Las principales teorÃas actuales formulan la hipótesis de que se necesita dormir para mantener el equilibrio de la energÃa y/o facilitar las redes neuronales para recuperarse de la actividad del estado de vigilia y ayudar en los procesos de aprendizaje y memoria.
Dª. Vilma Aho, BiocientÃfica, Equipo del Sueño de Helsinki, Instituto de Biomedicina de la Universidad de Helsinki (Finlandia).>>
Se trata de algo importante para el organismo a lo que se le dedica la tercera parte de la vida. En un cuerpo donde nada parece al azar ya que cada órgano y músculo cumple una función, el que exista un mecanismo de ocupe un tercio del tiempo total de la vida de una persona debe ser cuanto menos importante.
Se ha comprobado como más tarde se ampliará que existen diversos mecanismos biológicos y psicológicos que parecen producirse de forma acelerada durante el sueño, y que si no se duerme se llega incluso a poner en riesgo la propia salud de la persona.
Todos han podido dejar de dormir unas cuantas horas por que se tenga que preparar un examen o entregar un trabajo al dÃa siguiente, pero si ese lÃmite se excede, parece que se bloquea la persona, y es incapaz de aprender nada nuevo, o de terminar la labor que se estuviese realizando, y todo ello porque la naturaleza tiene una gran influencia en la vida, quizás más de lo que hasta ese momento se ha percatado.
Para conocer cómo afecta la naturaleza en la vida diaria, primeramente, hay que conocer cuáles son sus ciclos, estos van desde los más cortos hasta los más largos, desde el circadiano (24 horas), el lunar (29 dÃas), el estacionado (4 estaciones) hasta el anual (365 dÃas).
Cada uno de estos tiene su incidencia en el organismo, sobre todo en el sistema endocrino, responsable de la segregación de las hormonas, que afectan directamente al estado de ánimo y están implicadas entre otras en funciones tan importantes como el crecimiento, todo lo cual va a repercutir en el humor y estado de concentración, que afectará a su vez al rendimiento intelectual y las relaciones sociales.
De ahà la importancia de conocerlos y tenerlos en cuenta, pues el paso del tiempo no se limita a âtraernosâ un resfriado cuando empieza el otoño, sino que va mucho más allá, pudiendo hacernos padecer enfermedades graves como la depresión estacional entre otras, pero, por si fuera poco, además el organismo se va a ver por los cambios externos de la naturaleza, es decir, por los ritmos extrÃnsecos, y por ritmos internos del organismo, denominados endógenos.
Dentro de cada uno, existe una serie de procesos que se repiten y suceden de forma cÃclica, que van a tener igualmente una gran influencia en el rendimiento y las relaciones sociales. La rama de la ciencia que se encarga de estudiarlos se llama CronobiologÃa.
Quizás el ritmo interno más evidente, que coincide con el del ciclo dÃa-noche, sea el de la vigilia-sueño de 24 horas; de hecho, el fenómeno del jet lag, que se experimenta cuando se viaja a grandes distancias, es un claro ejemplo de que hay âalgoâ dentro que hace tener un âritmoâ independientemente del tiempo que haga, y que si se produce un desplazamiento y varÃa la relación dÃa-noche, viéndose sometido a algunos efectos del reajuste.
Aunque existÃan experiencias de jet lag desde que se empezó a viajar, sus efectos se fueron haciendo más evidentes a medida que los medios aéreos y de locomoción se mejoraban, acercando localidades que con anterioridad se podÃan tardar dÃas e incluso semanas en recorrer, llegándose a denominar âel mal del viajeroâ.
El descubrimiento del reloj interno posibilitó el desarrollo de un campo de investigación que estudia cómo los ciclos externos, y ahora internos, influyen en todos los órdenes de la vida cotidiana, tanto en las relaciones sociales, el rendimiento laboral o educativo; o en la salud.
Un ciclo el de sueño-vigilia que en la mayorÃa de coincide con el de oscuridad-luz, siendo durante la noche donde se producen algunos de los fenómenos más importantes para la salud fÃsica y mental, como la sobreactivación del sistema inmune, a la vez que se crean las huellas de memoria de lo vivido y aprendido durante ese dÃa.
< Dª. Vilma Aho, BiocientÃfica, Equipo del Sueño de Helsinki, Instituto de Biomedicina de la Universidad de Helsinki (Finlandia).>>
Uno de los procesos más sensibles de la salud es la calidad del sueño, viéndose éste cambiado cuando se está preocupado por algo, igualmente se ha observado cómo el sueño puede verse alterado cuando se experimenta alguna psicopatologÃa, tal y como sucede con los trastornos del estado de ánimo, en especial con el trastorno por depresión mayor y el trastorno de ansiedad.
Por otra parte, se conoce desde hace tiempo que las mujeres son más sensibles a padecer estos trastornos del estado de ánimo, especialmente con respecto a lo que se refiere a la depresión.
Pero ésta relación entre el estado de ánimo no parece ser igual durante toda la vida de la mujer, si no que va cambiando en función de su ciclo de fertilidad, que se concentra en tres perÃodos principalmente, antes de la menarquÃa (o del primer sangrado de origen menstrual), durante la etapa de fertilidad femenina, y la menopausia (en que se detiene la menstruación).
Siendo la mujer especialmente sensible a estos trastornos del estado de ánimo durante la segunda fase, que suele ser la más longeva, abarcando desde la pubertad hasta la madurez tardÃa, pero ¿Se puede encontrar relación entre las distintas fases, el estado de ánimo y la calidad del sueño?
Esto es precisamente lo que se trata de averiguar con una investigación llevada a cabo conjuntamente desde el Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias, Instituto Nacional de Salud; el Departamento de FisiologÃa, la Unidad de Investigación del Sueño, Universidad de Turku; el Departamento de Obstétrica y GinecologÃa y el Centro del Corazón, Hospital Universitario de Turku; el Departamento de NeurofisiologÃa ClÃnica, Hospital del Distrito de Pirkanmaa; el Departamento de FisiologÃa, Universidad de Helsinki; el Departamento de PsiquiatrÃa de la Adolescencia, Hospital Central Universidad de Helsinki junto con la Facultad de Medicine, Universidad de Tampere (Finlandia) cuyos resultados han sido publicados en la revista cientÃfica B.M.C. Psychiatry.
En el estudio participaron sesenta y una mujeres, separadas en tres grupos, once, entre 20 a 26 años (en pleno ciclo menstrual); veintiuna, entre 43 a 51 años (en fase pre-menopáusicas); y veintinueve, entre 58 a 71 años (en plena fase menopáusicas). Con respecto al segundo y tercer grupo, se garantizó que ninguna de las participantes habÃa empleado terapia hormonal durante un año previo al estudio.
También se garantizó que sólo se incluyeran participantes que no mostraron ningún trastorno del sueño especÃfico.
A todas las participantes se les administró el cuestionario estandarizado B.D.I. para evaluar la presencia de sintomatologÃa depresiva, también se evaluó la calidad del sueño a través del cuestionario B.N.S.Q. sobre el insomnio subjetivo a través de un cuestionario estandarizado sobre el sueño.
Todas llevaron un diario del sueño durante tres semanas antes y después del estudio donde debÃan de registrar la hora de ir a dormir y la de levantarse.
Además, se realizó un análisis de la sangre para evaluar los niveles de estradiol conocida como la hormona esteroide sexual femenina.
Y por último se tomaron datos sobre las primeras fases del sueño a través de la actividad eléctrica cerebral (E.E.G.), de la conductancia eléctrica (E.C.G.) y de la mandÃbula (E.M.G.).
Los resultados muestran cómo con respecto a los sÃntomas depresivos evaluados con B.D.I, no se mostraron sÃntomas entre las más jóvenes, presentando sintomatologÃa leve o moderada en las mujeres pre-menopaúsicas y menopaúsicas.
Siendo las mujeres más jóvenes las que tienen más tiempo de sueño, con menos interrupciones durante la noche, con menores puntuaciones de insomnio.
Encontrando una relación entre los niveles más elevados de sintomatologÃa depresiva con el insomnio, que sufrÃan las mujeres pre-menopáusicas y especialmente las menopáusicas.
A pesar del esfuerzo de la investigación, son pocas las participantes para poder establecer una correcta relación, además de necesitar incluir un grupo previo de comparación con mujeres antes de que tengan su primera menstruación.
Dicho lo cual, queda evidenciada la relación entre el estado de ánimo en mujeres y las alteraciones del ciclo sueño-vigilia.
Pero si ya era sorprendente descubrir la utilidad del sueño, aún más misterioso fue observar cómo dentro del propio sueño se van sucediendo procesos de forma repetitiva. Uno de los ciclos internos más importantes es el que se produce mientras el cuerpo está en reposo, es el denominado ciclo del sueño, en el que se suceden dos fases consecutivas bien diferenciadas, la fase de M.O.R. (Movimientos Oculares Rápidos) y la No-M.O.R.; donde el final de una fase da paso a la siguiente, asà toda la noche hasta el momento de despertase.
- En la fase M.O.R. también conocida como fase de R.E.M. (Rapid Eyes Moviment), producen movimientos oculares rápidos, y es cuando el cerebro está tan âactivoâ como cuando se está despierto, produciéndose el sueño paradójico, ligero y fácil de interrumpir.
Cuando se despierta a una persona en esta fase y se le pregunta sobre el contenido del sueño, éste se suele describir como muy vivido, con gran cantidad de detalles y elementos, aunque con ausencia de âlinealidadâ tanto temporal como espacial en la argumentación.
La explicación a esto se encuentra en la desactivación de algunas regiones del cerebro, sobre todo las implicadas con el movimiento de forma que la persona no âactúeâ como sujeto dentro de su sueño, evitando que realice los mismos movimientos del sueño en su cama.
Otra de las áreas desconectadas, son precisamente las que tienen que ver con la âlinealidadâ argumental espacio-temporal, de ahà la falta de conexión de las escenas y su aparente âsinsentidoâ.
- En la fase No M.O.R. o No R.E.M., también conocido como de sueño lento, no se producen movimientos rápidos oculares, en ésta fase el cerebro está âdescansandoâ, teniendo un sueño profundo y difÃcil de despertar, cuando se hace, la persona escasamente recuerda lo soñado, siendo normalmente próximo a la experiencia vivida durante el dÃa anterior. En esta fase la actividad neuronal es más bien baja, y el contenido del sueño está más asociado a las preocupaciones diarias.
< Dª. Vilma Aho, BiocientÃfica, Equipo del Sueño de Helsinki, Instituto de Biomedicina de la Universidad de Helsinki (Finlandia).>>
Tal y como cabrÃa pensarse de cualquier reloj de pared, en donde con el tiempo debe de ajustarse para corregir el retraso que provoca el mecanismo interno de contrapesos, igualmente el ciclo interno de sueño-vigilia tiene un mecanismo para reajustarse, para que coincida con el ciclo de dÃa-oscuridad, sabiendo que aunque este parezca estable en el tiempo, va cambiando, sólo hay que recordar que en invierno los dÃas son más cortos y las noches más largas, y al revés, en verano los dÃas son más largos y las noches más cortas.
Pero hubo que esperar hasta que el espeleólogo y geólogo francés Michel Siffre permaneciese durante 12 meses encerrado en una cueva de Clamouse, en el departamento de Hérault, en la región de Languedoc-Rosellón (Francia), para conocer la necesidad de ese mecanismo de sincronización con las horas del sol.
Los datos recogidos meticulosamente durante cada uno de los dÃas que pasó allà dentro fueron sorprendentes, al observar cómo a pesar de permanecer largos perÃodos sin luz el citado espeleólogo mantenÃa un ritmo constante de temperatura, ingesta o sueño, de un poco más de 24 horas.
Unos resultados que son difÃciles de observar en una civilización avanzada como la actual donde todos usan la electricidad ya sea antes de que salga el sol o cuando este se ha ido, y que sigue un ritmo más o menos regular de 8 horas de sueño, y donde cada poco, el que más o el que menos, está mirando al reloj para saber si llega a tiempo al trabajo o si es la hora de cierre del supermercado.
Similares resultados se obtuvieron en mamÃferos confinados en ambientes de laboratorio controlados, donde se suprimÃa cualquier tipo de señal que pudiese informar si era de dÃa o de noche.
Datos que constataban la existencia de un ciclo de casi 25 horas que rige la vida, y que de alguna forma se ajusta cada dÃa para poder hacer lo mismo a las mismas horas y con ello poder rendir mejor.
Seguro que, si te paras a pensar, casi todos los dÃas te levantas a la misma hora, desayunas más o menos a la misma hora, empiezas a tener ganas de comer a medio dÃa más o menos a la misma hora, ⦠incluso hay quien presume de la regularidad en cuanto a ir a âevacuarâ todos los dÃas a la misma hora; y todo ello por un mecanismo denominado de sincronización.
< - El ritmo circadiano (circa => cerca de; diano => un dÃa) oscila durante el dÃa y la noche, el momento de la actividad de los animales diurnos es el tiempo del dÃa y el de las especies nocturnas es la noche.
La luz arrastra el reloj maestro en el N.S.Q. (Núcleo SupraQuiasmático) del cerebro. El N.S.Q. interviene en la regulación de señales neurohormonales y la sincronización de otros ritmos del organismo, por ejemplo, el sueño, la alimentación y el metabolismo.
- La homeostasis (homeos => similar; stasis => estado), por definición, trata de mantener el sistema estable y relativamente constante. El proceso homeostático del sueño mide la necesidad de sueño, aumentando durante la vigilia y disminuyendo hacia la lÃnea basal durante el sueño.
Dª. Vilma Aho, BiocientÃfica, Equipo del Sueño de Helsinki, Instituto de Biomedicina de la Universidad de Helsinki (Finlandia).>>
Algo que parecÃa tan âsencilloâ como irse a la cama y descansar hasta el dÃa siguiente, es más complejo de lo que cabrÃa esperar, ya que el sueño tiene un principal papel en el órgano más complejo del cuerpo, el cerebro, que en un adulto puede contener alrededor de cien mil millones de neuronas; cada una de las cuales, puede estar conectada con otros miles de ellas.
Gracias a esta distribución de los nervios, el cerebro recibe información tanto del exterior, a través de los sentidos, la vista, el oÃdo, el olfato, el gusto y el tacto; como del interior, percibiendo sensaciones de hambre, cansancio, y dolor, cuando éste se produce.
Toda esa información es ordenada, procesada y tenida en cuenta por el cerebro a la hora de tomar las decisiones oportunas. Un órgano fundamental e imprescindible, desde el que se gobierna el resto del cuerpo, la temperatura, el hambre, el sueñoâ¦, asà como la conducta externa mediante el control de los movimientos finos y gruesos de los músculos.
Lo más extraordinario de éste enigmático órgano, es que gracias a él se producen los denominados procesos superiores o cognitivos tales como la atención, la percepción, la memoria o el pensamiento, que configura a la especie humana y dentro de ella como individuo, y que permite relacionarse con el medio ambiente que le rodea y consigo mismo.
El cerebro, el órgano más importante del cuerpo debido a que es quien permite pensar, sentir y actuar, además de ser desde donde se controla el resto del organismo funciona mediante conexiones eléctricas y quÃmicas.
Además de las inervaciones directas entre estructuras cerebrales, que establecen comunicación entre ellas mediante impulsos eléctricos, hay que tener en cuenta que existe toda una red de conexiones, más difÃciles de concretar, gracias a las sustancias quÃmicas que sirven como medio de comunicación, a través de las conocidas como neurohormonas, entre las que se encuentran:
- La dopamina que suele estar asociada a la consecución del placer y el deseo sexual, activando el sistema nervioso simpático, necesario para los nuevos aprendizajes, basados en el deseo por conseguir el refuerzo. Altos niveles mejoran la motivación, el buen humor y el deseo sexual. Su inhibición produce desmotivación, indecisión, bajada de la libido e incluso depresión. Producido desde el área tegmental ventral llega hasta el núcleo acumbes, la amÃgdala, el área septal lateral, el núcleo olfatorio anterior, el tubérculo olfatorio y el neocórtex.
- La oxitocina, asociada a la empatÃa, el deseo sexual y a la conducta paternal, facilitando la formación de vÃnculos afectivos. Producido en el núcleo supraóptico y el núcleo paraventricular del hipotálamo hasta llegar a la hipófisis y de ahà al torrente sanguÃneo.
- La noradrenalina, implicado en la atención, el aprendizaje, la sociabilidad y la sensibilidad a las emociones y deseos de los demás. Altos niveles provocan facilidad emocional, hipervigilancia y deseo sexual. Su inhibición produce falta de concentración, desmotivación, depresión, pérdida de libido y reclusión en uno mismo.
- La acetilcolina, afecta a la capacidad de retención de la memoria a corto plazo. Niveles altos facilitan el aprendizaje y la memoria. Su inhibición produce problemas de aprendizaje y memoria que pueden llevar a la demencia senil.
- Las endorfinas, pertenecientes al tipo de neurotransmisores opioides, moduladores del dolor, la temperatura, el hambre y la reproducción, también conocidas como las hormonas de la felicidad o la alegrÃa. Bajos niveles provocan dificultades para sentir placer y felicidad, y anhedonÃa, haciendo a la persona más sensible ante los reveses de la vida.
Pero si se habla del complejo proceso del sueño y sus consecuencias a nivel neuronal, las neurohormonas más importantes y destacadas son:
- El G.A.B.A. (siglas en inglés de Acido Gamma-AminoButÃrico), responsable de la inhibición de buena parte del resto de los neurotransmisores, favoreciendo la relajación. Niveles altos provoca buena memoria, sedación y sueño. Su ausencia provoca dificultades para dormir, ataques de pánico y estados de ansiedad.
- La adrenalina, que incrementa el pulso cardÃaco y la presión sanguÃnea, y prepara al organismo para situaciones de tensión, ya sean agradables o no. Altos niveles de adrenalina provocan fatiga, falta de atención, insomnio, ansiedad e incluso depresión. Bajos niveles provocan decaimiento y depresión.