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Catalogo de los Objetos Etnologicos y Arqueologicos Exhibidos por la Expedición Hemenway
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Catalogo de los Objetos Etnologicos y Arqueologicos Exhibidos por la Expedición Hemenway

PRÓLOGO

La Expedición Hemenway es una expedición particular, costeada por la señora Mary Hemenway, de Boston (Estados Unidos de América), y tiene por objeto investigar los problemas etnológicos y arqueológicos de los pueblos indios de Nuevo Méjico y Arizona. En el espacio de varios años de trabajo, los miembros de la expedición han reunido una gran colección de objetos etnológicos y arqueológicos, procedentes de dicha región, así como muchos datos antes ignorados. Durante los veranos de 1891 y 1892 los trabajos han tenido por objeto esencial el estudio de los indios sedentarios de Arizona llamados pueblos Ho-pi.

La colección aquí exhibida tiende principalmente á demostrar el resultado de los trabajos durante los dos últimos años, en cuanto á las excavaciones y á la publicación de dichos resultados, sin referirse de ningún modo á los trabajos anteriores á 1891, ni á más que á los verificados en la provincia de Tusayán.

La exposición de la Expedición Hemenway es la monografía de una sola tribu de los pueblos indios, y los objetos que en ella figuran han sido escogidos y dispuestos para enseñar cuáles eran antes y son hoy las costumbres de algunos pueblos indios de la antigua provincia de Tusayán (Arizona). Se ha procurado que esta colección sea una monografía de los más primitivos de los indios sedentarios que habitan actualmente la parte Sudoeste de los Estados Unidos, y que linda con Méjico. Este asunto ha sido tratado bajo dos puntos de vista: el arqueológico y el etnológico. Estos dos aspectos de la vida de los pueblos son en la práctica idénticos, el uno siendo únicamente el antiguo aspecto del otro; con sólo considerar la colección bajo estos dos puntos de vista, se puede uno familiarizar con el carácter de las costumbres indias en la época de Colón y de la conquista, y las probables modificaciones que han sufrido por el contacto que tuvieron con la superior civilización á que fueron asociados. Tan poco han cambiado durante los tres últimos siglos los indios representados en la monografía encerrada en este cuarto, que podemos afirmar que, reconociendo la mayor antigüedad de los objetos arqueológicos, su parecido con los etnológicos demuestra que los unos y los otros son idénticos, y que al estudiar los objetos antiguos, consideramos las producciones, no de una raza distinta, sino de un solo y mismo pueblo. Siendo muchos de los objetos arqueológicos hallados en ruinas que existían cuando tuvo lugar el descubrimiento de Arizona, se parecen tanto á los modernos, que, considerando el asunto bajo el punto de vista tanto etnológico como arqueológico, debemos reconocer que nos ocupamos de una raza que se halla en el mismo estado en que estaba cuando la conquista.

La provincia de Tusayán, de donde proceden estos ejemplares, está situada en la parte Nordeste del territorio de Arizona, junto al Gran Cañón del Colorado. Esta región fué descubierta por los conquistadores españoles procedentes de Méjico, y descripta en primitivos relatos, de algunos de los cuales figuran copias en la Exposición. Es una llanura situada á una altura de 7.000 pies sobre el nivel del mar, muy seca y estéril, surcada por cañones y cubierta de mesas, formando precipicios. Los pocos ríos que existen en este desierto se secan en verano, cambiándose en impetuosos torrentes después de las grandes lluvias del otoño é invierno. Algunos árboles raquíticos hay diseminados por los llanos, pero no existe hierba y muy pocos arbustos. Los cactus abundan en algunos lugares y la salvia es muy común.

En este árido desierto no se encuentra ahora ninguno de los mamíferos grandes. El bisonte nunca recorre estos desiertos, y los rumiantes mayores escasearon siempre. El lobo, el coyoch y el conejo son casi los únicos mamíferos allí existentes. De éstos, el último es el único que se caza en cierta extensión, si bien aún hay en las montañas del Oeste la antílope, la cabra salvaje, el león americano y el oso.

Los reptiles abundan, siendo algunos de ellos muy venenosos, y los pájaros de muchas clases forman una fauna rica, que ha sido en parte estudiada.

La flora, variada y abundante, es característica de la zona árida de los Estados Unidos y Méjico. La expedición tiene en vía de publicación una Memoria extensa sobre las plantas alimenticias, y de las que emplean los Ho-pi, especialmente para los medicamentos, sortilegios y alimentación.

Los indios Ho-pi son ahora unos dos mil y viven en siete pueblos, costruídos en lo alto de las mesas de una montaña inaccesible, á las cuales se llega por senderos escarpados, tallados á menudo en la roca viva. Los sitios donde están estos pueblos no tienen vegetación ninguna, puesto que sus huertas se hallan en los llanos áridos que se extienden al pie de las mesas. Los alimentos, el agua, el combustible y todo cuanto se necesita en los usos de la vida tienen que subirlo de los llanos.

De estos siete pueblos, tres, que son Wál-pi, Sitcum-o-vi y Te-wa, están situados sobre una mesa que se extiende al Este de las otras. La distancia que separa á cada uno de estos tres pueblos de los otros es la de una pedrada. Los dos primeros son verdaderos Ho-pi, mientras que Te-wa es una colonia de indios llamados á su actual territorio por los Ho-pi, hacia el año 1710, A. D. Su idioma es distinto del de sus vecinos, y existen muchas diferencias entre las costumbres de ambos.

La segunda mesa dista próximamente siete millas de la ya mencionada, y comprende dos pueblos. Mi-coñ-in-o-vi y Ci-paú-lo-vi, este último situado en una altura aislada. A unas tres millas hacia el Oeste de Mi-coñ-in-o-vi, en la continuación de la segunda mesa, está Ci-mó-pa-vi. Oraí-be, el más populoso y más antiguo de los pueblos Ho-pi, está á unas quince millas del últimamente mencionado, y la mesa en que está situado queda separada de la ya citada segunda mesa por una extensa llanura.

Los pueblos Ho-pi habitados son de piedra, y varían entre uno y cuatro pisos, formando construcciones comunes con muchos cuartos, y teniendo acceso á los pisos superiores por escalerillas de mano. La Religión cristiana no existe entre estos indios, que conservan la religión de sus antepasados. Los últimos misioneros españoles que vivieron entre ellos murieron arrojados desde lo alto de las mesas á fines del siglo XVII.

En la provincia de Tusayán hay muchas ruinas de pueblos antiguos, la mayor parte de los cuales fueron, según pretenden los Ho-pi actuales, habitados por sus antecesores. Son muy ciertas las leyendas relativas á la destrucción y á la historia de los acontecimientos ocurridos cuando fueron destruídos algunos de estos pueblos. La más importante de dichas ruinas se llama A-wá-to-bi, el alto sitio de la plebe, que fué destruído por los demás pueblos, indignados porque sus moradores habían recibido á los españoles y aceptado el Cristianismo. Muchas de las vasijas y otros objetos de cerámica proceden de excavaciones hechas en A-wá-to-bi y en el cementerio situado cerca de dicho sitio. A-wá-to-bi era una floreciente ciudad en tiempos del conquistador español Vargas, y mandó grandes fuerzas para combatirle.

El antiguo Wal-pi de los conquistadores está ahora en ruinas en la extremidad de la mesa en donde se halla la ciudad moderna. En este sitio fué construída una iglesia y se pueden ver trozos de sus vigas en casas modernas.

De las ruinas de Si-ká-ki son muchos de los objetos que figuran en esta colección; Si-ká-ki, situado en las alturas inferiores debajo de la primera mesa, fué destruído hace muchos años. Su exacta antigüedad se ignora, pero se cree que los conquistadores españoles lo encontraron habitado. Varios de los más importantes objetos proceden de las numerosas ruinas que hay cerca del Cañón de Keam, diez millas al Este de la primera mesa. Nunca se ha hecho una exploración sistemática y científica de las ruinas Ho-pi, pero la mayor parte de los objetos aquí exhibidos fueron entregados para la venta al comerciante M.r T. V. Keam por los indios nómadas. De esta manera obtuvo la mayor parte de la colección este señor, de quien la adquirió la Expedición Hemenway.

Los indios Ho-pi son unos dos mil. Son pequeños, pacíficos, industriosos y hablan un dialecto indígena distinto del idioma de los otros pueblos de Nuevo Méjico y Arizona.

Algunos etnologistas americanos pretenden que por el lenguaje se relacionan con los Shoshones, pero sus verdaderas afinidades quedan todavía sin determinar. No admiten la poligamia, ni compran sus mujeres, á quienes tratan con respeto. A éstas pertenecen las casas y utensilios domésticos. Son hábiles alfareras y cesteras, tomando también parte en las faenas del campo. Los hombres usan las mantas, y son industriosos, inteligentes y muy religiosos. Todos pertenecen á algún sacerdocio, y toman parte en complicadas ceremonias. La religión consiste en un elaborado sistema de ceremonias y prácticas, correspondiendo un rito importante á cada mes. Estas prácticas son de nueve días, durante los cuales, ceremonias ocultas se llevan á cabo en cuartos secretos llamados Kib-cas. Estas prácticas suelen terminar por un baile sagrado público, no pudiendo asistir á las otras ceremonias nada más que los iniciados.

A pesar de los heroicos esfuerzos de celosos misioneros, no hay cristianos entre estos indios, si bien se nota la influencia del Cristianismo en algunas de sus ceremonias.

Los Ho-pi tienen mucho amor al prójimo y conservan con mucho afán las tradiciones de los antiguos. En sus bailes sagrados ponen en acción algunas de estas tradiciones, así como también lo hacen los sacerdotes en sus ceremonias secretas.

Los Ho-pi poseen un rico panteón de dioses y héroes, pero sin tener ningún dios superior á todos los demás. Estas divinidades pertenecen á diferentes órdenes, siendo las más importantes la nube de agua, el sol, la estrella, la superficie de la tierra y el dios germen. La gran serpiente emplumada es un personaje importante.

CATÁLOGO GENERAL

1. – Fragmento de una campana que pertenecía á una de las iglesias de la Misión de Tusayán. Este fragmento fué hallado y conservado por los indios de Wál-pi. La Misión fué destruída hacia el año 1700, y la de A-wá-to-bi quemada por los otros muchos pueblos porque era powako ó bruja (cristiana). Este único fragmento de la campana fué hallado entre los escombros en el lugar que ocupó la iglesia, y lleva señales de la acción del fuego. Es uno de los pocos restos que se conservan de las antiguas Misiones que fueron destruídas por completo, si bien se encuentran vigas de los tejados de varias, en construcciones modernas. La fotografía detrás de la campana representa el estado actual de la antigua Misión del pueblo de Zuñi; ha sido tomada desde la entrada y mirando hacia el altar.

2. – Imitación de un telar indicando la manera de tejer, hecho con el propósito de enseñar las diferentes piezas empleadas. Las mantas las usaban los hombres, y no las mujeres. En las paredes del cuarto están colgadas mantas de los Navajos.

3. – Colección de antiguas lesnas de hueso, puñales y agujas, de las cuales empleaban indudablemente algunas para tejer. Proceden de las excavaciones de los cuartos de las ruinas de A-wá-to-bi, destruído en 1700. A. D.

4. – Cesta para llevar alimentos ó agua. Estas cestas las emplean generalmente lo mismo los indios nómadas que los sedentarios, y las hacen los Kohonino, que habitan cerca del Gran Cañón, en la parte Suroeste de Arizona.

5. – Tabaco Nativo (Nicotina attenuata), utilizada en las ceremonias. Los indios de Tusayán fuman plantas de diferentes clases y géneros y emplean en sus prácticas religiosas varias mezclas. En dichos actos el que enciende la pipa, que es un funcionario importante, debe encenderla y luego entregarla al Jefe, cruzándose entre ambos palabras amistosas.

El jefe despide de su boca el humo que ha aspirado, hacia los cuatro puntos cardinales Norte, Sur, Este, Oeste, Arriba, Debajo y encima del altar.

Creen que el humo es la nube por él simbolizada, y estas ceremonias en que se fuma tienen alguna relación oculta con las ofrendas hechas á los dioses de la lluvia. Con sumo cuidado hacen las mezclas de tabaco que han de servir para este uso sagrado, y la pipa tiene que encenderse con fuego producido de la manera indicada por el rito. Toda ceremonia ó reunión de consejo de jefes empieza y concluye por esta fraternal fumada.

6. – Putc-ko-hu; palos para matar conejos. Estos palos encorvados sirven para cazar conejos, de los cuales hay muchos en los llanos que rodean los pueblos de Tusayán. Estas armas son unas veces encorvadas, otras veces derechas, y se tiran horizontalmente. Las pinturas negras que llevan en los lados los más trabajados simbolizan el correr del conejo. Las cacerías de conejos son prácticas religiosas. Las muchachas tienen una especial. Al volver al pueblo adornan los conejos conforme lo requiere la ceremonia, después de salpicarlos con harina les cortan un pedazo y lo tiran al fuego.

Los que toman parte en estas cacerías van á caballo y tiran los palos encorvados tan lejos que se ha observado nunca vuelven á recuperarlos sus dueños.

7. – Gne-las. Palos encorvados con los cuales las muchachas se peinan, formando dos grandes verticilos encima de las orejas. Estos rizos mantienen el pelo en su sitio y el tamaño del verticilo se aumenta con el modelo núm. 7.a, sobre el cual queda rizado. Los n.os son trozos de un cordel hecho con pelo humano, y procede de las ruinas de A-wá-to-bi. Servía para sujetar el pelo. Fué hallado en un nicho de la pared de un cuarto cerca de la iglesia. Las mujeres casadas llevan el pelo en dos trenzas que llevan colgando, y no en rizos, pues este peinado es exclusivamente el de las solteras. El especial peinado de las solteras simboliza la calabaza aún sin madurar, y lo representan en muñecas con apéndices de madera combinados con barras formando radios y hebras de lana.

8. – Manta de ceremonias, de algodón nativo, con figuras simbólicas. Es regalo del marido á la recién casada, á quien sirve para las ceremonias. También se las ponen los hombres para los bailes sagrados en que representan ellos á Ka-tci-na-ma-nas, ó Ka-tci-na, ó muchachas solteras. Para hacer estas mantas, que tienen gran valor, se necesitan varios meses. Los triángulos que llevan en el borde, y la muchacha y figura roja, representan simbólicamente la mariposa.

9. – Diferentes géneros de flechas de las que emplean los Ho-pi en sus cazas. Estos indios son agricultores y pacíficos, siendo sus cacerías insignificantes y el juego de poco interés.

10. – Zapatos de varias clases para adultos y niños. Lo que ofrece mayor interés es el par hecho de piel de Felis concolor (gato multicolor), que se emplea raramente para esto.

11. – Cucharones de cuerno de cabra salvaje. Antes muy comunes; ahora escasean mucho entre los indios de Tusayán, puesto que el animal ya mencionado, con cuyos cuernos se hacían, ha desaparecido casi por completo de esta región.

12. – Pi-lan-ko-ku. Mecha para encender lumbre por los procedimientos antiguos. Se emplea en la fumada religiosa en una fiesta de la luna de Diciembre llamada Na-ác-nai-ja.

13. – Arco y flechas, juguetes de los niños indios. Se las regalaban al celebrar la ceremonia religiosa llamada el Adiós de la Ka-tci-na.

14. – Regalo de boda del marido á su mujer en el momento de casarse. Sirve para las ceremonias religiosas como la consagración de los niños al sol. También las usan los solteros Ka-tci-na-ma-nas ó Ka-tci-nas en los bailes sagrados.

15. – Cucharas de cuerno de cabra salvaje.

16. – Cráneo procedente de las ruínas del cementerio de A-wá-to-bi. Enterraban á los muertos en montículos de arena movediza, quedando de cuando en cuando en descubierto los esqueletos bajo la acción del viento. Al cadáver se le colocaba en la posición de un hombre sentado, con las rodillas á la altura del pecho y los brazos junto al cuerpo. Al mismo tiempo que al muerto enterraban un plato con comida ó alguna vasija con alimentos. Los actuales Ho-pi entierran á sus muertos entre las rocas que hay al pie de las alturas de las mesas donde viven, y aún siguen colocando junto á ellos vasijas con comida, si bien es verdad que generalmente estas vasijas están rotas. Sobre la sepultura colocan un palo como los que emplean en las plantaciones y al cual atan plumas. Antes del entierro lavan á los muertos y les ponen harina sagrada sobre la cara y diferentes partes del cuerpo, y de la misma manera les colocan plumas, algunas de las cuales sobre el corazón.

17. – Accesorios del traje para los bailes sagrados.

18. – Moccassins, zapatos indios.

19. – Perforador para cuerpos duros, como conchas, piedras, turquesas, etc.

20. – Cinturones de mujer hechos con lana nativa, con colores naturales, su uso es universal y los hacen indistintamente hombres y mujeres.

22. – Manta de los sacerdotes en la celebración del baile de la Serpiente. La adornan la imagen de la gran Serpiente emplumada y dibujos simbólicos de patas de pato y de rana. Las líneas paralelas de arriba y abajo representan el arco iris.

23. – Brazaletes, adornos de los sacerdotes en el baile de la Serpiente.

24. – Varias clases de Pa-ho, ú ofrendas hechas con la ceremonia debida y depositadas sobre altares durante la práctica religiosa. La clase de estos objetos varía desde pedacitos de sauce de un dedo de largo hasta cilindros de madera, siendo algunas veces una tablilla con figuras dibujadas. Los palos redondos son generalmente dos atados uno con otro con hebras de algodón nativo. Se les llama macho y hembra, siendo esta última la que tiene una figura pintada en el lado plano. Generalmente se les ata un puñadito de harina sagrada envuelta en una cáscara de maíz. Creen los indios que la harina sagrada es el alimento de los Pa-ho. También les unen una pluma de halcón y una plantita. Estos Pa-hos se colocan en el suelo y luego se les rocía con harina sagrada. El disco blanco con manchas verdes es una ofrenda á todos los dioses de los cuatro puntos cardinales, que se coloca sobre los altares al marcharse los Ka-tci-nas, ó dioses, en las fiestas de la luna de Agosto.

Los últimos palos de la derecha son Pa-hos precolombinos hallados en una cueva cerca de unas ruínas. Los cilindros de madera, muy gastados por los cambios atmosféricos, son ofrendas para pedir la maduración de las calabazas, y proceden del altar de una ruína. Todavía se hacen estas ofrendas, para lo cual existen ceremonias apropiadas.

El Pa-ho en zigzag es una ofrenda al Relámpago, que, según creen los indios, fertiliza la tierra y engendra la vida.

25. – Cuatro cestas de mimbre de formas distintas para transportar alimentos y agua. Los Ho-pi no suelen emplearlos, pero sí llevan generalmente muchas los Navajos nómadas. La cesta, untada interior y exteriormente de pez, es una jarra para agua.

26. – Amuleto de panocha de maiz simbolizando el remolineo de las nubes y la hembra de la Serpiente relámpago. Un amuleto igual está colocado á la cabeza del dibujo de la hembra de la Serpiente relámpago en el mosaico de arena. (N.o 104).

27. – Ta-pu-i-pa-hos. Estas tablillas se llevan en la mano durante la celebración del baile sagrado llamado Mana-zzan-ti, y están dispuestas por pares; como lo indica la fotografía. Tienen emblemas simbólicos; se pintan de nuevo cada año. La ceremonia del Mam-zrau se verifica siempre en Septiembre, y las tablillas sirven el último día de los nueve que dura la fiesta. Los dibujos son simbólicos de la antílope Sa-li-ko, y en lo posible representa la familia del que la lleva. El dibujo de al lado reproduce Ta-pui-pa-hos y el libro contiene únicamente la descripción de esta ceremonia. Esta práctica religiosa de mujeres la observaba antes el pueblo de A-wá-to-bi, y al ser destruído se la enseñó á los Walpis uno de los miembros de la familia de la Serpiente, cuyo descendiente y maternal representante es ahora una de las principales sacerdotisas de la práctica. En los números siguientes van indicadas los diversos accesorios de trajes y objetos utilizados en la ceremonia llamada baile de la Serpiente, dura nueve días y nueve noches, se celebra cada dos años, y es una interesantísima leyenda puesta en acción. La representan dos hermandades de sacerdotes, los de la Serpiente y los de la Antílope.

De los nueve días, siete son secretos, y consisten en ceremonias privadas que se verifican en un cuarto sagrado y subterráneo llamado Kib-vas. Durante estas fiestas, los indios cogen culebras venenosas, y se verifican varias prácticas, en las cuales las manosean impunemente. Pero la más importante es la del baño de las culebras, y la fabricación del antídoto de su veneno. Los sacerdotes del Antílope dedican también á los dioses de los cuatro puntos cardinales un altar de arena y les hacen ofrendas.

El día noveno, los celebrantes llevan en la boca culebras vivas durante el baile, terminado el cual las vuelven á soltar.

Las mantas y otras partes del traje de los sacerdotes de la Serpiente son lo mismo que los que se llevan en el baile, y en la colección se halla un traje completo imitando una serpiente.

28. – Paquete de plumas de halcón teñidas de rojo con óxido de hierro llamado cú-ta. El rojo es el símbolo de la guerra. En la extremidad de estas plumas están atadas otras de pájaro azul. Este manojo de plumas lo llevaba en la cabeza un sacerdote en el baile de la Serpiente en el mes de Agosto de 1891.

Las plumas de pájaro azul conmemoran un episodio de la historia leyenda del héroe Serpiente, antiguo personaje mitológico que visitó el interior de la tierra guiado por el sol. Estos paquetes de plumas se colocan alrededor de los altares y dibujos de arena durante la celebración de la ceremonia privada en la fiesta de la Serpiente.

29.– El sacerdote de la Serpiente guarda cuidadosamente de un año para otro las plumas que le sirven de adorno, disponiéndolas en un paquete y atándolas con una tira de pellejo de gamo, conforme está este modelo.

30. – Dibujo de los montantes del altar de la ceremonia Mam-zrau-ti. Este altar lo forman tablillas de madera sobre las cuales se extiende una piel de gamo adornada con pinturas simbólicas, representando la nube y otros dioses. El paño que está detrás de estos montantes, lleva pintados los dioses, nubes y Serpientes relámpagos. Los dos fetiches colocados horizontalmente enfrente del paño son los Mam-zrau, muchacho y muchacha, los principales ídolos de la ceremonia.

En el suelo, enfrente del altar, hay una hilera de fetiches colocados en un surco de arena. Estos tienen facultades distintas, según se describe en el libro que acompaña al dibujo.

En el suelo, delante del altar, están representados en un dibujo de arena tres nubes y dos culebras relámpagos. Los cuerpos derechos cónicos que están en el suelo, entre la hilera de fetiches y el dibujo de arena, son los palladia del sacerdocio de Mam-zrau-ti.

Este altar se quita después de terminada la ceremonia, y se procura que no lo vea ninguno que no esté iniciado. Es muy antiguo y considerado como muy sagrado. (Para la descripción de la ceremonia Mam-zrau-ti, véase The American Anthropologist, Abril, 1892.)

31. – Piel de un mamífero pequeño, que llevan en la cintura los sacerdotes durante la ceremonia del baile de la Serpiente. Todas las partes del traje son simbólicas y las pieles empleadas son de animales citados en la leyenda de las aventuras del héroe Serpiente en su viaje bajo tierra.

32. – Bandolera que se ponen los sacerdotes de la Serpiente durante el baile, como preservativo de las mordeduras de las culebras venenosas. Es de piel de gamo teñida con óxido de hierro, y se pone en el hombro derecho. Las bolitas que contienen los sortilegios están atadas á todo el dorso de la bandolera, donde empiezan las franjas. El fetiche se compone de arcilla humedecida con un líquido preparado con gran ceremonia, y sobre el cual se cantan los cantos tradicionales.

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