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Desafío social
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Nuevo estilo de la personalidad del dirigente

Pienso que esta voluntad de ser santos, el hecho de que podemos serlo, debería tomar una forma muy determinada, una configuración muy determinada. Si ustedes quieren, podría formularlo así: nosotros tenemos que imprimir a nuestra manera de ser un estilo característico muy determinado. ¿A qué estilo característico me refiero? ¿Cuál es el estilo característico de los profetas? Deberíamos ser para nuestro tiempo dirigentes proféticos. ¿Puedo remitirme nuevamente a esa división de las épocas que he mencionado antes?

Estilo de la personalidad del dirigente en las distintas épocas

Piensen ustedes en la época en que se aceptaba interiormente el orden vinculado a Dios. ¿Quién puede ser dirigente en ella? Todo el que de algún modo haya recibido de Dios una misión ordinaria. ¿Quien puede ser dirigente, mejor dicho, qué fisonomía presentan los dirigentes en la época de la vida vinculada a la rutina? Ahí nos encontramos con el dirigente convertido en funcionario. Todos hemos experimentado esta época, la época de los funcionarios. Pero la época de la disolución, la época de la anarquía, exige dirigentes proféticos.

Vivimos en este momento en el período de transición. Por eso luchan y combaten también entre sí los distintos estilos de dirigentes. Por una parte —así es en nuestros círculos y también en los círculos de ustedes—, el funcionario y, por otra, el profeta.

¿Pero qué es lo que yo entiendo por estilo característico del profeta? Quien quiera ser profeta —y lo acepte interiormente— en una época de transición desde la disolución, la anarquía, hacia el tiempo del orden querido por Dios, debe tener una conciencia de misión extraordinariamente vigorosa.

En el corazón y en los oídos del profeta deben resonar nuevamente, como en otros tiempos, estas palabras: Yo te envío, aún cuando tienes una fe de niño y una fe de carbonero; aún cuando vengas con las dolencias de un niño: aún cuando quieras responder a la misión que te encargo y que deseo para ti con un ‘¡Ay, tengo una lengua torpe!’12. Tengo tantos impedimentos ¿cómo puedo ser profeta?

El profeta tiene una conciencia de misión extraordinariamente vigorosa. Es enviado como Dios lo envió en su tiempo: Te envío como muralla de bronce, para que te enfrentes a los príncipes, a los sacerdotes y al pueblo13.

Una muralla de bronce: así debemos erguirnos los profetas contra las corrientes de la época. El profeta debe tener también conciencia de que en todas partes se le denigra. Hoy día todo es inseguro. No es tiempo de reposo. Ya no podemos marchar cómodamente por caminos tranquilos. Debo producir una revolución en mi propio yo. El tiempo actual necesita como estilo característico el estilo de los profetas.

Sí, ser profeta. ¿Qué significa esto? Ser profeta significa estar libre de todo, significa escuchar la palabra de Dios, como la escuchó en su tiempo Abraham: “Sal de tu tierra, deja a tu parentela y la casa de tu padre, y anda a la tierra que yo te indicaré”. (Véase: Génesis 12, 1).

Ser profeta significa escuchar las palabras que pronunció el Salvador: “Quien no abandona a su padre y a su madre por Mí no es digno de Mí. (Véase Lucas 14. 26). Pero ser profeta significa también ser libre y llegar a ser libre para Dios. El quiere enviarnos al mundo. Debemos escucharlo. Debemos ser la sal de la tierra. Por lo tanto, ser libres respecto de todo y ser libres para Dios.

Elementos del estilo del dirigente profético: pobreza, humildad, pureza.

¿Saben ustedes todo lo que encierra en sí esta libertad? Es esa conocida palabra que antes hemos escuchado tan a menudo, la palabra ‘radicalismo’. Diré una vez más, resumiendo los conceptos: radicalismo en la pobreza, radicalismo en la humildad, radicalismo en la pureza.

Estas son las joyas del profeta, de la profetisa, de la dirigente en la época actual. Y si queremos señalar rumbos a la época actual, si queremos cumplir nuestra tarea, según la entiende el Movimiento, cuanto más fuertes se tornen las corrientes revolucionarias tanto más vigorosamente debemos luchar nosotros.

Radicalismo de la pobreza. Lo oirán ustedes más adelante, si tenemos tiempo. Si queremos ayudar al trabajador industrial de hoy, como sacerdotes, como profesores, debemos hacernos sencillos, debemos descender, debemos ser sencillos en el vestir, también en el manejo de la casa, sencillos en toda nuestra manera de actuar. No quiero hablar ahora largamente del radicalismo de la pobreza. Eso lo han hecho muy a menudo los que se han consagrado solemnemente14. Aquí no deben comprender ustedes este concepto tanto a partir de los esfuerzos de santificación, al menos directamente, sino más bien desde el punto de vista social.

Esta época exige personas que sean sencillas en toda su manera de vivir. De otro modo no pueden ustedes esperar tender puentes hacia el pueblo sencillo. La gran crisis del tiempo actual no es, en último término, una crisis de fe, sino una crisis de la confianza. El pueblo ya no tiene confianza en sus dirigentes. Pero no quiero decir que no haya muchas crisis de fe: pero no es esto lo último ni lo más profundo. Lo que muchas veces mantiene al pueblo apartado de nosotros es la falta de confianza. De allí viene esa expresión tan importante: crisis de confianza.

Radicalismo de la humildad: Creo que debemos detenernos aquí un momento. Quien conozca al pueblo de hoy, quien conozca las penurias del pueblo de hoy, no tiene verdaderamente motivos para darse tono. Sobre todo, no debe presumir en modo alguno por ser jefe. Todos tendríamos que preguntarnos: ¿soy siquiera digno de hacer el papel de dirigente en un pueblo que sufre tanto espiritualmente y por motivos económicos, como nuestro pueblo de hoy? Quien hoy quiera ser dirigente debe destacarse por una humildad, disposición a servir y espíritu de servicio muy grandes.

Tres tipos de personalidades dirigentes femeninas.

Se ha discutido muchas veces en estos últimos tiempos en forma científica sobre el ideal del dirigente moderno. Les aplicaré a ustedes mismas estas ideas. Se han destacado tres tipos. El primero es el tipo de la mujer maternal; el segundo, el tipo de la dirigente que es una amiga maternal. ¿Cuál tipo puede ser hoy el único válido y con vigencia? ¿La que ejerce su autoridad en forma maternal? ¡No! Aún cuando el hecho de estar en una posición de autoridad conlleva algo del carácter maternal. Han pasado los tiempos en que el pueblo nos reconocía fácilmente como sus superiores.

¿Cuál ha de ser nuestro tipo? ¿La dirigente con un don? Eso es un carisma, que puede no darse. Tampoco se puede educar para adquirirlo. Hay personas que tienen una particularidad: en todas partes, donde quiera vayan o estén, mana de ellos un fluido. Arrebatan y arrastran a las personas consigo hacia lo alto. Eso es un carisma. Esto no puede hacerlo el tipo corriente.

¿Qué queda entonces? Sólo un tipo: el de la amiga maternal. Este tipo incluye en sí la humildad. No puedo colocarme sobre los demás. Tengo, ciertamente, el derecho, el deber de anunciar las leyes de Dios y censurar las transgresiones. Pero cuando todo eso fluye desde una actitud humilde, de un ánimo de servir, toma un color muy distinto. Entonces uno no se siente reprendido como un escolar y se siente unido al otro por una vinculación muy misteriosa. Y esto es, justamente, lo que desea tener el hombre de los tiempos actuales, tiempos en que todo se ha disuelto, en que todos los lazos interiores se han roto. Debemos atarlos nuevamente, por medio de una profunda humildad de corazón.

En verdad, quien haya visto más profundamente la miseria del pueblo tiene que decirse a sí mismo: ‘¡No tengo razones para erigirme en juez! Si me hubiese criado en las mismas circunstancias, tal vez sería aún peor, estaría en una situación peor, habría cometido mucho más faltas’. Pero esto no deben decírselo a sí mismas como una frase huera, sino que deben estar convencidas de ello en lo más profundo de su interior. De allí surge el recto espíritu de humildad, que también tiene fuerzas para causar dolor. Tal es la amiga maternal, que en todas partes atrae hacia sí los corazones, que se coloca en el mismo plano y puede acercarse a los demás, pero también sabe guardar la debida distancia.

Tal vez sean suficientes estas pocas ideas para poner nuevamente nuestros espíritus en contacto con los grandes temas últimos y sus conexiones: la revolución mundial en su sentido demoníaco y su relación con la revolución en el sentido que le damos nosotros, en relación con nuestra propia autoeducación.

1.5.2 LA EDUCACIÓN DE LOS DEMÁS A LA LUZ DE LA REVOLUCIÓN MUNDIAL

Ahora viene el segundo pensamiento: nuestra propia educación y la educación que impartimos a los demás, a la luz de la revolución mundial.

Fíjense ustedes en que esta vez yo no trato de dirigirme a los corazones. Tal como hoy en la tarde, seguiremos a través de todo el curso de manera muy esquemática y en el terreno de las ideas. Debo, pues, contraponer aquí esquemáticamente dos cosas: por un lado, el ideal de la educación bolchevique y por el otro, nuestro ideal de la educación schoenstattiana. Ya lo enuncié en forma de una ley general que nos orienta: la revolución mundial en el sentido demoníaco debe finalmente despertarnos para que pongamos en escena la revolución mundial con un sentido divino.

Sólo puedo hacerlo aquí en pocos rasgos. Estos rasgos adquirirán algo más de vida a lo largo del día, sobre todo, mañana, cuando desde el ideal de la educación bolchevique me extienda al socialista. Después tocaremos la realidad vital del niño, pues la labor educacional moderna gira esencialmente alrededor del niño. Vean ustedes los tipos en uno y otro caso.

Caracterización de las ideas educacionales contrapuestas.

¿Cuál es el ideal de hombre bolchevique? Lo resumo brevemente: el hombre masa radicalizado, que niega todas las vinculaciones queridas por Dios. Está, por otra parte, nuestro ideal educacional: el hombre radicalizado, sobrenatural, que acepta interiormente todas las vinculaciones queridas por Dios y se integra en una comunidad.

Ustedes se fijan bien cómo el ideal fluye de la época de la anarquía. Por una parte, negación de todas las vinculaciones que dicen relación con Dios y son queridas por Dios. Esa es la época de la disolución. Por otra parte, nosotros tratamos de preparar la nueva época, el orden que se acepta interiormente o la aceptación interior de todas las vinculaciones queridas por Dios.

¿Pero cuál es en uno y otro caso, en último término, el ideal? El hombre masa radicalizado y el hombre radicalizado, sobrenatural, integrado en una comunidad. ¿Qué es lo que entendemos por hombre masa y qué por hombre integrado en una comunidad? Agreguen ustedes, por favor, una tercera expresión y entonces tendremos una escala completa: hombre masa, hombre social, hombre integrado en una comunidad. ¿Cuándo hablamos de un hombre integrado en una comunidad? Estas explicaciones filosóficas tienen la mayor importancia, porque de otro modo ustedes no comprenderán lo que vamos a explicar mañana.

El hombre comunitario - El hombre social - El hombre masa

¿Qué entendemos por comunidad? Es crecer juntos y crear lazos entre las personas. En nosotros tenemos dos grandes instintos. Somos individuos y somos seres sociales. El hombre comunitario toma en cuenta ambas cosas: la individualidad de la personalidad y el instinto social. Ambas se equilibran con armonía de manera perfecta en el hombre comunitario. Vemos su imagen ideal en el seno de la Santísima Trinidad. Allí tenemos a las tres personas como personalidades pronunciadas y, sin embargo, la comunidad es muy íntima: es una sola Divinidad. La verdadera comunidad supone, pues, que las personas estén entrelazadas. Aquí se toman en cuenta ambas cosas: la personalidad y la comunidad.

¿Qué entendemos por el hombre social? Los hombres sociales están exteriormente unos junto a otros; pueden ser en sí mismos personalidades vigorosas, pero no han crecido juntos, no hay lazos entre ellos. La mayoría de los grupos que conocemos generalmente no son comunidades, sino asociaciones. También los grupos que hay en nuestros conventos son, desgraciadamente, demasiado a menudo asociaciones, no comunidades. Nuestros clubes son también asociaciones, no comunidades. Un grado más abajo que la sociedad, que el ser social, que el hombre social, está el hombre masa.

Mientras que el hombre integrado en una comunidad toma en cuenta igualmente ambas cosas, la personalidad y la comunidad y el hombre social puede, al menos, ser personalidad; el hombre masa no puede ser persona, ni un ser integrado en una comunidad. Allá todo está nivelado, todas las cosas están unas al lado de las otras. ¡Y ay de aquel que sobresale por el largo de su cabeza respecto de los otros! Inmediatamente se la cortan a sablazos.

Tal es el hombre colectivizado y así ustedes lo han visto, leído y oído. Y tanto la educación bolchevique como la socialista se encaminan hacia la creación de esos hombres masificados, que no tienen vínculos, que se dejan llevar de un lado a otro por sus jefes, como una masa ciega. No deben olvidar ustedes que esta es la actitud espiritual moderna y también la tendencia de nuestra juventud: volcarse más vigorosamente aun hacia este movimiento de masas.

Hace pocas semanas hubo en Marburg una reunión de todos los dirigentes juveniles. ¿Y saben ustedes cuál fue el resultado? La juventud actual es esencialmente distinta de la juventud de unos años atrás. El Movimiento Juvenil ha sido enterrado. Hoy todo impulsa también a la juventud hacia la masa. Por eso hoy debe revisarse el concepto de dirigente. Hoy el dirigente ya no es tal, sino un funcionario. Por eso también en la juventud masculina de hoy existe, como ustedes tal vez lo habrán notado, un fuerte vuelco desde las conductas independientes hacia el scoutismo, donde se dan órdenes y hay obediencia y disciplina. ¿Ven ustedes el peligro que existe aquí? El bolchevismo y el socialismo sacan provecho de ese peligro para gestar al hombre masificado15.

Nuestra actividad en el Movimiento debe tener un acento distinto. En una época en que todo se removía, tuvimos que demostrar cómo se podía ser sano, independiente y, sin embargo, estar unido a los demás. En una época en que se hacen esfuerzos, consciente e inconscientemente, en todos los ámbitos por gestar un hombre masificado, deberíamos insistir para que en la educación se proclame la necesidad de una sana independencia y de motivaciones internas. Así crecen las corrientes en nuestra generación. Verán ustedes aún otras corrientes.

Por eso debemos ver siempre con toda claridad y comprensión de la época las corrientes y el conjunto de las causas últimas y de las relaciones de las cosas, para que sepamos qué es lo que se acentúa. De no ser así, nos hallaremos un día con que nuestro saber es una cosa, pero son otros los objetivos esenciales de la educación. El hombre masa: ese es el ideal de la educación bolchevique, el hombre masa radicalizado. Hombre masa, y por tanto, ruptura radical de todas las vinculaciones, también de la vinculación con Dios. Por lo tanto, no sólo la negación de Dios, no sólo el ateísmo, sino directamente el odio a Dios. El hombre no debe estar vinculado a Dios, pues de otro modo el Demonio con sus cómplices no puede hacer lo que quiere. El hombre no debe estar vinculado tampoco a la familia, menos que nada a la mujer. Tampoco debe estar vinculado a su terruño, pues todas estas vinculaciones conforme a las leyes naturales hacen que el hombre se abra a Dios y lo divino. Por eso, todo debe ser arrasado. Hay que crear una nueva época, el Estado sin clases del futuro. Los hombres deben convertirse en hombres masificados, deben romper sus vinculaciones, romperlas radicalmente. Entonces podrán dejarse llevar a la muerte por algunos jefes. Vean ustedes, ese es el ideal de unos. ¿Y qué debemos contraponer nosotros a ese ideal? Los hombres integrados en una comunidad, radicalizados, y que aceptan interiormente todas las vinculaciones queridas por Dios.

Tres puntos del programa educacional Schoenstattiano.

Ya he dicho lo que nosotros entendemos por el hombre integrado en una comunidad.

Para analizarlo en detalle debemos buscar conscientemente para nosotros y los demás:

Primero: La comunidad con Dios en Cristo a través de la Madre de Dios. Con esto hemos trazado el programa de la educación religiosa. Comunidad con Dios. Mientras más quieran lo contrario las corrientes de la época, tanto más hemos de conducir a nuestros niños hacia una vinculación con Dios en Cristo, como miembros del cuerpo místico de Cristo, a través de la Madre de Dios. Este es nuestro programa de educación religiosa.

Segundo: Lazos y vínculos con la familia. Hablaremos detalladamente de esto más adelante.

Tercero: También vínculos y lazos con el terruño.

Estos son los tres puntos del programa que una y otra vez debemos considerar para nuestra educación, la educación de los demás y también para la educación recíproca. Debemos tratar, pues, de ganarnos a los niños en la escuela con mucha paciencia.

Lo que acabo de decir respecto de todo el Movimiento, de las grandes ideas que van iluminando nuestro camino, debería ser válido también para nuestros conocimientos sobre educación, nuestra teoría y nuestra práctica educacionales. Quien hoy no quiera perder su optimismo, debe tener una paciencia sin límites, una fe sin límites en lo natural y sobrenaturalmente bueno que hay en el hombre, también en lo sobrenaturalmente bueno. Viene nuevamente una época —visto esto desde un punto de vista histórico y filosófico-cultural— una época de aceptación interior de los vínculos: vínculos con el terruño, vínculos con la familia, vínculos con Dios.

Apliquemos también rápidamente a nuestro Movimiento estos pensamientos trazados fugazmente. No pienso en los niños que tenemos que educar: pienso en nosotros mismos. ustedes ven cómo queremos lograr en nuestros círculos la vinculación con Dios, la vinculación con nuestra Familia. Esa es la Familia de nuestro Movimiento, nuestra Familia de Schoenstatt.

Debemos, pues, proponérnoslo y tratar de crear entre nosotros una verdadera comunidad. ¡Qué felicidad es que el Movimiento tenga muchas personas, muchos miembros que estén construyendo una comunidad! Los grupos deben ser familias, la sección debe ser una familia, el distrito, todo el Movimiento debe ser una familia. Mientras más imposible se torne la formación de familias en el otro campo, con mayor vigor nosotros debemos afirmarla y luchar por ella.

Finalmente, la vinculación al terruño. Nosotros en el Movimiento también tenemos un hogar en un lugar concreto: Schoenstatt.

Ustedes ven, pues, que así he trazado un programa en líneas generales. Sólo he querido preparar el terreno para las próximas explicaciones.

1.6 UN VISTAZO A LA JORNADA

Dijimos que la Jornada sería una “Jornada pedagógica sobre la industria”. Debe, por tanto, explorar el alma del hombre moderno, a fin de poder señalar los medios y los caminos que puedan conducirnos a crear en este pobre pueblo el tipo de hombre que hemos presentado. Y con ese fin quise preparar el terreno comparando la educación de nuestra Familia con la manera socialista y bolchevique de educar. Lo que hay que decir respecto de la educación bolchevique, lo he resumido brevemente. Sobre las nuevas corrientes que hay en el socialismo hablaré mañana. En la tercera conferencia pasaré al tema que es propiamente el nuestro.

Quisiera decirles nuevamente que, tal como lo esperaban ustedes, notarán que toda la Jornada está enfocada en forma sumamente filosófica, en el terreno de las ideas. Tal vez esto sea cansador, pero ustedes deben estudiar después el desarrollo de las ideas. No podemos captarlas de una vez. Ellas deben señalarles a ustedes una dirección y servirles como estrella guía para la comprensión del tiempo actual y para nuestro saber en materia de educación. Por eso ustedes deben preocuparse de descansar, de dormir y distraerse.

8 Título de una revista publicada por el Padre Kentenich desde 1916.

9 La floreciente y vigorosa Congregación Mariana en Ingolstadt, al sur de Alemania, fue decisiva para que esa vasta región permaneciera católica durante la expansión del protestantismo a fines del siglo XVI. Mirando ese ejemplo, los Primeros Congregantes junto al Padre Fundador, querían hacer de Schoenstatt un lugar mariano de gracias que fuera decisivo para la vitalidad de la iglesia en Alemania en el siglo XX.

El ejemplo de lo ocurrido en Ingolstadt en el siglo XVI los impulsaba a ofrecer abundantes oraciones y sacrificios para que la Santísima Virgen actuara desde Schoenstatt. Schoenstatt debería ser un segundo Ingolstadt.

10 Divinizado

11 Lucie Christine, mística francesa que vivió entre 1844 y 1908, madre de cinco hijos.

12 Éxodo 4, 10; Jeremías 1, 6,

13 Jeremías 1, 18.

14 Alusión a los que han hecho la correspondiente consagración. El Padre Kentenich usa como sinónimos los conceptos de consagración y alianza de amor.

15 El movimiento de los “Scouts” tuvo su origen en Inglaterra hacia 1908. En Berlín fue fundado en 1909. Después de la Primera Guerra Mundial, el Movimiento Juvenil adquirió gran influencia. Casi todas las asociaciones alemanas de los “scouts” ingresaron en 1933 a la Juventud Hitlerista.

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