bannerbanner
Retrato de la Lozana Andaluza
Retrato de la Lozana Andaluza

Полная версия

Retrato de la Lozana Andaluza

Настройки чтения
Размер шрифта
Высота строк
Поля
На страницу:
3 из 4

Loz. Señora, no, sino un espejo para mirarme, y agora veo que tengo mi pago, que solia tener diez espejos en mi cámara para mirarme, que de mí misma estaba como Narciso, y agora como Tisbe á la fontana, y si no me miraba cien veces, no me miraba una, y he habido el pago de mi propia merced. ¿Quién son estos que vienen aquí?

Nap. Ansí goce de vos que son mis hijos.

Loz. Bien parecen á su padre; y si son estos los pinos de oro, á sus ojos.

Nap. ¿Qué decis?

Loz. Señora, que parecen hijos de rey nacidos en Badajoz; que veais nietos dellos.

Nap. Ansí veais vos de lo que paristes.

Loz. Mancebo de bien, llegaos acá y mostráme la mano. Mirá qué señal tenés en el monte de Mercurio y uñas de rapiña, guardaos de tomar lo ajeno, que peligraréis.

Nap. A estotro bizarro me mirá.

Loz. Ese barbitaheño, ¿cómo se llama? Vení, vení; este monte de Vénus está muy alto; vuestro peligro está señalado en Saturno, de una prision, en el monte de la luna, peligro por mar.

Rampin. Caminar por do va el buey.

Loz. Mostrá esotra mano.

Ramp. ¿Qué quereis ver? que mi ventura ya la sé: decíme vos, ¿dónde dormiré esta noche?

Loz. ¿Dónde? Donde no soñastes.

Ramp. No sea en la prision y venga lo que viniere.

Loz. Señora, este vuestro hijo más es venturoso que no pensais; ¿qué edad tiene?

Nap. De diez años le sacamos los bracicos y tomó fuerza en los lomos.

Loz. Suplicos que le deis licencia que vaya comigo y me muestre esta cibdad.

Nap. Sí hará, que es muy servidor de quien lo merece; andá, meteos esa camisa y serví á esa señora honrada.

MAMOTRETO XII

Cómo Rampin le va mostrando la cibdad y le da ella un ducado que busque donde cenen y duerman, y lo que pasaron con una lavandera.

Loz. Pues hacé una cosa, mi hijo, que por do fuésemos, que me digais cada cosa qué es y cómo se llaman las calles.

Ramp. Ésta es la Ceca do se hace la moneda, y por aquí se va á Campo de Flor y al Coliseo, y acá es el puente, y éstos son los banqueros.

Loz. ¡Ay, ay! no querria que me conosciesen, porque siempre fuí mirada.

Ramp. Vení por acá y mirá; aquí se venden munchas cosas, y lo mejor que en Roma y fuera de Roma nace se trae aquí.

Loz. Por tu vida que tomes este ducado y que compres lo mejor que te paresciere, que aquí jardin me parece más que otra cosa.

Ramp. Pues adelante lo veréis.

Loz. ¿Qué me dices? por tu vida que compres aquellas tres perdices que cenemos.

Ramp. ¿Cuáles? ¿aquéstas? Astarnas son, que el otro dia me dieron á comer de una en casa de una cortesana, que mi madre fué á quitar las cejas y yo le llevé los afeites.

Loz. ¿Y dó vive?

Ramp. Aquí abaxo, que por allí habemos de pasar.

Loz. Pues todo eso quiero que me mostreis.

Ramp. Sí haré.

Loz. Quiero que vos seais mi hijo, y dormiréis comigo; y mirá no me lo hagais, que ese bozo dencima demuestra que no sois capon.

Ramp. Si vos me probásedes, no sería capon.

Loz. ¿Por mi vida? Hi, hi; pues comprá de aquellas hostias un par de julios, y acordá dónde irémos á dormir.

Ramp. En casa de una mi tia.

Loz. ¿Y vuestra madre?

Ramp. Que la quemen.

Loz. Llevemos un cardo.

Ramp. Son todos grandes.

Loz. ¿Pues qué se nos da? cueste lo que costáre, que, como dicen, ayunar ó comer trucha.

Ramp. Por esta calle hallarémos tantas cortesanas juntas como colmenas.

Loz. ¿Y cuáles son?

Ramp. Ya las verémos á las gelosías; aquí se dice el Viso, más arriba vereis munchas más.

Loz. ¿Quién es éste? ¿es el Obispo de Córdoba?

Ramp. Ansí viva mi padre es un obispo espigacensis de mala muerte.

Loz. Más triunfo lleva un mameluco.

Ramp. Los cardenales son aquí como los mamelucos.

Loz. Aquéllos se hacen adorar.

Ramp. Y éstos tambien.

Loz. Gran soberbia llevan.

Ramp. El año de veinte y siete me lo dirán.

Loz. Por ellos padecerémos todos.

Ramp. Mal de munchos gozo es; alzá los ojos arriba, y veréis la manifatura de Dios en la señora Clarina, allí me mirá vos, aquélla es gentil mujer.

Loz. Hermano, hermosura en puta, y fuerza en badajo.

Ramp. Mirá esta otra.

Loz. Que presente para triunfar; por eso se dixo: ¿Quién te hizo puta? el vino y la fruta.

Ramp. Es favorida de un perlado; aquí mora la galan portuguesa.

Loz. ¿Quién es? ¿amiga de algun ginoves?

Ramp. Mi agüelo es mi pariente, de ciento y otros veinte.

Loz. ¿Y quién es aquella handorra que va con sombrero tapada, que va culeando y dos mozas lleva?

Ramp. ¿Esa? cualque cortesanilla por ahí; mirá qué otra quinada dellas van por allá, que parescen enxambre, y los galanes tras ellas; á estas horas salen ellas desfrazadas.

Loz. ¿Y dó van?

Ramp. A perdones.

Loz. ¿Sí? por demas lo tenian: ¿putas y perdoneras?

Ramp. Van por recoger para la noche.

Loz. ¿Qué es aquello? ¿qué es aquello?

Ramp. Llévalas la justicia.

Loz. Esperá, no os envolvais con esa gente.

Ramp. No haré, luégo vengo.

Loz. Mirá agora dónde va braguillas, guayas si la sacó, Perico el bravo; ¿que era por mi vida hijo?

Ramp. No nada, sino el tributo que les demandaban, y ellas han dado por no ser vistas, quién anillo, quién cadena, y despues enviará cada una cualque litigante por lo que dió, y es una cosa que pagan cada una un ducado al año al capitan de Torre Sabela.

Loz. ¿Todas?

Ramp. Salvo las casadas.

Loz. Mal hacen, que no habian de pagar sino las que están al burdel.

Ramp. Pues por eso es la mayor parte de Roma burdel, y le dicen Roma putana.

Loz. ¿Y aquéllas qué son? ¿moriscas?

Ramp. No, cuerpo del mundo; son romanas.

Loz. ¿Y por qué van con aquellas almalafas?

Ramp. No son almalafas; son baticulo ó batirrabo y paños listados.

Loz. ¿Y qué quiere decir, que en toda la Italia llevan delante sus paños listados ó velos?

Ramp. Despues acá de Rodriguillo español, van ellas ansí.

Loz. Eso quiero yo saber.

Ramp. No sé más de cuanto lo oí ansí, é os puedo mostrar al Rodriguillo español de bronce; hecha fué estatua en Campidolio, que se saca una espina del pié y está desnudo.

Loz. Por mi vida, que es cosa de saber y ver, que dicen que en aquel tiempo no habia dos españoles en Roma, y agora hay tantos. Verná tiempo que no habrá ninguno y dirán Roma mísera, como dicen España mísera.

Ramp. ¿Veis allí la estufa do salieron las romanas?

Loz. Por vida de tu padre que vamos allá.

Ramp. Pues déxame llevar esto en casa de mi tia, que cerca estamos, y hallarlo hemos aparejado.

Loz. ¿Pues dónde me entraré?

Ramp. Aquí, con esta lavandera milagrosa.

Loz. Bueno será.

Ramp. Señora mia, esta señora se quede aquí, así Dios os guarde, á reservirlo hasta que torno.

Lavandera. Intrate, madona, seate bien venuta.

Loz. Beso las manos.

Lav. ¿De dove siate?

Loz. Señora, só española; mas todo mi bien lo he habido de un ginoves que estaba para ser mi marido, y por mi desgracia se murió; y agora vengo aquí porque tengo de haber de sus parientes gran dinero que me ha dexado para que me case.

Lav. Ánima mia. Dios os dé mejor ventura que á mí, que aunque me veis aquí, soy española.

Loz. ¿Y de dónde?

Lav. Señora, de Nájera; y soy estada dama de grandes señoras, y un traidor me sacó, que se habia de casar comigo, y burlóme.

Loz. No hay que fiar, decíme ¿cuánto há que estáis en Roma?

Lav. Cuando vino el mal de Francia, y ésta fué la causa que yo quedase burlada; y si estoy aquí lavando y fatigándome, es para me casar, que no tengo otro deseo, sino verme casada y honrada.

Loz. ¿Y los aladares de pez?

Lav. ¿Qué decis, señora?

Loz. Que gran pena teneis en maxcar.

Lav. ¡Ay señora! La humidad de esta casa me ha hecho pelar la cabeza, que tenía unos cabellos como hebras de oro, y en un solo cabello tenía añudadas sesenta navidades.

Loz. ¿Y la humidad os hace hundir tanto la boca?

Lav. Es de mio, que todo mi parentado lo tiene, que cuando comen parece que mamillan.

Loz. Mucho ganaréis á este lavar.

Lav. ¡Ay señora! que cuando pienso pagar la casa, y comer, y leña, y ceniza, y xabon, caldera, y tinas, y canastas, y agua, y cuerdas para tender, y mantener la casa de cuantas cosas son menester, ¿qué esperais? Ningun amigo que tengais os querrá bien si no le dais, cuándo la camisa, cuándo la capa, cuándo la gorra, cuándo los huevos frescos, y así de mano en mano, do pensais que hay tocinos no hay estacas, y con todo esto á mala pena quieren venir cada noche á teneros compañía, y por esto tengo dos, porque lo quel uno no puede, supla el otro.

Loz. Para tornar los gañivetes, este que se va de aquí, ¿quién es?

Lav. Italiano es, canavario ó bostiller de un señor; siempre me viene cargado.

Loz. ¿Y sábelo su señor?

Lav. No, que es casa abastada; pues estaria fresca si comprase el pan para mí, y para todos esas gallinas, y para quien me viene á lavar, que son dos mujeres, y doiles un carlino, ó un real y la despensa, que beben más que hilan, y vino, que en otra casa beberian lo que yo derramo, porque me lo traigan fresco, que en esta tierra se quiere beber como sale de la bota; veis aquí dó viene el otro mi amigo, y es español.

Loz. A él veo engañado.

Lav. ¿Qué decis?

Loz. Que este tal mancebo quien quiera se lo tomaria para sí; y sobre mi cabeza, que no ayuna.

Lav. No á osados, señora; que tiene buen señor.

Loz. No lo digo por eso, sino á pan y vos.

Lav. Es como un ángel; ni me toma ni me da. ¿Qué quieres? ¿á qué vienes? ¿dó eres estado hoy? guarda no quiebres esos huevos.

Español. ¿Quién es esa señora?

Lav. Es quien es.

Esp. ¡Oh, pese á la grulla! si lo sabía callaba por mi honra, esa fruta no se vende al puente.

Loz. No, por mi vida, señor, que agora pasé yo por allí y no la vi.

Esp. Bofeton en cara ajena.

Lav. ¿No te quieres ir de ahí? ¡si salgo allá! ¿Qué os parece, señora? otro fuera que se enojára; es la misma bondad, y mirad que me ha traido cebada que no tengo otra cosa, la que le dan á él para la mula de su amo.

Loz. Otra cosa mejor pensé que os traia.

Lav. Andá, señora; harto da quien da lo que tiene.

Loz. Sí, verdad es; mas no lo que hurta.

Lav. Habláme alto, que me duele este oido.

Loz. Digo que si lavais á españoles solamente.

Lav. A todo hago por ganar, y tambien porque está aquí otra española, que me ha tomado muchas casas de señores, y lava ella á la italiana, y no hace tanta espesa como yo.

Loz. ¿Qué diferencia tiene el lavar italiano?

Lav. ¿Qué? grande; nosotras remojamos y damos una mano de xabon y despues encanastamos, y colamos, y se quedan los paños allí la noche que cuele la lexía, porque de otra manera serian los paños de color de la lexía; y ellas al remojar no meten xabon y dejan salir la lexía, que dicen que come las manchas, y tornan la ceniza al fuego á requemar, y despues no tiene virtud.

Loz. Agora sé lo que no pensé; ¿quién es esta que viene acá?

Lav. Aquí junto mora; mi vecina.

Vecina. Española, ¿por qué no atas aquel puerco? no te cures, será muerto.

Lav. Anda, véte, bésalo en el buz del hierba.

Vec. Bien, yo te aviso.

Lav. Pues mira, si tú me lo miras ó tocas, quizá no será puerco por tí; ¿pensa tú que ho paura del tu esbirro? á tí y á él os lo haré comer crudo.

Vec. Bien, espera.

Lav. Va daquí, borracha, y áun como tú he lavado yo la cara con cuajares.

Loz. ¿Qué tambien teneis cochino?

Lav. Pues iré yo á llevar toda esa ropa á sus dueños y traeré la sucia, y de cada casa, sin lo que me pagan los amos, me vale más lo que me dan los mozos, carne, pan, vino, fruta, aceitunas sevillanas, alcaparras, pedazos de queso, candelas de sebo, sal, presuto, ventresca, vinagre, que yo lo dó á toda esta calle, carbon, ceniza, y más lo que traigo en el cuerpo y lo que puedo garucar, como platos y escudillas, picheles, y cosas que el hombre no haya de comprar.

Loz. Desa manera no hay galera tan proveida como las casas de las lavanderas desta tierra.

Lav. Pues nos maravilleis, que todo es menester; que cuando los mozos se parten de sus amos, bien se lo pagamos, que nos lo ayudan á comer; que este bien hay en esta tierra, que cada mes hay nuevos mozos en casa, y nosotras los avisamos que no han de durar más ellos que los otros, que no sean ruines, que cuando el mundo les faltáre, nosotras somos buenas por dos meses, y tambien los enviamos en casa del tal, que se partió un mozo, mas no sabe el amo que lo tomó que yo se lo encaminé, y por esto ya el mozo me tiene puesto detras de la puerta el frasco lleno, y el resto, y si viene el amo que me lo ve tomar, digo que yo lo dexé allí cuando sobí. Veis, aquí viene aquel mozuelo que os dexó aquí.

Rampin. ¿Qué se hace? sus, vamos, á vos muchas gracias, señora.

Lav. Esta casa está á vuestro servicio; gana me viene de cantar:

Anda, puta, no serás buena,No seré, no, que so de Llerena.

Yo te lo veo en esa piel nueva; yo te he mirado en ojo que no mentiré, que tú ruecas de usos harás.

Loz. Por mi vida, hermano, que he tomado placer con esta borracha, amenguada como hilado de beuda; ¿qué quiere decir estrego? vos qué sabeis, ¿santochada?

Ramp. Quiere decir bruxa como ella.

Loz. ¿Qué es aquello que dice aquél?

Ramp. Son chambelas que van vendiendo.

Loz. ¿Y de qué se hacen estas rosquitas?

Ramp. De harina y agua caliente, y sal y mata la uva, y poco azúcar, y danles un bulle en agua, y despues metellas en el horno.

Loz. Si en España se comiesen, dirian que es pan cenceño.

Ramp. Porque allá sobra la levadura.

Loz. Entrá vos y mirá si está ninguno allá dentro.

MAMOTRETO XIII

Cómo entran en la estufa Rampin y la Lozana, y preguntan:

¿Está gente dentro, hermano?

Estufero. Andás aquí, andás; no hay más que dos.

Ramp. Veislas, aquí salen.

Loz. Caliente está por mi vida; tráeme agua fria, y presto salgamos de aquí.

Ramp. Tambien habia bragas para vos.

Loz. Poco sabeis, hermano; al hombre braga de hierro, á la mujer de carne; gana me viene de os azotar; tomá esta navaja, tornásela, que ya veo que vos no la teneis menester; vamos fuera, que me muero; dame mi camisa.

Ramp. Vení, vení, tomá una chambela, va tú, haz venir del vino, toma págalo, vén presto, ¿eres venido?

Est. Ecome que vengo. Señora, tomad, bebed, bebe más.

Loz. Bebe tú, que torrontes parece.

Ramp. Vamos fuera prestamente, que ya son pagados estos borrachos.

Est. Señora, das aquella mancha.

Loz. Si tú no me la has echado, no tenía yo mancha ninguna.

Ramp. No dice eso el beudo, sino que llama el aguinaldo mancha, que es usanza.

Loz. Pues dalde lo que se suele dar, que gran bellaco parece.

Ramp. Adio.

Est. Adio, caballeros de castillos.

Loz. ¿Por dó hemos de ir?

Ramp. Por acá, que aquí cerca está mi tia, veisla á la puerta.

Loz. ¿Y qué es aquello que compra? ¿son rábanos y negros son?

Ramp. No son sino romarachas, que son como rábanos, y dicen en esta tierra que quien come la romaracha y va en nagona, torna otra vez á Roma.

Loz. ¿Tan dulce cosa es?

Ramp. No sé, ansí dice el refran.

Tia. Camiñá, sobrino, préstame un cuatrin.

Ramp. De buena gana y un julio.

Tia. Norabuena vengais, reina mia, toda venis sudada y fresca como una rosa. ¿Qué buscais, sobrino? todo está aparejado, sino el vino; id por ello y vení, cenarémos, que vuestro tio está volviendo el asador.

Ramp. Pues, alcanzáme esa calabaza en que lo traiga, que en dos saltos vengo.

Tia. ¿Qué os parece, señora, deste mi sobrino, que ansí fué siempre servicial?

Loz. Señora, que querria que fuese venido mi marido, para que lo tomase y le hiciese bien.

Tia. ¡Ay señora mia! qué merced ganaréis, que son pobres.

Loz. No cureis, señora; mi marido les dará en qué ganen.

Tia. Por mi vida, y á mi marido tambien, que bien sabe de todo y es persona sabida, aunque todos le tienen por un asno, y es porque no es malicioso; y por su bondad no es él agora cambiador, que está esperando unas recetas y un estuche para ser médico, no se cura de honras demasiadas, que aquí se está ayudando á repulgar y echar caireles á lo que yo coso. ¿Venis, sobrino? asentáos aquí cabe mí, comed, señora.

Loz. Sí haré, que hambre tengo.

Tia. ¿Oislo? vení á sentáos junto á esa señora, que os tiene amor, y quiere que os asenteis cabe ella.

Viejo. Sí haré de buen grado.

Ramp. Paso, tio, ¡cuerpo de sant! que echais la mesa en tierra; alzá el brazo, mirá que derramaréis, ¡quién me lo dixo á mí que lo habíades de hacer!

Tia. Así, ansí veis caido el banco, y la señora se habrá hecho mal.

Loz. No he, sino que todo el vino me cayó encima; buen señal.

Tia. Id por más y veis lo hecho, pasáos aquí, que siempre haceis vuestras cosas pesadas; no cortés, que vuestro sobrino cortará, ¿veis? ¡ay! zape, zape, allá va, lo mejor se lleva el gato, ¿por qué no esperais? que parece que no habeis comido.

Viej. Dexáme hacer, y terné mejor aliento para beber.

Tia. ¿Venis, sobrino?

Ramp. Vengo por alguna cosa en que lo traiga.

Tia. ¿Y las dos garrafas?

Ramp. Caí y quebrélas.

Tia. Pues tomá este jarro.

Ramp. Éste es bueno, y si me dice algo el tabernero, dalle he con él.

Tia. Ansí se hace; señora mia yo me querria meter en un agujero y no ver esto cuando hay gente forastera en casa, mas vos, señora, habeis de mirar que esta casa es vuestra.

Loz. Más gana tengo de dormir que de otra cosa.

Tia. Sobrino, cená vosotros, en tanto que vo é la ayudo á desnudar.

Ramp. Señora, sí.

MAMOTRETO XIV

Cómo torna su tia y demanda donde ha de dormir Rampin, y lo que pasaron la Lozana y su futuro criado en la cama.

Tia. Dime, sobrino, ¿has de dormir allí con ella? que no me ha dicho nada, y por mi vida que tiene lindo cuerpo.

Ramp. Pues ¿que si la viérades vos desnuda en la estufa?

Tia. Yo quisiera ser hombre, tan bien me ha parecido; ¡oh qué pierna de mujer! y el necio de su marido que la dexó venir sola á la tierra de cornualla, debe ser cualque babion, ó veramente que ella debe de ser buena de su cuerpo.

Ramp. Yo lo veré esta noche, que si puedo, tengo de pegar con sus bienes.

Tia. A otro que tú habria ella de menester, que le hallase mejor la bezmellerica y le hinchese la medida.

Ramp. Andá no habrés, que debaxo yace buen bebedor, como dicen.

Tia. Pue alla dexé el candil, va pasico que duerme, y cierra la puerta.

Ramp. Sí haré: buenas noches.

Tia. Va en buen hora.

Loz. ¡Ay hijo! ¿y aquí os echastes? pues dormí y cobijaos, que harta ropa hay; ¿qué haceis? mirá que tengo marido.

Ramp. Pues no está agora aquí para que nos vea.

Loz. Sí, mas sabello há.

Ramp. No hará, esté queda un poquito.

Loz. ¡Ay qué bonito! ¿y desos sois? por mi vida que me levante.

Ramp. No sea desa manera, sino por ver si soy capon me dexéis deciros dos palabras con el dinguilindon.

Loz. No haré, la verdad, te quiero decir que estoy vírgen.

Ramp. Andá señora, que no teneis vos ojo de estar vírgen; dexáme ahora hacer, que no parecerá que os toco.

Loz. ¡Ay! ¡ay! sois muy muchacho y no querria haceros mal.

Ramp. No haréis, que ya se me cortó el frenillo.

Loz. ¿No os basta besarme y gozar de mí ansí, que quereis tambien copo y condedura? catá que me apretais ¿vos pensais que lo hallaréis? pues hagos saber que ese huron no sabe cazar en esta floresta.

Ramp. Abrilde vos la puerta, que él hará su oficio á la macha martillo.

Loz. Por una vuelta soy contenta. Mochacho, ¿eres tú? por esto dicen, guárdate del mozo cuando le nace el bozo; si lo supiera, más presto soltaba las riendas á mi querer, pasico, bonico, quedico, no me ahinqueis, andá comigo, por ahí van allá, ay qué priesa os dais, y no mirais que esta otrie en pasatiempo si no vos, catá que no soy de aquellas que se quedan atras, esperá besaros he, ansí, ansí, por ahí, seréis maestro, ¿veis cómo va bien? esto no sabiedes vos, pues no se os olvide, sús, dalde maestro que aquí se verá al correr desta lanza, quien la quiebra, y mirá que por mucho madrugar no amanece más ahína; en el coso te tengo, la garrocha es buena, no quiero sino vérosla tirar, buen principio llevais, caminá que la liebra está echada, aquí va la honra.

Ramp. Y si la venzo, ¿qué ganaré?

Loz. No cureis, que cada cosa tiene su premio, ¿á vos vezo yo, que nacistes vezado? daca la mano y tente á mí, que el almadraque es corto, aprieta y cava, y ahoya, y todo á un tiempo. A las clines corredor, agora, por mi vida, que se va el recuero. ¡Ay amores, que soy vuestra, muerta y viva! quitaos la camisa, que sudais; ¡cuánto tiempo habia que no comia cocho! ventura fué encontrar en hombre tan buen participio, á todo pasto, este tal majadero no me falte, que yo apetito tengo dende que nací, sin ajo y queso que podria prestar á mis vicinas. Dormido se ha, en mi vida vi mano de mortero tan bien hecha, ¡qué gordo que es! y todo parejo, mal año para nabo de Xeres, parece bisoño de frojolon; la habla me quitó, no tenía por do resollar, no es de dexar este tal unicornio. ¿Qué habeis, amores?

Ramp. No, nada, sino demandaros de merced que toda esta noche seais mia.

Loz. No más, ansí goceis.

Ramp. Señora, ¿por qué no? ¿falté algo en la pasada? emendallo hemos, que la noche es luenga.

Loz. Disponé como de vuestro, con tanto que me lo tengais secreto. ¡Ay qué miel tan sabrosa! no lo pensé, aguza, aguza, dale si le das que me llaman en casa, aquí, aquí; buena como la primera, que no le falta un pelo, dormí por mi vida, que yo os cobijaré; quite Dios de mis dias y ponga en los tuyos, que cuanto enojo traia me has quitado; si fuera yo gran señora, no me quitára jamas este de mi lado, ¡oh pecadora de mí! ¿y desperteos? no quisiera.

Ramp. Andá, que no se pierde nada.

Loz. ¡Ay! ¡ay! ¡así va, por mi vida, que tambien caminé yo! allí, allí me hormiguea, que, que, ¿pasaréis por mi puerta? Amor mio, todavía hay tiempo; reposa, alza la cabeza, tomá esta almohada; mirá que sueño tiene, que no puede ser mejor, quiérome yo dormir.

Auctor. Quisiera saber escribir un par de ronquidos á los cuales despertó él, y queriéndola besar, despertó ella, y dixo: ¡Ay señor! ¿es de dia?

Ramp. No sé; que agora desperté, que aquel cardo me ha hecho dormir.

Loz. ¿Qué haceis?.. y cuatro, á la quinta canta el gallo, no estaré queda, no estaré queda hasta que muera; dormí que ya es de dia, y yo tambien matá aquel candil que me da en los ojos, echaos y tirá la ropa á vos.

На страницу:
3 из 4