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Universidades, colegios, poderes
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Terminado el relato del pavorde Sales, se hizo saber al claustro que el bachiller Noé había retirado ya el depósito que había hecho por los derechos del grado. Entonces, la asamblea de catedráticos, atendiendo al orden de la convocatoria, abordó el asunto en tres aspectos: ver la manera de recoger los ejemplares restantes, que por supuesto eran la mayoría; impedir que el bachiller Noé «vaya a otra Universidad a graduarse»; y, por último, evitar que esta situación se repitiera una vez más.20

El claustro acordó informar el asunto al rey, tomar en sus manos la recogida de los ejemplares restantes, escribir a las universidades ofreciéndoles una «breve y sencilla relación» de lo sucedido, incorporando un ejemplar de las conclusiones, y escribir también al municipio «y a quien convenga».21

Para cumplir con estos acuerdos, la asamblea de catedráticos decidió mantener a los mismos comisarios –Sales y Escrig– pero añadir otros dos, a saber, el canonista Joseph Madroño y el médico Joseph Marín, «con las mismas facultades que los primeros tienen». La idea era fortalecer a la comisión y, como puede verse, ahora había un comisario por cada una de las facultades mayores –teología, leyes, cánones y medicina–.

Tras estos acuerdos se asienta el voto, minoritario, del doctor Francisco Guimerá, catedrático de Filosofía. Este comentó que tal vez debía darse más tiempo al bachiller Noé para recoger los ejemplares de la tesis, pues el bachiller había hecho un gran esfuerzo tratando de recoger los ejemplares. Asimismo, Guimerá dijo que el bachiller entregó al vicerrector Adamdrat un memorial en que quitaba toda duda acerca de la Inmaculada Concepción de María. Sin embargo, el claustro no lo había revisado. Guimerá pedía que se revisara para ver si con ese texto se resolvía el problema, o bien que el claustro decidiera, pero con base en la lectura de ese memorial. Por ello, decía, no era necesario informar al rey de semejante asunto, pues se trataba de algo que el claustro podía resolver «con la mayor cencilles». Como hemos podido ver, estas sugerencias, prudentes, no prosperaron y se mantuvieron los acuerdos que terminaron por desbordar a la Universidad.22

Fueron notificadas todas las universidades, el municipio y el rey. Además, y como uno de los acuerdos del claustro era escribir a quien conviniese, los comisarios escribieron también al inquisidor general y, como se recordará, desde el 26 de junio se acuerda escribir al regente de la real audiencia, en tanto que censor real. Las respuestas no se hicieron esperar. En claustro de 16 de julio se leyó la respuesta del inquisidor.

Claustro de 16 de julio de 1777

En esta reunión el rector Juan Antonio Mayans presentó la respuesta que había mandado el inquisidor general y obispo de Salamanca Felipe Beltrán.23 Comenzaba diciendo que la contienda suscitada en la Universidad es «de poco gusto» y que le ha producido mucha pesadumbre «porque otra unión y más sólida paz deseara en los ánimos de los Cathedráticos y Professores de esa Universidad…». Dice que recibió la carta donde se le informa de la disputa, pero también se le entregaron las actas de dos claustros generales –de 26 de junio y 3 de julio– y las diligencias practicadas. Opina «que la Universidad podía haverse contentado con la satisfacción que dio el Dr. D. Manuel Miralles, y con la promesa de añadir a lo último de la conclusión: fuisse in utero sanctificatam in primo instanti conceptionis». También considera «que aquellos Cathedráticos que han proferido que la expresión Genuit Unigenitum a Patre tiene sentido herético», y confunde la generación temporal y eterna del hijo, «son dignos de seria reprehención y deven ser obligados a retractarse de su dicho».

De igual manera, la valenciana debe informar a las otras universidades acerca de las retractaciones que se producirán al obedecer su carta, para que entiendan que no es la Universidad la que ha dado semejante censura, sino catedráticos particulares. Y si la tesis del bachiller Noé fuera digna de reprensión también lo serían otras expresiones autorizadas por la Iglesia que enunció. Tras la lectura de esta carta siguió la votación. Era evidente que el inquisidor estaba tomando partido por la opinión generalizada del claustro de teología expresada el 26 de junio, en el sentido de que la tesis no era digna de censura, pero sí de mayor explicación. Esta posición influyó en el ánimo de los catedráticos y puede verse en la votación que siguió. El acta recoge cada uno de los votos expresados por los 25 catedráticos presentes en aquella reunión. Cada voto es diferente a los demás, aunque en varias ocasiones se dice que votan como lo hizo algún doctor, casi siempre añaden matices. Nosotros hemos hecho una clasificación, hubo 6 tipos de opiniones expresadas:

Sentido del voto N.º de votantes Que se escriba al inquisidor, pero sin determinar el contenido (Escrig, Madroño, Gombau y Camarasa). 4 Que se cumplan las disposiciones del inquisidor, pero que también se le escriba aclarándole algunos aspectos que completan mejor la historia (Mañez y Llombart). 2 Que se escriba al inquisidor diciendo que solo hubo uno que contradijo a los demás. En este tipo de voto también se incluye la propuesta de notificar a las universidades. Pero habrá cuatro posiciones sobre escribir o no a las universidades. Que se haga, que no, que de qué manera, que se escriba para desagraviar a Miralles y Noé, pero no se cuente la retractación (Sales, Cavades, Sidro Villaroig, Sala, Adalid, Vicens, Pérez Gómez y Querol). 8 Que Miralles fue agraviado y se pide la retractación y que se avise a las universidades (Miralles, Pascual Carbonell, Joseph Marín, Carlos Cipriano Marín, Joseph Gascó, Durá, Castelló, Agut y Guimerá). 9 La retractación de Adamdrat. 1 Que el tema se resuelva en otro claustro. Por ahora que solo se junte la documentación que se ha generado (este parecer prudente fue de Manuel Locella). 1 TOTAL 25

El claustro no contó votos, acordó volver a reunirse para «tratar y cumplir lo prevenido en la Carta del Ilustrísimo Señor Obispo Ynquisidor General».24 Vicente León Navarro nos cuenta que este asunto era un capítulo más de las disputas entre tomistas y antitomistas que se ventilaban en la Universidad y en la Iglesia. La tesis del bachiller Noé debe afiliarse a la causa de los tomistas, mientras que la opinión de Adamdrat a los antitomistas. Además, el bachiller Noé era familiar del arzobispo Fabián y Fuero, conocido por su celo antijesuita, y tomista declarado. Luego de la carta del inquisidor nos dice Vicente León: «la postura de Adamdrat frente a Noé y Miralles, y por extensión al arzobispo, tuvo sus consecuencias. Fue castigado, suspendido de sus funciones sacerdotales, y encerrado en el convento de la Corona». Si bien Vicente León Navarro nos relata que el gobernador del Consejo, M. Ventura Figueroa, mandó liberar al preso, y que «fray Juan Ferrer, lector del convento donde estaba recluido Adamdrat, escribía al arzobispo para que le levantar la suspensión según ordenaba el Rey».25

La prisión de Adamdrat debió de ocurrir casi después de este claustro, pues ya no aparece en la lista de asistentes del siguiente de 19 de julio. Y debió de terminar antes del 17 de septiembre. Finalmente se llevó a cabo el doctorado del bachiller Noé y Adamdrat figuró como objetor. Salvador Albiñana recoge que Adamdrat continuó con su docencia unos años más, hasta su muerte en 1782.26

Claustros de 19 y 21 de julio de 1777

Se trata de la sesión más larga relativa a esta historia. De hecho, la votación no terminó ese 19 de julio27 y fue necesario continuar dos días después, el 21. En total votaron 27 personas, pero más de uno tomó la palabra en dos ocasiones. El claustro comenzó tratando la renuncia del doctor Jayme Pastor, por estar enfermo. Renunciaba a unos poderes que le había concedido la Universidad.

Después se leyeron dos cartas. La primera fue la del inquisidor, que se leía una vez más, y luego la de Francisco Pérez Bayer, preceptor de los infantes, fechada en Madrid el 8 de julio. Pérez Bayer decía que, de haberse hallado en la sesión del 26 de junio, se hubiera adherido a la opinión del claustro, en el sentido de que la conclusión del bachiller Noé necesitaba de reforma y mayor explicación, pues la tesis confunde y hace común el privilegio singular de la virgen, amén que fue un argumento que también se usó en contra del misterio:

porque las solas palabras Mariam fuisse in utero Sanctificatam, confunden y hacen común el Privilegio singular de la Madre de Dios, con el de Jeremías y el Bautista, de quienes también se dice con verdad que fueron sanctificados en el Vientre de sus Madres; como porque la expreción Sanctificata fuit in utero es la misma mismíssima que usavan, y de que se valían para explicar su sentir, antes y en el tiempo de Juan Escoto, los opuestos a este Misterio o piadosa opinión, como puede verse en Inocencio Quinto, en San Antonio de Padua, en Álvaro Pelagio, en Alex. de Ales y otros muchos.28

En post scriptum señala que la expresión «Genuit unigenitum a Patre» no es problemática («me parece puede salvarse la Propossición, sin confundir la generación eterna del verbo con la temporal»).29 Y dice que el genuit no genera duda, porque para referirse a una mujer normal en gestación se usa: «consipere». Pérez Bayer se declara preocupado porque considera que el asunto tendrá consecuencias, aunque desea lo contrario, que se serenen los ánimos. Y se ofrece por si puede ayudar en algo.

Luego se dio paso a la votación.30 En esta sesión votaron los siguientes catedráticos: José Escrig; Cayetano Aragonés, Joseph Madroño, Basilio Romá, Sebastián Sales, Joaquín Antonio Gombau, Jaime Camarasa, Manuel Miralles, Pedro Pasqual Carbonell, Agustín Cavades y Facundo Sidro Villarroig. Aquí se suspendió la sesión del claustro, pues era tarde, las 12.30 horas, y se acordó reanudar la sesión el día 21 de julio. El doctor Joseph Marín dijo que no podría asistir a la siguiente reunión, por lo cual dejaría su voto por escrito.

El 21 de julio de 1777 continuó la votación, que comenzó con el voto escrito del ausente Joseph Marín y Navarro. Siguieron: Manuel Locella, Jaime Belda, Carlos Cipriano Marín, Juan Sala, Joseph Gascó, Manuel Mañez, Rafael Llombart, Mariano Durá, Vicente Adalid, Gaspar Pérez Gómez, Joaquín Castelló, Vicente Agut, Miguel Alamá, Francisco Guimerá, Agustín Cavades y Facundo Sidro Villarroig.

Votaron en total 27 personas, aunque como se ha dicho alguno tomó la palabra dos veces, como Agustín Cavades. Desde luego, hubo una multitud de pareceres, pues como se ha comentado antes los que votaban igual que otro añadían aclaraciones que, a veces, eran muy largas. Pero si tratamos de sintetizar las diferentes propuestas, podemos decir que se debatieron cuatro puntos: si se debía contestar al inquisidor ya; si para contestarle se debía esperar a la respuesta del rey, pues como se recordará la Universidad también había escrito al monarca; el tercer punto, si se debía escribir a las universidades y, finalmente, un deslinde de Adamdrat. Los dos primeros eran los de mayor fuerza, pero el distanciamiento y, en consecuencia, el aislamiento de Adamdrat fueron casi unánimes. Los catedráticos decían que debía informarse al inquisidor de que la posición en contra de la tesis del bachiller Noé había sido sostenida por una única persona. Algunos, como Manuel Locella, opinaban que también debía comunicarse esto a las universidades. Aunque el deslinde era de Adamdrat, el propio Locella dijo que Sales se había excedido en sus funciones de comisario al señalar más objeciones a la tesis. También señaló como contrario a la conclusión al síndico Madroño, pero su queja no prosperó. El acuerdo solo se centró en Adamdrat, ante un intento de curarse en salud, al ver el castigo a Adamdrat.

El resultado dio once votos a favor de esperar la respuesta del rey, quince a favor de informar al inquisidor y el resto es el voto escrito de Pérez Bayer que, al llegar con retraso, no opinaba sobre el debate más actual. A favor de esperar la respuesta del rey votaron los siguientes catedráticos: Vicente Adalid, Jaime Camarasa, Mariano Durá, José Escrig, Joaquín Antonio Gombau, Joseph Madroño, Manuel Mañez, Joseph Marín y Navarro, Gaspar Pérez Gómez, Basilio Romá y Sebastián Sales. Por el contrario, a favor de escribir al inquisidor votaron los siguientes: Vicente Agut, Miguel Alamá, Cayetano Aragonés, Jaime Belda, Joaquín Castelló, Agustín Cavades, Joseph Gascó, Francisco Guimerá, Manuel Locella, Carlos Cipriano Marín, Manuel Miralles, Pedro Pasqual Carbonell, Facundo Sidro Villarroig, Juan Sala y Rafael Llombart.

Podría parecer que se dirimía quién detentaba la jurisdicción en este asunto, el rey o el inquisidor. El doctor Carlos Cipriano Marín dijo, por ejemplo, que al ser competencia del inquisidor el rey tendría que opinar en el mismo sentido. Pero en el interior de la Universidad lo que parecía debatirse era quién había tenido la razón, si el vicerrector y los escasos catedráticos que opinaron como él o el bachiller y su presidente. Si atendemos a la propuesta de Vicente León, se estaría expresando el conflicto entre tomistas y antitomistas, e incluso una toma de partido frente al arzobispo. Los partidarios de escribir al inquisidor eran quienes consideraban agraviado al presidente del acto, el doctor Miralles y, por tanto, deseaban una satisfacción para él, incluyendo una notificación a las universidades. Podríamos pensar que estos doctores también se posicionaban a favor del arzobispo y que eran tomistas. Sin embargo, es posible que el asunto fuera más allá de la posición frente al tomismo, pues siguiendo la caracterización de Vicente León podemos ver que algunos «de los más furibundos defensores de la escuela suarista»31 se dividieron en la votación. Madroño y José Marín pidieron esperar la respuesta de rey; mientras que Llombart y Aragonés eran partidarios de contestar ya al inquisidor.

Tras recontar los votos, donde se impuso la idea de escribir al inquisidor, el claustro acordó una versión moderada, a saber, escribir al inquisidor dándole cuenta de la retractación de Adamdrat, diciéndole que nadie más había opinado como él. También se le debía informar que a las universidades solo se les había escrito acerca de la última parte de la tesis del bachiller Noé (y nada sobre el quod genuit unigenitum a Patre), y para mayor detalle que se le añadiera copia de la carta a las universidades. Sobre los demás asuntos no se le escribiría, se esperaría a la respuesta del rey.

Claustro de 29 de julio de 1777

Este día se reunió el claustro para obedecer la resolución del consejo de Castilla y para conocer la respuesta de la Universidad de Cervera.32 La resolución está fechada en Madrid el 25 de julio. Ofrece una relación de los hechos y de los documentos generados. Es interesante porque amplía la información que hemos reseñado a partir de las actas anteriores:33

– Se remitieron al consejo de Castilla dos textos: uno del municipio y otro de la Universidad. Ambos a causa del intento de defensa de conclusiones para obtener el grado de doctor por parte del bachiller Manuel de Noé y Guas.

– Otra «representación» de la Universidad de Valencia al fiscal de la Real Audiencia y censor regio, el señor Thomás Sanz de Velazco. El texto relata lo ocurrido antes y después de la impresión de las conclusiones.

– Dos «representaciones» más. Una de Manuel de Miralles y otra del propio bachiller Noé. También relatan su versión de los hechos.

– Otra «representación» del doctor Luis Adamdrat, catedrático perpetuo de teología.

– La real orden da cuenta de que se remitieron otros documentos anexos a tales representaciones.

Con todos esos documentos, la real orden da cuenta de los acontecimientos. Así como hemos visto referidos algunos documentos que no se habían mencionado en las actas del claustro, también vamos conociendo algunos datos que no se habían reportado. Por ejemplo, que las conclusiones del bachiller Manuel Noé tuvieron el permiso del rector y el reconocimiento del fiscal de la real audiencia, en calidad de censor regio. Acerca del acuerdo del claustro de explicar con mayor precisión la tesis, el Consejo dice: «por ser esta una materia en que siempre ha sobresalido la pía devoción de los españoles».34

Resulta también novedoso saber que el bachiller Noé y su presidente Miralles estuvieron de acuerdo si se añadía «a primo instanti suo concepcionis, vel sine macula conceptam», pero fue el comisario del claustro quien no quedó satisfecho con esta propuesta. Por ello fue que el sustentante decidió retirar su solicitud del grado.

La real orden sigue con el relato del claustro del 26 de junio, pero añade que, además de la Universidad, la ciudad acordó informar al rey «para que se digne tomar la Providencia que fuere más de su agrado».

El documento también nos dice que el fiscal de la real audiencia, en su calidad de censor de la Universidad, estableció en su «representación» cuáles fueron los motivos que lo movieron a dar su permiso para la celebración del acto. En primer lugar, dijo que la tesis estaba reconocida «por teólogo de esa Universidad» (supongo que se refiere a Miralles), que tenía el visto bueno del rector, que una similar se había «defendido dos años antes sin oposición alguna» y dijo también que al ser «materia estraña de su inspección», pues que solo examinaba si se «perjudican o no las regalías».

La real orden señala que en sus textos, tanto el presidente como el sustentante explicaron y fundamentaron el sentido de la tesis y, en virtud de ello, solicitaban que se admitiera al sustentante al grado de doctor, «guardándosele la antigüedad que le pertenecía», si no se le hubiera puesto tal objeción.

Por su parte, el vicerrector Luis Adamdrat explicaba, en su documento, los motivos que lo habían llevado a «separarse del Dictamen de los demás profesores, graduando dicha Proposición de contraria al Misterio, y que no debía correr».

Con toda esa información, el consejo se pronuncia de la siguiente manera:

– Informa al claustro de «que ha sido de su desagrado se intentase defender la referida conclusión, a vista de lo mandado en Auto Acordado diez y seis, Libro primero, título séptimo».

– Ha sido de su desagrado que el bachiller Noé «no se hubiese allanado a defender en su lugar la acordada por el Claustro, ni menos recogido los referidos exemplares como se le previno».

– Ordena que se recojan y archiven las conclusiones y señala que se está dando esta orden al regente de la audiencia para ejecutar dicha orden.

– También que el regente de la audiencia llame al bachiller Noé y al doctor Miralles y les haga saber que el consejo desaprueba la tesis treinta y nueve, y que en su lugar defiendan la siguiente: «Beata Virgo Maria, ab originali pecato servata fuit». Y, en caso de no cumplirse:

les borre de los Libros de la Universidad, y prive de los honores y exercicios de ella, y de cuenta al Consejo para tomar contra ellas la Providencia correspondiente, como trasgresores del Juramento que huviesen prestado con arreglo al referido auto acordado de defender la Puríssima Concepción de la Virgen Nuestra Señora, en el primer instante de su animación.

– Para no repetir semejantes disputas, que se despachen órdenes, como lo está haciendo, a todas las universidades del reino y a los censores regios «que no permitan Conclusiones que nieguen o impugnen directa o indirectamente en manera alguna la Puríssima Concepción de María Santíssima en el primer instante de su animación».

– Por último, ordena que esta resolución se asiente en el archivo de la Universidad y que cada año se lea a principio del curso para que nadie alegue ignorancia. Termina pidiendo acuse del documento.

Después de leerse esta real orden todo el claustro estuvo de acuerdo en obedecerla y cumplirla puntualmente. El doctor Miralles también dijo que «estaba promto a cumplir por su parte todo quanto al mismo toca».

El segundo punto del claustro del 29 de julio era la correspondencia de la Universidad de Cervera. Finalmente, se leyó la carta dirigida a la de Valencia. Con ella comenzaron a llegar las respuestas de las universidades que habían recibido la información sobre la tesis del bachiller Noé. La carta de Cervera de 26 de julio señala que la defensa de la Inmaculada Concepción es también su prioridad:

… no podemos dexar de manifestar la satisfacción que nos cave, por ver conservados en el día los esfuersos con que V.S. ya de muy antiguos tiempos se ha esmerado en pensar y trabaxar, en defensa del Misterio de la Puríssima Concepción de Nuestra Señora. Éste es igualmente el primer punto a que esta Nuestra Universidad deve dirigir, y constantemente dirige todos sus pensamientos y trabaxos, assí por la hora que logra de tener a la Divina Señora por Patrona titular y Blasón de sus Reales Armas, como por jurarla Immaculada, todos sus Doctores y Profesores.35

Claustro de 2 de agosto de 1777. Cartas de Alcalá y Santiago

Para esta fecha el claustro valenciano conocía ya la resolución del consejo de Castilla y había decidido obedecerla. Sin embargo, seguían llegando cartas de las universidades.36 Para los valencianos estas misivas llegaban con retraso, pues el conflicto estaba resuelto por el consejo de Castilla y, de hecho, el Estudio de Valencia preparaba ya las acciones para cumplir con la resolución del consejo de Castilla, entre las que se incluiría escribir nuevas cartas a las universidades para solicitar, ahora, la devolución de las conclusiones del bachiller Noé.

En general y como en el caso de Cervera que se vio ya, las cartas de las universidades felicitaban al rector y Estudio valenciano por las medidas tomadas en el caso del bachiller Noé. Se hace saber que las universidades valoran el esfuerzo de la valenciana por defender el misterio de la Inmaculada Concepción. La de Alcalá está fechada el 28 de julio. Muy corta. Dice que la Universidad de Valencia había escrito a Alcalá el 8 de julio. Acusa recibo de las conclusiones impresas y repartidas del bachiller Noé, e informa únicamente que dará cuenta de esta carta en el primer claustro siguiente:

He recibido las Conclusiones impresas y repartidas a nombre del Bachiller en Theología Manuel Noé, para el Grado de Dr. en esta facultad, que V.S.S. me remiten con fecha de ocho del corriente. Y quedo enterado de la determinación de los dos Claustros Generales celebrados por esa Universidad, sobre la Proposición treinta y nueve, Página veinte y una de dichas Conclusiones; cuya determinación haré presente a esta Universidad en el primer Claustro que congregaré.37

La carta de Santiago, fechada en 21 de julio, muestra que el claustro conoció la misiva valenciana. El documento da idea del texto con que se redactó la misiva del claustro valenciano:

haver observado algunos Cathedráticos de essa Muy Ilustre Universidad, ser poco decorosa y conforme al Misterio de la Ymmaculada Concepción de Nuestra Señora, la Proposición treinta y nueve, Página veinte y una de las Conclusiones impresas y repartidas a nombre del Bachiller en Theología Manuel Noé, para el Grado de Doctor en la misma facultad, y de las que acompañava un exemplar, presedido maduro examen en dos Claustros que a este efecto se havían celebrado, se havía determinado el impedir o no permitir se defendiese la referida Proposición, y que se escriviese a las demás Universidades del Reyno, para que estuviesen enteradas de la pureza con que V.S.I. pienza, siempre ha pensado y trabaxado en defensa del Misterio de la Concepción.

Entonces, el claustro de Santiago: «ha acordado se manifestase a V.S.I. la suma complasencia con que ha recibido la de V.S.I. y aplaudido una resolución tan acertada y conforme a la más sana Doctrina y estatutos de ésta y de las más de las Universidades de España».

Claustro de 14 de agosto de 1777

El rector recordó al claustro que por resolución del consejo se debían recoger las conclusiones del bachiller Noé.38 El asunto había pasado a la Real Audiencia y lo estaba viendo. El rector recordó que ya en su momento se le había pedido al bachiller la recolección de aquellas conclusiones; que este había manifestado que no había podido recoger dieciséis, pues las había entregado al pavorde Sebastián Sales, el cual las había remitido a las universidades. Por lo cual, decía el bachiller, debía quedar exonerado de la recogida y encargar dicha tarea a Sales. El rector decía que el regente de la audiencia estaba de acuerdo con esta propuesta. Sales, por su parte, había presentado «descargo» explicando que había enviado esos 16 ejemplares a las universidades en su función de comisario del claustro y cumpliendo el acuerdo de este. Decía que al terminar sus funciones de comisario ya no estaba obligado a recogerlas y que, más bien, era tarea del claustro. Entonces el claustro acordó escribir a las universidades para solicitar la devolución del texto, explicando que las pedían en cumplimiento de una real orden. También acordó que los ejemplares recuperados se entreguen al regente de la audiencia. La tarea se encargó, en esta ocasión, a Juan Sala, catedrático de Leyes.39

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