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El Corazón Del Tiempo
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El Corazón Del Tiempo

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La familia Hogo sabía a donde había ido, porque ella había viajado de atrás hacia adelante en el portal del tiempo muchas veces. Kyoko era la que de pronto tenía amnesia sobre ese tema.

Ella ni siquiera recordaba a Toya. Pero para el abuelo no había problema, porque era mejor si ella se olvidaba del guardián del cruce del tiempo de todas formas. Era mejor si ella olvidaba todo lo relacionado al otro lado y el peligro que había traído.

Sus ojos se entristecieron por un momento. Sí, la familia sabía casi todo lo que había pasado, porque Kyoko viajaba entre mundos, iba y venía y mientras estaba en este mundo, los ponía al tanto de los últimos acontecimientos. Él también podía decir que ella había callado mucho de lo que no quería que ellos supieran. Cosas que ahora nunca sabrían porque ella había olvidado esos secretos.

Incluso después de que su hermano menor Tama le hubiera contado mucho de lo que sabía; ella sólo había sacudido la cabeza y bajado la mirada. Ella sólo recordaba haber estado sola en el otro mundo, un mundo lleno de monstruos.

El abuelo afinó sus labios mientras reflexionaba. Él sabía que las cosas estaban bien, porque Kyoko dijo que recordaba algo acerca de que el Guardián del Corazón de Cristal entró a su cuerpo de nuevo, y luego todo terminó. Después de un par de semanas, ella se había metido de lleno en sus tareas escolares y estaba obteniendo excelentes calificaciones y ahora todo eso había valido la pena. El abuelo oyó que se abría la puerta principal y sonrió aún más.

Besando la carta como si fuera un amuleto de la buena suerte, él vio como su nieta entraba en la cocina. A Kyoko le iba a encantar esto.

Tres semanas después...

Los ojos dorados miraban como la chica del pasado se acercaba a la academia. Él la había encontrado y de alguna forma haría lo correcto esta vez. Él sintió que su escudo humano se resbaló por un momento mientras sus ojos ardían como oro líquido, al recordar todo lo que había pasado ese fatídico día en medio del campo de batalla.

Los rayos del sol de la mañana que entraban por la ventana albergaban una extraña sombra detrás de él como una imagen de alas. Él alzó sus garras y estrechó los ojos, mirando como las garras regresaban a su manto humano.

Mirando con sus ojos hechizados a la sacerdotisa, él calmó sus poderes internos. Ya era hora, y con la pureza de Kyoko, él también sintió el despertar de la maldad a su alrededor. La inconclusa batalla comenzaría pronto. Esta vez él no cometería los mismos errores.

Kyoko miró hacia el gran edificio. Para ella se veía casi como un gran castillo de algún pasado desconocido. Ella sonrió para sí misma; no podía evitarlo, aún estaba muy feliz después de saber lo de la beca y por el hecho de que ella viviría allí.

Se volteó para mirar a Tama. Él había sido una gran ayuda al venir y ayudarla con sus maletas y a instalarse. Kyoko estaba contenta porque había hablado con su mamá y su abuelo cuando estaba en casa y había podido despedirse allá. Ahora ella se sentía casi mareada con esta gran libertad y respiró profundamente para saborearla.

"Kyoko, ¿te vas a quedar parada ahí todo el día, o vamos a ir a buscar tu habitación?" Tama se quejó, aunque la vista también lo impresionó. Él miró hacia arriba con asombro al arco gigantesco que llevaba a las puertas principales.

Kyoko sostuvo el mapa en sus manos y apuntó al enorme edificio que conectaba el lado derecho de la academia. "Ese debe ser el edificio correcto". Ella se volteó y le hizo un guiño a Tama. "Gracias por ayudarme esta mañana".

Tama sonrió, sintiéndose un poco avergonzado. "De nada Kyoko, después de todo me deshago de ti por un tiempo, y eso es pago suficiente". Él se agachó y se fue tratando de escapar de ella mientras se moría de risa.

Kyoko empezó a perseguirlo pero paró a mitad de camino, sintiendo que unos ojos la miraban.

Mientras la brisa soplaba su cabello castaño alejándolo de su rostro, ella miró al edificio preguntándose qué ojos la acariciaban, pero no podía ver a nadie. Ella había sido capaz de percibir cosas extrañas en los últimos años, y sabía sin duda alguna que alguien estaba ahí vigilándola. Ella casi podía sentir que la tocaban.

Pensó que había visto movimiento en una ventana alta, pero al inspeccionarla de cerca vio que estaba vacía. Kyoko lanzó un suspiro al darse cuenta que esos sentimientos extraños se habían ido. Ella suavemente mordió su labio sopesando la decepción de irse. Rindiéndose, finalmente se encontró con Tama cuando entró a los dormitorios. Ambos se paralizaron al mirar a su alrededor.

"Ese lugar es asombroso", susurró Tama, mientras se inclinaba y añadía con una voz seria. "Deberías conservar ese mapa, conociéndote te vas a perder aquí”.

Kyoko parecía no escucharlo mientras sus ojos miraban el pasillo principal. La habitación en la que ellos se encontraban era de al menos tres pisos de alto, con escaleras que serpenteaban su camino a los otros pisos en forma de espiral. Por un lado, había una librería enorme, mientras que el otro lado parecía un área recreacional, y directamente en el medio había una lámpara gigantesca colgando del techo abovedado.

"Realmente odiaría ver eso caer", dijo ella mientras movía la cabeza.

Debajo había áreas para sentarse con muebles lujosos. Ya había estudiantes despiertos y ocupados haciendo cosas, aunque era muy temprano en la mañana. Ella quería estar aquí tan temprano como fuera posible, y ya eran las 7:30 a.m. Miró rápidamente el papel, preguntándose a donde se suponía que debía ir.

Quejándose, ella miró por encima de su hombro a Tama y señaló hacia arriba por las escaleras de espiral frente a ellos. Ellos tenían cuatro maletas entre los dos debido a que Kyoko estaba mudándose y estaban muy pesadas.

Tama se descorazonó. "Tienes que estar bromeando". Él soltó la manija de la maleta más grande sabiendo que las ruedas del fondo no ayudarían esta vez. "Tengo sólo 12 años por favor".

Ella levantó sus hombros en señal de determinación.

Kyoko se sorprendió cuando una voz masculina que venía de atrás de ella preguntó, "¿Es usted la señorita Kyoko Hogo?"

Ella instantáneamente se volteó diciendo: "Sí."

Sus ojos se abrieron de par en par al encontrarse cara a cara con un hombre muy apuesto. Tenía unos sorprendentes ojos azules y un cabello largo y oscuro sujetado en una cola de caballo. Mientras ella miraba con asombro, sintió una brisa extraña acariciar su rostro. Las puntas de su cabello le hacían cosquillas en las mejillas mientras la brisa lo soplaba.

Él le ofrecía una sonrisa encantadora. Luego, para su asombro, chasqueó los dedos y dos hombres salieron casi de la nada, tomaron sus maletas y empezaron a subir las escaleras con ellas. Los ojos de Kyoko se abrieron con sorpresa al verlos, pero antes de que pudiera decir algo, el hombre la tomo de la mano, para luego llevarla hasta sus labios, y darle un beso como si fuera un príncipe.

"Mi nombre es Kotaro, y no me gustaría ver a alguien tan linda como tú teniendo que cargar algo tan pesado. Ahora, si me sigues te llevaré a tu dormitorio". Manteniendo sus manos juntas, Kotaro sintiéndose confiado empezó a subir las escaleras.

El calor repentino que corría por sus dedos hasta sus brazos parecía continuar esparciéndose por todo su cuerpo, despertando su sangre de guardián. Ese era su secreto. Kotaro le dio un ligero apretón a su mano sabiendo que ella era a quien él había esperado pacientemente. Él se había enamorado en el momento en que ella entró en la habitación.

Kyoko levantó su delicada ceja pensando, 'Dioses sálvenme de los hombres caballerosos. ¿En qué me he metido?'

Volteándose, le encogió los hombros a Tama que estaba parado ahí con la boca abierta. Kyoko alzó la cabeza hacia un lado y alzó una ceja. "Tama ten cuidado, podrías atrapar moscas así". Luego antes de que él pudiese volver en sí, ella volteó y siguió la figura esbelta del hombre conocido para ella como Kotaro.

Ella mentalmente anotó un punto para sí, en su pizarra imaginaria, donde secretamente estaba llevando el marcador entre ella y Tama. Lo escuchó murmurar detrás de ella mientras ellos subían las escaleras y ahora sabía que ella iba ganando el juego.

Pasaron junto a otro hombre cuando iban bajando las escaleras, y mientras él pasaba frente a ella, sintió que un destello atravesaba su corazón y su respiración se detuvo. Todos los sonidos desaparecieron mientras él pasaba en frente de ella casi en cámara lenta. Luego todo volvió a la normalidad mientras su corazón se calmaba y luego se aceleraba.

Un sentimiento de malestar recorrió su piel, como si algo le faltara o más bien como si hubiera perdido algo y lo extrañara terriblemente. Tratando de deshacerse de la extraña reacción, ella ni siquiera volteó a mirar quién había pasado en frente de ella, sintiendo que para el momento era mejor no saber.

"Bueno, al menos aquí hay suficientes hombres por los que te puedes babear" susurró Tama haciendo a Kyoko murmurar en su mente.

Al final de las escaleras ella volteó, siguiendo a Kotaro por un pasillo largo, con muchas puertas a ambos lados. Ella asumió que esos eran los dormitorios, pero él nunca se detuvo en ninguno de ellos. Al final del pasillo había una puerta que decía NO ENTRAR. Ella estaba un poco confundida cuando Kotaro y los dos hombres que cargaban sus maletas pasaron a través de ésta como si pertenecieran allí, sólo para volver a subir por otras escaleras.

Tama se acercó a Kyoko y burlándose dijo, "Creo que te están mandando para el calabozo".

Kyoko le sonrió mirando sobre su hombro, "Vamos subiendo no bajando tonto".

"Entonces a una habitación fría en lo más alto de la torre", Tama le dio una palmada por detrás de su cabeza.

"Bueno al menos me mantendré en forma", pensó mientras llegaban al final de otro juego de escaleras, luego caminaron por otro pasillo pero este era hermoso. Lucía como si el piso estuviera hecho de mármol. Las puertas estaban muy separadas unas de otras. Habían solo tres cuartos en este pasillo, y ella se preocupó de que Kotaro no supiera a donde debía estar ella después de todo.

Kotaro caminó al último cuarto, pensando que ella debía ser alguien muy especial porque no habían muchas personas a las que se les permitiera vivir en este pasillo, y él sabía que ese era el mejor cuarto de todo el campus. Él se detuvo en frente de la puerta y esperó a que ella y su joven amigo llegaran.

Kotaro sonrió, estaba nerviosa. Él podía olerlo. Él miró sus tempestuosos ojos esmeraldas y ya sentía que su corazón se tambaleaba, pero por ahora, él haría lo que le habían ordenado.

Él levanto la mano con la palma hacia arriba. “Ahora me iré, pero si hay algo que necesiten…" Él le dio las llaves de su habitación y le dio una mirada que la hizo enrojecer, y de hecho él se inclinó galantemente, luego les hizo señas a los dos hombres para que lo siguieran.

Kyoko y Tama voltearon y los miraron con las cejas levantadas hasta que los perdieron de vista, luego Kyoko volvió a dar una ojeada a la puerta y jadeó. Justo ahí sobre la puerta una placa decía Kyoko Hogo en letras doradas.

Tama golpeó ligeramente a su hermana en el hombro en forma de burla. "Sabes, puedes atrapar moscas haciendo eso".

Kyoko volteó los ojos mientras mentalmente borraba el punto que se había dado antes. Tomando la llave, abrió la puerta cautelosamente espiando el interior.

Los ojos de Tama se agrandaron tanto como platos y se hizo camino a través de ella. "¡No puede ser! Este cuarto es casi tan grande como toda nuestra casa". Su asombrada voz se hizo eco en el silencio. "Podrías abrir un maldito club nocturno en este sitio".

“Entonces ¿Te gusta mi calabozo?" Kyoko agregó el punto otra vez a donde pertenecía.

*****

Dos horas después, mucho después de haberle agradecido a Tama y haberlo despachado, Kyoko estaba parada en el baño colocando sus cosas en la repisa. Ella ojeó de nuevo la bañera la cual era suficientemente grande como para cinco personas.

Gimiendo, ella imitó las palabras de su hermano menor, "¡No puede ser!"

Ella podía sentir los pelos de la nuca de punta preguntándose si todo era un error. "Si", susurró a sí misma. Alguien se presentaría en cualquier momento para decirle que empacara sus cosas. Ella sabía que estaba en el cuarto equivocado.

Kyoko caminó hacia atrás y observó alrededor de la habitación. La cama era la más grande que había visto, y estaba ya tendida con un edredón esponjoso. La habitación era hermosa, pintada de morados y azules pasteles que hacían juego con la alfombra y la cama. Habían salpicaduras de color rojo intenso aquí y allá, y un armario suficientemente grande como para perderse dentro.

Ella entró a la sala donde todo era negro y dorado, estaba equipada con todo lo que una persona pudiera querer. Ya había revisado la cocina, estaba totalmente equipada. Kyoko negó con la cabeza por enésima vez. "No puede ser". Ella se mordió el labio inferior preguntándose qué iba a hacer ahora. Era sábado en la mañana y las clases no empezaban hasta el lunes.

“Bueno, no me puedo esconder aquí todo el día”, se murmuró a sí misma.

Sintiéndose como si estuviera espiando donde no se suponía que debía, Kyoko se dirigió hasta la puerta y asomó la cabeza al pasillo. Al no ver a nadie, salió y cerró la puerta detrás de ella, luego en silencio caminó hacia las escaleras que se dirigían hacia abajo.

Y una vez más tuvo ese sentimiento de ser observada y le dio escalofríos en su espina dorsal, pero siguió caminando sin atreverse a mirar a su alrededor.

'Ella puede sentirme', pensó Kyou. Tal vez sus poderes no estaban enterrados tan profundamente como él temía. Él sabía incluso el segundo exacto en el que ella había salido de la habitación y olió su constante esencia, saboreándola.

El recuerdo de su esencia parecía refrescar otros recuerdos. "Pronto sacerdotisa, descubriremos tus poderes otra vez. Puedes elegir esconderlos pero no por mucho tiempo". Él se apoyó contra la pared del pasillo, sus ojos dorados la seguían hasta que la perdían de vista.

*****

Kyoko se sintió más tranquila una vez que llegó a la planta baja. Ella notó que ahora estaba entre gente de su edad. Suspirando y sacudiéndose el sentimiento extraño que tuvo arriba, Kyoko se quedó ahí perdida en sus pensamientos por un momento más.

Ella no podía soportar cuando sus sentimientos la golpeaban de esa forma. A veces, ella deseaba no poder percibir nada. Ella lo puso en lo más lejos de su mente mientras miraba alrededor de la gran planta baja del edificio. "Necesito un interruptor de apagado y encendido para esta cosa", murmuró, todavía pensado acerca de la extraña vibra que había tenido hace un momento.

Ella miró hacia la librería, y luego rápidamente miró atrás hacia el otro lado, decidiendo que ella quería saber más acerca de esa área primero. Hacer ejercicio ha sido hábito de ella desde que tiene memoria, y quería que se mantuviera de esa manera. Por los últimos dos años, ella había tomado clases de cualquier tipo de artes marciales, y le encantaba la libertad de movimiento que le daba a su cuerpo flexible.

Atravesando las habitaciones de recreación, ella notó que había muchas áreas de ejercicio allí. En uno de los gimnasios más grandes, podía ver a través del vidrio. Ella no podía evitar detenerse a mirarlos por un momento. Dos personas parecían que estaban teniendo una pelea con espadas. Al oír el sonido de los metales chocando, alzó una ceja. Acercándose a la puerta de la habitación, se asomó para escuchar.

"No estás prestando atención Suki". El que vestía de negro habló con una voz masculina burlona mientras se detenía y palmeaba al otro en la parte baja del cuerpo.

Kyoko no podía ver la cara de ninguno porque vestían un equipo protector.

"¡Shinbe!" dijo una muy enfurecida y femenina voz. Luego sin advertencia, la persona caminó hacia adelante y le dio una palmada en la cabeza o más bien lo golpeó en la cabeza con la espada de esgrima, y luego ella sacudió el escudo de su cabeza.

Kyoko estaba sorprendida de ver una melena larga y marrón cayendo por la espalda de la chica mientras ella se dirigía hacia el otro hombre y lo apuntaba con fuerza en el pecho con su dedo, moviendo una ceja. "Es difícil pelear en serio cuando eres tan coqueto".

Shinbe se quitó su sombrero sonriendo. En señal de rendición, él puso ambas manos en el aire y retrocedió. "Disculpa Suki, pero ahí estaba… y tú no lo estabas protegiendo".

Sintiendo un hormigueo por toda su piel, él frunció su ceño y volvió su mirada lentamente hacia la chica que estaba de pie en la puerta, "Ahem, parece que tenemos un visitante".

Kyoko observó como la chica llamada Suki se ruborizó mirando a su oponente para después alejarse de él y caminar hacia ella con una gran sonrisa.

"Hombres", ella volteó los ojos antes de darle la mano de forma amistosa, "Hola, yo soy Suki, y esta pobre excusa de hombre es Shinbe", apuntando con el pulgar al hombre que estaba detrás de ella, aún sonriendo.

"Suki" exclamó el joven llamado Shinbe. "Me heriste hasta la médula", mientras colocaba ambas manos en su corazón.

Suki frunció su ceño, "Shinbe, si pudiera herirte tu cerebro ya gotearía por tus orejas de todos los golpes que te habría dado".

Shinbe movió sus cejas, "Sabes que me encanta el amor severo que me brindas".

"Te mostraré amor severo aquí en un minuto pero no quiero asustar a la nueva chica" le respondió Suki.

Kyoko ya le agradaba la chica y sonriendo le tomó la mano en un fuerte saludo. "Hola, yo soy Kyoko Hogo, pero por favor dime Kyoko".

Ella miró al chico parado detrás de Suki. "Un placer conocerlos a ambos" Había algo en sus ojos que llamó la atención de Kyoko. Eran sorprendentemente amatista y muy impresionantes. Su cabello le llegaba un poco más abajo de sus hombros y era muy oscuro con reflejos azules. Él le recordaba a un cantante de una de esas bandas de rock de los 80's.

Suki sonrió de oreja a oreja. "Hola, yo he escuchado de ti. Si, yo sabía que vendrías hoy. Iba a ir a buscarte en un rato para darte un tour". De repente ella ajustó la mirada y volteó la cabeza hacia un lado para mirar a Shinbe con una mirada gélida, "Yo no haría eso si fuera tú".

Kyoko inclinó la cabeza para mirar. Efectivamente la mano del chico se había detenido a mitad de camino casi tocando el trasero de Suki, y estaba sonriendo con una mirada estrellada.

Shinbe suspiró y dejó caer su mano, "Un día descubriré como lo sabes, incluso cuando no estás mirando".

Suki solo murmuró, "¡Solo lo sé, es todo!" Sonriéndole a Kyoko amablemente dijo, "Ven conmigo, me cambiaré muy rápido" Ella tomó a Kyoko de la mano y la llevó afuera.

Kyoko le dio una mirada a Shinbe para ver como se despedía. "Estos dos van a ser muy divertidos" pensó para sí misma mientras era llevada al vestidor de damas.

Suki ya podía decir que le agradaba Kyoko, y por alguna razón, sentía que ya la conocía. "Kyoko, cuéntame sobre ti mientras me cambio", Dijo mientras caminaba detrás de la pared divisoria.

Kyoko se sentó sintiéndose completamente cómoda con Suki. "Bueno, vengo de un pequeño pueblo del otro lado de la ciudad. Y por algún motivo, de la nada, recibí una carta diciendo que tenía una beca para venir aquí". Kyoko podía oír un "sip" de Suki, entonces ella prosiguió: "Realmente no sé cómo recibí una beca por la que ni siquiera apliqué".

Suki pudo escuchar la pregunta en ese argumento y sonrió, asomando la cabeza por la esquina. "No te preocupes por eso, viniste aquí del mismo modo que yo". Ella desapareció detrás del divisor otra vez y añadió, "Yo nunca apliqué para acá tampoco".

Kyoko frunció su ceño, "Pero ¿Por qué? Tiene que haber una razón. ¿Sabes cuál es?"

Suki salió ya vestida. Se sentó para ponerse sus tenis. "Sí, Lo he descubierto, bueno, algo de eso sé igual. El chico que es dueño de esta escuela busca a personas con..." Suki hizo una pausa, inclinando un poco la cabeza, "habilidades únicas". Ella se encogió de hombros añadiendo, "Tal vez tengas mucho a que acostumbrarte cuando conozcas a los demás que viven aquí". Ella sonrió, sabiendo que tenía razón.

De repente, Suki se puso de pie y lanzó un zapato a la puerta del vestuario, sonriendo triunfante cuando escuchó suaves insultos en el otro lado. Recuperó el zapato y se sentó otra vez para volvérselo a poner. "Entonces, ¿Qué habilidad tienes?"

El aliento de Kyoko parece detenerse mientras su mente empieza a trabajar. No había forma de que alguien aquí supiera que ella era una sacerdotisa. Ella frunció el ceño ante la culpabilidad de Suki y rápidamente miró hacia otro lado mientras ella contestó, "ninguna que yo sepa".

Suki levantó una ceja pero se encogió de hombros sabiendo que lo iba a averiguar tarde o temprano. "Vamos. Shinbe está probablemente esperándonos de todas formas". Ella abrió la puerta y efectivamente, Shinbe estaba ahí parado suficientemente cerca como para haber estado escuchando lo que habían hablado. Él sonrió inocentemente, retrocediendo todo el tiempo.

Suki cerró la puerta detrás de ellos y señaló al cartel de la puerta. "Shinbe, ¿no sabes leer? Ahí dice Vestuario de Damas. Ella le da una mirada de advertencia.

Shinbe se encogió de hombros, "Si, por eso estaba parado cerca". Él rápidamente salió del camino cuando ella intentó golpearlo con la mano. "Suki... soy un hombre... necesito afecto. ¿Y qué mejor forma de obtenerlo que aprendiendo como funciona la mente femenina?"

"Puedes hacer tu investigación en la biblioteca”, dijo Suki entre dientes fuertemente.

Shinbe sonrió. "Querida Suki, cada libro acerca de la mente femenina está vacío".

Suki sonrió también, "Eso es porque todos eso libros en la biblioteca fueron escritos por hombres".

Moviendo su ceja con asombro, Shinbe se acercó, "Exactamente. Planeo en ser el primero en escribir uno que tenga sentido para aquellos como nosotros que poseen testosterona".

Suki le dio a Kyoko una mirada de derrota, luego miró su reloj. "Oye, ¿Tienes hambre? Vamos al restaurante estudiantil para comer primero".

Kyoko asintió con la cabeza. Ella había estado muy nerviosa para comer esta mañana, pero con ellos se sentía como en casa y ahora estaba hambrienta.

Shinbe agitó su mano en frente de él, "¡Damas primero!" Gritó cuando Suki le dio otro golpe en la parte trasera de la cabeza.

"Yo no fui tan lenta aquella vez ¿verdad? Ahora guía el camino" Suki lo miró como si lo estuviese acusando. Una vez que Shinbe caminaba a salvo en frente de ellas, ella se acercó a Kyoko con risa burlona, "Solo recuerda mantenerlo en frete de ti si no quieres que te manosee".

Kyoko no lo pudo evitar. Ella empezó a reírse y no se detuvo hasta entrar a la cafetería, que para ella se veía más como una fuente de soda. Sus ojos se agrandaban a medida que se acercaba a Suki. "Sabes, cada vez que doy la vuelta en este lugar, siento que estoy en el lugar equivocado".

Shinbe las guió a una mesa cerca de la parte trasera del lugar. Suki y Kyoko se sentaron en una banca y Shinbe se sentó del otro lado, lucía como el hombre más inocente del mundo. "Sabes, es difícil acostumbrarse a este lugar". Él le sonrió a Kyoko haciendo que se iluminarán sus ojos amatistas. "He estado aquí un año completo y todavía no lo descifro".

Suki empujó el hombro de Kyoko, "Él llegó aquí de la misma forma que tú y yo. Por una invitación abierta". Ella encogió los hombros como para decirle a Kyoko que solo lo aceptara y lo disfrutara.

Kyoko se inclinó hacia adelante con la mirada confundida, "No lo entiendo. ¿Por qué alguien haría eso?"

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