras presionaba sus costillas con la punta de la daga de madera de modo que nadie pudiera verlo–: No vas a entrar.
Nick se enderezó y dobló el brazo de modo que solo le bastaría un amago rápido para apuñalarlo con la daga. –Le pido disculpas, señor, que tenga una buena noche.
Raven volvió a sonreír, esta vez casi amablemente.
–Sí, esa es mi intención.
Se alejó de la puerta y empezó a andar calle abajo con las manos metidas en los bolsillos de sus vaqueros negros y silbando una canción un tanto inquietante. Cuando el jaguar se acercó a su oído, Raven vio que su maestro entraba en la discoteca. No había visto a Kane desde hacía bastante tiempo. De hecho, esa era la primera vez en bastantes semanas, aunque había sentido sus ojos de padre clavados en él muchas veces.
Lo que más sorprendió a Raven era que Kane pudiera entrar en la guarida de sus enemigos. El Maestro le había contado la historia de que fue enterrado vivo por el líder del clan de los jaguares. ¿Tenía el Maestro su propio plan?
‘Te tendieron una trampa, maestro, pero ahora me aseguraré de que haya sangre en sus manos.’ Raven susurró para sí mismo antes de desvanecerse en las sombras. Sabía que no tendría que esperar mucho. Todavía podía oler la sangre de su última víctima ya que el aroma seguía flotando con la brisa hacia el Moon Dance.
*****
Kat observó cómo Chad y Jason sacaban a pobre novio fuera del local... esposado. Dicen que la curiosidad mató al gato, pero ella solo quería comprobar qué planeaban hacerle. Al menos, no quería estar preguntándoselo el resto de la noche.
Saliendo por una de las puertas laterales, se quedó en las sombras mientras los seguía. Con sus sentidos intensificados, no tenía que estar demasiado cerca para oír lo que decían.
Chad y Jason bloquearon a Trevor entre su coche y el coche patrulla para que no pudiera volver sobre sus pasos para buscar a Envy. Chad le quitó las esposas porque sabía que no podía arrestarlo sin una razón legal... a menos que Trevor le empujara.
–¡Seguro que has sido tú el que le ha dicho que estaba aquí! –Trevor gruñó a Jason. –No creas que no he visto cómo se te ponía dura por ella. No podías mantenerte al margen, ¿verdad?
Chad sacó el brazo cuando Jason dio un paso adelante de manera amenazante.
–Jason, yo me encargo a partir de ahora. ¿Por qué no vuelves dentro e intentas encontrar a Envy? No la quiero por aquí hasta que Trevor se haya ido.
–No puedes evitar que vuelva ahí dentro. ¡Estoy trabajando! –siseó Trevor sin pensar.
–Sí, ya hemos visto en qué estabas trabajando –Jason apretó las manos, pero con una mirada afilada de Chad supo que sería mejor que volviera a la discoteca antes de que Trevor no fuera el único en acabar esposado. Volviendo sobre sus pasos, lanzó una observación por encima del hombro para que Trevor lo oyera.
–Estaremos en la pista de baile… sin despegarnos el uno del otro.
Trevor intentó avanzar, pero Chad lo empujó de nuevo contra el coche. Para sorpresa de Chad, Trevor era mucho más fuerte de lo que parecía y tuvo que forcejear un poco.
–Te advertí que no jodieras a mi hermana a menos que le dijeras quién eres en realidad y la verdadera razón por la que siempre estás pasando el rato en las discotecas. Joder tío, Envy se cree que solo eres un niñato de fraternidad. Si quisieras impresionarla deberías haberle contado la verdad. Algo que ella no es capaz de digerir es una mentira. Especialmente si le mienten en la cara.
Kat estrechó su vista hacia Trevor. ¿Qué se suponía que significaba todo eso?
–Sabes tan bien como yo que, si le hubiera dicho que trabajo de manera encubierta, siempre se preguntaría si la estaba utilizando cuando salgo a las discotecas con ella –bramó Trevor, mientras recuperaba la compostura. De todos modos, no intentó volver a la discoteca. Si hubiera usado toda su fuerza, entonces Chad sería hombre muerto y Trevor no sería mejor que la gentuza que caza.
Saber aquello le ayudaba a calmarse lo suficiente como para frenar su instinto animal, pero no podía evitar estar cabreado. –¡Joder! Si me ha dado una descarga.
–Te lo mereces por infiel y malnacido. Eso es lo que recibes por no contarle la verdad. Se te acabaron las noches, a menos que quieras frecuentar otros bares. Además, Envy todavía tiene la pistola paralizante –Chad sonrió burlonamente–. Te aconsejo dejarla en paz durante el resto de la noche... o, mejor aún, durante el resto de su vida si no puedes ser sincero con ella.
Trevor apretó los dientes, pero no dijo nada más. Chad no podía decirle que se alejara de Envy, pero dejar que se calmara tal vez era buen consejo.
–Vale, pero ese –señaló a la discoteca– no es lugar seguro para que tu hermana pase el rato, y lo sabes.
Abrió la puerta de su coche de un tirón, forzando a Chad a echarse un paso hacia atrás para que no le golpeara. Dio un portazo y tardó segundos en salir quemando rueda del aparcamiento.
Cuando Trevor estaba lo suficientemente lejos para que Chad no pudiera ver las luces de su coche, cogió su teléfono móvil y marco el número de alguien que le debía un favor. Se desvió hacia la tienda más cercana y aparcó detrás de un camión para pasar inadvertido.
Le frustraba dejarla allí después de la manera en la que Devon la había estado mirando. Incluso aunque Devon no fuera un asesino, aquella mirada no era nada bueno. Chad pensó que podría darle un puñetazo cuando se trataba de Envy. Tendría que ver si le gusta cuando descubra que es el más débil. También tendría que lidiar con Jason mientras tanto.
Kat se sumergió aún más en las sombras cuando Chad se giró y miró hacia su dirección. Ella frunció el ceño, sabía que era imposible que la viera ya que él no tenía la visión nocturna que tenían los cambiantes. Se sopló el pelo de los ojos y esperó mientras él miraba hacia donde ella estaba. Después suspiró cuando se dio la vuelta y volvió a la discoteca.
Así que Trevor era policía encubierto y la hermana de Chad no lo sabía. Obviamente, Jason tampoco. Lo malo era que Trevor dijo que estaba allí trabajando en un caso. Kat apretó los dientes sabiendo que debía referirse a los asesinatos. Tenía que decirle a Warren que se diera prisa en descubrir quién estaba dejando aquellos rastros de sangre antes de que los culparan a ellos.
*****
Envy se puso de pie despacio preguntándose por qué Devon no había admitido directamente que él era uno de los dueños y no la había contratado directamente. Odiaba que la gente le mintiera, pero no lo conocía y él no le debía nada. Así que se tragó lo que estaba a punto de decir. Aunque no se le quedaría dentro demasiado tiempo.
–Ha sido tremendamente rápido –ella le miró con expectación y rodeó su pecho con los brazos.
–He hablado bien de ti. A veces me escuchan –Devon la observó con curiosidad, oliendo como cambiaba su aroma. Estaba enfadada con él. Olía bien.
–Tal vez porque eres el dueño –la pequeña sonrisa de Envy se desvaneció.
Así que por eso está cabreada. No le gusta cuando siente que alguien le oculta algo. Lo tendría en cuenta. Devon inclinó la cabeza hacia un lado lentamente.
–Solo soy uno de los dueños. Somos dueños tanto yo como mi hermano y mi hermana. Intentamos tomar las decisiones los unos por los otros cuando contratamos a alguien nuevo.
Envy levantó la mirada hacia él sintiéndose mal de repente.
–Lo siento, no quería… –se rindió con un suspiro y bajó los brazos.
–Por lo menos no has sacado la pistolita –Devon sonrió, con la esperanza de subirle el ánimo.
Envy se sonrojó y sintió la necesidad de desaparecer de su vista antes de parecer aún más tonta.
–He estado trabajando sobre todo por la tarde y mañana tengo el día libre así que si… –le informó nerviosa, mientras no perdía de vista la puerta de salida y empezaba a acercarse a ella antes de aquel se convirtiera en el trabajo más corto de la historia.
–Mañana por la noche entonces –Devon le abrió la puerta y ella salió–. A las siete.
La observó corriendo y la dejó marchar porque sabía que podría atraparla aunque corriera lejos. Cerró la puerta de la oficina y se giró hacia el monitor para observar cómo ella caminaba por el borde exterior de la pista de baile hacia las escaleras. Sus ojos se estrecharon cuando uno de los tíos de antes la cogió por el brazo para llamar su atención. Devon se acercó a la puerta, pero Kat entró de repente antes de que pudiera ir tras Envy.
–La chica de la pistola paralizante... –Kat empezó, pero su hermano la interrumpió con una mirada fulminante.
–Se llama Envy y mañana por la noche vas a enseñarle las instalaciones. La acabo de contratar como camarera –Devon se cruzó de brazos y se apoyó el filo del escritorio.
–Guarda las garras –Kat inclinó la cabeza cuando Devon volvió a mirar al monitor y se tensó. Siguiendo su mirada, pudo ver que Envy y Jason estaban en medio de la pantalla.
–Vaya, vaya, tiene un montón de admiradores esta noche.
Ella sabía que no era del todo cierto, pero quería ver la reacción de Devon. Obtuvo su respuesta cuando el fino plástico del respaldo de la silla de oficina se partió porque él lo estaba agarrando con demasiada fuerza.
Devon plantó sus ojos en Kat.
–¿Por qué estás en mi oficina?
Kat simplemente sonrió. Esto iba a ser muy divertido. Se acercó y señaló a la pantalla. –Este de aquí, se llama Jason Fox y he estado un rato hablando con él en la barra antes de que aparecieran sus dos amigos.
Devon levantó una ceja esperando que su hermana fuera al grano.
–Jason ha sido el que la ha llamado para que viniera a la discoteca. De hecho, le pidió salir –ella esbozó una sonrisa cuando la raja del respaldo de la silla se rompió en pedazos en la mano de Devon.
–No sé qué le dijo a Jason, pero él dijo: ‘Entonces ¿por qué está Trevor montándoselo con otra en la pista de baile?’
–Así que, él es la razón por la que ella se dejó caer por aquí –Devon gruñó tirando el trozo de plástico al escritorio–. Seguramente tengas razón en esto.
–Sí, pero es divertido verte pasar vergüenza –Kat decidió seguir con su historia cuando él le echó una mirada que decía “vete a la mierda”. Algún día, compraría los derechos de aquella expresión.
–Es igual, todo fue una trampa por lo que oí. Su hermano le dio la pistola sabiendo que estaba lo suficientemente cabreada como para utilizarla contra su novio infiel, pero la verdad es que Trevor no estaba poniéndole los cuernos.
–¿Qué? –Devon gruñó porque no le gustaba por donde iba la historia.
Kat estuvo los siguientes diez minutos poniendo al día a su hermano sobre todos los secretos sucios que sabía. Por si acaso, no se olvidó de incluir el hecho de que Jason sufría de un enamoramiento hacia Envy a largo plazo.
Capítulo 3
Jason tiró de Envy hacia sus brazos.
–Me debes un baile.
Estaba muy contento de que ella no fuera el tipo de persona que dispara al mensajero. Si no fuera por él, ella seguiría teniendo novio... es cierto que podía ser un novio desleal y que por eso él la hubiera llamado en primer lugar. –Lo siento–, le susurró mientras trataba de abrazarla más fuerte y moviéndose con la música.
Envy giró los ojos dejando que se saliera con la suya sin pensárselo dos veces.
–No hay nada que sentir –ella le pasó los dedos por la espina dorsal acercándose a él–. Vuelvo a estar libre y me he hecho con otro trabajo mientras tanto.
Ella sonrió mientras miraba a su alrededor por la pista de baile de nuevo.
–Este lugar es algo diferente de las discotecas donde he trabajado anteriormente, pero creo que puede ser interesante.
Jason no dijo nada por un momento al sentir el cuero que le cubría el pecho deslizarse contra su camisa, algo que le hizo sentir genial. Se alegraba de que ella no supiera la reacción que provocaba en él porque si lo supiese, entonces ella pararía.
–¿Quieres ir a escalar el sábado por la mañana? –él dejó que las manos bajaran por sus costados y la agarró por las caderas.
–¿Escalar? Suena divertido. hace ya tiempo desde la última vez –Envy asintió. Sus ojos se entornaron cuando Jason tiró de ella aún más y entró en contacto con algo largo y duro que presionaba su ombligo. Ella tragó saliva cuando sus ojos se encontraron con los de él.
–¿Dónde está Chad? –ella respiró, sabiendo que ya lo había vuelto a hacer. No era su intención. Jason había sido, y seguía siendo, una de las personas que más apreciaba del mundo; lo último que ella quería era fastidiar su relación acostándose con él. Lo quería demasiado como para hacerle eso.
–La última vez que lo comprobé, estaba sacando la basura –Jason suspiró cuando ella se apartó de él. Él puso sus dedos bajo su barbilla y levantó sus ojos hacia los de él–. Trevor no te merece.
–Chad no lo ha detenido, ¿verdad? –preguntó Envy cogiendo a Jason de la mano y dirigiéndole hacia las escaleras. Ella había conseguido evitar esa conversación durante años y no iba a estropear su récord en aquel momento.
–No, creo que la descarga ya fue castigo suficiente… eso y perderte. Chad solo se estaba asegurando de que él encontraba su coche –Jason sonrió con superioridad. Al final de las escaleras, él se dio cuenta de que Chad estaba parado en la barra al lado de la puerta esperándoles. Manteniendo la mano de Envy entrelazada con la suya, la dirigió en aquella dirección.
La culpa le dolía en el pecho a Envy. Ella en realidad no era una persona perversa en el fondo, y lo que le había hecho a Trevor no estaba bien. Solo había estado bien durante un rato, pero ahora se sentía fatal. Mantuvo los ojos agachados, demasiado avergonzada como para mirar a su hermano.
Chad echó una mirada a Envy y supo que había llegado el momento de llevarla a casa.
–¿Preparada? –le preguntó, alejándose un paso de la barra.
–Yo puedo acercarla a casa –se ofreció Jason, y añadió rápidamente–, si ella quiere estar un rato más conmigo.
Chad pudo ver un atisbo de esperanza en los ojos de Jason y se preguntó si estaba haciendo lo correcto o si estaba enviando a su querido amigo a un fracaso absoluto. Notó como su teléfono vibraba en sus caderas y levantó la mano.
–Espera un momento –al ver que se trataba de la comisaria, se abrió camino hacia la puerta para poder escuchar con más claridad.
Envy se sopló el flequillo de los ojos. Sabía que por muy rara que estuviera resultando la noche, a Chad acababan de llamarlo del trabajo. Ella vio como volvía a meterse el teléfono en el bolsillo mientras caminaba de vuelta hacia ellos.
–¿Estarás bien con Jason? –Chad preguntó. Cuando ella asintió, él puso los dedos debajo de su barbilla y le levantó la cara.
–Has hecho lo correcto con Trevor, así que levanta la cabeza. Probablemente no llegue a casa hasta mañana por la mañana, así que no me esperes despierta.
Envy le dedicó una pequeña sonrisa mientras él salía. Ambos la habían cogido de la barbilla y le habían dicho que aquello era culpa de Trevor, no de ella. Ella quería a Jason porque era como Chad y por eso ella nunca sentiría la necesidad de tener una cita con él.
Justo cuando Chad salió por la puerta principal, el teléfono móvil de Jason empezó a vibrar. Ella se dio la vuelta y vio como contestaba, después frunció el ceño porque él se puso serio. Sabía que él estaba de guardia aquella semana y deseaba que no fueran los guardabosques que lo necesitaban en mitad de la noche. En su opinión, aquello no podía significar nada bueno.
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