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Derecho internacional: investigación, estudio y enseñanza
Antony Anghie: En realidad, es una pregunta muy interesante e importante, pero a la vez difícil de responder. Cuando escribimos algo, continuamente formulamos argumentos o tesis sobre los materiales. Después, el riesgo es que, al hacer eso, añades algún nuevo material a tus ideas y termina cambiando todo. Esto, por un lado, podría terminar en un proceso interminable. Jorge Luis Borges escribió una historia en la que tenía que ilustrarse un mapa que representara un área particular y el mapa terminó convirtiéndose en esa área.17 Al menos para mí, lo que intento hacer es no presentar historias omnicomprensivas de lo que estoy escribiendo; así que no es como en el mapa de Borges. Intento sugerir una serie de argumentos que se podrán usar como medios heurísticos para pensar en los eventos o en las historias.
Tal vez si vemos autores determinados, sucesos puntuales o casos concretos, la distinción entre civilizados e incivilizados puede ofrecernos una lectura reveladora de esos eventos. Trato de presentar algunos medios heurísticos con un suficiente trasfondo histórico para hacerlos plausibles, de modo que no puedan ser desestimados inmediatamente como disparates. Al final puede que los argumentos que estoy ofreciendo estén mal o puede que resulten reveladores, pero en lo que respecta a mi trabajo de investigación, esa es la forma en la que establezco límites; de lo contrario, sería interminable. Por ejemplo, la Liga de las Naciones; existen numerosos libros que hablan sobre ella, pero ¿qué hay de los archivos de Nueva Zelanda. ¿Hay alguien que los haya mirado? Siempre va a haber otro archivo en este tipo de circunstancias. Esto es lo mejor que puedo decir en cuanto a mi propio trabajo.
Martti Koskenniemi: Realmente soy la persona equivocada para responder cómo escribir eficientemente y dirigir estudiantes para hacerlo. El libro en el que actualmente estoy trabajando ya ha cumplido dos décadas y el contrato con la editorial de la Universidad de Cambridge dice que debería haberlo entregado en el otoño del 2011. Debo confesar que es un trabajo histórico sobre la historia de las ideas en el derecho internacional del Medioevo tardío hasta finales de los 1800; es una precuela a mi libro anterior The Gentle Civilizer, que empieza en 1870.18 Este nuevo libro buscar responder a la pregunta qué es lo que existía en términos de derecho internacional antes de 1870 y he encontrado que antes de ese año había mucho. Debo confesar que ha sido particularmente difícil ordenar esos hallazgos y aquí estoy, en la segunda década desde que inició este libro.
Algo que he aprendido es que cuando empecé este proyecto, estaba muy influenciado por las discusiones metodológicas sobre las que, en términos generales, los tres hemos condenado como inútiles o engañosas. Empecé, y esto suponía que conociera bastante bien los contextos. Así que leí mucho acerca de la historia económica del Medioevo, la organización del imperio de la Iglesia romano-católica y del Imperio británico; enormes cantidades de información y de historia política. Pero, en realidad, durante los últimos cinco años he estado intentado olvidar todo eso, pues no sumaba a mi entendimiento de cómo opera el derecho. En el curso de estas ideas encontré que estoy interesado en ver cómo la imaginación jurídica opera con los materiales a los que tiene acceso. Esto quiere decir que debería acudir a las fuentes primarias y leer a esta gente; tendría entonces que sacar de nuevo a Grocio y las mil ochocientas páginas de De iure belli ac pacis en la edición del Liberty Fund.19 Tendría que leerlo y después, durante el fin de semana, leer una novela para que me dé el espacio de imaginación que me permita leer a Grocio con unos nuevos ojos y que me dé la habilidad de jugar con sus textos. En realidad, encuentro eso mucho más productivo y eficiente que leer una y otra vez sobre la historia económica de América Latina de 1492 a 1513. No estoy diciendo que estos libros no sean importantes, pero en términos de eficiencia es que digo que es mejor dejarlos de lado. Es casi una cosa estúpida. Con los materiales primarios es importante recordar que es el trabajo de la imaginación jurídica con la que deben lidiar para escribir la historia del derecho. ¿Cómo se imaginan estos abogados el mundo con el que lidian?
Después está la pregunta de los conceptos. ¿Cómo cambian? No estoy muy seguro cómo se relaciona con hacer que los estudiantes escriban eficientemente sobre la historia del derecho internacional. El derecho es (y esto es debatible) un sistema de persuasión, es una práctica persuasiva, es un espacio en el que formulamos argumentos para persuadir a las autoridades y a otras personas para convencerlas de hacer lo que queremos. En ese proceso de persuasión y argumentación usamos conceptos. Yo creo, que tal y como lo decía un terrible e innombrable nazi, los conceptos jurídicos son conceptos luchadores. En el proceso de persuasión construimos argumentos que usan conceptos luchadores a los que les damos significados que mejor le sirven al argumento que estamos tratando de defender. Queremos usar esos conceptos como herramientas poderosas en nuestro material argumentativo. Entonces, si la pregunta es cómo cambian los conceptos y esta es la perspectiva sobre cómo los pensamos jurídicamente, no hay uno solo que tenga una definición fija. Cada concepto está constantemente en la plataforma de lucha en las que las personas intentan embestirlos de significados que apoyen sus preferencias y sus argumentos; y sus adversarios les dan a esos mismos conceptos otros significados.
Gran parte de la historia del derecho, supongo, es sobre esa constante creación y recreación de los significados de los conceptos jurídicos. Se vuelven hegemónicos en determinados momentos y sobreviven así hasta que otras personas logran imprimirles otros significados más plausibles. Muchas veces, como abogado internacionalista, me pregunto qué tiene el derecho internacional para decir al respecto y, después, en particular cuando estoy en eventos públicos me digo a mí mismo, “¡No de nuevo esa misma pregunta!”.
Yo fui formado como asesor de un gobierno y puedo decirles, desde la perspectiva de lo que le interesa a mi gobierno, qué podemos manejar o qué decir. Me parece que hay un trasfondo jurídico realista en la idea de que el derecho no está allí para que puedas decirle con total honestidad qué es lo que dice la ley a un periodista cuando te pregunta por ello. Al final te olvidas de ello y terminas dando una respuesta cercana a tus preferencias políticas y a tus opiniones sobre cómo un problema debería ser resuelto, sobre quiénes son los malos y quiénes los buenos, y todo queda condensado en lo que dices con una voz de autoridad “esto es lo que el derecho internacional dice”.
En una de mis respuestas anteriores había distinguido el derecho como profesión y el derecho como disciplina, pues en mi experiencia he padecido las dificultades de pasar de un contexto a otro. ¿Cómo se mueve uno de un contexto al otro? En realidad, no tengo una teoría general al respecto; más bien, algo así como que corres por la puerta de la cocina respondiendo “el contexto intelectual también es una forma profesión; es otro tipo de profesión, pero es también una profesión en la que tienes diferentes tipos de autoridades a las que debes responder”. No dices eso cuando estás ante la Corte Internacional de Justicia, pero puedes decir eso en Bogotá mientras que te diriges a un auditorio lleno de abogados del derecho internacional público; o no. Todo es sobre a quién quieres persuadir y de qué manera.
Anne Orford: Déjame empezar por la respuesta sobre la eficiencia pues, Martti, creo que soy la persona incorrecta para hablar de eficiencia. De pronto todos nos sentimos de esa manera. Cuando uno trata de producir un trabajo de derecho internacional que tiene conciencia histórica, uno se pregunta cómo y cuál es el objeto de estudio. Los abogados hemos intentado responder a esa pregunta al trabajar en campos específicos; es por ello por lo que nos especializamos como abogados de derechos humanos, abogados del derecho de los refugiados o abogados del derecho de las inversiones. Así es como lidiamos con la magnitud de esa pregunta. Los historiadores lidian con la magnitud de la pregunta a través de la periodización.
Si estás intentando producir una nueva imagen, un nuevo objeto u entendimiento del derecho internacional, debes buscar otra forma de limitar la magnitud de la pregunta. Esto debido a que la pregunta debe estar ligada a lo que quieres revelar. No hay una respuesta correcta; tampoco una respuesta estable. Para mí, la respuesta dependerá de cuanto quieras ver y lograr. Tiene que relacionarse con lo que el derecho internacional es hoy en día y en concreto. El proyecto en el que estoy trabajando actualmente intenta entender el derecho internacional como un proyecto de ordenación económica que genera extrema vulnerabilidad en una base desigual. Las formas y las historias del derecho internacional tienen que contarse para que la acción política las comprenda y comunique. Ha sido más y más difícil hacerlo de una manera adecuada, que parezca a la vez atractiva e irresistible.
Después tenemos la pregunta sobre cómo viajan los conceptos. Esta es la pregunta que no podríamos hacer si quisiéramos ser Whiggish o si quisiéramos pertenecer a la Escuela de Cambridge. ¿Cómo viajan las ideas y los conceptos? ¿Cómo esos conceptos son resistentes al cambio? Una de las cosas que el derecho internacional hace poderosamente es mover los conceptos en momentos de ruptura. ¿Cómo sigues protegiendo las inversiones incluso en un momento revolucionario? ¿Cómo sigues protegiendo un orden económico mundial aun cuando en diferentes partes del mundo la gente piensa que lo está cambiando? El derecho internacional es un lugar clave para asegurar que determinados significados viajen de un lado a otro en determinados momentos. Pero la respuesta a la pregunta sobre cómo ocurre eso debe ser empírica y en realidad no creo que sea una pregunta que se pueda responder a través de un campo en un momento determinado de la historia y mucho menos a través de diferentes campos.
El libro que espero terminar algún día trata de ver cómo estas diferentes ideas viajan a través de los campos del comercio, la inversión, la no intervención, la libre locomoción y los derechos. Cada uno de esos esquemas conceptuales que existen en la arquitectura en relación los unos con los otros transmiten los significados de manera silenciosa y de manera muy particular. Para dar un ejemplo está el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio y la Organización Mundial del Comercio (OMC); ellos tienen una gran capacidad de transmitir el significado y que puede ser contrastado filosófica y económicamente frente a lo que el Estado puede hacer en el mundo. Podríamos devolvernos al siglo XVI y al siglo XVII para responder a la pregunta de lo que significa vivir en comunidad a partir de estos acuerdos de comercio. Hay una respuesta a esta pregunta que los abogados transmiten y mantienen a diario, y si abrimos de nuevo esas preguntas para discutirlas filosófica y políticamente, serían vistas como radicales. He ido a muchas conferencias en las que los abogados de la OMC dicen que debemos ser pragmáticos, porque la OMC es una institución mundial y quienes trataran de cuestionar este tipo de acuerdos serían radicales y anarquistas, pues hay que trabajar con estos acuerdos, en vez de tratar de cambiarlos.
Pero lo que contenían esos acuerdos hace treinta años habría sido una buena metáfora sobre lo que es hacer volar una institución. ¿Cómo es que los abogados hacen para que las cosas parezcan irrebatibles? Eso es una pregunta empírica y no hay una respuesta para ella. Para eso es que insisto que deberíamos tener protocolos respecto a cómo hacer nuestro trabajo.
Primera pregunta del público
Me gustaría darle un nuevo giro al carrusel. ¿Cuál es la historia del derecho internacional? ¿Cuál es la historia del poder? ¿Es acerca de la producción, divulgación y transmisión de conceptos jurídicos? ¿Qué es aquello que hace algunos conceptos jurídicos exitosos y a otros no? ¿Son las instituciones o algún movimiento o evento externo? ¿Es la historia del poder, del imperio o la idea del imperio que de alguna manera se reproduce en distintas épocas y momentos? No estoy haciendo esta pregunta solo para darle un giro al carrusel, pero más específicamente me gustaría saber cómo se relacionan con esto cuando enseñan.
Segunda pregunta del público
Creo que un aspecto en el que todos estamos de acuerdo es que debemos desafiar las visiones eurocéntricas de la historia del derecho internacional; pero mi pregunta ética, metodológica y política, es ¿qué debemos o podemos hacer cuando hay lecturas Whiggish, anacrónicas y poscoloniales del derecho internacional? Algo que siento mucho en el área de derechos humanos es que hay reivindicaciones poscoloniales en contextos poscoloniales que son muy Whiggish en su naturaleza. ¿Cómo podemos interactuar cuando se está haciendo historia anacrónica?
Tercera pregunta del público
Aprecio profundamente las reivindicaciones detrás de todas sus posturas, pero ¿no es el derecho siempre la respuesta a la pregunta hecha por la historia del derecho internacional, el propósito de esa pregunta? Voy a elaborar. Siento que cuando ustedes dicen que nosotros contamos la historia del derecho internacional, la única manera en la que podemos modificar esos escenarios potenciales que van a gobernar las relaciones futuras es a través el derecho, especialmente si estamos refutando la naturaleza justa, la fidelidad, el propósito humano de los tratados o acuerdos internacionales, por ejemplo.
Cuarta pregunta del público
Soy una estudiante doctoral tratando de lidiar con los métodos y desafíos interdisciplinarios, y me gustaría escuchar sus opiniones y experiencias sobre cómo lidian con las comparaciones. Siento que toda esta discusión tiene que ver con cómo se comparan las cosas, eventos, tiempos, países. Siento que esa es una cuestión importante.
Martti Koskenniemi: La primera pregunta fue sobre la manera en que el derecho crea sus conceptos y los divulga, cómo les explicamos a los estudiantes esas fuerzas determinantes y qué hace que el derecho se convierta en algo y forme una institución en un cierto punto de la historia en el que privilegie algunos intereses sobre otros. Esa es una pregunta verdaderamente difícil, y para poder contar la historia jurídica en términos de esas causalidades, debemos leer todos los libros jamás escritos. Así que el Cambridge University Press debería esperar hasta el apocalipsis y más allá antes de que este libro que estoy preparando esté listo.
Creo que mi trabajo sobre la historia espera causar un efecto en el lector. Yo tengo mis propias políticas sobre lo que ha hecho del mundo el desastre que es. Tengo una idea clara para sobre quiénes son los malos y quiénes los buenos. Ahora, todo esto está en el fondo influyendo en la escritura, pero también están las novelas que leo de vez en cuando, y eso hizo que me interesara en la escritura de la historia como literatura. Esas novelas me enseñaron la manera en que causas un efecto en el lector, de modo que el lector permanezca interesado e incluso persuadido por el texto. Algo que he aprendido es que se puede fracasar miserablemente si se trata de mantener el interés del lector tratando de atragantarlo con una conclusión preconcebida de cómo es el mundo.
He dicho en otras oportunidades que soy un experto incompetente, porque no sé cómo debe ser gobernado el mundo para que deje de ser un desastre. ¿Cómo escribo en esa situación? Escribo de una manera en la que el lector no se sienta alimentado de una historia marxista a medio cocinar sobre grandes corporaciones o sobre las fuerzas materiales de la sociedad que determinan los conceptos jurídicos, etcétera. Nunca pongo ese tipo de ideas en mis textos, pero lo que he aprendido de las novelas, en especial de las novelas clásicas, es que la tragedia es un género que usualmente logra capturar la habilidad de las personas de seguir la historia, a menudo a través de sus propias experiencias. De modo que estas personas son capaces por sí mismas de llenar los puntos que yo no puedo llenar por ellas.
No quiero producir soluciones; por el contrario, quiero llevar al lector a un lugar en el que se pueda decir que “sí, este es un mundo que reconozco, puedo identificar estas paradojas y problemas, estas tragedias, sé que están ahí”. Mi experiencia me indica que no puedo llenar los vacíos del lector. Yo sé quiénes son los malos y cuáles son las fuerzas que han causado este desastre, y sé lo que este autor está tratando de decirme. Así que si eres un lector como yo y el autor te dice “ergo, es por esto por lo que el mundo es así”, dirías inmediatamente que eso no puede ser así, pues es muy simple. Siempre les digo a los lectores que piensen por sí mismos, que ahí tienen unos materiales y traten de organizarlos de modo que el tipo de perspectiva que adopten no sea la perspectiva del mundo que yo tenga. Yo sé que no seré invitado más a conferencias luego de revelar esto y probablemente Cambridge me termine el contrato.
Anthony Anghie: Hemos estado discutiendo derecho e historia, pero realmente hemos hablado sobre literatura. En cierto sentido, pienso en cómo Nostromo aplica a América Latina actualmente. Una de las cosas que Joseph Conrad mencionó es que su ambición por sobre todas las cosas era hacer que las personas vieran. Eso es lo que estoy tratando de lograr, no dar una respuesta sino lograr que las personas vean, lograr convencerlas de que hacen parte de este mundo y que hay conexiones y relaciones con las que ellas están comprometidas. Puede que estén en el Congo, pero eso es parte de la condición en la que nosotros compartimos una porción y luego tenemos que responder, así que esa sería la manera en la que presentaría eso.
Respecto a la segunda pregunta, creo que tienes unos autores en mente que no hemos mencionado y pienso que deberíamos discutir sobre ellos y algunos textos en particular. Nosotros reivindicamos ser políticos y querer otro mundo, pero para lograr que ese mundo sea una realidad al final necesitaremos retornar al derecho, necesitaremos crear un tratado que prohíba las armas nucleares o que detenga la degradación ambiental y así sucesivamente.
Creo que en eso se basa la idea del derecho que hemos cuestionado aquí continuamente. Estamos atrapados en una situación complicada. Muchos operamos en distintos niveles al tiempo. Todos queremos un tratado que prohíba las armas nucleares, pero al mismo tiempo entendemos que nuestra visión crítica entiende que solo hay complicaciones asociadas con ello.
Esto es un problema del TWAIL, pues tenemos una visión tan crítica del derecho internacional que deberíamos deshacernos del derecho en su totalidad, porque luego de que haces la crítica no queda nada en pie y estaríamos contradiciendo nuestra propia crítica. Esa es una tensión que hemos sido incapaces de resolver. Pero, desde un punto de vista práctico, admitimos que sí, habría sido bueno que al menos el caso de las Islas Marshall hubiese sido distinto, pero sabemos que esto es solo una parte de una situación mucho más compleja. Hay otro tipo de respuesta que surgió en otra oportunidad ante la pregunta de cómo las poblaciones indígenas expresan su realidad sin los protocolos del derecho; en otras palabras, hemos llegado a una idea tan radicalmente distinta de la sociedad, del orden, de la gobernanza, del medio ambiente, y ese radicalismo no puede contenerse en una idea del derecho. Así que siento que tenemos la misma pregunta ante una situación concreta en ese contexto, y siento que es una pregunta bastante urgente, pero no estoy seguro qué más puedo decir al respecto.
Anne Orford: Sobre la primera pregunta, nunca he podido saber qué es el poder ni he podido saber qué es exactamente lo que tienen en mente las personas cuando me preguntan al respecto. Tengo una aproximación ligeramente distinta a la de Martti, cuando se enfoca en la imaginación de los abogados como individuos, o en la idea de David Kennedy, de personas con proyectos, o en la idea de Quentin Skinner, sobre innovadores ideológicos. Creo que ellos personifican teorías de poder, de cambio y de historia en contra de las que estoy tratando de trabajar, hasta cierto punto. Siento que hay cierto individualismo ahí, pero no estoy segura de si es parte de la autorrepresentación en cuanto a cómo se mueve en el derecho.
He pensado esto también en relación con un artículo que estoy escribiendo acerca de cómo son recordadas las revoluciones en el derecho internacional y en la historia. Hay una manera en la que se puede escribir, digamos a propósito de la Unión Soviética o la China de Mao, que es siempre sobre personas con proyectos y políticos innovadores, utilizando la ideología de la revolución y el comunismo de una manera marcadamente cínica. Podrías contar la historia de esas revoluciones y de la historia de esos países de esa manera, pero perderías mucho.
Hay autores realmente fascinantes, como Michael Dutton respecto de la historia de China, o Sheila Fitzpatrick respecto de la historia de Rusia, o Svetlana Aleksiévich, que tratan de adentrarse en lo que es creer en la teoría de la historia que la revolución encarna. Si tratas de contar la historia así, aprendes algo nuevo y no solo aprendes sobre hombres poderosos y sus proyectos. Es bueno conocer esos dos aspectos, por un lado, cómo los hombres poderosos piensan, pero, por el otro lado, también es necesario conocer otras teorías de la historia. A mí me interesa si podemos contar otras teorías de la historia, y creo el derecho internacional encarna algunas que estoy tratando de articular.
Respecto de la segunda pregunta, creo que puedes observar que me preocupa el dogma. El dogma siempre se consolida y se intensifica en el derecho internacional, porque este es un campo autoritario, que se organiza alrededor de autoridades, a las que nos aferramos constantemente, lo que puede ser entretenido cuando las personas piensan que eres una autoridad, pero la mayoría de las veces es un problema.
Cuando dices que necesitamos desafiar, me gustaría remarcar por qué es que es necesario. Estaría de acuerdo con esa postura si nos ponemos en el lugar Whiggish de los vencedores y de sus historias del derecho internacional, y creo que eso es lo que Butterfield estaba tratando de decir respecto de la historia de la Inglaterra, al contraatacar los relatos del anglicanismo y del protestantismo sobre lo que se estaba convirtiendo Inglaterra. Así que necesitamos contraatacar los relatos históricos de los vencedores si queremos resistirlos, y si ese es el caso, entonces creo que sí estaría bastante interesada en una conversación al respecto. Sin embargo, no estoy de acuerdo con la proposición de que “necesitamos…” simplemente porque nos dicen que deberíamos estar en contra de ello.
Habría muchas preguntas hechas por la historia del derecho internacional, y la respuesta a alguna de ellas podría ser el derecho, pero de nuevo mi pregunta adicional sería quién está preguntando y qué forma de derecho tienes en mente. La respuesta puede ser una forma del derecho y no otra, puede ser una versión liberal del derecho o una versión bolchevique. Así que no hay una respuesta a qué es el derecho, sino que hay muchas respuestas a las muchas preguntas hechas por la historia.
Finalmente, creo que es completamente acertado que muchas de las preguntas que surgen cuando pensamos en abordar el pasado de una forma debidamente contextualizada, son también preguntas que surgen en teoría legal comparada cuando tratamos de observar otros países, y sentimos las mismas ansiedades: ¿puedo realmente entender esta otra época o este otro lugar si no me convierto completamente parte de esa época o ese lugar? ¿Puedo olvidar el lugar en el que estoy y quién soy para entender perfectamente esas otras formas de pensar, existir y crear derecho?
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