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Vampiro Géminis
ParecÃa que estaba lista para luchar contra él y sus ojos de esmeralda se habÃan vuelto tempestuosos, haciendo que los rayos de deseo se desparramaran por su estómago y por sus muslos mientras la miraba. Hyakuhei de repente lo sintió en su sangre... golpeando profundamente bajo su piel. HabÃa estado esperando algo mientras pudiera recordar y ahora lo habÃa encontrado... ella.
Sus manos estaban en su chaqueta de cuero negro, casi rasgándola de él. Lo echó a un lado y Hyakuhei oyó que golpeó el respaldo del sofá antes de caer al suelo. Su camisa no duró mucho mientras la abrÃa, enviando botones volando por todas partes. TenÃa la sensación de que iba a necesitar ropa nueva durante años, porque no tenÃa la intención de dejarla ir.
-Te quiero -pidió Kyoko contra sus labios y luego lo empujó con fuerza como si lo rechazara.
Se puso de pie a toda su altura cuando un fuego maligno empezó a arder tras los ojos de la oscuridad. "Es demasiado tarde... eres mÃa ahora." Su voz era profunda, ya que resonaba a través de ellos.
Hyakuhei no perdió tiempo en volver a encerrarla dentro de la banda de acero de sus brazos y la levantó para que no pudiera volver a intentarlo. Sintió que su sangre se calentaba a un nivel peligroso mientras sus piernas se envolvÃan alrededor de su cintura una vez más.
Empujando hacia atrás el impulso de darle lo que ella estaba pidiendo justo allà en el pasillo, la llevó a la habitación. PodÃa probar el alcohol en su aliento y querÃa besarla tan profundamente que sentirÃa la embriaguez mientras la bebÃa.
Dejando a la niña demasiado suavemente en la cama, retrocedió mientras ella se levantaba rápidamente sobre sus manos y rodillas y lo observaba rodear la cama. De nuevo se preguntó quién estarÃa acechando a quién mientras se desnudaba lentamente de la pequeña ropa que le habÃa dejado. Sus manos estaban firmes... implacables mientras seguÃa cada uno de sus movimientos con uno de los suyos. Más tarde se preguntará quién fue primero desvestido.
Los labios de Kyoko se separaron cuando ella se encontró en su espalda rodeada por una cortina de seda de ébano mientras su cabello se balanceaba alrededor de ellos... bloqueando todo lo demás de su vista. Sus manos estaban clavadas en el colchón a ambos lados de ella mientras él se acercaba apenas fuera de su alcance, haciéndola gruñir en él.
Hyakuhei lo tomó como un signo de desafÃo y el macho alfa en él se hizo cargo de querer dominarla completamente. Colocando su muslo entre los suyos, los separó rápidamente y se levantó sobre sus rodillas. Levantó lentamente las manos por los brazos y las costillas, tomó sus caderas y las levantó en alto, avanzando hacia él mientras besaba su muslo interior en un sendero caliente hasta el centro de ella.
Kyoko gritó, el movimiento habÃa sido tan rápido y antes de que el grito terminara, su aliento se calmó dentro de sus pulmones ardiendo mientras su lengua se deslizaba hacia arriba a través de la abertura de sus labios inferiores sólo para retroceder hacia ellos un poco más profundo. Sus manos puestas en las sábanas mientras arqueaba su espalda aún más. Ella entró en pánico sintiendo algo dentro de su ruptura con tanta fuerza que su cuerpo vibró desde el interior como el grito volvió... sonando más como el pináculo entre el dolor y el placer.
Hyakuhei agarró sus caderas, envolviendo sus dedos alrededor de la suavidad mientras profundizaba su beso cuando alcanzó su pico tan rápidamente. Ãl querÃa devorarla y gruñó con placer sabiendo que él era el primero y serÃa el último en probar su cielo.
Cuando él gruñó en ella, Kyoko se resistió y luego se desmayó al romper de nuevo. PodÃa sentir que él la bebÃa y la dejaba perdida dentro del terremoto. Mientras gimió, alargó la mano y agarró un puñado de su pelo, tratando de alejarse del intenso placer... sólo para descubrir que ahora ella lo estaba sosteniendo en su lugar y moviéndose contra su boca mientras gritaba.
Hyakuhei sintió que estaba siendo poseÃdo por su necesidad de ella mientras levantaba la cabeza y rugÃa, dejando caer su espalda al colchón y deslizando su cuerpo hacia arriba y sobre el suyo en un fluido movimiento dominante. HabÃa esperado tanto... más tiempo que el tiempo... siempre habÃa querido poseerla aunque no recordaba haberla conocido nunca. Se lamió los labios antes de descender sobre los suyos y mover su parte inferior del cuerpo hacia atrás entre sus piernas.
El calor le ardÃa a medida que la cabeza de su rÃgido personal se acercaba a su entrada. El tiempo para querer habÃa terminado.
Todo el aliento la dejó mientras el ángel oscuro empujaba hacia adelante... rompiendo su lazo de sangre. Ella giró la cabeza de un lado a otro con miedo, escuchando susurros frenéticos a su alrededor de cosas que no estaban destinadas a ser. PodÃa sentir auras de luz tratando de alejarla de él, pero cuando sus ojos volvieron a centrarse en él; Todo estaba en silencio, excepto el espeso dolor que le latÃa entre los muslos.
Se mantuvo inmóvil sobre ella, después de haber oÃdo las mismas voces que ella. Los celos posesivos lo arrastraron atreviendo al fantasma para tratar de quitárselo. Al ver que su mirada ahora se centraba en él, él se retiró de su opresión sólo para golpear de nuevo en ella mientras ella lo observaba. Sus labios se separaron cuando él le dio un nuevo alto... uno que las voces de los condenados no podÃan penetrar.
Sus brazos temblaron cuando él se desaceleró a un fuerte empuje; Sin apartar los ojos de la pasión que irradiaba de ella. Ahora eran iguales mientras levantaba sus caderas para encontrarse con las de él, sólo para gritar con cada golpeteo... dejándola luchando por alejarse y acercarse al mismo tiempo. PodÃa sentir que ella lo apretaba desde dentro y gimió mientras luchaba para acelerar el paso.
Kyoko agarró sus costillas en un esfuerzo por mantenerla mientras sentÃa que los rayos corrÃan por ella y cruzaban sus muslos al ritmo de su latido cardÃaco.
Al ver que habÃa ganado la batalla, Hyakuhei frenó su rostro y sus labios adoraron los suyos, lamiéndose y escaldándose antes de volver a ser exigentes una vez más mientras volvÃa a acelerar, sin darle descanso. Mientras se movÃa de arriba abajo, sabÃa que nunca terminarÃa con ella... nunca lo suficiente como para detenerse.
Deslizando sus brazos alrededor de ella, él se recostó sobre sus rodillas... trayéndola con él. Tirando de sus palmas hacia sus caderas, él la sostuvo, luego bajó su espalda sobre él... observando su arco de cabeza hacia atrás y girando alrededor de su hombro, trayendo una oleada de pelo castaño con ella. Jalando sus piernas alrededor de él, Hyakuhei subió de la cama, empujándola contra la pared mientras él continuaba levantándola y retrocediendo con movimientos más fuertes.
Mientras se movÃa, Kyoko no podÃa quitar los ojos de sus perfectos labios llenos ahora que se habÃa levantado sólo una pulgada más alta que él, sólo para bajar con cada empuje de sus caderas. Apretó los dientes mientras se apoyaba contra ella y levantó una mano por encima de su cabeza... tratando desesperadamente de encontrar algo en la pared para aferrarse a ella. Su mundo se inclinó cuando su espalda dejó la pared y él aterrizó en la cama con ella todavÃa encima.
Finalmente, teniendo el control que habÃa anhelado, Kyoko tomó sus manos y las sujetó rápidamente a la cama mientras levantaba sus caderas casi liberándolo sólo para golpear de nuevo sobre él. PodÃa sentir cada centÃmetro del hombre debajo de ella mientras empezaba a moverse hacia adelante y hacia atrás en un movimiento abrasador. Alzando la mirada de él, trató de recuperar el aliento sin detener el movimiento.
Hyakuhei tomó a la diosa por encima de él y supo que no era una mentira. HabÃa nacido sólo para él y habÃa esperado tanto tiempo que la habÃa olvidado. PodÃa sentir su alma llamándolo desde el pasado y él torció sus manos de las suyas sólo para agarrar su muñeca firmemente y tirar de ella contra él. Girando sobre ella sin perder el ritmo, Hyakuhei se maravilló ante el calor que sólo habÃa creado en su sangre frÃa y sintió su frágil agarre en la salud mental.
PodÃa oÃr su rápido latido del corazón... el latir de la sangre de su vida le estaba llamando. Ãste era el único cielo que habÃa conocido cuando avanzó hacia él, conduciéndose tan profundamente dentro de ella como pudo. Bajando los labios al arco de su cuello mientras ella se alejaba de él, Hyakuhei no pudo contener.
Rechazando rasgar en ella como su mente estaba gritando para él para hacer, Hyakuhei puso sus labios y dientes contra ella mientras que él utilizó sus energÃas para tomarla a una velocidad que ella no podrÃa emparejar. Al llegar al clÃmax, dejó que sus colmillos rompieran su piel delicada con la menor cantidad de daño, deseando saborearla esta vez desde lo más profundo posible de todas las maneras posibles.
Se convertirÃa en lo más importante de su vida, eternos compañeros de alma... no era una mentira... podÃa probarlo.
Lo que habÃa dado y tomado habÃa debilitado a ambos y robado su voluntad de retener. Sintiendo su ojeada de nuevo, sacudió su boca lejos de ella enviando ecos de sonidos ásperos y desordenados alrededor de ellos mientras él se sentÃa romperse y derramar ... bombeando en ella con cada latido del corazón.
Momentos más tarde, sus brazos cedieron y él rodó a su lado, llevándola con él. La habitación se quedó en silencio mientras escuchaba el sonido de su respiración, sabiendo que habÃa caÃdo en un sueño profundo como una combinación de los espÃritus que habÃa bebido, y la sangre que él habÃa tomado de ella... mezclado con la pasión de su apareamiento.
Hyakuhei apretó sus brazos alrededor de ella no queriendo perderse una cosa, pero él podÃa sentir el sueño indeseado fluir a través de él como la mano no invitada del destino.
*****
Miles bajo la habitación del hotel, en lo más profundo de las catacumbas, los gritos violentos y susurros de negación finalmente habÃan cesado. Tadamichi sacó sus afiladas garras de sus ojos rojos, por sus mejillas mientras su vista volvÃa a él. Miró las estatuas de los guardianes a su alrededor sabiendo que era lo más cercano que habÃan llegado a romper el corazón del tiempo. PodÃan sentirla... y las cadenas que sostenÃan el portal del tiempo cerrado casi habÃan sido desenredadas. Casi habÃan venido a por ella.
HabÃa sentido la rendición de su hermano a la sacerdotisa y ahora que la visión se habÃa ido, Tadamichi gritó de rabia otra vez rastrillando sus garras en su cara como si tratara de arrancar alguna máscara invisible. Era la vibración de la furia que seguÃa viniendo de las estatuas que lo hacÃa perder la cabeza y se tropezó de pie sin querer más... ya estaba cubierto.
Volviéndose, corrió a través de los túneles... sus pies dejando el suelo cuando se convirtió en la oscuridad que tanto le gustaba. Liberar algo de la rabia dentro de su cuerpo durante el vuelo envió ecos de poder en todas direcciones... dejando a sus subordinados corriendo a esconderse. Momentos después se encontró en la habitación de su hermano mirando a la pareja agotada.
Los ojos de Tadamichi se volvieron de nuevo a ébano mientras su mirada acariciaba a sus hermanos con una cuchara tan perfectamente contra las suaves curvas de la chica. Su piel aún estaba húmeda debido a su apareamiento. Sintió la misma rabia que los guardianes y apenas tuvo la fuerza de voluntad para anularla.
Ella era hermosa... igual que él la recordaba. Pensó que habrÃa sentido la necesidad de venganza mientras inhalaba la nueva marca de apareamiento que la rodeaba... y Hyakuhei. Su hermano ni siquiera se dio cuenta de lo que habÃa hecho. Se habÃa traspasado a través de una lÃnea que nunca iba a ser violada y no habrÃa ningún volver de esto.
HarÃa lo que pudiera por su hermano... pero el daño ya estaba hecho. Su hermano lo habÃa traicionado... no haciendo el amor con una chica... sino haciendo el amor con esta chica. Extendió la mano para tocarla sólo para retirar los dedos en el último instante, temiendo que no pudiera detenerse. Ãl y su hermano morirÃan por ella... matándose unos a otros. No hay manera de que Hyakuhei pueda amarla más que él y esa serÃa su caÃda a menos que se detenga ahora.
El destino los habÃa separado hacÃa mucho tiempo y los guardianes habÃan sellado el pacto, asà que ¿por qué los dioses burlaban de él de tal manera que dejara que su hermano tuviera lo que se le negó? ¿O los destinos entraron para dejar el corazón de su hermano sangrando como lo habÃan hecho hace tanto tiempo? Una profunda tristeza cruzó sus ojos sabiendo que debÃa hacerse antes de que fuera demasiado tarde.
Tadamichi trató de alcanzar con su mente para quitarle los recuerdos de esta noche. Ãl sólo serÃa capaz de rozar la superficie de su mente... él no tenÃa poder sobre ella... no ahora... no en el pasado.
HabÃan sido amantes una vez, asà como Hyakuhei y ella eran amantes ahora. Ãl y su gemelo eran más parecidos que Hyakuhei jamás admitirÃa... hasta su alma gemela. ¿Lo habÃa estado buscando, sólo para encontrar a Hyakuhei? No recordarÃa, pero su alma nunca lo olvidarÃa. Sus ojos se oscurecieron con el pensamiento, incluso mientras luchaba contra la esperanza de ello.
La esclavitud de un vampiro nunca la habrÃa afectado si no hubiera debilitado su mente con el fuerte alcohol que ahora olÃa en su aliento. Si nunca habÃa bebido el agua del espÃritu antes, entonces su poder podrÃa haber sido suficiente para que el esclavo nunca hubiera tomado efecto... no podÃa estar completamente seguro.
La parte triste es que una vez que tuviera sus poderes atrás... su hermano tampoco tendrÃa control sobre ella.
Utilizar sus poderes sobre la sacerdotisa era asombroso... haciendo que su cuerpo temblara con el esfuerzo. Lo máximo que podÃa hacer era tratar de quitarle la cara del ojo de su mente... la cara de su hermano. Mientras trataba de profundizar, podÃa sentir los gritos de los guardianes allà y rápidamente se retiró... negándose a darle a su memoria algún poder. Era mejor que sólo quedaran fantasmas en su mente.
Sabiendo que sólo habÃa podido sacar el borde de su memoria, Tadamichi cayó de rodillas junto a ella en el suelo. Hace tanto tiempo que se habÃa enamorado de ella... ¿ahora era su castigo? No podÃa hacerle daño de ninguna manera o el hechizo sobre los guardianes se romperÃa y vendrÃan por él con una venganza. Casi valdrÃa la pena por un momento con ella.
Su mirada se elevó hacia su hermano, la agradecida Hyakuhei nunca la habÃa conocido en el pasado o los guardianes que la habÃan robado de él... esa era su cruz para soportar.
Dando al destino la mano que necesitaba, Tadamichi sintió que el amanecer venÃa y pasó sus dedos por el aura de la chica para despertarla, sabiendo que Hyakuhei no tendrÃa la energÃa que aún no habÃa despertado. Observó cómo la suave luz empezaba a filtrarse entre las gruesas cortinas y se quedó en sus vigas un momento más antes de retroceder hacia la oscuridad.
Sólo esperaba que la sacerdotisa fuera lo suficientemente inteligente como para marcharse y no mirar hacia atrás. Si Hyakuhei hubiera encontrado lo que habÃa anhelado... ahora serÃa una lucha entre la pureza y el mal que atraÃa.
Su mirada adoró a su hermano por varios latidos de corazón sabiendo que esta vez el mal tenÃa un corazón. Pero si no podÃa tenerla... tampoco su hermano.
*****
Kyoko despertó en capas y puso una mano sobre sus ojos. Ella medio esperaba que el sol brillara en su rostro, pero después de romperse los ojos un poco, se dio cuenta de que en realidad era agradable y sombrÃo en la habitación. Ella alzó la cabeza, casi silbando de aprecio por sus alrededores. Dondequiera que ella estaba... era un lugar de primera lÃnea.
Ella rodó a un lado, pero se detuvo cuando sintió el pesado brazo extendido sobre su cintura. Mirando hacia atrás, todo lo que veÃa en las sombras era largo cabello negro y el contorno de un cuerpo magnÃfico... suspiró alegremente. Por fin habÃa sucedido. Ahora el abuelo no tendrÃa que enviar a Tasuki para salvarla de su virginidad.
Ella se encogió silenciosamente sabiendo que Tasuki nunca la perdonarÃa por esto si lo descubrÃa, pero no era como si alguna vez lo volviera a ver... este tipo o Tasuki. Su labio inferior hizo una mueca ante el pensamiento solitario.
Deslizándose cuidadosamente bajo el pesado brazo y fuera de la cama, Kyoko se dio cuenta de que estaba tan desnuda como su dÃa de nacimiento. Rozando doce tonos de rojo, rápidamente agarró su sujetador sin tirantes del suelo, poniéndolo en un tiempo récord.
-Por favor, por favor, que se quede dormido -susurró nerviosamente mientras se mantenÃa de espaldas al hombre-.
Sus mejillas estaban ruborizadas de vergüenza al despertar junto a un hombre igualmente desnudo. HabÃa visto su cuerpo cuando echó las tapas. Para empeorar las cosas, habÃa decidido no usar ropa interior la noche anterior. El hombre probablemente pensó que era una puta total. Sus movimientos disminuyeron al sentir el dolor dentro de su cuerpo. SentÃa que habÃa perdido una pelea. Le dolÃan los brazos y las piernas, pero lo que hacÃa que sus ojos se ensancharan era la extraña y espesa sensación... entre sus muslos.
Después de buscar durante unos minutos, encontró toda su ropa y se dio cuenta de que no tenÃa una chaqueta para cubrir su parte superior de corte bajo. Su mirada cayó sobre su chaqueta de cuero y ella la agarró sin pensar dos veces.
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