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Mi proyecto escolar Matemáticas Lúdicas
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Mi proyecto escolar Matemáticas Lúdicas

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Por lo tanto el alumno construye su aprendizaje a través de su desempeño motriz, así como por las relaciones lúdicas que se establecen producto de la interacción con los demás niños, es decir, surge la influencia de la motricidad en las relaciones sociales. Lo anterior resulta importante porque a través del juego motor se pueden estimular diversos aprendizajes, siempre y cuando haya una vinculación de estos con los de otras asignaturas. La defensa a favor del potencial educativo que tiene el juego se fundamenta en distintos criterios que confieren mayor o menor importancia, así se pone de manifiesto en las teorías de diversos autores que enseguida expondremos para el entendimiento y fundamentación de este libro.

Vázquez (2002) considera que:

(…) el juego es un agente que debe ir más allá que el aprendizaje de las destrezas. La relación que el infante establece con su cuerpo, o las decisiones que toma sobre él, son temas esencialmente educativos, por consiguiente, los educadores no pueden pasar por alto que el juego bien aplicado y dirigido puede contribuir a la formación de un alumno (p. 218)

Corbalán y Deulofeu (1996) nos aproximan al concepto de educación matemática a través del juego “entendiéndola como una manifestación de la conducta humana lúdica, por lo que su peculiaridad, no es educación de lo físico sino por medio de la motricidad de corte lúdico se contribuye a mejorar la capacidad intelectual y social del individuo” (p. 25). Lo citado nos lleva a reflexionar sobre la gran importancia que tiene el utilizar el método lúdico como elemento generador de aprendizajes de cualquier asignatura, ya que los escenarios de aprendizaje que el alumno puede experimentar brindan la posibilidad de motivarlo y por lo tanto despertar el interés hacia el contenido tratado.

Por su parte, Colado y Cortell (2001) hacen referencia a lo siguiente:

Los alumnos con altas capacidades cognitivas, una vez que terminan su proceso formativo en el nivel que sea, tienen serios problemas para mantener sus puestos de trabajo debido a la baja capacidad o competencia sobre sus componentes emocionales, esto da clara respuesta a saber que el juego en la infancia contribuye al mejoramiento intelectual y emocional de quien lo practica ya que es una preparación para la vida futura (p. 58)

En base a los autores anteriores podemos fundamentar que el juego es una de las grandes alternativas de enseñanza que se han olvidado dentro de los centros escolares. Si bien es cierto que la tecnología nos está ganando terreno para contribuir a los procesos de aprendizaje de los alumnos, el fenómeno lúdico es y siempre será una de las grandes herramientas didácticas que puede ayudar a resolver y mejorar las competencias académicas de los alumnos.

FUNDAMENTO PEDAGÓGICO

Actualmente los primeros años escolares representan un periodo de gran importancia para la formación integral de la personalidad de los niños, las posibilidades de desarrollo de esta etapa son extraordinarias ya sea por la acción de las influencias externas, por la enorme plasticidad del sistema nervioso o por el dinamismo de la actividad escolar, condiciones que deben ser aprovechadas oportunamente en la escuela, pues constituyen la base para la conformación de su personalidad en la vida futura. Brousseau (1993) establece que:

(…) esta etapa es propicia para estimular las diferentes dimensiones que componen su desarrollo: socioafectiva, corporal, cognitiva, comunicativa, ética y espiritual (p. 11) Por lo tanto “el desarrollo de las nociones matemáticas es parte del complejo proceso de formación de la personalidad; los niños deben enriquecer sus experiencias, en la medida en que aprenden a establecer relaciones cuantitativas entre los objetos” (Chamorro, 2003, p. 33)

Cuando el niño presenta interés y motivación en diversas actividades escolares se apropia de los conocimientos y desarrolla sus capacidades elementales correspondientes, mejoran sus sentidos, se forman capacidades intelectuales generales, percibe que lo aprendido lo ayuda a estructurar su medio de acuerdo con su voluntad y con sus necesidades individuales.

En relación con lo anterior, Vásquez (2010) considera que:

(...) en el acto de enseñar a un alumno “el maestro demuestra su saber, su saber hacer y su ser, como un profesional que pretende la enseñanza eficaz y el aprendizaje significativo garantizado por el desarrollo de competencias generadoras de nuevos aprendizajes, de nuevos procesos metacognitivos y de autorregulación, de aprendizajes autónomos, todo como posibilidades para interactuar y actuar en la sociedad” (p. 22). Por lo tanto mediante la solución de desafíos interesantes vinculados a cada una de las actividades cotidianas de los alumnos, es como pueden iniciar en la alfabetización matemática como lo puede ser la clasificación, diferenciación, medición, comparación y la utilización de los números naturales que le desarrollan sus actitudes, la disposición para el aprendizaje, la curiosidad y la alegría para aprender un contenido.

Con la asimilación de los números y a través de las mediciones, el niño adquiere también procedimientos para el autocontrol y el control personal, que puede aplicar en su vida en formas diversas. El trabajo en equipo, donde tienen participación en una misma tarea (por ejemplo, en la acción de medir los caminos para determinar el más corto), estimula las acciones colectivas y la atención a la actividad, a diferencia de si trabajara individualmente. Mediante el desarrollo de las nociones matemáticas, puede hacerse una significativa contribución para habituar a los educandos al cumplimiento exacto de las tareas, lo que constituye un requisito esencial para el aprendizaje exitoso en la escuela. En el proceso del contacto con las nociones matemáticas, los niños se apropian de determinados conocimientos de métodos y procedimientos elementales, ellos aprenden conceptos de tipo cuantitativo y su aplicación en las diversas situaciones de su contexto.

Chamorro (2003) sugiere que “las nociones matemáticas básicas se desarrollan fundamentalmente a través de acciones prácticas estructuradas de formas diversas con cantidades de objetos concretos, pero que a menudo también se diferencian entre sí por el color, la forma, el tamaño, la estructura” (p. 39). Por lo tanto, podemos considerar que las actividades motrices favorecen también la formación de los sentidos, cuando palpan y mueven los objetos, obtienen impresiones sobre la naturaleza externa, el tamaño y el peso de esos objetos y aprenden a distinguir longitudes de poca extensión, etc.

Nunes y Bryant (2005) mencionan que “una capacidad tan importante como el pensamiento representativo se desarrolla en el contacto con los fenómenos matemáticos ya que mediante una actividad práctica intensiva en la solución de tareas, los niños adquieren paulatinamente experiencias y capacidades de representación matemática que les permiten entender su realidad social” (p. 31). La comprensión de aspectos matemáticos sencillos exige capacidades intelectuales y operaciones del pensamiento, que tienen que ser desarrolladas de forma elemental, cuyas cualidades procesales continúan perfeccionándose mediante las acciones prácticas e intelectuales en el contacto con las relaciones cuantitativas. Estas son, sobre todo, habilidades intelectuales como: diferenciar, comparar, abstraer, clasificar, generalizar y argumentar; las cuales constituyen acciones mentales fundamentales en el niño para la apropiación de los números naturales durante las primeras edades. “La enseñanza de las matemáticas estimula el desarrollo de la memoria, ya que a través de cada contenido matemático llevado en las escuelas contribuye a ese proceso psicológico, ayudándolo a su desarrollo dentro de la actividad mental” (Nunes y Bryant, 2005, p. 49). En la escuela los niños incorporan a su vocabulario términos y expresiones que amplían sus posibilidades para razonar y expresar de forma coherente no solo el resultado de la tarea matemática, sino los pasos que siguieron para solucionarla, dependiendo del desarrollo alcanzado por cada uno de ellos. Por ello resulta imprescindible que los docentes utilicen una diversidad de estrategias didácticas innovadoras que les permitan crear escenarios de aprendizaje positivos que puedan hacer que el alumno se emocione, se sienta feliz y sus niveles de atención mejoren ante la tarea encomendada.

Chamorro (2003) alude que “tradicionalmente, todos los currículos escolares han coincidido en el problema de la enseñanza de las matemáticas en los diferentes niveles” (p. 33). Un primer elemento que se debe hipotetizar es si realmente se cumple con el proceso enseñanza y aprendizaje de los conocimientos matemáticos durante la primera infancia en la escuela, ya que las nociones matemáticas llevadas en el nivel preescolar y primaria preparan al alumno para el conocimiento más complejo de las relaciones cualitativas de los objetos y lo inician en la asimilación de las relaciones cuantitativas que están dadas en el medio natural y social en años posteriores. La infancia es un periodo de desarrollo sensorial intenso y de perfeccionamiento de la orientación en cuanto a las propiedades y a las relaciones externas de los fenómenos y objetos en el espacio y en el tiempo, como lo establece Brousseau (1993) al destacar que:

(…) en la infancia constituye un éxito, el poder percibir las diferentes características de los objetos y su relación con las matemáticas, esta percepción es fragmentaria y superficial con representación global de los objetos, si al alumno no se le crean ambientes de aprendizaje en donde exista la motivación por aprender (p. 6)

Por lo anterior, el proyecto escolar “Matemáticas Lúdicas” es una propuesta innovadora que puede contribuir al desarrollo de nociones elementales de matemáticas relacionadas con la aritmética básica, específicamente la suma, la resta y la multiplicación, tomando como estrategia didáctica el método lúdico.

FUNDAMENTO FISIOLÓGICO

El cerebro humano es un órgano biológico y social encargado de todas las funciones y procesos que tienen que ver con el pensamiento, la creatividad, la intuición, la imaginación, la actividad lúdica, las emociones, la conciencia y otra infinidad de procesos cognoscitivos; así mismo es el que elabora y reelabora cosas nuevas a partir de las experiencias vividas. Queda claro que aprendemos con mucha facilidad aquello que nos produce goce y disfrute, tal es el caso de las actividades lúdicas de aprendizaje, las cuales regularmente son acompañadas por el afecto y la comprensión que requiere el acto educativo de un docente, de esta forma natural los alumnos se acercan más al conocimiento gracias a la felicidad que producen dichos eventos. Llinás (2003) considera que “al cerebro lo que más le encanta es entender, pero esto se logra solo a través de estímulos positivos” (p. 11). Resulta claro que como docentes nuestra función en la educación es guiar la transformación del niño en persona adulta, que desarrolle acciones responsables en la sociedad, para lo cual no solo es necesario un cambio de paradigma, sino un cambio de actitud desde una concepción lúdica, con la finalidad de favorecer a los estímulos adecuados para su cerebro.

“Las actividades de tipo lúdico tienen ciertos requisitos para su realización ya que deben ser comprendidas como experiencias culturales inherentes al desarrollo humano en toda su dimensionalidad psíquica, social, cultural y biológica. Por consiguiente, las actividades lúdicas están ligadas a la cotidianidad, en especial a la búsqueda del sentido de la vida y a la creatividad humana en el fenómeno educativo” (Llinás, 2003, p. 18)

Las experiencias culturales ligadas al aspecto lúdico a nivel biológico producen mayor secreción de neurotransmisores en el cerebro, estas moléculas mensajeras según Llinás (2003) se encuentran estrechamente asociadas con el placer, el goce, la felicidad, la euforia, la creatividad, que son procesos fundamentales en la búsqueda del sentido de la vida por parte del ser humano.

Desde este enfoque, Jiménez (1998) establece que:

El aprendizaje puede considerarse como un proceso cultural y bioquímico, en el que diminutas células cerebrales (neuronas), elaboran nuevas conexiones entre sí (sinapsis), alterando de esta forma al ser humano a nivel biológico y psíquico. Lo anterior se debe a que nuestros procesos mentales (pensamientos, emociones), se transforman en moléculas, es decir, todos los procesos cognitivos, inclusive, los psíquicos, se convierten en sustancias orgánicas que viajan por el sistema nervioso (neurotransmisores). De esta manera se origina un proceso de autorregulación o de equilibrio homeostático que ayuda al aprendizaje (p. 111)

Uno de los neurotransmisores clásicos que se activan en una situación educativa a través de ambientes lúdicos, según el fisiólogo Elbert (1995) es la dopamina:

(…) sus funciones principales son las de proporcionar energía mental, mejorar la atención, control de los impulsos, motivación y determinación para aprender determinada situación. En el área educativa cuando hay una deficiencia de dopamina se traduce en fatiga, problemas de atención y falta de control de los impulsos. Es por lo que la dopamina tiene importantes implicaciones educativas, porque interviene en procesos de gratificación y motivación que son fundamentales en el aprendizaje (p. 89)

Para poder activar este neurotransmisor, w los docentes debemos saber activar este sistema de gratificación de la dopamina con gestos, miradas o conductas agradables. El lenguaje no verbal desempeña un papel importante en la transmisión de componentes emocionales, por lo tanto el aspecto lúdico puede ser el facilitador de estos estímulos.

Con relación a la serotonina, Elbert (1995) establece que:

Es un neurotransmisor que ayuda a transmitir mensajes una y otra vez entre los nervios del cuerpo desde el cerebro. El estado de ánimo, la motivación, el sueño, por nombrar algunas funciones, son las que controla esta sustancia. Sentirse bien es producto de la serotonina, por lo que el juego es uno de sus principales catalizadores. Es un químico al que se le atribuye conservar la sensación de felicidad, ya que ayuda a que el estado de ánimo se mantenga estable y calma la ansiedad” (p. 18)

Para reconocerlo en el ámbito educativo, es necesario saber que en ocasiones es denominado como el neurotransmisor de la felicidad.

Con respecto a la acetilcolina, Elbert (1995) considera que:

(…) ayuda a comunicar los impulsos nerviosos más rápido y de mejor manera en un individuo, así mismo contribuye a mantener aguda nuestra memoria. Es necesaria para la buena comunicación entre las células nerviosas del cerebro y para la buena memoria. Todos los individuos necesitan la acetilcolina para tener buenas señales entre las células nerviosas del cerebro, que a su vez movilizan el sistema músculo-esquelético (p. 28)

En el aspecto educativo podemos decir que este neurotransmisor es fundamental para aprender y conservar en la memoria de corto plazo los contenidos analizados en la escuela, así como mejorar sus conductas motrices. Es por ello que la escuela debe brindar las alternativas de aprendizaje adecuadas a las características evolutivas del niño, para que así el cerebro cumpla su función fisiológica. De ahí la importancia de que el docente favorezca ambientes de aprendizaje positivos a través de actividades lúdicas.

Un estudio realizado por Hillman y Ardoy (2014), que evaluó el efecto del juego sobre la actividad neuronal asociada a los procesos de atención y memoria en infantes de 10 años, logró fundamentar que la actividad lúdica mejoró el rendimiento cognitivo y la función cerebral. En la figura 1 se muestran dichos datos:

Figura 1. Fundamento del experimento realizado por Hillman y Ardoy (2014)


Gamo (2016) en su artículo “El cerebro necesita emocionarse para aprender”, señala que en los últimos años han aparecido diferentes corrientes que quieren transformar el modelo educativo, y una de ellas es la neurodidáctica, la cual es un conjunto de conocimientos que está aportando la investigación científica en el campo de la neurociencia y su relación con los procesos de aprendizaje. “Antes solo se podía observar el comportamiento de los alumnos, pero ahora gracias a las máquinas de neuroimagen podemos ver la actividad cerebral mientras realizan tareas” (p. 66). Esa información sirve a los pedagogos para decidir qué métodos son los más eficaces. Por su parte Mora (2018) asegura que el elemento esencial en el proceso de aprendizaje está en:

La emoción, porque sólo se puede aprender aquello que se ama, y donde existe la diversión y la felicidad, aquello que le dice algo nuevo a la persona, que significa algo, que sobresale del entorno dentro del escuela y la actividad lúdica, puede ser uno de los grandes detonadores (p. 6)

Actualmente existen evidencias en el aspecto matemático, en las que los niños, desde edades tempranas tienen desarrollado el dominio de conceptos sobre estimaciones y operaciones básicas relacionadas con las matemáticas. Los que todavía no hablan pueden distinguir numéricamente entre unos pocos objetos, al igual que algunos animales como los chimpancés, lo cual hace pensar que el sentido de la cantidad es una característica que compartimos con los primates, mientras que el pensamiento simbólico, verbalizado y matemático es exclusivo del ser humano. La AUM (Academy University of Mathematics) en el año 2010 realizó diversos estudios como el siguiente:

(…) a niños de cinco años a los que se les muestra un objeto, usualmente un juguete, y luego se oculta tras una pantalla. Después se les muestra otro objeto y nuevamente se oculta detrás de la pantalla. Si al retirar la pantalla solo aparece un objeto, el niño permanece con la mirada sobre el objeto durante mucho más tiempo, como si estuviera sorprendido de un resultado no lógico (p. 50)

Esto se interpreta como una capacidad innata de pensamiento matemático a nivel cerebral.

Otro de los experimentos realizado por la AUM (2010) logró descubrir que en niños mayores de cinco años, a medida que aprenden la matemática simbólica, es importante el uso del cuerpo y actividades motrices diversas para realizar cálculos, especialmente el uso de los dedos para contar y realizar operaciones básicas como sumas y restas. En este caso las cortezas motora y sensorial, audición, lenguaje y control motor son importantes. Se comprobó que para aprender las matemáticas el cerebro del niño emplea inicialmente el sentido visoespacial de la cantidad y luego lo combina con los símbolos matemáticos que aprende y que están relacionados con el lenguaje, cerrando el proceso las actividades que impliquen movimiento corporal.

Las áreas cerebrales encargadas del pensamiento matemático van madurando progresivamente, de tal manera que en el niño solo algunas de estas áreas son activas y otras se irán activando con el desarrollo cerebral y con el estímulo que reciba a través de la educación.

Los neurólogos Radford y André (2009) establecen que:

Las áreas cerebrales encargadas del pensamiento matemático van madurando progresivamente, de tal manera que en el niño sólo algunas de estas áreas son activas y otras se irán activando con el desarrollo cerebral y con el estímulo que reciba a través de la educación. Inicialmente maduran las áreas primarias, tanto motoras, como somatosensorial, visual y auditiva. En el momento se plantea que el hemisferio derecho tiene la capacidad para reconocer los símbolos numéricos y realizar aproximaciones o estimaciones matemáticas. El cerebro izquierdo tiene la capacidad de reconocer la escritura alfabética matemática, esto probablemente está relacionado con su función lingüística; desde el punto de vista de procedimientos tiene la capacidad de realizar cálculos como la multiplicación, suma y resta (p. 97)

Figura 2. Hemisferios cerebrales y áreas de pensamiento matemático. Radford y André (2009)


FUNDAMENTO PSICOLÓGICO

Desde la perspectiva conductual el juego tiene características intrínsecas, ya que genera en el niño motivación, felicidad, alegría y sobre todo gran disposición para participar. También es extrínseco, porque favorece a que manifieste conductas positivas porque al momento de jugar con los que le rodean hay un desenvolvimiento de todas las capacidades físicas y psíquicas. Huizinga (1945) señala que:

El fenómeno lúdico es un recurso educativo que favorece el aprendizaje en sus múltiples facetas, tiene una función catártica, ya que puede servir para liberar tensiones. Tal vez esta diferencia entre el juego de los niños y los adultos se resume en este pensamiento: ¡los niños juegan para encontrar la realidad; los adultos juegan para rehuirla! (p. 83)

Por lo tanto, resulta importante que los adultos jueguen con los niños para favorecer los lazos familiares y escolares.

Así mismo la conducta del niño cuando juega tiene una función compensadora e integradora, tanto en el medio familiar como el escolar, para Batllori (1992):

(…) el juego infantil permite un vuelco de todo el ser y una liberación energética que se reconoce en la alegría que se siente y que se transmite con los que le rodean, es la expresión del ser que socializa, explora, construye y comparte con otros el descubrimiento de la realidad y el despliegue de su propia creatividad (p. 100)

Mora (2018) precursor de las neurociencias y conocedor sobre la importancia del juego en el aprendizaje de los niños, considera que éste “forma parte fundamental para que los neurotransmisores cum-plan su función con las conexiones neuronales, lo anterior se logra a través de la alegría, la emoción y la felicidad que solo el fenómeno lúdico puede dar en cualquier etapa de nuestra vida, sobre todo en la infancia” (p. 224). Piaget (1981) “asocia tres estructuras básicas del juego con las fases evolutivas de la cognición del niño: el juego es simple ejercicio (libre); el juego simbólico (abstracto y creativo); y el juego colaborativo (colectivo de tipo familiar o escolar)” (p. 83); Vygotsky (1976) suponía que “el juego surge como necesidad de reproducir el contacto con lo demás. La naturaleza del juego está basada en una construcción social que los humanos han creado para su bienestar físico y mental, donde la educación tiene que echar mano para favorecer a la formación académica de cada alumno” (p. 47)

Gardner (2000) establece que el juego es una actividad social, que favorece al desarrollo de las inteligencias múltiples en la infancia. Un niño que juega en la escuela tiene más predisposición para atender a las indicaciones relacionadas con cualquier asignatura, por lo tanto, se recomienda que los maestros hagan uso de esta fórmula para motivar al alumno. García (2018) en su publicación propone esta fórmula:

Fórmula del Método Lúdico

EMOCIÓN + MOTIVACIÓN × ATENCIÓN = APRENDIZAJE

Es importante mencionar que existe una diversidad de investigaciones que han contribuido al estado del arte sobre el tema matemáticas lúdicas desde el punto de vista psicológico. Se ha notado que especialistas en el campo de las matemáticas y el juego han realizado investigaciones sobre dicho tema en los últimos años en América Latina y el Caribe. Suazo (2011) en su tesis doctoral, realizó una investigación basada en el uso de actividades lúdicas en la clase de matemáticas de cuarto grado, que tuvo como propósito conocer si el incorporar juegos educativos como una estrategia educativa en los procesos de enseñanza y aprendizaje mejoraba la ejecución de los estudiantes de ese grado en el área de matemáticas. Se diseñaron los juegos educativos sobre el concepto de fracción, se orientó y se adiestró a los maestros. Dicha investigación se trabajó con una muestra de 72 estudiantes de cuarto grado y tres maestros participantes. Para recopilar los datos se administró una pre-prueba y una post-prueba y realizó una entrevista semiestructurada a los maestros con el fin de recoger sus impresiones con relación a la integración de la estrategia de juegos a la clase de matemáticas. Los resultados de este estudio mostraron grandes beneficios sobre esta estrategia educativa, hubo diferencias significativas entre la pre-prueba y la post-prueba a favor de esta última, entre las puntuaciones obtenidas por los participantes en la modalidad tradicional y la modalidad lúdica en cada grupo y en los grupos consolidados a favor de los juegos.

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