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El Inductor
La venganza, satisfacción personal
Batman
CAPÃTULO III
IN TO
Entrar en la vida de Ismat como adolescente desconocido fue traumático. Los datos que tuve que conocer como madre de él me dejaron con un sabor a vacÃo enorme. Saberme incompetente, cobarde y más que todo estúpida por dejar ir a mi familia a un lugar desconocido, eso me mataba. Nunca debà tomar la llave y entrar allÃ, aunque con el paso de los dÃas sumida en descubrimientos de la vida de mi Ismat junto a Yaro, su padre, me llenaron de una fuerza inmensa por hacer ver caer al responsable de este hecho. Cabe destacar que Yaro también fue una vÃctima; de no haber muerto Ismat tras la sobredosis, tal vez él estuviera con vida.
Es un placer conocerle, oficial Fátima. Mi verdadero nombre es Yeri Mariga y esta es mi historia.
UN TIEMPO ATRÃS
DEPARTAMENTO DE YARO E ISMAT EN NUEVA YORK
Yeri intentaba reparar su corazón del dolor que sentÃa cuando acomodaba la ropa de Ismat en los cajones. Aunque llevaba horas llorando, su sed de llanto no estaba saciada.
Es cuando encuentra la tablet del chico y la intenta encender, pero está sin baterÃa. Toma el cargador y le pone a tomar carga.
En la gaveta de arriba de aquel buro color caoba también se topa con fotos de Ismat con una chica, de unos no más de diecisiete años, tatuada en el brazo y con pinta de no dormir. Ambos se veÃan sonrientes, pero sus copas en las manos decÃan que habÃan tomado mucho.
Mirando la foto fijamente se transporta al momento en que se despide de Ismat hacÃa ya mucho tiempo. Es cuando se asusta con una voz que la sorprende.
â¿Husmeando?
â¡Por Dios, Munga, casi me matas del susto!
âEstaba harta de esperar. La mesera de la cafeterÃa de la esquina me miraba sospechosa. Tal vez pensó que no pagarÃa la cuenta. Cielos, llevaba casi tres horas con ese café.
âTal vez te confundió con algún terrorista o algo asÃ.
â¡Ja, ja, ja! No lo creo. Si no te detuvieron a ti en el aeropuerto, menos lo harÃan conmigo.
Se miran, sonrÃen, intentaban llevar una vida normal, pero era imposible. La muerte reciente de dos seres tan amados era insuperable.
Munga se avalancha a Yeri, le abraza y empiezan a llorar.
â¿No es injusto este mundo al llevarse dos hijos de dos madres que solo esperaban amarlos hasta el resto de sus vidas? Estoy destrozada. âMunga llora sobre el hombro de Yeri y viceversa.
âLos tuviste contigo, por lo menos tienes ese consuelo. Viviste muchos dÃas felices a su lado; yo, en cambio, me perdà la mejor parte.
Munga se separa y seca las lágrimas de Yeri, tomando la foto de las manos de ella.
âEra su mejor amiga, Pons. Iban a todos lados juntos, se pasaban horas hablando por chat. Un dÃa me confesó que la chica le gustaba, pero que tenÃa miedo, no querÃa que ella lo rechazase, asà que siempre fueron amigos.
âA no ser por el trasnoche de la foto y la ropa que lleva, luce hermosa.
â¡Vaya que es hermosa! Esa foto fue la noche en que Pons celebraba que irÃa a ParÃs. EntrarÃa en una escuela de Danza. Es una bailarina excelente. La foto debe tener un tiempo ya. Si quieres ver a la verdadera Pons, entra a las redes sociales: es una de las jóvenes talento del baile urbano más aclamada por los jóvenes en la web.
â¡Vaya! Me alegra por ella.
âCuando supo lo de Ismat y Yaro, llamó desde ParÃs. Me dijo que lo lamentaba demasiado, lloraba mucho.
âEspero que mi hijo haya vivido momentos felices en su amistad con ella, eso me da cierta satisfacción.
âEso dalo por hecho, Yeri. SalÃan todo el tiempo y disfrutaba. En ese tiempo Ismat era un joven sano.
â¿Qué me dices de sus ojeras?
âEs normal, Yeri. Se divertÃan, todos los jóvenes lo hacen.
â¿Con alcohol? No, Munga, eso no es diversión para un joven, no lo es.
Yeri se marchó de la habitación tirando la fotografÃa a la cama. Munga la toma y le persigue.
â¿Esa es la mujer que dice que amaba a Ismat, la que atravesó el mundo para llegar aquà y cuidar de él? No lo creo.
Yeri se detiene, da la vuelta y le grita a su suegra:
â¿Y usted? ¡Pero si es la mujer que separa a una familia para lograr sus bajas intenciones de tener a su lado a su malcriado y déspota hijo! Ese monstruo lo crió usted, es la responsable. Usted vino aquà con sus sueños de tener una nacionalidad norteamericana, abandonó sus raÃces, y luego arrastró a mi Yaro y a mi amado Ismat a esta locura que acabó mal. Lo sabe, acabó mal. âSu voz es fuerte, tiene el rostro exaltado.
âYeri, yo... âLa mujer intentó defenderse.
âNinguna justificación sobre esta tierra me devolverá a mi familia. Usted cavó la tumba de ellos. Debió dejarnos en paz en Kenia.
âSolo traté de darle una vida mejor.
â¿A eso le llama una vida mejor? Por favor, ya cállese.
âMe matas, Yeri, tus verdades me matan.
En ese momento Yeri ve las lágrimas de Munga. Se empieza a sentir mal, pero no dice nada, solo calla. El dolor es profundo.
Luego de esto Munga se marchó. Yeri insistió en quedarse. Cerró toda la casa y se sumió en la autotortura de recorrer todos los recuerdos de sus seres amados a través de sus cosas. Imaginaba a ambos en la cocina, desayunando, viendo televisión, duchándose, llevando una vida normal. Era frustrante, pero necesitaba eso. Al paso de unas horas cayó en un profundo sueño. El mueble fue su cama, es cuando tiene pesadillas.
En aquellos sueños juega de la mano con su hijo y su esposo en aquel parque. Se divierten en una feria, pero el cielo empieza a ponerse oscuro. Unas manos negras que salen de la tierra jalan a Ismat y esta grita: «¡Mamá!», pero inevitablemente es arrastrado por aquel misterio. Despierta sudada. Se sienta y mira su reloj: son las tres de la mañana.
Recuerda vagamente que la tablet debe estar cargada, asà que va a por ella y la enciende.
Para su sorpresa no estaba bloqueada, asà que empezaron a entrar todos los mensajes de Ismat.
Muchos mensajes de amigos. Su muro de Facebook estaba plagado de condolencias por su partida, es motivo de más llanto.
Hay varias burbujas de chat: una decÃa «Pons», las demás no las reconoció. Entró a la de la chica y empezó a leer, quedando sorprendida. En aquellas conversaciones descubrió que los jóvenes se habÃan enamorado cuando Pons se marchó a ParÃs a estudiar Danza. Se confiesan amor y mantuvieron una hermosa relación mediante conversaciones de chat. Ismat le dedicaba canciones preciosas, ella danzaba para él. Las últimas conversaciones en cambio tenÃan una mezcla de incierto amargo: los reclamos de ella por el descuido del joven. A veces duraba muchos dÃas para conectarse.
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