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Vampiro Géminis
Sintió la ansiosa presencia del barman detrás de él. -Tú la tratas como si fuera tuya -su voz contenÃa un tono peligroso cuando el espejo detrás de Amni se quebró.
-No -susurró Amni, encontrando coraje y temor de ser una lÃnea fina. Ella no es mÃa. Una mujer como esa no le pertenece a nadie. Se quedó enraizado en el lugar sin saber qué hacer. Sólo habÃa oÃdo hablar a Tadamichi de su hermano una vez... la noche en que se habÃa convertido. Este era el hombre que habÃa matado a su padre, sólo para morir a sà mismo como castigo por el crimen.
Los pensamientos de Amni volvieron a su amo. Tadamichi lo habÃa colocado bajo un esclavo... tomando su voluntad de pelear. El maestro le habÃa susurrado de su soledad... de su malvado deseo de su hermano gemelo. Amni habÃa tenido conocimiento del conocimiento de la debilidad de Tadamichi y por lo tanto se habÃa convertido... el primero de los hijos de Tadamichi.
Su mirada volvió hacia el hermano al que habÃa sustituido hace tanto tiempo. Tadamichi sólo querÃa que alguien fuera testigo de su paso del tiempo... la soledad era demasiado para alguien que ansiaba atención.
Hyakuhei tenÃa que ser un demonio muy poderoso para matar a su hermano... El padre de Amni. Hizo que el rubio se tragara con fuerza ante la magnitud de la intención de matar que poseÃan los hermanos. Por un momento... Amni se preguntó qué habrÃa sido tener a Hyakuhei como su padre en vez de Tadamichi ... para ser su posesión.
Ya podÃa ver la diferencia entre los gemelos... donde uno era un asesino... el otro era mortal.
Kyoko estaba en un estado de euforia y sus labios se suavizaron ... abriéndose ligeramente con placer mientras las manos del hombre vagaban por su cuerpo, tocándose ligeramente bajo la parte posterior de su camisa. Ella no pudo suprimir el escalofrÃo que corrÃa por su espina dorsal cuando su mano le rozó la espalda. Era como un fuego lÃquido calmante que rugÃa a través de su cuerpo, haciéndola querer más de él.
Hyakuhei observó a la mestiza apartar la vista de la mujer y asintió con la cabeza por encima del hombro a los otros vampiros que habÃan entrado con él. Uno por uno, comenzaron a moverse hacia la salida del club antes de salir a esperar su cena. Hyakuhei vio las miradas hambrientas en sus ojos y supo que era más que sólo sangre que tomarÃan de la niña.
Sus labios se adelgazaron mientras trataba de mantener la calma... para esperarlo. El sonido de las gafas de grietas detrás de él le contó una historia diferente. Las manos que la tocaban pronto no sentirÃan más que dolor.
Amni tragó saliva mientras su mirada pasaba del señor vampiro, a Kyoko, a las gafas que se rompÃan una por una. No necesitaba la atención de tener una pelea de vampiros completa en el club, pero si eso era lo que se necesitaba para salvar a Kyoko... no lo detendrÃa. Los humanos sólo lo culparÃan de las drogas y la violencia de la ciudad. Ninguno serÃa el más sabio.
Kyoko sintió como si estuviera mareada, casi como un trÃo cuando el tipo la soltó. Ella lo alcanzó otra vez pensando que él se marchaba sólo para que él se inclinara ligeramente y le sostuviera la mano para que ella lo tomara.
"Ven conmigo", alto, oscuro y guapo susurró como si estuvieran solos.
Su voz suave resonó en la habitación, ahogando un poco de sonido que estaba llegando al confuso cerebro de Kyoko. Se deslizó los dedos por la palma de su mano, sintiendo el fuego y deseando que ardiera... no querÃa nada más que ir con él. Su mano se apretó contra la de ella mientras la conducÃa hacia la puerta. -Ven conmigo.- La voz seguÃa resonando en su mente como una petición cantada que no podÃa rechazar.
Hyakuhei observó mientras el mestizo conducÃa a la chica hipnotizada por el club, salÃa por la salida y entraba en la noche traicionera. Ãl inmediatamente se alejó de su lugar en el bar, siguiendo a la niña y maldiciendo a Tadamichi ya su crÃa por interponerse en su camino... de nuevo.
Sus ojos se agrandaron cuando él oyó el sonido de la voz inquietante de su hermano no invitados en su mente. "Hermano... ¿matarÃas a mis hijos por ella? Salva a ella entonces... solo la rasgarás más tarde. Eres un demonio, un asesino a sangre frÃa... ¿realmente crees que ella te tendrá? "
La visión de Hyakuhei barrió la habitación sabiendo que su hermano estaba cerca... mirándolo. No te pedà que me acariciaste Tadamichi. ¿Te has puesto tan aburrido de matar que has decidido verme hacerlo? »Con un gruñido profundo cortó el vÃnculo con su gemelo al ver que la chica ya se habÃa ido. Sintió una incontenible cólera de celos en su interior que trataba de interponerse entre él y su objetivo.
Se sintió más que oÃr un susurro invisible de movimiento que venÃa de detrás y se volvió abruptamente, sosteniendo su mano frente a él. Su poder ardÃa, golpeando al camarero en el centro del pecho.
Amni fue arrojado a través de la habitación, chocando contra un espejo detrás de la barra y enviando una lluvia de copas de vino espirando en todas direcciones. Casi todo el movimiento se detuvo en el club y Hyakuhei maldijo por su propio descaro.
Amni se levantó y se encontró con la mirada de Hyakuhei un poco insegura. Silenciosamente llegaron a un acuerdo y volvieron su mirada hacia los otros patrones del club. Los humanos no eran testigos de tales cosas.
De repente, todo el mundo volvió a lo que estaban haciendo y Hyakuhei dio la espalda al camarero, sin esperar a ver si hacer una mente limpiar a tantos a la vez debilitó la raza media o no. Deja que los subordinados limpien el desastre... Hyakuhei tenÃa cosas mejores que hacer.
Al salir de la noche, dejó que una sonrisa oscura se extendiera por su rostro cuando vio que las tres mestizas comenzaban a caer detrás de su amiga y la niña.
-¿Quieres tanto que me sientas hermano? Siente esto. Las palabras salieron de sus labios mientras su poder lo rodeaba en una neblina roja que irradiaba hacia fuera. Sintiendo el cambio en el aura, los tres demonios se volvieron para mirarlo, sus ojos se ponÃan negros y brillaban oscuros. Ellos siseaban de temor y confusión, confundiéndolo con Tadamichi antes de escabullirse en las sombras en un esfuerzo por escapar de la rabia en el aire.
Al convertirse en una mancha de movimiento que el ojo normal no podÃa ver, Hyakuhei se deslizó detrás de la más cercana y pasó su mano por el pecho de la mitad de la raza en retirada. Dejó escapar un gorgoteo apagado de su matanza antes de cubrir la boca del demonio con una mano con garras y girar su cabeza con una grieta enfermiza.
El vampiro se puso rÃgido cuando su cara se contorsionó, revelando su verdadera identidad antes de caer al suelo en un montón de polvo y pegote. Los otros dos mestizos lo vieron y miraron abiertamente horrorizados ante el señor vampiro en medio de ellos... la muerte los habÃa encontrado.
Los ojos de Hyakuhei se mostraban con ébano insondable en la luz de la farola antes de que lentamente volviera su atención hacia ellos. Los otros dos demonios le silbaron viciosamente antes de desaparecer más profundamente en las sombras. Hyakuhei sacudió los restos de su matanza de su mano en desprecio y dio persecución.
El segundo era mucho más fácil y pronto se encontró separado de su cabeza... literalmente. El tercer... Hyakuhei decidió tener un poco de diversión con. Acorralándolo al final de un callejón, el demonio de la mitad de la raza hizo un intento de escalar la pared para alejarse de la antigua, pero Hyakuhei no tendrÃa nada de eso.
Gimiendo suavemente, el último subalterno cometió su último error y se encontró con la mirada de Hyakuhei.
Respirando hondo, Hyakuhei inclinó la cabeza hacia un lado y le tendió la palma de la mano para que el vampiro la tomara. El mestizo se tambaleó lentamente hacia él, incapaz de resistirse al esclavo del señor vampiro. Una vez dentro de la distancia tocante, Hyakuhei envolvió un brazo alrededor de él, tirando de él cerca.
"Ella no fue para ti," susurró Hyakuhei suavemente. Ãl separó sus labios, dejando sus colmillos crecer a su longitud completa antes de hundirlos en la garganta de su matanza. Parte de él estaba disgustado con sus acciones, pero tomar la vida de otro de tal manera tenÃa sus ventajas. Al tomar la vida de un vampiro semejante a la raza de esta manera, uno podrÃa aprender todo su conocimiento... tal como donde otros podrÃan estar ocultando.
Para su decepción, éste sabÃa muy poco. Ãl rápidamente retiró sus colmillos tomando un gran pedazo de carne con ellos. Hyakuhei escupió el sabor ofensivo y dejó caer el cuerpo al suelo. No sentÃa simpatÃa al ver la expresión suplicante en la cara de su vÃctima.
La sangre de la cual la escoria ya habÃa participado por la noche se le escapaba lentamente... no le pertenecÃa de todos modos. Ahora estarÃa demasiado débil como para pedir ayuda de cualquier manera, pero Hyakuhei no querÃa arriesgarse a que el mestizo pudiera vivir. Colocando el pie en la cara del mestizo, Hyakuhei puso su peso sobre él... aplastando su cabeza.
Dio un paso atrás en satisfacción cuando el lÃquido se quemó de su zapato y piernas pantalones dejando el material intacto.
Cuando el vampiro expiró y se disolvió en un charco polvoriento informe, Hyakuhei se sentÃa un poco más justificado al robarles su premio y sus vidas. Ahora todo lo que tenÃa que hacer era cuidar de su "lÃder audaz". Casi sonrió al ver el tÃtulo, pero lo mejor serÃa describir la suciedad en este momento.
Es cierto que necesitaban un lÃder y Hyakuhei estaba enfadado porque Tadamichi no habÃa enseñado a estos subordinados las costumbres o incluso la etiqueta de vampiros. Lo único que sabÃan era «morderlos y dejarlos muertos», como habÃa oÃdo recientemente decir un mestizo.
Tadamichi los habÃa transformado en nada más que bastardos demonÃacos sin padre para enseñarles morales de cualquier tipo, lo que siempre los llevó a tomar decisiones idiotas. ¿No sabÃan que se suponÃa que debÃan someterse a un antiguo si alguna vez se encontraron con uno? Hyakuhei decidió que no importaba... él los habÃa matado por su indiscreción.
Se volvió lentamente en la dirección en que el otro vampiro se habÃa ido. Se arregló el cuello y empezó a seguirlos con indiferencia. Sus pies se movieron silenciosamente por el pavimento de la acera y Hyakuhei resistió el impulso de follar mentalmente con la criatura como lo habÃa hecho tantas otras recientemente.
Esta nueva generación de vampiros que Tadamichi habÃa creado era un lote paranoico... listo para disparar a la primera verdadera señal de problemas. Una cosa que no se les habÃa enseñado era que sólo los fuertes sobrevivÃan más allá de la muerte.
Estaba empezando a enojarse nuevamente preguntándose dónde estarÃa llevando a la niña ese imbécil. Las aceras comenzaban a hacerse más abarrotadas cuando se acercaban al centro del centro de la ciudad. Hyakuhei ignoró los pases que le hicieron las prostitutas... no eran mejores que los demonios de la noche. De vez en cuando una lámpara de la calle se rompÃa repentinamente mientras caminaba bajo ella debido a su ira reprimida.
"¿Cuál es tu prisa bebé?", Preguntó una puta mientras se abrÃa paso en su camino. "Si estás persiguiendo a alguien entonces estarÃa más que feliz de dejarme perseguirme."
Hyakuhei le dirigió a la mujer una mirada de muerte. En el mismo momento, el parabrisas del coche a su lado sopló hacia fuera, haciendo que la gente a su alrededor gritara con sorpresa. La puta se apartó del camino y Hyakuhei reanudó su acecho. SabÃa que en ese momento la chica no se alejarÃa de él... no lo permitirÃa. Y si alguien trataba de detenerlo, no pensarÃa dos veces en arrancarle el corazón y empujarlo por la garganta.
El mestizo Romeo llevó a la mujer en sus brazos por la acera. No podÃa creer su suerte cuando sus sanguinarios amigos desaparecieron de repente. Rápidamente tomó la decisión de mantenerla para sÃ, no queriendo compartir su cena o el sexo que iba a pasar de antemano. TenÃa prisa por hacerla gritar de una manera u otra.
Llevó a la niña más allá del centro de la ciudad y sonrió cuando miró hacia arriba y vio el hotel más elegante de la ciudad. Con una sonrisa arrogante, dirigió a la niña más allá de la entrada principal y alrededor de la espalda a una de las áreas de la piscina que siempre estaba cerrado a esta hora de la noche... perfecta.
Alcanzando hacia fuera, el vampiro hambriento apenas utilizó cualquier esfuerzo en todos como él rompió la cerradura en la puerta. Deslizándose por la valla de privacidad, condujo a la niña a una de las cabañas de la piscina privada y se detuvo. Volviendo a la chica en sus brazos, supo que ni siquiera recordaba la caminata que acababan de tomar. Ni siquiera necesitaba ponerla bajo su esclava... lo que habÃa estado bebiendo habÃa sido suficiente.
Ãl sonrió perversamente antes de inclinarse para besarla... devolviendo su cuerpo a la vida para poder quitarle esa vida.
Kyoko gimió de aprecio, tan alto en el alcohol que se preguntó por qué no habÃa hecho esto antes. Ella jadeó cuando sintió que las manos empujaban hacia arriba debajo de su cima para pastar lentamente sobre sus pezones endurecidos antes de tirar la camisa por encima de su cabeza. El hombre empezó a besarle el cuello... haciéndola estremecer y arquear contra él.
Las manos que vagaban por su cuerpo la empujaron suavemente hacia atrás para aterrizar en algo suave. Ella giró su cabeza para mirar perezosamente la piscina justo más allá de la entrada de la cabaña. Una mano en su mejilla volvió su rostro hacia delante y sonrió cuando vio los intensos ojos azules del hombre frente a ella.
Esto habÃa sido lo que ella querÃa... esto resolverÃa todo. Cerró los ojos, adorando el hecho de que su cuerpo estuviera en llamas, pero aun cuando el pensamiento acariciaba su mente, las llamas se convirtieron en un infierno que la hacÃa sentirse desesperada.
Ella arqueó la espalda cuando sus manos tomaron posesión de sus pechos esta vez, ahuecándolos y amasándolos hasta que ella se quejaba con el dolor profundo dentro de su cuerpo. Kyoko se dio cuenta de que no podÃa quedarse quieto mientras su cuerpo se movÃa en el ritmo como si todavÃa bailara sólo ahora acostada.
El vampiro sonrió burlonamente hacia ella y decidió probarla antes de que entrara en su cuerpo. Sus colmillos repentinamente crecieron y él bajó la boca a su cuello, donde susurró como si partiera un oscuro secreto, "Una cosa que te puedo prometer... esto va a doler".
Una fuerte mano en la parte de atrás de su chaqueta de repente lo apartó de su comida y se fue a navegar hacia atrás a través del aire de la noche en la piscina, aterrizando con un chapoteo enorme. Rompió la superficie del agua, pero se congeló cuando de repente se encontró cara a cara con un verdadero vampiro señor.
CapÃtulo 4 "Calor de la Posesión"
"Esta chica ya ha sido reclamada", gruñó Hyakuhei tratando de sacudir el sitio de su respuesta a este humano convertido en canÃbal.
El mestizo se levantó repentinamente del agua como si fuera levantado por cuerdas invisibles y flotó sobre la superficie del agua. Hyakuhei arqueó una ceja ante la tenacidad de éste. Por supuesto, él era sólo un mestizo, pero no un niño completo a su manera... él resumió que éste habÃa sido convertido décadas atrás.
"Perdida, ella es mÃa," el vampiro siseó. "La encontré."
Hyakuhei lo fulminó con la mirada, su ira alcanzando nuevas alturas haciendo que el agua de la piscina empezara a burbujear como un jacuzzi.
-¿Quieres pelear conmigo por una sola comida? -preguntó Hyakuhei en voz baja, que habÃa enviado a más de una criatura corriendo por sus vidas. "Que asà sea."
El agua de la piscina estaba hirviendo ahora, chapoteando en la cubierta de la piscina y lo suficientemente caliente como para causar quemaduras graves. Hyakuhei se movió más rápido de lo que la mitad de la raza habÃa visto nunca y nunca volverÃa a hacerlo. Ni siquiera tuvo tiempo de intentar protegerse a sà mismo, y mucho menos luchar cuando su cabeza cayó en el agua hirviendo, cortada del resto de su cuerpo.
El cadáver cayó al agua con un plop y comenzó a disolverse en una sustancia que le recordó a Hyakuhei el limo que se encontraba en las máquinas expendedoras para niños.
Se alejó de la piscina chisporroteante, entró en la cabaña donde la niña todavÃa estaba tumbada. Ni siquiera se habÃa dado cuenta de que su pareja estaba desaparecida y se estaba acariciando con los ojos cerrados, desesperadamente necesitados. PodÃa sentir lo alto del estimulante sexual que la otra habÃa puesto en su mente y sacudió la cabeza en descontento ante la persistente mancha de otro hombre... la borrarÃa de la historia.
Apoyándose sobre su cuerpo marchito, él extendió la mano y agarró su barbilla, volviendo su cara a la suya. Esperó pacientemente hasta que ella lo estaba mirando con esos ojos de esmeralda demasiado brillantes antes de iniciar su propio proceso, colocándola bajo su propio poder. Normalmente, cuando una hembra fue colocada dentro de su poder... simplemente se convertirÃan en muñecos de trapo obedientes que se sometieron a todos los deseos del vampiro.
Esta chica parecÃa estar luchando con tanta pasión... tal anhelo que era casi doloroso presenciar... como si estuviera exhibiendo una esclava propia. Si un vampiro tan débil pudiera enviarla a este tipo de altura sexual, entonces su necesidad ahora se convertirÃa en un anhelo de que coincida con la suya.
El aroma que provenÃa de ella casi le hizo perder el control sobre su deseo de edificio para la chica. Esta mujer movió esa parte latente de él a un nivel peligroso. TenÃa que entrar en ella y rápidamente.
Kyoko miró al hombre que estaba encima de ella y por un momento no lo reconoció. Sintiéndose completamente inmóvil, se fijó en lo que habÃa pensado que eran ojos azules, pero ahora se habÃan vuelto más oscuros que medianoche y fascinantes. ParecÃa que estaba hambriento mientras la miraba fijamente. Su mirada se centró hambrienta en sus labios y ella vio el anhelo crudo en las profundidades de esos ojos de medianoche.
Kyoko recordó de repente que lo describÃa a Yohji y sonrió cuando ella se levantó, deslizando sus dedos a través de su largo pelo negro y tocó su pulgar a su pálida mejilla... él era aún más hermosa de lo que recordaba.
Hyakuhei bruscamente la empujó hacia abajo contra el relleno suave de la silla de la sala y la sostuvo allà por un momento... mirando a ella y su atrevimiento para cautivarlo. Al oÃr su gemido con necesidad envió calor golpeando a través de su cuerpo y casi lo llevó a sus rodillas. Sus ojos se estrecharon preguntándose quién estaba más cautivado.
Incapaz de enjaular su hambre por más tiempo, rápidamente se inclinó para capturar sus labios en un beso abrasador y tarareó cuando ella gimió en respuesta. Aprovechando el beso, lentamente se arrastró sobre ella, dejando que su mano se deslizara por su muslo. Colocando su otro brazo alrededor de ella y levantándola ligeramente, él tomó su centro completamente en la palma de su mano y apretó su agarre.
La mujer instantáneamente se inclinó contra él y Hyakuhei se sorprendió al aprender algo que nunca habÃa esperado... no llevaba ropa interior y el calor que irradiaba de ella se sentÃa como un fuego lÃquido. Se sintió endurecido en respuesta, esforzándose hacia arriba contra su ropa. Gruñó negándose a perder el control tan rápidamente y su necesidad de dominar surgió con una venganza.
A pesar de su deseo por ella, Hyakuhei seguÃa enojado con su ingenuidad y querÃa enseñarle una lección sobre ser más cuidadoso con los hombres... especialmente los vampiros antiguos que tenÃan una tendencia a seguir regresando a una fuente de sangre que era pura e intacta por otra. Si no hubiera aparecido... habrÃa sido condenada de cualquier manera.
Arrancando sus labios de la de ella con un duro aliento, él le arrancó la mano de entre sus piernas y la colocó alrededor de su garganta para mantenerla inmóvil... tratando de calmar a los dos.
-¿Por qué alguien tan puro querrÃa librarse de su inocencia? -preguntó Hyakuhei con un gruñido hipnotizante. -¿Estás tan ansiosa por convertirte en mujer?
Kyoko tragó saliva, todavÃa bajo su esclavo y lo miró fijamente. Luchando por recordar, sus ojos se agrandaron cuando las palabras en la carta de su abuelo volvieron a atormentarla. "Ya no puedo ser virgen... ¿me ayudarás?" Susurró la súplica y tiró de su camisa sin querer nada más que arrancársela.
Hyakuhei gruñó en su pecho antes de levantarse y llevarla con él. Ãl serÃa el único que ella harÃa esa pregunta... él se ocuparÃa de ello. Después de darle la oportunidad de ponerse de pie, rápidamente se quitó la camisa por encima de su cabeza y la barrió dentro del Grand Hotel y en uno de los ascensores vacÃos.
Hace unos meses, Hyakuhei se habÃa encontrado en las primeras horas de la mañana sin llegar a tiempo a su casa. HabÃa sido atraÃdo por el Gran y ahora tenÃa uno de los áticos allà para su uso personal. Con esta comodidad en la punta de sus dedos, nunca tuvo que registrarse.
También ayudó que la mayorÃa del personal de la noche eran vampiros y eran lo suficientemente inteligentes para tratarlo con respeto. Más tarde se enteró de que Tadamichi era dueño del hotel, pero no le importaba nada mientras su gemelo se mantuviera inmóvil.
Una vez cerradas las puertas, empujó a la niña contra la pared, deslizando sus dedos entre los suyos y levantando sus manos sobre su cabeza. Mantener las manos cerradas por encima de ella serÃa la única manera de llegar a sus habitaciones con toda la cordura que quedaba. Incapaz de resistirse a la mirada seductora en sus ojos, él cortó sus labios con los suyos con hambre sabiendo que habÃa más de una forma de estar dentro de ella.
Sacudiendo las manos, Kyoko envolvió sus brazos alrededor de su cuello y levantó sus piernas hasta que fueron enganchadas alrededor de su cintura. Cuando él molió sus caderas hacia adelante y hacia arriba... Kyoko lanzó un gruñido agudo y lo empujó contra él en respuesta. Ella jadeó por el aire cuando se apartó de sus labios y comenzó a dejar un rastro ardiente de besos a través de su mejilla y por su cuello.
Sus dientes se hundieron en su labio inferior cuando la punta de su lengua cepilló contra la parte superior de sus pechos debajo del dobladillo de su top sin tirantes.
Sus uñas se clavaron en su espalda mientras ella presionaba en el duro beso. Ella no tenÃa ni idea de lo que estaba haciendo, asà que dejó que su cuerpo respondiera de la única manera que se sentÃa bien. Su cuerpo gritaba para que él la tomara y se preguntó por qué no lo habÃa hecho todavÃa. Con toda la necesidad de reprimida... el beso se volvÃa rápidamente salvaje.
Después de lo que parecÃa una eternidad, el ascensor se sacudió haciendo que ambos se movieran ligeramente al escuchar el sonido.
Hyakuhei dio un paso atrás pero no la dejó caer. Poniéndole las manos bajo los muslos, la mantuvo donde ella la necesitaba... la deseaba. La llevó a la puerta de su suite del ático mientras sus labios se alimentaban de los suyos. Alzando la mano, apretó el pulgar contra la pequeña pantalla negra junto a la puerta. Hubo un pitido y la puerta desbloqueada. Hyakuhei abrió la puerta con el pie sólo para patearla detrás de ellos.
El interior era oscuro, pero eso no importaba. Con una mirada impaciente... la chimenea se encendió como si obedecÃa a su orden. Necesitaba volver a concentrarse, Hyakuhei la soltó y dejó que sus piernas se deslizaran por él para pararse en el suelo. Colocó una mano firme en su hombro para mantenerla inmóvil, querÃa mirarla, sabiendo que esta pasión no era normal y se estaba poniendo fuera de control... en ambos lados.
Cuando la mujer lo empujó contra la pared con más fuerza de la que deberÃa haber tenido y comenzó a besarlo de nuevo, un gruñido salió de lo profundo de su garganta y la empujó suavemente contra la pared opuesta del vestÃbulo... manteniendo su cuerpo a sólo unos centÃmetros de suyo. Su rostro estaba enrojecido y su cabello se habÃa caÃdo en desorden, dejando mechones suaves colgando en su cara para balancearse con cada respiración irregular que ambos tomaron.