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Manual del Director de Grupo. Una guía para hacer efectivo el cuidado y la formación integral de los estudiantes.
Lo académico
Se entiende por académico, el conjunto de actividades, acciones y procesos de orden pedagógico y educativo, que buscan el desarrollo integral de los estudiantes y que se encuentran definidos en el Plan de Estudios y en el PEI de la institución. Dicho trabajo está orientado al desarrollo armónico de todos los aspectos constitutivos de los estudiantes como personas, a fin de hacerlos competentes y eficientes para la educación superior. De igual manera, este aspecto abarca la implementación y el desarrollo de los programas especiales que la institución haya asumido como parte de su proceso formativo y que determinan o hacen parte del Plan de Estudios de ella.
Lo académico es uno de los elementos que dan sentido a las instituciones educativas. En esta perspectiva, la vida escolar gira en torno a lo académico, determinando con ello muchos de los procesos, interacciones y actividades que en ella se programan y ejecutan. La vida escolar está organizada en torno a actividades académicas orientadas en gran medida a los estudiantes.
El acompañante desempeña un papel importante en la vida académica de los estudiantes y la institución. De alguna manera, es un mediador entre lo que la institución busca y logra, y los estudiantes, que se hallan en proceso formativo. El docente acompañante debe ser garante de los procesos académicos de los estudiantes a su cargo. Ha de estar informado, no solo de los procesos que son de su responsabilidad personal, sino del trabajo que realizan sus compañeros docentes con los estudiantes, de las metas y objetivos del grado, de las fortalezas y debilidades de los estudiantes, de los conflictos y problemas que surgen entre ellos y los docentes, de las maneras de proceder de estos últimos, de los estándares de calidad para los trabajos académicos que los profesores exigen, entre otros asuntos.
En lo académico, el acompañante o director de grupo tiene una función preponderante, no solo mediando, sino también exigiendo, proponiendo, acompañando, solicitando apoyos especiales y, en últimas, haciendo todo lo que esté a su alcance y estipulado para lograr que los estudiantes acompañados por él sean exitosos en su vida académica, alcancen los objetivos y logros en cada una de las materias del grado que están cursando, de tal manera que sean exitosos al final del año lectivo y puedan aprobarlo con la suficiente calidad.
El trabajo de acompañar los procesos académicos de los estudiantes demanda del acompañante o director de grupo muchas de sus habilidades y competencias, pues no solo debe saber mediar, sino tener el criterio y el juicio necesarios para estimular a los estudiantes, de tal manera que ellos asuman sus responsabilidades, den lo mejor de sí mismos, aprovechen todo su potencial y alcancen el mejor desempeño posible. El acompañante debe ayudar a su acompañado para que este siempre asuma sus responsabilidades y dé lo mejor de sí; ha de saber exigir, sin ser coercitivo, pero tampoco generando dependencias que inutilicen al estudiante.
Finalmente, no se debe olvidar que un estudiante dará tanto de sí mismo según su potencial, pero sobre todo, cuando es estimulado por sus profesores para que todo ese potencial salga a flote y logre desarrollarlo mejor. En esta tarea el acompañante desempeña un papel fundamental, pues debe conocer muy bien a sus estudiantes a fin de saber cuál es el nivel de su potencial y generar las estrategias adecuadas para estimularlos, de tal manera que efectivamente den lo mejor de sí.
Lo deportivo y recreativo
Generalmente lo deportivo y lo recreativo son dos aspectos de la vida de los estudiantes que ellos más disfrutan, pues allí pueden, entre otras cosas, ser libres, espontáneos, mostrarse tal cual son, quemar energía, dar rienda suelta a su creatividad, expresar sus emociones y, en fin, tener una serie de comportamientos y actuaciones que les permite socializar con sus amigos y compañeros, e incluso, ser reconocidos por alguna cualidad o aptitud especial.
Desde este punto de vista, cuando los estudiantes están participando o practicando algún deporte, o están teniendo algún espacio recreativo, el acompañante del grupo encuentra una ocasión privilegiada para interactuar con ellos, darse a conocer en un rol diferente y conocerlos a ellos, incluso para identificar cualidades y aptitudes que en otros contextos no sería posible hacerlo.
Como se afirmó, el acompañante ‘camina con’, está presente, no como una presencia censuradora o disciplinaria dispuesta sobre todo a castigar o a señalar lo inadecuado, sino más bien como una presencia de igualdad ante los estudiantes, sin ser igual a ellos. Esto quiere decir que, en la mayoría de los casos, si el acompañante participa en un deporte o una actividad recreativa con sus estudiantes, ha de ser en condición de igualdad a ellos, sin caer en la presencia que todo lo juzga. Obviamente, si por alguna razón requiere asumir su papel como formador o educador, lo puede y debe hacer, pero mientras esto no sea necesario un buen espacio de interacción con los estudiantes le permitirá no solo conocerlos mejor, sino hará posible que ellos lo vean como una persona común, de carne y hueso, que también tiene emociones, sentimientos, habilidades o cualidades distintas de aquellas que están circunscritas al rol del docente que imparte alguna materia.
Compartir con ellos algunos de estos espacios de deporte y recreación debe ser una meta de todo acompañante, especialmente al inicio del año escolar, para conocer a los estudiantes y para que lo conozcan a él. Tampoco se trata de estar presente en todo momento, cobijándolos de manera omnipresente, pues ello también puede cansarlos, hacer que pierdan su espontaneidad y sentirse siempre vigilados.
No se debe olvidar que un buen acompañante o director de grupo también conoce en detalle las habilidades y aptitudes especiales de los estudiantes, de tal manera que si ellos practican algún deporte de alto rendimiento sabe cuándo tienen torneos o presentaciones, cómo les está yendo, qué les gusta y que los molesta, en fin, todo lo que hace que se sientan individualizados y reconocidos en sus particularidades, de tal manera que no hacen parte de la masa ni pasan inadvertidos.
Los conflictos y las dificultades especiales
En la vida escolar los estudiantes se suelen ver envueltos en situaciones que si no se manejan adecuadamente pueden degenerar en problemas, pues dependiendo de circunstancias concretas y particulares el indebido manejo de las emociones podría generar hechos de alguna gravedad. En esta realidad, es importante la labor del acompañante o director de grupo, por cuanto debe tener suficiente capacidad de juicio y discreción para manejar esas situaciones, buscando ser imparcial, mediando y haciendo que asuman una posición, las resuelvan debidamente y, en últimas, asuman las consecuencias de sus decisiones.
Como se dijo al hablar de las cualidades y funciones de un buen director de grupo o acompañante, este debe tener suficiente tino, prudencia y sabiduría para guiar a los estudiantes, exigiendo, pero también comprendiendo; mediando, pero también exigiendo a las partes voluntad y actitudes que lleven a resolver los conflictos; acompañando y apoyando, pero también permitiendo que cada parte asuma sus responsabilidades, por mencionar algunas actitudes y comportamientos idóneos de un acompañante a la hora de ayudar a resolver adecuadamente los conflictos entre ellos.
Y de igual manera que en los conflictos, los estudiantes pueden tener dificultades especiales, que un buen director de grupo o acompañante requiere conocer y tener registradas en su texto de seguimiento a cada uno. Muchos sufren problemas familiares complejos, o situaciones físicas, emocionales o cognitivas adversas, o en últimas, alguna condición particular que requiere apoyo institucional personalizado, el cual, de alguna manera, se materializa en el trabajo que hace el acompañante. Por lo tanto, el director de grupo o acompañante debe conocer esas dificultades especiales; sin que ello implique inmiscuirse en la vida privada de los estudiantes, precisa saber todo aquello que pueda interferir en la vida escolar de ellos para darle un manejo adecuado a dichas circunstancias.
En estas situaciones se requiere de cualidades del director de grupo o acompañante como la discreción y la prudencia, pues la información que él conoce requiere manejarse con tacto y reserva, obrando siempre en beneficio del estudiante y de las tareas y responsabilidades que la institución educativa tiene frente a este. El director de grupo o acompañante ha de saber cuándo hablar y cuándo callar; también, a quién referir los hechos, puesto que no se debe ventilar la vida privada de los estudiantes, como tampoco ocultar información relevante que pueda desencadenar un problema mayor.
Además de lo anterior, en esta categoría figuran situaciones delicadas y complejas en las que pueda estar involucrado un estudiante, como la ideación suicida; las conductas delictuales; el consumo de sustancias psicoactivas, alcohol o tabaco; las prácticas de actividades paranormales; la pertenencia a tribus o grupos de culturas urbanas; conflictos como el acoso escolar, el abuso sexual, la violencia intrafamiliar o cualquier otra conducta o situación que ponga en riesgo su integridad o el éxito de su proceso formativo en la institución.
Frente a estas últimas eventualidades, dada la gravedad que pueden revestir, el acompañante debe conocer los protocolos y las políticas institucionales, para darles el manejo estipulado en ellos, de tal manera que no se pongan en riesgo ni al estudiante ni a su familia ni a la institución educativa.
Todos los anteriores, constituyen aspectos o elementos que conciernen a un director de grupo o acompañante, los cuales ha de conocer y manejar con propiedad para poder cumplir los objetivos formativos de la institución educativa, y sobre todo, para que el proceso de acompañamiento sea efectivo y eficiente.
1 Discernir es un verbo que se emplea para significar el tener la aguda capacidad de juicio para juzgar entre dos o más opciones, y desde los criterios, principios y valores que la persona tiene o ha optado por emplear en su decisión, elegir, siempre buscando lo mejor. Lo contrario a discernir es tomar decisiones por impulso, por emocionalidad, sin tener en cuenta los argumentos y las razones a favor y en contra de la decisión que se está tomando, sin ser capaz de seguir las emociones que se experimentan para tomar la decisión que se debe
2 En el Anexo 4 se incluye una tabla con el conjunto de habilidades prosociales más comunes, que se sugiere tener como referente para ser trabajadas con los estudiantes.
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