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No Hagas Soñar A Tu Maestro
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No Hagas Soñar A Tu Maestro

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Wayne suspiró, una acción involuntaria que llevó sus pensamientos hasta el presente. Janet había permanecido fuera de la habitación, posiblemente para buscarlo. “¡Ei!” gritó Wayne “No se tú, pero yo estoy hambriento. ¿Porqué no bajamos y vemos si queda algo para comer?

Janet se detuvo y lo miró. Le proporcionó una de sus miradas más extrañas, como si estuviera intentando leer un mensaje escondido en sus palabras. “Ah, gracias, Wayne” dijo finalmente “pero ahora no tengo mucha hambre. Quizás en otro momento.”

“Es lo que siempre dices”. Aquellas palabras salieron de él antes de que pudiera hacer nada para evitarlas.

Janet sonrió. “Lo sé. Lo siento. Te agradezco el ofrecimiento, de verdad, pero... pero...”

Se miró los pies, evitando mirarlo a los ojos. “No creo en realidad que la empresa sea un buen lugar para nadie. Tengo muchas cosas que arreglar por mi mismo, y no quiero que te afecten”.

Wayne permaneció de pie, sin saber como responder. No había nada que deseara más que decir algo. “Por favor, me gustaría llorar en tus hombros, desearía que me confiaras tus problemas” pero no supo muy bien como salvar esa brecha en su privacidad. Y si intentaba decir que sus problemas no le importaban, parecería que él no creyera que fueran lo suficientemente importantes para preocuparse por ellos.

Mientras permanecía inmóvil por su indecisión, Bill DeLong hizo acto de presencia en la habitación. El coordinador de programa era un hombre alto de unos cincuenta y pico años. Toda señal de edad en su pelo era contrarrestado por la juventud de sus ojos. La mayor parte del día vestía casual con un suéter y unos pantalones, pero su carácter amigable no hacía buenas migas con su afilada mente que dormía dentro de él.

“Coordinador de programa” era un buen título que atraía a una multitud de almas. DeLong era el escritor jefe, principal censor, quien administraba el programa, y el consultor para todo del estudio. Mientras Schulberg llevaba el tema financiero del negocio, DeLong era la cabeza pensante de lo creativo. DeLong no era un Soñador en si mismo, pero si era amigo de todos los Soñadores del equipo. También tenía las funciones, cuando era necesario, de confesor para cualquiera que necesitara un amigo. Si Schulberg era la cabeza de los Sueños Dramáticos, DeLong era su alma.

“Janet, estoy contento de haberte encontrado” dijo DeLong. Tenía un acento de Texas y Oklahoma. “Tengo listo para ti el siguiente guión” dijo dándole una montaña de hojas.

“No lo creo. ¿Un guión a tiempo por primera vez? Sé que no es mi regalo de cumpleaños, porque fue hace tres meses. ¿Me lo merezco?”

“Claro que sí. Helen lo terminó esta tarde y me dijo que al final encontró la inspiración para terminarlo tan rápido. Y eso es bueno. Siempre tendría que haber alguien que inspirara a esa mujer más a menudo. Es una buena escritora cuando se lo propone.”

“Bien. Le echaré un vistazo. Gracias.” Dijo Janet a DeLong con una sonrisa, para luego salir de la habitación rompiendo el ambiente enrarecido que había entre ella y Wayne.

“Jack me prometió que tendría el tuyo listo para mañana por la tarde” dijo DeLong a Wayne “Es un Western, según me comentó.”

“No, otro no” se quejó Wayne.

“Bueno, no podemos hacer Hamlet todo el rato. Al menos, los Westerns son rápidos y apolíticos.”

“Lo sé. Tan sólo es que noto como pierdo el tiempo. Me gustaría tener la oportunidad de mostrar mis cualidades, y no gastar toda mi energía en esos papeles.”

“Palabras de alguien que si sabe” dijo DeLong “En cualquier profesión creativa, los mejores son los que empiezan haciendo cosas sencillas y van a más. Shakespeare, Dumas, Dickens, Michelangelo y da Vinci lo hicieron. Necesitas una base sólida antes de poder construir cosas mayores sobre ella. He visto multitud de súper estrellas brillando de la nada y dejando alucinados a todo el mundo durante una temporada; normalmente terminan apagándose tan rápido como aparecieron. Este camino puede ser el más lento, pero también es el más seguro.”

“Pero mientras tanto, es jodidamente frustrante” dijo Wayne.

“Sí, lo sé. ¿No te he oído decir algo sobre comer cuando entré? No soy tan guapo como Janet, pero tengo tiempo si necesitas compañía.”

Wayne se lo pensó. “Por supuesto. ¿Por qué no? Vamos.”

Los dos hombres abandonaron el estudio y se dirigieron al hall. El edificio en el que Sueños Dramáticos estaba no era ni nuevo ni muy viejo. El paso del tiempo había ennegrecido el suelo marrón y el tejado blanco, pero todavía no necesitaban una reforma. Las blancas paredes estaban llenas de agujeros, pero era algo que cualquiera se acostumbraría rápidamente y ya no le importaba. Los paneles de luces sobre sus cabezas estaban llenos de grietas, y un tercio de los fluorescentes que estaban en el pasillo hacia el ascensor parpadeaban. Aquellos detalles ya no permanecían en la mente de Wayne tras un mes estando allí. Tan sólo era un lugar donde trabajar, mucho mejor que cualquier en el que tuvo que hacerlo.

Lo único que realmente le afectaba era el silencio. La mayoría de las compañías con oficinas en aquel edificio seguían un horario normal, y sus empleados ya se habían ido. Sueños Dramáticos, en el sexto piso, era una excepción. Ya que no había ninguna manera para grabar los Sueños para emitirlos posteriormente, tenían que hacerlo en directo. La gente que vivía de la industria de los Sueños, a excepción de los escritores, que podrían decidir cuantas horas trabajaban, se sentían vivir en una vida diferente. Cualquier Soñador podía adaptar su trabajo nocturno.

Wayne todavía odiaba aquel silencio. Había una gran cortina entre él mismo y el resto de la humanidad. Proporcionaba Sueños para pasar las horas de sueño a grandes multitudes en la ciudad, aunque con el paso del tiempo, cada vez tenía menos contacto con ella.

A medida que el sonido de las pisadas de los dos hombres resonaban por el corredor, DeLong dijo, “¿Quieres escuchar un pequeño consejo aunque no lo hayas pedido?”

“¿Eh? ¿Sobre qué?”

“Sobre Janet. Ahora está pasando un momento malo. No la presiones. Amos sois jóvenes, y tenéis mucho tiempo para hacer cosas”. Llegaron al ascensor y DeLong pulsó el botón.

Wayne se sonrojó. “No me había dado cuenta que era algo tan obvio.”

El ascensor llegó rápidamente, y ambos entraron dentro. “Quizás alguien tan ciego como yo lo hubiera visto” dijo DeLong “pero tengo que estar informado de todo lo que ocurre a mi alrededor. No puedo tener a unos de mis Soñadores —y uno de los más prometedores— estando en la luna por uno de los otros. Es malo para el alma, y te distrae del trabajo. Sin mencionar el hecho de que lo haces mal, la perderás, algo que no quiero. Ambos sois buenos.”

“No creo que se pueda decir 'estar en la luna'” replicó Wayne.

“Bueno, llámalo como quieras, el efecto es el mismo. Cuando mi hijo tenía quince años e intentaba tener su primera cita, mostró tener más don de gentes que tú. No eres ningún adolescente intentando dar la nota. ¿Qué sucede?”

Wayne se encogió de hombros. “No lo sé. Ella es mejor Soñador que yo. Quizás tengo miedo que ella piense que estoy por debajo de ella. O quizás ella se siente peor que yo por lo que hice antes de venir a aquí.”

DeLong resopló. “Janet es una profesional, amigo. Ella sabe lo que tienes que hacer para sobrevivir cuando estás empezando. En verdad no creo piense eso de ti.”

“Seguro que hay algo.”

“Sí” admitió DeLong, “pero no tiene nada que ver contigo.”

El ascensor los llevó hasta el primer piso, y atravesaron el oscuro hall hacia las máquinas de comida. La cafetería consistía principalmente en unas máquinas de comida en una gran habitación, con tan sólo unas pocas luces. Mesas de plástico estaban esparcidas por el suelo como si fueran setas, cuyas patas las sujetaban como si fueran anillos. Las pisadas de los dos se escucharon mucho más misteriosas a medida que caminaban hacía las máquinas.

“¿Cuál es el problema, entonces?” preguntó Wayne.

DeLong pretendió, por un momento, no haberlo escuchado, y miró los dispensadores gritando “¡Mierda! Los que llenan las máquinas algún día se darán cuenta que harán negocio si nos ofrecieran cosas decentes. Todo lo que nos dan es lo que los del turno de día no quieren comer, ¡y está todo rancio!”

El coordinador del programa al final escogió un patético sándwich de jamón y queso y una taza de café negro, pero Wayne estaba más hambriento que él, aunque la oferta no era muy apetitosa. Terminó escogiendo una lata caliente de sopa de tomate, una ensalada ya marchitada, una zarzaparrilla y un plato de un pudin esponjoso para acompañar aquel sándwich de jamón y queso. Intentando que no se le cayera la comida, se dirigió hacia la mesa donde DeLong ya se había sentado.

DeLong cogió su sándwich y lo estuvo contemplando durante un rato hasta que se atrevió a acercárselo a su boca. “¿Ya sabes” dijo de repente “que Janet tuvo un romance con Vince Rondel?”

Wayne dejó de tomar la sopa. “Bueno, escuché cierto rumor.”

DeLong agitó su cabeza. “No es un rumor. No solamente fue algo sabido en toda la cadena, si no que me lo dijo la misma Janet durante una cena. La relación se terminó hasta un año y medio, y fue antes de lo de Spiegelman. Quizás si no hubieras estado tan ocupado intentando rehacer las cosas con Janet, deberías haber prestado más atención con lo que Eliott estaba haciendo, aunque no creo que le podríamos haber parado los pies.”

“¿Porqué me estás contando esto?” preguntó Wayne “¿Estás intentando traicionar su confianza?”

“Probablemente” contestó DeLong de una manera despreocupada. “Pero creo que puedo confiar contigo para que no uses eso contra ella, y definitivamente creo que tenías que saberlo.”

“¿Por qué?”

“Por que te hará comprender lo sucedido cuando dos Soñadores de la misma cadena dejan que sus emociones los dominen. Janet era una chica confundida cuando llegó para trabajar aquí hace unos pocos años —¿Por qué nunca hay Soñadores sanos?— pero ella tenía mucho potencial. Vince trabajó con ella y su gran talento. Su gran personalidad la ayudaba, pero estoy seguro que hizo mucho por ella como persona.

“Terminó acudiendo a mi llorando hace un mes, y me dijo que no podía más y que tenía que alejarse de Vince. Tengo que admitir por mi propio ego, que ella es demasiado buen Soñador y que no quería perderla. Entonces ocurrió lo de Spiegelman, y no pudimos permitirnos perderla. Por lo que la coaccioné, halagué y persuadí para que permaneciera con nosotros, aunque eso significar que cada día tuviera que seguir viendo a Vince. No fue algo fácil para ella, creo que una gran parte en ella lo sigue queriendo.

“¿Cómo termino el romance?” preguntó Wayne.

DeLong al final mordió un trozo de su sándwich, y se acomodó en su asiento para masticarlo reflexivamente. “La madre de Vince” terminó diciendo. “La Sra. Rondel es la causa de muchas y grandes cosas malas, pero ninguna es Vince en si. Esta comida es realmente desagradable, ¿no? Me doy cuenta de ello cada vez que vengo aquí.”

Volvió a colocar el sándwich de vuelta al plato de papel y miró a Wayne a los ojos. “Pero ayudando a Janet tras una desafortunada relación, podrás ver la razón por la cual no quiero hacerlo de nuevo. Si algo va mal, uno de vosotros, o ambos, deberíais dejarlo —y tal como dije, vosotros dos sois demasiado buenos. No quiero perder a ninguno de vosotros. Deberías sentirte halagado.

“Así es, pero...”

“No soy uno de esos jefes que no quiere que sus empleados socialicen después del trabajo. No estoy diciendo que no puedas ver a Janet, o establecer una amistado con ella, o incluso casarte con ella y tener diecisiete hijos. Lo que dijo es que no la presiones. Deja que ocurra lo que tenga que ocurrir. Todavía hay heridas que no han cerrado.”

Da igual cómo de buen intencionado seas, si dejas que se caiga, nunca se recuperará. Ambos sois gente muy atractiva, y a la larga es posible que terminéis juntos.”

“Ya estás otra vez” dijo Wayne. “Primero me dices que sea paciente con mi carrera, y ahora tengo que serlo con Janet.”

“Parece un disco rallado, ¿no?” sonrió DeLong. “Pero es cierto. Hay gente que han escalado las montañas más altas del Himalaya, con gran riesgo y gasto, para consultar grandes maestros y recibir el mismo consejo que el que te he dado. Amigo, has recibido el saber de los Antiguos gratis. Muestra un poco de gratitud.”

Capítulo 4

Mientras Wayne decidía la manera en que respondería los comentarios medio en serio de DeLong, Vince Rondel entró en la habitación de la cafetería. Rondel era de estatura mediana pero robusto, como un antiguo jugador de rugby que no dio la talla para profesional. La mayoría de los Soñadores vestían casuales —Wayne con tejanos, una camiseta y deportivas— pero Rondel siempre iba en traje. Tenía un armario con solamente dos trajes, el cual Wayne vio. El tejido era barato, pero siempre estaban bien planchados. El corte de la chaqueta realzaba el cuerpo cuadrado de Rondel, y hacía que su cabeza parecía la mitad de su tamaño real. Su rostro estaba bien afeitado y su pelo rubio estaba bien peinado hacia delante sin rastro de calvicie. Siempre se hacía la manicura, y sus manos siempre estaban limpias.

Rondel espió lo que hacía DeLong y dijo, “Aquí estabas, Bill. Necesito un favor.”

Way vio los dedos de DeLong empujando el máquina de café Styrofoam, pero pronto cambió de conducta. “¿Qué ocurre, Vince?”

“Es mi madre. Ha llamado, debe ocurrir algo malo. Tengo que ir a verla.”

“Es la tercera vez en esta semana, Vince” dijo DeLong manteniendo la calma.

“Está vieja, y enferma. No puedo hacer nada. No deja que contrate a una enfermera, y no quiere ir a una residencia en la que puedan cuidarla. ¿Podrías llevarme a casa?”

“Sabes que vivo en otra zona. ¿Por qué no llamas a un taxi?”

Rondel ignoró la sugerencia y miró a Wayne. “Corrigan, tú tienes coche, ¿no? ¿Dónde vives?”

“Van Nuys” dijo Wayne de mal gana.

Rondel sonrió. “Muy bien. Voy a North Hollywood, justo a medio camino. ¿Podrías llevarme hasta allí?”

“Bueno...”

“Bien. Voy a por mis cosas y regreso”. Rondel salió rápidamente de la habitación, y regresó.

“Deberías aprender a decir no más rápido” le aconsejó DeLong.

Wayne lo miró sorprendido. “¿Quieres decir que no tiene coche? ¿Cómo llega hasta aquí?”

“En autobús, cuando no lo lleva alguien.”

“Pero si gana más que yo.”

“Casi el doble” dijo DeLong.

“¿Qué hace con todo el dinero?”

“Cuando no lo destina a la hipoteca, a facturas o comida, es para las facturas del médico de su madre. El resto, para la iglesia. Su madre le insiste que lo haga.”

Wayne no podía creérselo. Podría vivir cómodamente con el doble de su sueldo actual —y allí estaba Vince Rondel, la estrella de la cadena, pidiendo que lo lleven en coche porque él no puede. “¿Te importa si me voy ya?” preguntó “He estado toda la noche trabajando, y dijiste que mi guión no estará listo hasta mañana...”

“Sí, puedes irte” dijo DeLong suspirando. “Tenemos que mantener a nuestra estrella feliz.”

Rondel regresó a los dos minutos con su maletín, pero Wayne tardó más porque tuvo que ir hasta su pequeña oficina a por su chaqueta. Wayne se tomó su tiempo adrede, y se preguntó la razón. ¿Era porque Rondel había tenido un romance con la chica que Wayne deseaba? La idea parecía demasiado infantil para alguien como él, por lo que se vio en la obligación de acelerar el paso.

Al final pudieron salir. Wayne llevó a Rondel hasta el parking, para coger a su coche de cuatro años. “No es gran cosa,” dijo excusándose, “pero me lleva donde quiero ir.”

“Me parece bien,” dijo Rondel “Odio decir estas cosas, pero los autobuses no pasan muy a menudo a estar horas de la noche y los taxis son demasiado caros.”

“Tal como dijiste, es a medio camino de mi casa” dijo Wayne. Encendió el coche, y salieron a la noche.

Al principio condujo en silencio. Aunque Wayne había estado trabajando para Sueños Dramáticos durante un mes, él y Rondel a penas se conocían el uno al otro. Rondel hizo un intento de conversación sobre religión con él, pero Wayne se libró de ello. Todo lo que realmente sabía era lo que DeLong le había contado. Rondel era la estrella de la cadena. No solamente el Maestro de los sueños dentro del equipo, si no era alguien de gran talento, quien escribía sus propios guiones y los interpretaba. Wayne estudió parte del trabajo de Rondel antes de llegar a la cadena, y tenía que admitir que era impresionante.

“¿Te importa que te haga una pregunta personal?” se aventuró a decir tras un par de minutos.

“Depende de lo que se trate.”

“Bueno, tan sólo me preguntaba porque estás perdiendo tiempo en una cadena local tan pequeña. Podrías estar en una de las grandes redes de cadenas haciendo cosas realmente grandes.”

Rondel contempló la ventana. “Sí, tengo varias ofertas. Muy buenas ofertas. Pero tendría que irme al Este, y no puedo.”

“¿Por qué no?”

“Mi madre no le iría bien su clima. Tiene una salud delicada.”

“¿Y qué le ocurre?”

“De todo. Sufre artritis, uno de sus riñones no funciona bien, su corazón está enfermo, su sistema digestivo, sus pulmones, y así una larga lista de problemas.”

“Lo siento.”

Rondel mostró un gesto de desdén. “Es la voluntad de Dios, nada puede hacerse. Todo lo que puedo hacer es intentar que se sienta lo más confortable posible.”

El silencio lo volvió a llenar todo en aquel coche mientras circulaba por aquella autopista vacía. Wayne apartó la vista de la carretera varias veces para observar al hombre que tenía sentado a su lado. Intentó imaginar a Janet en los brazos de ese hombre, Janet besando sus labios, sus mejillas, su cuello, el cuerpo desnudo de Janet gimiendo con pasión debajo del de Rondel...

Las ruedas emitieron un ruido como de traqueteo a medida que el coche empezó a girar bruscamente hacia el otro carril. Wayne dio un golpe de volante hacia el lado contrario. No te despistes de la conducción, se dijo a si mismo como aviso.

Rondel, además de él, también reaccionó. “Oye, no te distraigas por mi. No le haré ningún bien a mi madre si muero en un accidente.”

“Lo siento” se disculpó Wayne. “Me he despistado un instante. Ya sabes como va eso.”

“Sí, es nuestro trabajo. ¿Cuál es tu siguiente proyecto?”

“Bill me dijo que un Western. Tendré el guión mañana.”

“Eh, los Westerns siempre son buenos. La confrontación clásica del bien contra el mal. Ya he perdido cuenta de cuantos Westerns hice cuando empezaba. Es un buen campo para afinar tus cualidades.”

¿Qué te hace pensar que necesito afinar mis cualidades? Pensó Wayne con rencor, pero en su lugar dijo en voz alta, “Sí, es lo que siempre dice Bill. Pero no es tan simple. Me gustaría un poco más de desafío.”

“Tan sólo es lo simple como hayas escogido que sea. ¿Tienes una copia del film de McLaglen Camino al Oeste?

“No. ¿Qué es eso?”

“Es la mejor referencia que he podido encontrar. Costó ochenta dólares, pero vale la pena. Miles de ilustraciones y muchas más fotos antiguas de aquellos días. Es lo mejor que te puede ayudar para visualizar la ropa, los edificios y todo el ambiente del Viejo Oeste. Léelo solamente un par de veces y tu Western será tan real que tendrás a la gente despertando hablando de ello.” Dio una pausa durante un momento. “Tengo una copia en casa. Puedes venir conmigo y te la dejaré.”

“No quisiera molestar”

“No lo haces. Solamente será un segundo.”

Wayne no quería gustarle a aquel hombre. Rondel era una súper estrella, el estándar con el que Wayne se comparaba para terminar sintiéndose menos cosa. Rondel había echo el amor a la mujer que Wayne quería, y lo enloqueció tanto que Bill le advirtió sobre cualquier relación que Wayne pudiera desear con ella.

Rondel podría crear un Sueño maestro, algo que Wayne no. Rondel tenía todo lo que Wayne deseaba, y Wayne lo odiaba con todas sus fuerzas. El hombre había sido tan patéticamente amigable, que Wayne poca cosa podía hacer que aceptar la proposición. “Bueno, Vince. Gracias.”

Más silencio. Rondel se aclaró la garganta un par de veces antes de hablar, pero al final se lo repensó. Al final, logró reunir suficiente coraje para entrar en acción. “Ya que me hiciste una pregunta personal, ¿te importaría si te retorno el favor?”

“Creo que no.” Wayne intentaba reaccionar lo menos posible. Aquella proximidad forzada con Rondel lo estaba haciendo sentir cada vez más incómodo.

“Trabajastes... esto, según me han dicho— antes de venir a Sueños Dramáticos— en el porno. ¿Es verdad?”

Wayne apretó de manos. “Sí. ¿Qué sucede?” Lo último que necesitaba ahora mismo era una lección de moralidad, y Rondel era famoso por sus discurso religioso. “Lo hice porque tan sólo era un trabajo el cual lo consideré como principiante. Tal como has dicho, es una forma de afilar mis cualidades.”

“Ah, seguro que lo es. No te estoy criticando por ello. Todos hemos empezado donde hemos podido. Por lo menos, Dios logró que volvieras al camino correcto. Yo solamente... quería saber como fue todo aquello.”

“¿Eh?” Wayne lo miró con sorpresa y encontró a Rondel mirándolo fijamente, sacudiendo sus manos nerviosamente en sus pantalones. “¿Qué quieres decir?”

“Bueno, sobre el sexo. Tuvo que ser excitante.”

Lo fue, en su medida. Como aquel hombre que da gran parte de su salario a la iglesia, al fin y al cabo un hipócrita. Wayne casi se quedó ciego por el flash repentino del alma de Rondel, y saber que aquel era el punto débil de ese hombre hizo florecer su interior. Intentó no mostrar demasiado sentimiento en su respuesta. “No, de hecho era algo aburrido.”

Aquellas palabras tuvieron el efecto deseado. Rondel lo miró perplejo. “¿Aburrido? No lo creo.”

“Seguro, piénsalo un momento. Cuando tienes que hacerlo, el acto físico del sexo es tan sólo un acto repetitivo. Cuando lo estás haciendo, por supuesto, te sientes perdido en las sensaciones con tu propio cuerpo, pero recreando las vistas, sonidos y olores todo se vuelve muy artificial. La mayor parte de la mejor literatura erótica ha sido sobre los preliminares, siendo el sexo en sí solamente una pequeña parte. Además, todo lo que hacemos es una burla. No nos permiten jamás consumarlo.”

“¿Por qué no?”

“Por la misma razón por la que no se nos permite herir o matar a alguien, supongo. Incluso en sueños normales, nadie finaliza el acto. Puedes acercarte muchas veces, pero siempre ocurre algo que te impide llegar hasta el final.

Se quedó parado. “Quizás es la manera que tiene el cuerpo de aguantar la tensión, pero la FCC tiene unas normas muy estrictas para nosotros. Nada de consumación. Si intentamos hacer algo, irán a por nosotros, y casos ocurridos como los de Spiegelman terminan pareciendo una simple merienda.”

“¿Qué tipo de cosas haces, entonces?”

“Cosas rutinarias, la mayoría. Uno-a-uno, fantasías de harén, orgías. Me mantengo alejado de la gente realmente problemática, el S&M, castigos, escatología y cosas por el estilo. Probé una vez con un Sueño gay, pero fue terrible. No iba conmigo, y el jefe me pidió que me limitara a lo estándar. Hice alguna escena lesbiana durante una época, pero aquello era diferente. Las fantasías lésbicas casi son exclusivas a los hombres, y por lo que me han contado, la mayoría de las mujeres gay no están interesadas en ello. Qué divertido”

Rondel lo interrumpió. Salimos por aquí, en el Canyon Laurel.”

Durante los siguientes minutos Rondel estuvo ocupado dándole las direcciones a Wayne por las calles hacia su casa, y aquella conversación se terminó. Cuando el coche de Wayne hubo aparcado frente a su destino, era demasiado tarde para reemprender la charla sobre el antiguo trabajo de Wayne, cosa que a él le parecía bien.

“Entra y te daré el libro” dijo Rondel invitándole.

“Puedes dármelo mañana en la reunión de equipo.”

“Solamente será un minuto. Ven.”

Sin saber porqué, Wayne salió del coche y siguió a Rondel hasta la casa.

La casa no era nada del otro mundo, un edificio modesto de una planta construido algo alejado de la calle. La parte delantera estaba cercada por una valla que parecía echa de cadenas, atada como para evitar que los niños jugarán por ahí. La hierba estaba bastante alta en algunas partes, y llena de agujeros en tras. Definitivamente Rondel no poseía el mismo nivel de jardinería que otros.

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