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Bajo Las Garras Verdes
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Bajo las Garras Verdes

Los Últimos Gibelinos

Ivo Ragazzini

Relato histórico

Título original:

Sotto le Branche Verdi -- Gli Ultimi Ghibellini

Traducido por: Mariano Bas

© Ivo Ragazzini

Todos los derechos reservados al autor

Bajo las garras verdes -- Los últimos gibelinos

Traducido por: Mariano Bas

Título original: Sotto le branche verdi

Primera edición italiana 2013 -- MJM Edizioni

Segunda edición italiana © Ivo Ragazzini -- 2021

Cubierta:

Patalakha Sergii/Shutterstock.com

Escudo con las «Garras verdes» de los Ordelaffi

Editorial: Tektime -- www.traduzionelibri.it

© Todos los derechos, incluida la traducción a cualquier otro idioma de la presente obra están reservados al autor.

No se autoriza la reproducción y uso de la obra, incluso parcial y con cualquier medio, ya sea gráfico, electrónico o mecánico, sin la autorización del autor.

Tampoco se autoriza la modificación ni la traducción de una o más partes de ella.

Escribir a ragazzini.ivo@gmail.com o contactar al autor para cualquier solicitud.

Prólogo

En 1282, tras una larga serie de conflictos entre güelfos y gibelinos, un ejército organizado por el papa Martín IV, compuesto por dieciocho mil soldados franceses y güelfos italianos, es enviado a la Romaña para acabar de una vez por todas con los últimos gibelinos, que se habían agrupado en Forlí para defender esas tierras que consideraban de dominio imperial.

En ayuda de los forliveses confluyeron de todas partes los últimos gibelinos italianos que permanecían fieles a la voluntad del emperador Federico II, muerto treinta años antes, de quien los forliveses portaban entonces orgullosos las águilas imperiales negras en campo de oro que él mismo les había entregado en persona.

Cómo acabaron las cosas y por qué se había llegado a una situación como esta será el objeto de este libro.

También es objeto de este relato explicar qué era antiguamente la Romaña.

La Romaña es una tierra rica en tradiciones e historias que se remontan a siglos.

Saber cómo nació esta tierra y qué era la Romaña en los tiempos de Roma no es difícil de descubrir y, en efecto, veréis que algunas de estas cosas se investigarán en este relato.

Antes o después escribiré un relato histórico detallado sobre la Romaña, pero el verdadero objetivo de este libro es, y sigue siendo, el asedio y la batalla de los últimos gibelinos italianos, ocurridos en Forlí hacia el final del siglo XIII.

Así que, inevitablemente este relato os contará, por primera vez absoluta, bastantes novedades sobre los verdaderos orígenes de Forlí, qué monumentos y tradiciones imperiales había heredado y por qué se convirtió en la última fortaleza gibelina.

Os explicará quiénes fueron realmente los Ordelaffi y muchos otros personajes históricos olvidados, como el astrólogo Guido Bonatti y el fraile combatiente Geremia Gotto, entonces presentes entre las filas gibelinas.

Naturalmente os explicará con detalle cómo los gibelinos, bajo el mando de Guido de Montefeltro, un capitán italiano entonces sin rival, derrotaron y masacraron, en un día y una noche, un ejército de dieciocho mil hombres franceses y güelfos italianos que les habían sitiado para someterlos a la Iglesia.

Este relato histórico se dedica por tanto al honor y el orgullo de los últimos gibelinos italianos, que, rechazando rendirse por la fuerza de las armas, atacaron y derrotaron contra todo pronóstico a miles de soldados que los asediaron durante un año. Acabo diciéndoos que este libro os llevará inevitablemente a descubrir muchas otras cosas olvidadas por la historia y os lo ofrezco encantado para vuestra lectura.

Buen redescubrimiento.

I.R.

- PARTE PRIMERA -

Los enfrentamientos entre güelfos y gibelinos en la Romaña

Introducción

Texto de una antigua inscripción de 1282 fijada en la fachada de un antiguo monumento fúnebre que estaba en el centro de la Plaza Mayor de Forlí, desaparecido desde hace siglos.1

POR VOLUNTAD DEL ROMANO PONTÍFICE MARTÍN IIII, GIOVANNI D`APPIA DUQUE DEL EJÉRCITO FRANCÉS EN ITALIA Y LOS SOLDADOS DE FORLÍ BATALLARON ENTRE SÍ EN EL LUGAR EN QUE TE ENCUENTRAS. FUERON RECHAZADOS RÁPIDAMENTE POR EL PUEBLO DEFENSOR Y LOS OCHO MIL COMBATIENTES SE DISPERSARON. CON ELLOS PERDIERON LA VIDA LOS DOS MIL SOLDADOS ELEGIDOS QUE AQUÍ YACEN. EL DUQUE DE FORLÍ GUIDO FELTRANO, CALENDAMAYO DE MCCLXXXII (1282)2

Esta inscripción estaba dedicada especialmente a las víctimas de una batalla violenta en la que los gibelinos de Forlí combatieron hombre por hombre, calle por calle, dentro de los muros de su pequeña ciudad, contra un ejército francés y güelfo, enviado por el papa Martín IV.

Esa inscripción y ese monumento indicaban en su momento orgullosamente el lugar exacto de la Plaza Mayor, donde durante un día y una noche se enfrentaron gibelinos y güelfos y cómo acabó.

Esa inscripción ya no existe y del recuerdo de estos hechos solo queda un verso poético de Dante.3

¿Pero qué sucedió para llegar a una matanza ciudadana de esta magnitud?

Perugia, palacio municipal en 1281

El papa Martín IV ha sido elegido hace poco tiempo en Viterbo, pero, coronado en Orvieto el 23 de marzo de 1281 a causa de los graves desórdenes desatados por su elección, hace poco que se ha mudado a Perugia.

Los güelfos boloñeses se dirigen de inmediato al nuevo papa para que envíe un ejército francés contra los gibelinos de Forlí y los castigue después de una larga serie de batallas que los gibelinos han librado contra los boloñeses.

En el salón abarrotado, la delegación gibelina de Forlí es recibida por un grupo de güelfos boloñeses en presencia de funcionarios papales.

Están presentes un legado y algunos funcionarios pontificios, además de diversos aliados güelfos y la potente facción güelfa boloñesa de los Geremei.

Por los gibelinos, están presentes representantes de las familias de los Ordelaffi, los Orgogliosi y los Lambertazzi boloñeses, una gran facción gibelina expulsada de la propia Bolonia y acogida en Forlí.

El ambiente se vuelve enseguida tenso y encendido:

---Queremos que retiréis la solicitud que habéis presentado al papa, o sea, la de enviar contra nosotros un ejército francés, y llegar a un acuerdo honorable y digno que respete nuestras tierras y encuentre una solución digna para los Lambertazzi, que han sido expulsados varias veces de sus posesiones boloñesas solo por ser gibelinos ---dijo el jefe de la delegación gibelina, Guido Bonatti.4

---Los Lambertazzi fueron expulsados de Bolonia solo por la violencia de sus actos y sus crímenes cotidianos contra nuestras familias güelfas y vosotros los habéis ayudado y habéis sido igualmente responsables. Si no los expulsáis de vuestras tierras, responderéis de lo que les pase a ellos, a vosotros y a vuestra gente ---respondió de inmediato un representante güelfo de los Geremei.

---Nuestras tierras son imperiales. Es ilegal atacar a un estado soberano solo porque da asilo a unos expulsados de tierras boloñesas, tanto más por parte de la Iglesia, que debería haber recibido de Dios la facultad de garantizar el derecho de los hombres al suelo.

---Es falso. Esas tierras ya no son vuestras. Las ha donado vuestro emperador Rodolfo de Habsburgo, legítimo heredero de Federico II y su dinastía, a cambio de su coronación como rey de los romanos5 por el papa Nicolás III hace unos años y debíais habérselos entregado y poneros a nuestro servicio desde hace ya tiempo. Además, el derecho al suelo solo puede concederse a cristianos bautizados y no a apóstatas, como son muchos gibelinos ---respondió un legado pontificio.

---La donación realizada por Rodolfo no es válida, porque nunca ha venido a reclamar y tomar posesión de nuestras tierras como emperador tras la muerte de Federico II. Tampoco ha venido nunca a Italia para coronarse como rey de los romanos, así que no le pertenecen. Estas tierras nos las donó Federico II para que fueran nuestras, las gobernáramos y defendiéramos como tierras del imperio y desde entonces nos pertenecen y pretendemos defenderlas ---rebatió la delegación de Forlí.

---Esa donación es, por el contrario, válida y legítima, porque Rodolfo ha cedido esas tierras al papa. Si os ha abandonado, no es culpa nuestra y deberíais reclamarle a él, no a nosotros ---replicó el legado pontificio.

---No tenéis el privilegio de exponer aquí cómo fueron realmente las cosas y cuál fue la realidad. Habéis buscado combatirnos por ser fieles al imperio y hemos tratado de defendernos según las tradiciones militares imperiales que hemos heredado, de no temer y no rendirnos nunca delante del enemigo y ahora, después de haber derrotado a los boloñeses repetida y lealmente en todos los lugares de la Romaña, os veis obligados a dirigiros al rey de Francia para que mande un ejército de fanáticos para destruirnos como a los herejes albigenses. Eso no es honroso ---respondió el gibelino Guido Bonatti.

---Eso es falso. Hemos sido derrotados por la traición de los Lambertazzi, que, mientras estaban en Bolonia, llegaron a acuerdos secretos con vosotros, y es por eso que los expulsamos de nuestra ciudad y ahora os expulsaremos a vosotros y a ellos de vuestras tierras, que nos pertenecen debido a la donación de Rodolfo de Habsburgo ---respondió irritado un noble güelfo de los Geremei.

---Habláis con el odio propio de las personas derrotadas en la batalla. Habéis probado a atacarnos en la llanura y entre los montes, siendo derrotados continuamente y ahora estáis aquí para pedir ayuda al papa y a los franceses, creyendo que nos intimidáis, pero habéis infravalorado nuestras tradiciones militares imperiales y la capacidad de nuestro capitán Guido de Montefeltro, que se remontan a la vieja escuela militar de Federico II. Solo pedimos hablar con el papa para que detenga este ejército, se haga la paz con Bolonia, se deje volver a los Lambertazzi a su ciudad legítima y no se derrame más sangre por ambas partes ---replicó Guido Bonatti.

De inmediato se levantaron voces y murmullos de desaprobación por parte de la delegación boloñesa.

---A vuestras tradiciones militares imperiales ya las hemos derrotado en Tagliacozzo y Benevento.6 En cuanto a vosotros, solo habéis atacado y arrasado bárbaramente el castillo de los Calboli,7 después de que hubieran pedido una tregua en Romaña y no veo en esto grandes tradiciones militares. En cuanto a los Lambertazzi, nunca volverán a Bolonia. Y los que los protegéis solo queréis un lugar seguro en el que estén, porque tendríais bandidos y delincuentes junto a ellos ---replicó el noble güelfo de los Geremei.

---No deberíais creer todas las patrañas que cuentan los derrotados. Los Calboli pidieron una tregua solo después de fracasar en entregarnos, traicionando a Romaña. Os repito que estáis hablando debido a las derrotas y la rabia por no haber conseguido conquistar nuestras tierras, pero estamos aquí para solucionar estas cosas. Nosotros, si es el caso, no nos rendiremos ni siquiera ante los franceses, pero antes queremos hablar con el nuevo papa para evitar más sangre y decirle que no haga caso de las quejas de gente derrotada que no tiene otro modo de derrotarnos ---respondió con firmeza Guido Bonatti.

---No. No hablaréis con el papa. El papa, como su predecesor, está harto de oír vuestros discursos y razones. Habéis desecho y destruido el castillo de los Calboli en Romaña, habéis hecho caer Cesena y Rávena con vuestro terror y ya habéis sido excomulgados y vetados por esto por el obispo de Rávena. Ahora solo os queda someteros y expulsar de vuestras tierras a los Lambertazzi y a todos los gibelinos, enfervorizados por el odio contra los güelfos y la Iglesia ---respondió el noble de los Geremei.

---A los Lambertazzi los habéis expulsado de todas partes sobre las que ejercéis vuestro señorío y, aunque quisiéramos, no podríamos llevarlos a ningún lugar donde no sean vetados y excomulgados por vosotros. Reconoced como municipio libre a Forlí y la paz entre nosotros será duradera. Haced saber esto pronto al papa ---dijo con resolución Guido Bonatti.

---No. El papa Martín ya ha partido hacia Aviñón y vuestro emperador Rodolfo de Habsburgo nos cedió esas tierras y por tanto ahora son nuestras. Entregádnoslas y expulsad a los Lambertazzi y a todos los gibelinos rebeldes de vuestras tierras si queréis verdaderamente la paz ---concluyó el noble de los Geremei con el asentimiento del legado pontificio.

La Romaña de los paganos

Aviñón, 1281. El papa Martín IV y sus legados militares y pontificios hablan de los planes de expansión del papado en la Romaña.

---Excelencia, es increíble que haya todavía lugares en Italia que siguen tradiciones paganas e impiden la expansión y el sometimiento cristiano después de más de treinta años desde la muerte de Federico II ---dijo un legado del papa.

---¿De qué lugares habláis? ---preguntó el papa.

---De Forolivii y la Romandiola.8 Estos no solo afirman que su tierra era parte del antiguo imperio romano, sino que asimismo creen que fueron fundados por una famosa sacerdotisa pagana y todavía hacen fiestas en su honor, que parecen más paganas que cristianas ---respondió el legado.

---¿Qué tipo de fiestas hacen? ---preguntó el papa.

---Hacen una especie de fiesta en la que una mujer es adorada como una reina del fuego, entre luces y llamas de todo tipo ---trató de explicar el legado lo mejor que pudo.

---¿Estáis hablando de una mujer o de un satanás? ---preguntó un poco sorprendido el papa.

---No, esperad, Santidad. Tal vez sea mejor que os lo explique yo ---intervino un historiador pontificio presente en la reunión.

---Contadme ---dijo el papa.

---Festejan una especie de calendas doradas,9 es decir, fiestas amburbales,10 dedicadas secretamente a una antigua sacerdotisa romana patrona del lugar, donde se hornean panes de mijo y espelta con granos de sal sagrada, proveniente de las cercanas salinas de Cervia,11, con muchos ritos y fuegos a lo largo de los caminos que conducen a Forolivii, mientras pasa la sal sagrada ---explicó el historiador pontificio.

---Ya he oído algo parecido. En muchos sitios se festejan aún las calendas doradas, pero no sabía esa historia de los panes de espelta y sal ---dijo el papa.

---Efectivamente hay muchas otras ciudades y lugares que aún festejan las calendas doradas y no será difícil transformar también estas fiestas en candelarias dedicadas a Nuestra Santísima Madre ---sugirió el legado pontificio al papa.

---Es verdad. Por lo que recuerdo, las calendas doradas se festejan en bastantes sitios y también aquí en Francia. Por ejemplo, en muchos lugares tuestan crêpes saladas en lugar de panes de espelta y sal ---dijo el papa francés---. ¿Por qué motivo, según vos, todavía hacen estas cosas? ---preguntó al historiador.

---Por lo poco que sabemos, remontándonos al papa Gelasio en el lejano siglo V, las calendas doradas se festejaban en los primeros días de febrero con fuegos y luminarias por los caminos y normalmente eran fiestas dedicadas a una sacerdotisa o diosa elegida como patrona o protectora desde los tiempos de Roma y los césares. Luego alguien intentó transformarlas en candelarias o fiestas de las velas encendidas ---respondió el historiador pontificio.

---¿Patronas paganas? ---preguntó sorprendido el papa.

---Sí, Eminencia. Sois francés y conocéis poco las tradiciones italianas, pero eran habitualmente sacerdotisas, esposas o hijas de altos funcionarios romanos que inauguraban12 o se convertían en patronas de un lugar itálico con una ceremonia sagrada para fundarlo13 y convertirlo en sagrado y fiel a Roma.

---¿Y cómo se combaten estas herejías? ---preguntó el papa.

---Después de tantos siglos, no deberíais creerlas herejías, Eminencia, sino tradiciones y supersticiones arraigadas en la población que no se consiguen erradicar con argumentos de fe o razón. Muchos cristianos, incluidos sacerdotes y obispos, las bendicen y festejan todavía como fiestas cristianas sin saber casi nada de sus verdaderos orígenes ---dijo el historiador.

---¿Y cómo se combaten entonces estas cosas, si es que alguien las quiere combatir? ---preguntó de nuevo el papa.

---Se puede desviar, o mejor dirigir gradualmente sus falsas fiestas y tradiciones paganas hacia otras fiestas y tradiciones cristianas similares, como ya se ha hecho en el pasado con otros lugares y personajes, hasta sustituirlas completamente con ceremonias más conformes a gentes cristianas, como se ha hecho con la candelaria, fiesta también llamada de las velas encendidas de Nuestra Santísima Virgen Madre.

---Entonces hacedla arraigar también en Forolivii y en Romandiola y luego bautizadlos a todos e instaurad legados pontificios a los que jurar fidelidad, dado que esas tierras nos han sido cedidas por el emperador Rodolfo de Alemania14 y ahora son nuestras ---dijo tajante el papa.

---La cuestión es un poco más compleja, Eminencia...

---Explicádmela.

---Estos, a diferencia de otros, ya han rechazado elegir como patrona a la Santísima María Virgen de la Candelaria, diciendo que su patrona es una antigua sacerdotisa llamada Livia Drusila, Divina Augusta15 y protectora de esos lugares y lo mismo hacen en las salinas de Cervia, cuando llevan la sal sagrada que producen en ese lugar para festejar a esta patrona romana.

---¿Sal sagrada? ¿Divina Augusta?

---Sí, Eminencia, esas salinas fueron fundadas por Livio Salinatore, un antepasado de esta Livia Drusila y todavía hoy suelen mandar la sal desde este sitio, con una procesión sagrada hasta esa ciudad para las fiestas en honor de ella.

---¿Y cómo pueden entonces creer en estas cosas después de tantos siglos? ---rio un poco el papa.

---Bueno, Eminencia, debéis saber que esta Livia Drusila no era una sacerdotisa común, sino la esposa de Octavio Augusto y, en Forolivia, algunos todavía la recuerdan como tal y la tienen por protectora, aunque en parte lo ocultan ---respondió el historiador pontificio.

---¿Cómo habéis conseguido saber todo esto?

---Lo he sabido por un fraile de una orden religiosa particular fundada en Rávena por el emperador Otón III hace dos siglos, muy amigo de Geremia Gotto y Guido Bonatti.

---¿Geremia Gotto y Guido Bonatti? ¿El patarino armado16 que dice tener cuatrocientos años y el astrólogo gibelino de Federico II? ---exclamó el papa.

---En persona, Excelencia, y ambos se encuentran en Forlí en las filas gibelinas al servicio de Guido de Montefeltro.

---¡Oh Cielos! ¿El capitán excomulgado de los gibelinos?

---Sí, Excelencia.

---¡Pero están todos locos!

---Efectivamente, Excelencia, son un poco especiales.

---Habéis hablado también de una orden religiosa fundada por el emperador Otón III en Rávena. ¿De qué orden religiosa habláis? ---preguntó el papa.

---En Rávena, Otón III fundó un grupo religioso con prácticas y creencias que todos ellos parecen seguir todavía hoy.

---¿Qué prácticas y creencias siguen?

---Parecen afirmar la reencarnación y la preexistencia de las almas.

---Ah, vaya. Herejía gnóstica.17 ¿Es por esto por lo que dicen tener cuatrocientos años?

---Podría ser. Otón III fue aquel joven emperador que hace dos siglos afirmaba haber sido Carlomagno y que nombró un antipapa llamado Silvestre II para hacerse reelegir como Constantino Magno, heredero legítimo del imperio romano ---respondió el historiador.

---¿Carlomagno, Constantino? ¿Queréis explicarme mejor qué cosas combinó? ---preguntó el papa.

---Cierto, Excelencia. Otón III, en torno al año mil, entró en la catedral de Aquisgrán, indicó un punto en el pavimento, luego tomó un pico, se puso a cavar el suelo y encontró en un subterráneo el cuerpo de Carlomagno todavía intacto, sentado en un trono, vestido y ataviado como un obispo, con el Evangelio en una mano y el bastón de mando en la otra.

---¿Y por qué hizo eso?

---Porque decía ser su reencarnación y que había vuelto para recuperar su puesto de emperador del Sacro Romano Imperio.

---¿Y luego?

---Tomó la tiara de obispo que Carlomagno tenía en la cabeza y se la puso, luego tomó el bastón de mando y dijo que había vuelto para gobernar.

---¿Y después? ---preguntó cada vez más incrédulo el papa.

---Después, aún insatisfecho, fue a Rávena y fundó este grupo religioso particular y nombró antipapa al obispo de Rávena, con el nombre de Silvestre II, para que lo coronase emperador, igual que el papa Silvestre había coronado a Constantino emperador de los cristianos, en los tiempos de la antigua Roma ---explicó el historiador.

---¿Y por qué motivo hizo una escena de ese tipo?

---Para hacer creer que era la reencarnación también de Constantino y recuperar la autoridad que consideraba de su propiedad, es decir, los territorios que la iglesia estaba tratando arrebatar al imperio, gracias a la donación de Constantino.

---¿Entonces este dijo que era la reencarnación de Carlomagno y Constantino para recuperar la autoridad en las tierras del Sacro Romano Imperio? ---exclamó el papa.

---Estos, Santidad.

---¿Estos qué?

---También Federico Barabarroja y Federico II volvieron a exhumar el cuerpo de Carlomagno y proclamaron algo similar. Y yo apostaría a que esa tradición se ha transmitido también al astrólogo Guido Bonatti y al fraile Geremia Gotto.18

---Pero estos están todos locos.

---Ya os lo he dicho, Excelencia, que eran un poco especiales ---concluyó el historiador.

Los enfrentamientos entre güelfos y gibelinos en la Romaña

¿Pero por qué la Iglesia quería la Romaña?

¿Qué había pasado entre el papado y los emperadores en esos tiempos?

Demos un salto atrás de varias décadas y echemos una ojeada a una crónica de la época.

La Romaña de 1200

Aunque casi cinco siglos antes la Romaña fue donada a la Iglesia por Pipino, rey de los francos, 19 nunca fue completamente propiedad de la misma. Por eso a menudo muchos lugares de la Romaña fueron partidarios del imperio y hacia la mitad del siglo XIII Gregorio IX trató de recuperarla por las armas. Por tanto, por las discordias que el emperador Fedrico II tenía con la Iglesia, 20 también los romañoles se dividieron en güelfos y gibelinos, como pasó en el resto de Italia.

Los forliveses siguieron obedeciendo las leyes del imperio, mientras los habitantes de Faenza y Rávena lo hacían a las de la Iglesia.

Forlí, antiguamente llamada Forumlivii, en particular, era una de las ciudades más gibelinas de Italia y no fue casualidad que Guido Bonatti, uno de los mejores astrólogos de su tiempo, aun habiendo nacido en Florencia, pidió y obtuvo la concesión de la ciudadanía de Forlí, al considerar ese lugar como el último con tradiciones imperiales que quedaba en el mundo después de la caída del antiguo imperio de Roma, por motivos que pronto descubriréis.

Cuando en 1240 murió Pietro Traversari, jefe de los güelfos de la Romaña y señor de Rávena,21 la propia Rávena y Faenza fueron sojuzgadas por Federico II, que entró en Romaña y las puso bajo asedio una tras otra.

Rávena cayó y se rindió en menos de una semana.

Entonces llegó el momento de Faenza para rendirse, pero la ciudad, creyendo que las fuerzas de Federico II eran insuficientes para hacerla capitular, no se rindió y el emperador la puso bajo asedio.

El asedio de Faenza

Faenza resistió siete meses, enfureciendo al propio Federico, dado que años antes ya la había conquistado y esta había pactado con él.

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